Fotografía por Francy Velasco.
Es director de Confidencial, uno de los periódicos independientes más destacados de Nicaragua, que ejerce contrapoder y rendición de cuentas a la dictadura de Daniel Ortega.
Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la libertad de expresión en Iberoamérica, otorgado por Casa América Cataluña. En octubre de 2010 recibió el Premio María Moors Cabot que otorga la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York.
Nos contó:
Sobre la fiabilidad de los medios, tras amenazas contra la libertad de expresión...
• En la experiencia que he vivido en Nicaragua, donde los ataques provienen de un régimen que está cerrando todos los espacios políticos y cívicos del país, la única resistencia o la más efectiva es preservar la confianza de las audiencias y la credibilidad del medio trabajando muchísimo más en corroborar la información, en no tratar de ser los primeros en publicar las noticias, sino en investigar y en publicar información verificada.
Sobre el límite de libertad de expresión...
• La libertad de expresión no es un patrimonio de los periodistas. Es un patrimonio de los ciudadanos, un derecho constitucional en el que las personas tienen derecho a expresar sus opiniones sin censuras y es lo que debemos de defender de cualquier forma.
• El debate público tiene que estar sustentado no solamente en información, sino en hechos verídicos, en argumentos. Siempre habrá opiniones con las que uno va a discrepar y tienen que refutarse.
• El periodismo de opinión no debe existir límites que impongan la censura. Yo soy director de un periódico y público opiniones con las que no estoy de acuerdo siempre y cuando estas opiniones estén sustentadas, bien argumentadas de parte de quienes las presentan, si son válidas.
• La razón de informar, de visibilizar casos como el del periodista José Rubén Zamora ante la falta de un debido proceso judicial es defender el derecho de hacer periodismo en Guatemala y sobre todo tratar de mitigar el impacto negativo que tiene este ataque, en la prensa guatemalteca y en la prensa centroamericana. Frente a este caso, el Estado ha querido infundir miedo, intimidación a los periodistas y también a las fuentes informativas y opinativas. De manera que para nosotros es un deber informar, investigar, visibilizar y denunciar este ataque contra José Rubén Zamora que sentimos como propios. Lo digo en nombre de los periodistas nicaragüenses y guatemaltecos.
Fotografía por Juliana Martínez en entrevista con Unisabana Medios.
Sobre generar narrativas contrarias a lo que espera la audiencia...
• El caso de Nicaragua es una situación extrema porque hay una criminalización tanto de la libertad de prensa, es decir del derecho a informar, como también del derecho a opinar. Por ejemplo, hay personas que han sido llevadas a la cárcel y que han sido acusadas por presuntos delitos penales de conspiración contra la soberanía nacional o de propagación de noticia falsa simplemente porque han dado una opinión... y es una opinión calificada.
• Lo que ocurre ahora es que casi nadie se atreve a brindar una opinión porque lo pueden criminalizar. De manera que, las fuentes solicitan el anonimato para poder hablar, para poder opinar y lo mismo ocurre también con el caso de los periodistas.
• Nuestra primera obligación en estos tiempos es proteger la seguridad de nuestros periodistas y de las fuentes y eso implica otra vez verificar información. En el caso de las opiniones, tenemos que ser más rigurosos porque, cuando las personas te piden la protección del anonimato, usualmente dan opiniones o dan informaciones que no necesariamente son muy verídicas. La gente tiende a decir muchas cosas bastante exacerbadas y bastante subjetivas.
Sobre la atención que deben darle los ciudadanos a los ataques al periodismo...
• La libertad de prensa y la libertad de expresión son derechos constitucionales y la gente no se percata de la trascendencia y de la importancia que tienen estos valores hasta que se pierden o son arrebatados. No se dice de un día para otro si hay libertad de prensa o que no hay libertad de opinión, sino que se produce de manera gradual.
• Las libertades que no se ejercen se pierden y creo que eso aplica tanto para los periodistas como para los ciudadanos. Por ejemplo, en Nicaragua no hay libertad de reunión, no hay libertad de movilización, no hay libertad electoral. En el último proceso electoral que hubo en 2021, todos los candidatos presidenciales de la oposición fueron encarcelados, los partidos políticos fueron incluso ilegalizados y más de 3.400 organizaciones no gubernamentales fueron canceladas por el régimen.
• Lo único que queda es el periodismo que se hace en el exilio, porque, de lo contrario, podríamos estar presos. Lo que quiere decir que ese periodismo que se hace en el exilio, al final de cuentas, se convierte en la última reserva de las libertades en un país donde no queda ninguna otra libertad.
Sobre las gratificaciones de hacer periodismo en Iberoamérica...
• Es una vocación de servicio y estamos obligados a devolverle a la sociedad lo que muchas personas hacen por tener una vida cívica más activa, más participativa en la que se ejerzan los derechos.
• El periodismo es como una carrera de relevos donde asumimos la estafeta que otros dejaron, de la gente que nos ha inspirado en este oficio: el compromiso por informar y sobre todo por no callar, por no aceptar que nos impongan el silencio y que nos impongan la censura.
• No es muy gratificante desde el punto de vista de los sacrificios que muchas veces se tienen que hacer, en lo que se tiene que incurrir. Pero, a final de cuentas, estamos tratando de sembrar las bases de la verdad, de la información de la cual depende en el futuro la justicia.