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El analgésico sin contraindicaciones: La música como terapia

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Stephany Buriticá y Lina Padilla, estudiantes de Comunicación Social y Periodismo

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¿Te has preguntado por qué escuchas música triste en esos momentos sin ánimo? o, ¿por qué cuando estás en el gimnasio tu playlist es más animada? Todo esto tiene una explicación científica.

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Desde el punto de vista físico, y químico, los diamantes y el carbón son iguales. Su diferencia radica en la forma en la que se conectan sus átomos. Algo similar ocurre con la música. Todos la escuchamos, pero cómo resuena depende de las emociones y recuerdos que genere en cada persona. El doctor Petr Janata, psicólogo y neurocientífico cognitivo del centro Mente y Cerebro de la Universidad de Davis, en California, se ha dedicado a entender la formación de recuerdos en relación con la música, y explica que gestionar las emociones a través de la música está fuertemente ligado a los recuerdos de vida y que, por esto, una de las formas en las que la gente intenta regular sus emociones de tristeza es evocando la nostalgia, ya que esto aumenta el sentido de la vida y la sensación de conexión social.


Jacobo Vélez, conocido como El callegüeso, se define como “un relator de historias a través de la música”. Hace parte de la agrupación musical de salsa La mamba negra. Para él, todas las personas tienen una banda sonora a lo largo de su vida que les permite afianzar emociones y recuerdos. En su caso, la banda sonora de su juventud la integraban artistas como Héctor Lavoe, El gran combo de Puerto Rico y Celia Cruz. Con todos ellos, vivió un idilio entre Cali y la salsa. Sin duda, la canción Las cuarenta de Rolando Laserie es una de sus anclas al pasado. Cada que escucha “Con el pucho de la vida, apretado entre los labios…” se devuelve en el tiempo y siente que está con su abuela, que murió hace 10 años. Recuerda que, con ella, tomaba el destartalado bus rosa crema, muy famoso en su ciudad, cerca de la Licorera del Valle. Por ser tan pequeño, subía al bus sin pagar. Su abuela lo sentaba en sus piernas y en el trayecto sonaba la canción mientras el olor a caña a punto de ser aguardiente entraba por las ventanas.


El Dr. Janata explica que lo que le sucede a Vélez tiene una razón sencilla: a lo largo de la vida, el ser humano suele escuchar diversas piezas musicales en diferentes momentos de su biografía, y los recuerdos más fuertes son aquellos que tienen algún tipo de emoción. Si en ese momento emotivo se escucha un género de música en particular, entonces se convierte en parte de esos recuerdos. Es como si la memoria musical se atara a ellos y se asociara con la memoria de todo lo demás.


La música como terapia


Pero además de afianzar recuerdos, la música también se usa con fines terapéuticos, y por eso es importante entender cómo funciona, precisamente en relación con los recuerdos o las sensaciones que evoca. Andrés Salgado, musicoterapeuta de la Universidad Nacional de Colombia, explica que, con regularidad, las personas creen que la musicoterapia es poner música mientras se estudia o se trabaja. Pero, en realidad, la musicoterapia requiere, de manera obligatoria, la presencia de un especialista.


Se suele pensar que solo hay un género musical implementado en la musicoterapia, pero lo cierto es que para esta forma de tratamiento no hay recetas. A veces se cantan canciones significativas para el paciente, las cuales evocan sus recuerdos y emociones. Otras veces se improvisa musicalmente con el paciente, haciéndolo partícipe de la improvisación musical del momento, y otras se hace una terapia receptiva, en la cual el musicoterapeuta se dedica a tocar una serie de notas musicales, guiando el proceso hacia el objetivo del paciente.


Una sesión de musicoterapia para adultos puede costar alrededor de 85 mil pesos. Una sesión para niños con discapacidad puede costar 65 mil. Y una sesión para empresas puede costar entre 150 y 200 mil pesos. Pero no todos los que dicen ser musicoterapeutas lo son. En Colombia no existe un pregrado de Musicoterapia, sino una maestría que únicamente se imparte en la Universidad Nacional. Al ser una profesión multidisciplinar, los aspirantes a esta especialización deben tener conocimientos previos de música y de igual manera prepararse para aprender de psicología y medicina.


