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¡Se olvidaron de los híbridos!

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Santiago Bernhard, Comunicación Social y Periodismo

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A pesar de la llegada de cada vez más coches híbridos, el gobierno colombiano se ha enfocado en generar beneficios únicamente para vehículos totalmente eléctricos.

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A Colombia llegan cada vez más carros híbridos y eléctricos. Recientemente, llegó al país la RAVi4 por un valor de aproximadamente 135 millones de pesos colombianos; esta es una SUV híbrida adecuada para terrenos destapados con no dos, ni tres, sino cuatro motores: uno de combustión y tres eléctricos que, según Toyota, permiten una autonomía de 1.000 km en el modo eléctrico. Así como este modelo, han llegado una serie de coches híbridos que están pegando fuerte en el mercado colombiano, entre estos está el Toyota Corolla, el Kia Stonic, el Ford Escape, la Subaru Xv, el BMW 330e, entre otros. Todos ellos con la característica de ser híbridos; es decir, que tienen un motor de combustión y uno o varios motores eléctricos.


Ante tal oferta de híbridos se hace necesario analizar las ventajas que estos proporcionan al usuario y las medidas que establece el gobierno colombiano para impulsar la venta de esta clase. En primer lugar, y uno de los motivos por el cual tener un coche híbrido va de maravilla, es que en algunas de las principales ciudades del país estos están exentos del pico y placa y del día sin carro. Otra de las ventajas es que emiten menos contaminación auditiva y de CO2, permitiendo promover una movilidad sostenible. El agregar un motor eléctrico a uno de combustión permite un rendimiento mayor, haciendo rendir más la gasolina y aumentando el alcance como potencia del vehículo.


Sin embargo, no todo es positivo; aunque para muchos estas medidas son más que suficientes, hay que considerar el precio elevado de estos coches. Por ejemplo, el Corolla híbrido cuesta seis millones más que su hermano de combustión; la RAVi4 supera su versión de combustión por 20 millones; el BMW serie 3 del 2020 cuesta 130 millones, mientras que su semejante hibrido cuesta 152 millones de pesos colombianos. El caso más extremo es quizás el de la Volvo XC40, la versión normal tiene un valor de 115 millones mientras que su versión híbrida alcanza la absurda suma de 200 millones. Estos altos precios asustan a más de una persona y, siendo sincero, por estos valores se pueden comprar dos excelentes coches y turnarlos para el pico y placa.


Es aquí donde el gobierno colombiano debe buscar la promoción de coches híbridos y eléctricos. De ahí que se estableciera la ley No. 1964 del 11 julio de 2019, que busca promover el uso de vehículos eléctricos en Colombia, reduciendo sus impuestos a un 1%, 0.5% menos que cualquier otro carro inferior a los 46 millones o 1.5% para vehículos entre 46 y 104 millones, y 2,5% en caso de superar los 104 millones de pesos colombianos. El problema yace en que esto solo beneficia a los coches eléctricos, olvidando los híbridos, cuya oferta está en aumento y permiten un paso hacia los eléctricos.


Adicionalmente, he detectado una serie de problemas en torno a los coches eléctricos. Así como resaltamos la RAVi4 de los híbridos, el coche eléctrico resaltado en Colombia es el Renault Zoe. Un vehículo pequeño con un diseño parecido al del Renault Sandero con la diferencia de que es completamente eléctrico, tiene detalles que lo hacen ver más moderno y que cuesta 60 millones más. Con la reducción del impuesto, uno pagaría el 1%; en el caso del Zoe ese porcentaje equivale a 800 mil pesos. Como comparación, el dueño de un Mercedes Benz E200 del 2014, que es un coche de alta gama y lujoso, paga los mismos 800 mil pesos de impuestos por una máquina más lujosa, más veloz y mucho más bonita.


A nivel internacional uno de los problemas para implementar la movilidad sostenible es la falta de infraestructura. En Suiza, un país de 8.5 millones de habitantes, hay, según European Alternative Fuels Observatory, alrededor de 7.000 puntos para recargar coches eléctricos e híbridos y muchos siguen pensando que son demasiado pocos para toda la población. En Bogotá, una ciudad con 7,7 millones de habitantes, hay, según Enel, 57 puntos de carga que, al revisar, tienen quejas porque solo son permitidos para cargar coches públicos o taxis. Y así quieren que las personas compren carros eléctricos de 100 millones de pesos colombianos.


Otra comparación interesante es con Holanda, que pretende para el 2030 suspender la venta de automóviles de combustión. En Alemania y Suecia la meta es similar. Y aunque el objetivo de Colombia no está lejos de estos países: ir sacando los vehículos de combustión para el 2030, hay que considerar que países como Alemania, Holanda, Suecia, Noruega, entre otros, llevan beneficiando los usuarios de híbridos y eléctricos desde hace casi una década. En Colombia hasta ahora se está abriendo este mercado de híbridos y lo quieren saltar.


Me recuerda aquel refrán alemán que decían los abuelos, “el que rápido a la meta quiere llegar, tiene que ir despacio”. En Colombia, por querer hacer más, e igualarse con el viejo continente, no están permitiendo que crezca de a poco el mercado de los híbridos y eléctricos de la mano de la infraestructura necesaria para implementar esta tecnología renovable. Quieren correr sin haber aprendido a gatear, quieren un país sostenible con coches eléctricos sin haber aprendido a aprovechar y crear políticas correctas para los híbridos que están abriendo el mercado.


Y, aunque las políticas parecen determinadas a meterle la ficha a la energía renovable, obligando a reemplazar los vehículos públicos de combustión en el 2030 en su totalidad a transporte con energía renovable, la esperanza de que esto suceda es mínima, pues, como siempre sucede en Colombia, se termina perdiendo el dinero y las ideas en las manos de la corrupción y procesos legales eternos.

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