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¿A dónde vamos a parar con la intolerancia al sexo opuesto? 

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Carlos Manuel Delgado Nule, Comunicación Social y Periodismo

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El 'feminazismo' promueve la superioridad del propio sexo y deja por el piso los ideales del feminismo que tanto bien ha hecho. 

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Si algo ha caracterizado a la humanidad en los siglos XIX, XX y XXI es la búsqueda de la igualdad en todo sentido: igualdad en raza, igualdad en orientación sexual, igualdad en creencia, etc. Uno de estos movimientos que busca la igualdad, es el feminismo, aquel que comenzó a finales de los años 1800 y, posteriormente, en el siglo XX, logró darle a la mujer los mismos derechos que tenía el hombre. Pero, como siempre, nos vamos a los extremos. Si las primeras olas del feminismo lograron, por fin, igualar sistemáticamente la balanza entre hombres y mujeres, en la actualidad hay un grupo pequeño, pero ruidoso, de feministas que quieren desnivelar la balanza y que las mujeres gocen de superioridad sobre el sexo masculino. Los que se oponen a este movimiento, como yo, con un tono medio en broma, han decidido llamarlas “feminazis”, término que posteriormente sería aceptado por la RAE, siendo definido como “feminista radicalizada”.

Antes de que me digan neo-machista opresor, o términos similares, hay que aclarar una cosa: el machismo, infortunadamente, no ha sido erradicado por completo. Claro, sería estúpido y grosero negar su existencia, al igual que negar que en la cotidianidad, las mujeres son las más afectadas por el abuso doméstico o sexual, de hecho, son el 63% de las víctimas según un estudio el Instituto Nacional de Estadística en España. Hay todavía muchos hombres que consideran que son superiores a las mujeres, principalmente aquellos de mayor edad. Pero, al punto que quiero llegar es que en la actual cultura occidental no hay ninguna preferencia para el hombre por parte del sistema. No hay ninguna ley que beneficie más al hombre que a la mujer, es más, se puede decir que las mujeres tienen más beneficios y los hombres más obligaciones, como tener que prestar servicio militar obligatorio. El machismo que hay hoy en día lo ejercen individuos anticuados o maleducados, no lo ejerce el sistema.

Estas llamadas “feminazis” siempre están creyendo que hay algo que las oprime. Piensan que las películas y las series son dirigidas hacia los hombres porque, según ellas, los personajes principales son solo del sexo masculino, ignorando la gran cantidad de películas en las que son protagonistas las mujeres, como La Mujer Maravilla, Alien: el octavo pasajero, Kill Bill, Valiente, Gravedad, y otro centenar de grandiosos filmes. Piensan que la publicidad las ofende cuando sale una mujer atractiva en vestido de baño, porque se sienten cosificadas, pero ignoran que miles de empresas también presentan a centenares de hombres atractivos y sin camiseta para vender su producto. Piensan que las artistas pop del momento están ahí solo porque son atractivas, como si Justin Bieber y Maluma están donde están solo por su talento, que no es que no lo tengan, pero el ser atractivo, ciertamente, les ayuda.

Esta radicalización ha generado en ellas una especie de odio hacia el sexo masculino, creando movimientos en redes sociales como “Machete al Machote”, casi que buscando la erradicación del sexo opuesto. Es tanta la animosidad hacia el sexo masculino que han desarrollado también una enemistad con toda palabra que termine en “o”. Suena ridículo, pero, un grupo de estudiantes de la Universidad de Granada de España, en el año 2017, ha llegado incluso a hacer un “calendario feminista”, en el que se les da terminación a todos los meses con la letra “a”, es decir: “enera”, “febrera”, “marza”, y así sucesivamente. No les importa pasar por encima del lenguaje y sus cientos de años de historia, todo porque se sienten ofendidas. Pero, si se sienten ofendidas, incluso cuando un hombre les abre la puerta por respeto, no sorprende que se sientan atacadas por cosas inanimadas como una palabra.

Ese pequeño grupo de radicales tiende a referirse a todos los hombres de la misma manera, como si todos fuéramos violadores y acosadores con el único propósito en la vida de atacar a las mujeres. Como escribió Alejandra Arévalo, autoproclamada feminista, para el portal web Medium: “Porque el problema no es cómo yo reaccione sino cómo ustedes, machos, no han dejado de hacerlo. Cómo nos violentan, nos tocan sin permiso, nos sexualizan, nos hacen sentir extrañas en todo lugar y en todo momento”. Se refieren a todos los hombres como “machos”, como si fuéramos una manada de animales que solo queremos hacerles el mal. No, no todos queremos hacerles daño.

Para demostrar lo peligroso que puede ser no solo el “feminazismo”, sino cualquier extremo, solo basta ver un video que se hizo viral en enero de 2017, en el que Jenny McDermott, famosa YouTuber del momento y autoproclamada feminista, dijo: “Estoy harta de ser una fábrica de bebés que produce más hombres, así que la única respuesta a eso es matar a los bebés y matar a cualquier hombre que veas en la calle. Queremos que la especie continúe, pero sólo con mujeres en ella. Así que eso es lo que tenemos que hacer”. El video fue tan polémico y recibió tantas críticas que McDermott borró su canal de YouTube. Hay incluso casos más extremos, como el asesinato a patadas por parte de Gabriela López a un hombre que llevaba a un bebé entre brazos en un asiento de bus. Esto sucedió en Ecuador en 2015, solo porque el señor se negó a darle el asiento a esta líder feminista. Casos como este son escasos, afortunadamente, pero de igual manera es inaudito que se presenten por parte de un movimiento que dice expresar igualdad y justicia.

Lo peor de todo es que el mayor daño se lo hacen a las verdaderas feministas; a aquellas que sí defienden de verdad la equidad de género; a aquellas que se oponen a los que les tiran piropos soeces en las calles; a aquellas que demuestran con hechos que tienen las capacidades suficientes para competir codo a codo con los hombres en cualquier ámbito, no escribiendo en redes sociales qué tan ofendidas están; a aquellas como Christina Hoff Sommers, que a lo largo de su carrera ha ayudado a derribar el machismo. Las “feminazis” no han hecho más que manchar lo bueno que ha hecho el verdadero movimiento feminista por las mujeres y se han dedicado a promover un odio por el otro sexo, exactamente igual al que promueve la misoginia que tanto dicen que están combatiendo. Al final, es la misma cosa, solo que en el otro extremo del espectro.

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