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Acuerdo de víctimas del conflicto, ¿realidad o teoría?

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Laura Victoria Bello, Comunicación Social y Periodismo

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Después de 5 años, sus medidas siguen siendo temporales y de escasa cobertura. 

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Foto:
equinoXio / FLICKR.

Según el Registro Único de Víctimas (RUV), el conflicto colombiano dejó más de ocho millones y medio de víctimas, de las cuales se han reparado hasta la fecha cerca de 700.000, en cifras del Gobierno. Pero si este pequeño número del total ha sido atendido en un periodo de cinco años, ¿la totalidad de las víctimas alcanzará a ser reparada, y cuánto tendrán que esperar? Además, las dudas sobre la inclusión de la totalidad de las víctimas en el RUV es otro aspecto a considerar por muchos. Es decir, que el Gobierno se ha concentrado más en predicar que en aplicar.


¿Cómo se puede afirmar que la ley de víctimas del Acuerdo de Paz, llamado ‘Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición’, está funcionando, cuando se ven en los semáforos y debajo de los puentes a familias enteras de padres y niños con carteles que hablan de víctimas de la guerra? o ¿cómo hemos de defenderla cuando existen decenas de mujeres indígenas abandonadas en aceras de pueblos y ciudades del interior, acompañadas de sus niños que escasamente balbucean el español, pidiendo limosna, desplazadas de sus selvas y poblados sin que a aquellas personas se les haya aplicado “el fortalecimiento de los derechos humanos” del que habla el acuerdo? El Gobierno colombiano se glorificó de haber alcanzado la paz, pero en el tema de justicia está a muchos años de lograrla.


A todo lo anterior se añade que, del Sistema Integral mencionado antes, la reparación es el aspecto más inestable hasta hoy, así como la amnistía dada a los combatientes rasos de la guerrilla. De la actividad de la Comisión de la Verdad no se sabe nada en concreto, de los tribunales de la Justicia Transicional, menos, pues la dirigencia exrebelde desarrolla un tránsito de la actividad guerrillera a la vida pública sin tribunales. Y la No Repetición está por verse.

No cabe duda de que la firma de los acuerdos no es el problema, pues fue un cambio histórico que devolvió la posibilidad de imaginar un mejor país, sino la ineficacia de implementar lo pactado. La Organización de las Naciones Unidas, tras la firma del acuerdo, recibió siete mil fusiles, alrededor de uno por guerrillero desmovilizado, lo que ha permitido que el número de víctimas mortales disminuya considerablemente. Además, como lo confirmó la Unidad de Víctimas, el desplazamiento descendió 79% y la sensación de seguridad aumentó en zonas que durante largo tiempo fueron ocupadas por las Farc. Sin embargo, no deja de preocupar que la disputa de poderes y el incumplimiento del Estado reavivó la guerra.


Las garantías de No Repetición, publicadas por la Unidad de Víctimas, también son criticadas por expertos. Carlos Raúl Duque y Laura María Torres, autores de un estudio publicado en la revista Ciencias Jurídicas de la Universidad Javeriana, señalan que las garantías de No Repetición no han funcionado, puesto que los niveles de pobreza continúan, lo mismo que la falta de oportunidades, de educación y recursos para ella, junto con la corrupción y el abandono estatal en general. Esto, además de la necesidad que tiene el país de crear sistemas eficaces para la aplicación de las garantías que sean compartidas y aplicadas con todos los colombianos, porque si no se llevan las leyes a la realidad, el destino no será muy diferente a la Ley De Justicia y Paz de 2005 y el conflicto florecerá.


El Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (CERAC) asegura que el acuerdo permitirá, entre muchos beneficios, mejorar la distribución de la tierra, aumentar los indicadores de desarrollo y reestructurar el gasto militar, sin olvidar la posibilidad de disminuir la brecha entre zonas rurales y urbanas y así permitir la inclusión de los colombianos olvidados por la guerra. Los beneficios son incalculables; sin embargo, poco a poco se van quedando en el papel, y así los conflictos políticos sobrepasan las necesidades de todos los colombianos.

Hoy, la propaganda del acuerdo es más real que su propia existencia… Y el destino de Colombia incierto, porque la injusticia sigue y no pasa nada. Los niños reclutados no aparecen y no pasa nada. Los líderes sociales están siendo asesinados y no pasa nada. Los corruptos tienen más poder que antes y no pasa nada. La mayoría de colombianos olvida el pasado de la guerra y no pasa nada.


¿Qué más tiene que pasar para que pase algo de verdad, algo que dé una razón de ser a las víctimas y a los ciudadanos?

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