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“Una cosa es la narrativa y otra es la realidad”

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Jose Santiago Venegas

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Orlando Cabrales, CEO de Frontera Energy, da su perspectiva sobre la industria de los hidrocarburos en Colombia, las energías limpias, los cambios políticos actuales, la seguridad del sector, entre otros puntos.

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Foto:
(Jan-Rune Smenes Reite - Pixels)

La incertidumbre política y social envuelve a la industria de hidrocarburos en Colombia, generando una brecha de desinformación sobre lo que realmente está sucediendo en el sector, especialmente por los del gobierno actual con relación a no dar nuevos contratos de exploración.


Orlando Cabrales Segovia, destacado líder con una amplia trayectoria en el sector energético y actual CEO de la empresa canadiense Frontera Energy, comparte su perspectiva sobre diversos temas cruciales para la industria. En esta entrevista, Cabrales aborda la tan anhelada transición energética en Colombia y la dependencia económica y social del país en relación con los hidrocarburos. Además, ofrece su visión sobre el camino que la industria debe seguir tras los recientes cambios políticos con el nuevo gobierno. También destaca la importancia de combatir la violencia en los campos de producción y aborda la cuestión de la no beneficiosa guerra internacional ucraniana.


¿Cuál es su opinión sobre el proceso de transformación energética en Colombia y qué tanto ha avanzado en la industria de hidrocarburos?


La transición energética no es un proceso que sucede de la noche a la mañana. Para cada país es diferente. El objetivo principal es disminuir la huella de carbono, no eliminar por completo los combustibles fósiles. El 80% de la matriz energética de Colombia depende todavía del combustible fósil, por lo que se requiere mucha inversión para remplazarlo.


En la COP27 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) en Egipto, se hablaba del nivel de inversión que había, de momento, en energías renovables o en tecnologías que busquen disminuir la huella de carbono. Estas no son todavía suficientes. El nivel de inversión debe aumentar.

Ahora, ¿cuál es la matriz de generación eléctrica que tiene Colombia? Es muy limpia. En otros países, la generación eléctrica es de un 80% de combustibles fósiles. Hoy la nuestra, con capacidad instalada, es 70% hidroelectricidad, una energía renovable.


Colombia tiene que crear un sistema de generación eléctrica confiable. Se hacen proyectos con los vientos de La Guajira. No van tan bien porque necesitamos construir una capacidad de transmisión eléctrica; es decir, transporte de energía eléctrica desde esos sitios en el norte hacia el interior del país.


No es nuevo que el gobierno actual busca urgentemente una transición energética, y se conoce que no tienen la intención de firmar nuevos contratos de exploración en los próximos 4 años, ¿Cómo afectarían las nuevas políticas energéticas a la industria de hidrocarburos?


Hay otra transición que requiere pasar Colombia, no solo la energética, sino la fiscal y la de exportación. Nosotros somos una economía que depende mucho de las exportaciones minero-energéticas. 60% de las exportaciones en Colombia son carbón y petróleo, 50% de la inversión extranjera es a carbón y petróleo.


Toca disminuir la huella de carbono, pero hay que hacerlo de manera ordenada. Aquí el ataque no es contra los combustibles fósiles, sino contra las emisiones de Co2, que son los que generan el calentamiento de la tierra. El sector de gas también está iniciando una transición. Cambio al hidrogeno verde. Esto se da a medida que las tecnologías estén y compitan con las actuales.

Por eso, una cosa es la narrativa y otra es la realidad. El presidente tiene una agenda internacional, digamos, muy antifósil. Cada vez que tiene la oportunidad de salir da un discurso de este talante. Pero la realidad es que Colombia todavía depende mucho de los hidrocarburos.


A esto se suma la reforma tributaria, que castigó particularmente el sector de petróleo y carbón, lo que está afectando el clima de inversión. Entonces los países, cuando hacen políticas públicas y quieren invertir, tienen que hacer un análisis comparativo de qué hacen sus vecinos para ser suficientemente atractivos. Estoy convencido de que el mayor interés para los colombianos es que haya mayor inyección de fondos, y que posiblemente sea de todos los sectores económicos.

