El aspirante a la presidencia de Colombia ha construido durante toda su vida política un reconocimiento como opositor que hoy lo lleva a ser uno de los candidatos más opcionados para gobernar el país. Su vida es el resultado de un camino lleno de altibajos y retos.
Foto de: Flickr - Gustavo Petro Urrego
Gustavo Petro acaparó toda la atención de la muchedumbre en uno de sus discursos de campaña en el municipio de Mosquera, el 29 de abril. En esa oportunidad, dejó ver la ideología que ha influido en su vida política a lo largo de los años. Es fiel creyente de la necesidad de un cambio y de que la creciente desigualdad en el país les aterra a sus opositores, como lo dijo frente a su auditorio: “Lo que más les asusta es la justicia social, no la quieren. Quieren seguir manteniendo la sociedad colombiana como la sociedad más desigual socialmente del planeta”.
Durante su campaña, se jugó el cargo ejecutivo por el que trabaja desde hace décadas. De sus 58 años de vida, ha dedicado 38 a la política: fue personero (1980-1984), concejal (1984-1986), representante a la Cámara en los periodos de (1991-1994), (1998-2002) y (2002-2006), así como senador (2006-2010) y alcalde de Bogotá (2011-2016).
Sus inicios
Gustavo Francisco Petro Urrego nació en 1960 en Ciénaga de Oro, Córdoba. Sus padres migraron hacia el centro del país buscando mejores oportunidades y así se establecieron en Zipaquirá. Allí hizo el bachillerato en el colegio Nacional San Juan Bautista De La Salle, el mismo colegio donde muchos años atrás, el Nobel de Literatura colombiano, Gabriel García Márquez, descubrió su amor por la escritura. Petro se destacó por ser un estudiante líder y aplicado. Según él, era el que siempre defendía a sus compañeros de las injusticias.
En 1976, recién graduado y con 17 años, entró a las filas del M-19. Rápidamente su capacidad de liderazgo se hizo notoria y se convirtió en el miembro más joven de la Dirección de la Regional Central de esa guerrilla. Desde su militancia, Petro empezó a ser conocido en Zipaquirá por ayudar a los estratos más bajos. Después ganó más reconocimiento debido a que, en sus labores como personero y concejal, lideró la ocupación del barrio Bolívar 83 por parte de desplazados. Al poco tiempo, en 1985, fue capturado por el Ejército y estuvo encarcelado hasta 1987. Después de la cárcel fue uno de los guerrilleros que más promovió el desarme del M-19 a finales de los 90. En palabras de Álvaro Jiménez, exmiembro del EME y activista de Derechos Humanos, “ese Petro que le apostó a la paz es el que nadie recuerda, que era el Petro del M-19”.
Petro es un hombre que le gusta estudiar, siguió la ruta académica que incluye pregrado y posgrados. Estudió economía en la Universidad Externado, realizó una especialización en administración en la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP) y cursó otra especialización en Desarrollo, Población y Medio Ambiente de la Universidad Católica de Lovaina. Incluso empezó un doctorado en Nuevas Tendencias en Administración de Empresas en la Universidad de Salamanca, pero por falta de recursos lo aplazó.
Un camino de aciertos y desaciertos
Su carrera política en altos cargos del Ejecutivo empezó después de la desmovilización del M-19. Desde la legalidad, se convirtió en Representante de la Cámara por Cundinamarca en 1991 por el partido Alianza Democrática M-19. Se volvió a lanzar a las elecciones de 1994, pero no contó con tanta suerte. A raíz de las amenazas de muerte que algunos militantes del Partido habían recibido, con ayuda de su amigo Antonio Navarro, fue nombrado agregado diplomático en Bruselas en el gobierno de Ernesto Samper.
Su estancia en Bélgica fue tan solo de dos años, y ese tiempo fue justo para conocer las directrices políticas que marcarían su futuro como actor político: la denuncia del paramilitarismo y la temática ambiental. Petro vivió en carne propia el dicho popular: “el que no quiere caldo, que se le den dos tazas”. En el poco tiempo que estuvo en Bruselas, tuvo como jefe a Carlos Arturo Marulanda, allí descubrió que, el entonces embajador, era dueño de unos terrenos en los que paramilitares habían desplazado a 64 familias campesinas.
