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Candidatas sí hay

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Juanita Builes

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Las mujeres merecemos elegir políticas que nos representen y no cuestionen nuestros derechos y necesidades, sino que las defiendan e impulsen al género.

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Cuando me enteré de que Caterine Ibargüen, mujer negra y medallista olímpica, encabezaría la lista al Senado del partido de la U, me sorprendí. Siempre he pensado que esa mujer es una verraca. Aun así, automáticamente cuestioné las razones de su protagonismo en el partido, pues vi algunas caras conocidas en la lista: José David Name, quien lleva 13 años en el Congreso, aparece en 15 procesos judiciales y tiene presuntos nexos con grupos armados ilegales, o Julio Alberto Elías Vidal, hermano de Bernardo Miguel El Ñoño Elías, condenado por su participación en el caso de corrupción de la multinacional Odebrecht. Tiene pinta de estrategia política usar a esta mujer para ocultar detrás de ella los cuestionamientos del partido. Es triste que la figura de la medallista termine asociándose con perfiles como los de estos hombres.


Las mujeres no luchamos por el voto para desperdiciarlo. En el marco de las próximas elecciones del 13 de marzo, las listas al Senado quedaron conformadas con un 40% de mujeres. El 2022 es un año de desafíos y decisiones cruciales, especialmente en materia de derechos humanos. Y no está de más recalcar que se espera que se tengan en cuenta los intereses de las mujeres en la resolución de estas cuestiones. Pero ¿basta con ser mujer candidata para obtener el voto feminista?


El movimiento político Estamos Listas aspira a ser el primer partido político de mujeres en el país. Once mujeres de diferentes departamentos, cansadas de que los partidos tradicionales no les permitan a las mujeres una influencia real en espacios de decisión, formaron un movimiento democrático e incluyente. La lista fue decidida por democracia interna y tuvo 76.000 firmas que avalaron decisión. Está encabezada por Elizabeth Giraldo, historiadora y maestra de urbanismo. El resto de ellas comprenden mujeres lesbianas o afros para completar un movimiento autónomo, independiente, que se orienta hacia un gobierno en el que sea posible la justicia económica y ambiental, la transición democrática y un futuro en paz.


Si la intención es considerar el resto de opciones, también están las listas del Nuevo Liberalismo y el Centro Democrático. Los perfiles de las mujeres que protagonizan estos partidos son completamente opuestos. Por un lado, en la lista cerrada del Nuevo Liberalismo vemos diferentes tipos de liderazgos: Mabel Lara, una reconocida figura de opinión y la lideresa Yolanda Perea, con perspectivas regionales y de víctimas. Mientras que en el Centro Democrático vemos perfiles como el de Paola Holguín y María Fernanda Cabal de las cuales me tomaré el atrevimiento de dejar que algunos de sus tweetshablen por ellas: “Sucede al Estado lo que a las damas, que de tanto ceder y ceder damas dejan de ser”, “Mujeres líderes. No “lideresas”; ese afán del marxismo cultural en poner “a” a las palabras para reivindicaciones estúpidas de género, no debería ser adaptado en los comunicados de gobiernos que no comulgamos con la ideología pobresista”, respectivamente.


Y así se va armando el panorama de las posibilidades que tiene el voto femenino. Similar al caso de Caterine, es la situación de la lista cerrada del Pacto Histórico. Perfiles prometedores con interés por la ideología de género como los de Isabel Cristina Zuleta o María José Pizarro, pero asociadas a través de la coalición con personajes como Piedad Córdoba o Roy Barreras, quienes cargan con expedientes difíciles de dejar a un lado a la hora de votar. Ese es otro de los puntos importantes en el voto por Senado y Cámara, en especial con las listas cerradas, reconocer que se está votando por un grupo, sus dinámicas y diversidad de perspectivas, no solo por un individuo.


Respecto a dinámicas grupales, quienes parecen estar en una constante vorágine son las de la Coalición de la Esperanza. A pesar de las controversias y algunos desaciertos en sus consideraciones, como Ingrid Betancourt y su “las mujeres se hacen violar y perseguir”, vemos en la lista al Senado a candidatas como Angélica Lozano, quien en 2018 llegó al Senado con la mayor votación femenina en el país, y Lina María Arango, quien tiene trayectoria en la lucha contra la violencia, género y transparencia. En contraste con el Partido Liberal, que tiene a Sara Castellanos, quien defiende la familia tradicional, y a Laura Fortrich, heredera de votos de investigados por corrupción.


La participación de las mujeres en la política es importante y es claro que se debe tener en cuenta el factor de interseccionalidad y diversidad de contextos que puedan aportar esas mujeres. Pero ser mujer no es suficiente para recibir el voto femenino, pues andamos en búsqueda de un país que se interese por las cuestiones de género. Las mujeres merecemos elegir políticas que nos representen y no cuestionen nuestros derechos y necesidades, sino que las defiendan e impulsen al género. Mantengo la esperanza de que marquemos el tarjetón teniéndolo en cuenta.

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