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El sobrecosto que deben asumir los productores se ha convertido en el mayor problema del campo colombiano.

Por: Sara Liliana Lepesqueur, Laura Vanesa Barrera, Ana María Cuervo y Laura Angélica Lenis, estudiantes de Comunicación Social y Periodismo

Crisis económica tiene en jaque a nuestros campesinos

Chocontá es un municipio ubicado 75 kilómetros al noreste de Bogotá, la capital de Colombia. El 70 % de sus habitantes se dedica a actividades agropecuarias, convirtiéndolo en el tercer productor de papa de Cundinamarca. Para sembrar este tubérculo se necesita un clima templado entre los 7° C a 18° C, abundantes lluvias que mantengan el terreno frío y húmedo, semillas de alta calidad, empleados, maquinarias y manos laboriosas de campesinos como Eleuterio Murcia.

Eleuterio empieza el día a las dos de la mañana. Se levanta a ordeñar sus vacas y destina a esta actividad al menos cuatro horas diarias. A las seis, cuando la leche está lista, sale al pueblo a venderla. Sobre las siete de la mañana, inicia el día como agricultor en su finca —ubicada en el sector Piedresal de Pueblo Viejo, una de las 22 veredas de Chocontá— donde dedica alrededor de 10 horas al cultivo de papa. A las cinco de la tarde, regresa a su casa para ver a los animales y terminar su jornada a las siete de la noche.

El chocontano de 56 años ha dedicado la mitad de su vida a los cultivos, que hoy ocupan aproximadamente media hectárea y producen 10 cargas de papa, es decir, 20 bultos. Cada bulto es equivalente a 4 arrobas, o sea, 50 kilogramos.

En Chocontá hay 20.568 personas, 48,6 % de ellas habitan el espacio rural, pero solo alrededor de 700 cultivan, y deben asumir, como Eleuterio, los sobrecostos en los insumos del campo, que son una inversión importante para los productores; por ejemplo: para cultivar un bulto de papa, se necesitan dos bultos de fertilizante, un litro de fungicida y un litro de insecticida, que en el último año han duplicado su precio.

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Según el DANE, se ha visto un incremento de entre 43% y 60% en el precio de los insumos para el campo. Entre diciembre del 2021 y enero del 2022 los fertilizantes subieron un 51,56 %, los fungicidas un 49, 40% y los insecticidas un 45,51%. El aumento se debe principalmente al alza del dólar y la dependencia de Colombia, en temas de importación de insumos, de países como Rusia, Venezuela, Ucrania, China y Estados Unidos.

“Si yo tenía tres obreros, eran tres familias a las que yo estaba empleando, pero resulta que ahora un bulto de abono pasó de valer 70 mil a valer 210 mil pesos. Entonces me tocó comprar la mitad del abono y, aparte de eso, suspender a uno o dos obreros para que el cultivo se pueda seguir manteniendo” cuenta Andrey Marín, campesino y realizador audiovisual de La Belleza, Santander.

Alexandra Polo, directora de cadenas agrícolas y forestales del Ministerio de Agricultura, afirma que “el mayor problema del campo colombiano es el acceso a los insumos y el sobrecosto que deben asumir los productores para obtener una buena cosecha”. Asimismo, menciona que la segunda barrera para el campesinado es la comercialización “puesto que hay una brecha gigante (y muchos intermediarios) entre el productor y el comercializador final”.

Para no perder la cosecha, Eleuterio se ha visto obligado a ofrecer sus productos en supermercados pequeños de Chocontá y a personas que lo buscan directamente. Algunas veces negocia con intermediarios que van hasta su finca, pero les cobra más barato, puesto que les vende toda la carga. Así como él, en Colombia hay 15.169 personas campesinas que también se ven afectadas económicamente al momento de transportar sus cosechas. Esto se debe a que los lugares en los que se encuentran los campos productivos del país están alejados de la zona urbana y los campesinos no tienen oportunidad de hacer ventas directas.

Con el proyecto Campo Vida, una apuesta digital para mostrar por medio de Facebook e Instagram el diario vivir de los campesinos en Colombia, Andrey Marín ha tenido la oportunidad de evidenciar diversas realidades del campesinado y por eso explica el rol de tres tipos de intermediario y su importancia en el proceso de comercialización de una cosecha. 

Está el transportador que, para poner un ejemplo, va a la vereda, recoge 100 bultos de papa y los lleva desde el lugar del cultivo hasta el destino, cobrándole al campesino 5 mil pesos por transportar cada uno. El intermediario, por el contrario, le compra al campesino esos 100 bultos en 500 mil y se los vende a un bodeguero en 1 millón de pesos.

 

El bodeguero se encarga de la comercialización final. Por ejemplo, recibe 30 bultos de papa de un campesino, 100 de otro, 70 de alguien más, hasta que completa el producto que necesita un supermercado grande. Los bodegueros suelen ser los únicos con el potencial de cerrar compras grandes y periódicas. Por ejemplo, un campesino vende un kilo de papa en 1.800 pesos a un bodeguero, este puede revenderlo 3.600 pesos. La papa, finalmente, se ofrece en 4.000 pesos en el supermercado. 

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Los bodegueros, a los cuales acuden los supermercados y algunos productores del país, se encuentran ubicados en Corabastos, la plaza de mercado más grande de Colombia y la central de abastos de alimentos más importante de Bogotá, pues provee suministros a las demás plazas de la ciudad.