Años más tarde, denunció el paramilitarismo en Sucre y Córdoba con nombres propios. A causa de la situación, fue en este tiempo en el cual realizó la especialización en Medio Ambiente y Desarrollo Poblacional en la Universidad Católica de Lovaina.
Petro regresó al país con la idea de volver a la política, pero nuevamente fracasó. En las elecciones para la Alcaldía de Bogotá de 1997, recibió 7000 votos representado a Alianza Democrática M-19, ubicándose ocho puestos abajo del ganador, Enrique Peñalosa. Un año después se volvió a lanzar, pero para la Cámara de Representantes de Bogotá por el Movimiento Vía Alterna. En esa ocasión, la suerte sí jugó a su favor, pues obtuvo la lista más votada y con más de 119 mil escrutinios llegó al Congreso. En ese período se destacó por poner en debate las irregularidades del Banco del Pacífico y el Hospital San Juan de Dios.
Para el 2002, volvió a legislar y su fama de opositor lo llevó a ser el representante a la Cámara más votado, con 79 mil votos. A pesar de estar en la Cámara por Bogotá, Petro solo realizó dos proyectos para la ciudad. Según Rodolfo Otálora, uno de sus asesores de ese momento, eso se debía a que “éramos un minoría en el Congreso, así que todo nos los tumbaban. Lo mejor que uno puede hacer cuando es una minoría es hacer debates de control político y eso fue lo que hicimos”. Sus estudios en Medio Ambiente se vieron reflejados en los debates, en los cuales llegó a denunciar la urbanización de los cerros orientales y la contaminación del río Bogotá y en los que también logró frenar la expansión urbana de la ciudad en la Sabana.
Abriendo paso a su reconocimiento
Su último período en la Cámara fue exitoso, pues fue reconocido por generar debate en temas álgidos como la corrupción. Aprovechando su buena trayectoria, Petro se lanzó al Senado con el aval del nuevo partido de izquierda, el Polo Democrático. Con su fama de opositor y crítico del gobierno de Uribe Vélez, obtuvo 143 mil votos, convirtiéndose en el senador con mayor votación del Polo y el tercero del país. En el Congreso, Petro se destacó por ser el senador que destapó el escándalo de la parapolítica y con ello, ganó la admiración de unos y el odio de otros.
En 2009, se enfrentó contra Carlos Gaviria por consulta interpartidista para la Presidencia y ganó. Sin embargo, en las elecciones del 2010 no recibió el mismo apoyo, pues quedó en tercer lugar, debajo de Antanas Mockus y del ganador, Juan Manuel Santos. Quiso apostarle a la presidencia del Polo pero tampoco contó con suerte, Clara López fue elegida por el Comité Ejecutivo del Partido. Tiempo después se ganó enemigos dentro de su mismo partido, pues no dudó en denunciar las irregularidades en la contratación de obras públicas en las que estaban implicados los hermanos Samuel e Iván Moreno.
A finales de 2010, se salió del Polo y creó el movimiento ‘Progresistas’. Le apostó a la Alcaldía de Bogotá en 2011 y 14 años después le ganó a Enrique Peñalosa, con el 32,22% de los votos. La administración de Petro recibió tanto alardes como críticas. Fue reconocido por desarrollar proyectos sociales, disminuir el índice de homicidios e impulsar la educación en los estratos más bajos. Recibió un reconocimiento de la Unesco por su política educativa.
En la otra cara de la moneda, fue duramente criticado por la pésima movilidad de la ciudad y por la implementación de un nuevo programa de recolección de basuras. Su estancia en el Palacio del Liévano se vio afectada por ese mismo programa, pues el entonces procurador Alejandro Ordoñez lo inhabilitó y destituyó del cargo. Tras un fallo de la CIDH, logró volver a ser alcalde y acabar su administración hasta 2016.
A pesar de haber terminado con un índice bajo de popularidad, en 2017 empezó a recoger firmas para poder aspirar a la Presidencia con los ‘Progresistas’. En marzo del 2018 se enfrentó en consulta interpartidista contra Carlos Caicedo, exalcalde de Santa Marta, y ganó. Con los 2,8 millones de votos que recibió, obtuvo el reconocimiento como el candidato de izquierda más votado en la historia del país.
Laura Sofía Matiz
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