Entre más inversión, más generación de empleo y mejores trabajos, habrá más actividad económica. Eso al final del día generará más impuestos para el fisco.


Empresas americanas como Chevron y Exxon han retirado inversiones en Colombia, pero es un fenómeno mundial que impacta en Asia, África y en el mismo Rusia. ¿Cree que el mundo se está preparando para el cambio energético o es el fantasma de la recesión lo que acorta las inversiones en hidrocarburos?


Hay unos factores nacionales como la carga tributaria y el deterioro la seguridad, pero sí hay factores internacionales, como las tasas de interés, la inflación de los últimos 18 meses tan alta. Todo eso está impactando el clima de inversión.


Los actores internacionales no los controlamos, pero las políticas internas el gobierno sí las controla y eso, yo creo, es la pregunta que debemos hacernos como colombianos. ¿Qué podemos hacer diferente a lo que estamos haciendo hoy para mejorar?


Solamente a través de generar condiciones para que haya mayor inversión lo podemos solucionar. Mayor generación de empleo, muchos jóvenes que van a universidades no consiguen trabajo después, ¿cómo podemos resolver eso?


Con más Estado, no. Creo yo creo que la solución sería más emprendimientos, que haya más iniciativa empresarial.


¿Qué posibilidades tiene Colombia para competir en el mercado internacional con grandes productores de petróleo cómo Arabia?


Hay que diversificar la economía, hay que meterle otros sectores a las exportaciones, ojalá que podamos traer más café, turismo, aguacates. Hay que jalarle a todo. Si podemos seguir con la exportación de petróleo, hagamos el resto también.


Debemos abandonar esa mentalidad de que debemos dejar una cosa por otra. Hagámoslo todo. Una economía en la que el hidrógeno sea competitivo económicamente y se pueda expandir más, en la que las tecnologías de bajo carbono se vayan haciendo rentables, probablemente la demanda de petróleos va a disminuir.


Nosotros como país llegamos a 1 billón barriles de petróleo, que es una muy buena producción. Es cierto que no es Arabia Saudita, no son los Emiratos ni Irak ni Irán. Curiosamente Venezuela ya no está produciendo más que nosotros. Destruyeron una industria que producía más de 10 millones de dólares.


Desde un punto de vista social, nuestra política debe ser invertir en cosas que hagan a las regiones menos dependientes de la industria del petróleo.


Toca tener los recursos repartidos de tal manera que, cuando hay una afectación y varíe el precio del crudo, eso es una afectación a las finanzas públicas, y entonces lo ideal es tener otros sectores económicos tan fuertes y saludables como el petrolero, que de alguna manera haga un contrapeso.


Desde el estallido de la guerra de Ucrania ha habido un aumento de demanda de petróleo y gas. Sin embargo, la reforma tributaria ha generado una caída del 33% de la inversión en exploración. ¿Cómo Colombia está aprovechando esta coyuntura para generar mayor riqueza a pesar de los impedimentos políticos?


La coyuntura del año pasado aumentó de manera considerable al precio del petróleo. Alcanzó 120 dólares el barril; hoy estamos en 75. Ese tipo de situaciones no favorecen el sector en el mediano o largo plazo. Genera mucha distorsión. Por ejemplo, antes de la guerra exportamos mucho a China y otros países asiáticos. Ya no lo estamos haciendo. El mercado de hidrocarburos cambió con la guerra.


La producción de Rusia ahora se está yendo a economías como la India o como la China, que no están aplicando las sanciones de Occidente y que compran con descuento.


Lo mejor, por lo tanto, es que no haya guerra. El reto de América Latina mientras esta continúa es ampliar su matriz económica, ejercitarla más, tener más productores de servicio, de tecnología y de actividades que generen mayor valor agregado y que no dependan de la volatilidad de los precios internacionales.

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