La musicoterapia puede acompañar al ser humano desde el nacimiento hasta la muerte. En el caso de la fundación Santa fe de Bogotá, la musicoterapia se trabaja con los neonatos prematuros, aquellos que nacen entre las 24 y 37 semanas, y se encuentran en incubadoras y cuidados intensivos. Los neonatos prematuros son los pacientes más delicados: la sesión dura 15 o 20 minutos y el objetivo principal es ayudar al bebé en su proceso de desarrollo. Con estos pacientes, se implementa principalmente la voz, cantándole notas suaves. Sin embargo, los bebés neonatos prematuros no siempre logran sobrevivir y en la Fundación Santa fe de Bogotá están creando un comité de duelo perinatal para acompañar a los papás de aquellos que no logran salir de la incubadora.


Pero cuando se trata de un proceso de musicoterapia en la recta final de la vida, la situación es distinta. El tiempo de las sesiones es mayor, ya que no se requieren 15 a 20 minutos, sino de una a dos horas y media. El trabajo se hace de manera principal para los familiares del paciente que está a punto de fallecer.


Y también con los pacientes en condiciones médicas complejas se emplean estas terapias musicales. Samuel, por ejemplo, es un niño de 13 años con parálisis cerebral. Su madre explica que es un niño alegre, inteligente, impaciente y carismático, y que desde pequeño le ha gustado la música y su instrumento favorito es la guitarra, pero nunca podrá aprenderla a tocar. Pero más allá de escuchar y tocar el instrumento, la musicoterapia le ha ayudado al niño a desarrollar su lenguaje, estimularse y manejar su conducta, explica su madre. Todos los jueves levanta a su mamá con estas palabras: ¡hoy vamos a terapia! Samuel lleva todo su proceso de estimulación cognitiva con la música. Desde hace cuatro años lo atiende la doctora Diana Castillo, musicoterapeuta y fundadora de la fundación CreArmonia. Y la madre de Samuel indica que son indiscutibles los cambios que ha tenido su hijo gracias a este proceso, y sus avances.


Técnicas para introducir la musicoterapia en la vida


Pero cuando se le pregunta a la doctora Castillo qué se hace en una sesión de musicoterapia, responde que depende del paciente y sus condiciones, o del grupo que la toma, y del espacio físico en el que se desarrolla. No se puede hacer lo mismo con un grupo de personas que con una sola. Las técnicas implementadas con un niño con autismo y uno con síndrome de Down, son diferentes. En cada sesión es muy importante preguntar qué música es la que les gusta. O también se puede componer una melodía. Se puede hacer solo con sonidos, o se puede hacer con señas. Y el silencio también es muy importante, pues primero se tiene que sentir bien el paciente. Es imprescindible conocer su situación emocional. Porque la música trae recuerdos y estos pueden ser buenos o malos, y con ellos es con los que se trabaja.


Las canciones escogidas deben evocar recuerdos. Sin embargo, esto también tiene consecuencias. Hay canciones que llevan a momentos dolorosos. Hay otras que ayudan a recordar tu rutina. Y otras evocan los mejores momentos. Por eso es un proceso personalizado y requiere especialistas.


De cualquier modo, entre niños, jóvenes y adultos, la musicoterapia puede ser útil para gestionar emociones, procesos de duelos y de desarrollo cognitivo. Estimula cambios positivos, y fomenta el desarrollo del cerebro a través de la conexión musical y el resto de nuestros recuerdos. Y aunque todavía es una disciplina incipiente en Colombia, es un campo con enorme potencial. Al fin y al cabo, la música ha acompañado al ser humano desde hace 75 mil años, y con seguridad nunca dejará de hacerlo.

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