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Cuidado si su jefe lo vigila

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Laura Daniela Arriaga Bustos.

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Imagine que un día cualquiera usted entra a su red social favorita y realiza una publicación, actualiza la biografía de su perfil, sube un comentario o decide “repostear” una imagen que le causó gracia o con la que se sintió identificado por su contenido.

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Foto:
Redes Sociales (Luca Sammarco - Pexels)

Al día siguiente, al llegar a su trabajo, de pronto, se encuentra con que hay una carta sobre su escritorio en la que se lee el adjetivo de nueve letras al que tanto le temía: "Despedido". Ahora usted pertenece al grupo de más 200 millones de personas desempleadas en el mundo, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). También, imagine que a su sorpresa la acompaña la voz de su jefe diciéndole que puede ir a recursos humanos por el que será su último ingreso hasta que consiga otro empleo. Usted no comprende lo que ha sucedido. Su sustento económico y el de su familia, de un momento a otro, se ha ido abajo como una torre de naipes. ¿Lo peor?, todo parece indicar que ha sido usted quien, sin saberlo, la ha derrumbado.


Ahora, suponga que usted se encuentra buscando un nuevo empleo y que, a pesar de sus esfuerzos, solo recibe rechazo tras rechazo mientras no deja de preguntarse cuál podría ser el motivo detrás de que el teléfono no suene. Analizando todo, podrá darse cuenta de que solo hubo una acción que pareciera haber desencadenado esta serie de hechos desafortunados. ¡Sí, sus redes sociales! Por lo tanto, es muy probable, que, tanto a usted como a mí, nos esté inquietando la misma pregunta: ¿Puede el contenido de mi perfil en redes sociales ser el causal de rechazo al aplicar a un puesto de trabajo o, peor aún, el motivo detrás de mi despido?


Desde finales del siglo XX la tecnología y los medios de comunicación han experimentado un gran avance, trayendo consigo cambios en la forma en la que vivimos y nos relacionamos con otros. Ahora no solo somos ciudadanos, sino usuarios que participan activamente en el ‘ciberespacio’. Nos autorrepresentamos e interactuamos en espacios virtuales, mejor conocidos como redes sociales con un perfil para configurar descripciones, fotografías, videos, estados, etc. Todo con el objetivo de crear una imagen digital que le permita a los usuarios ser identificados en ese nuevo entorno.


En enero de 2022, We Are Social y Hootsuite publicaron su informe anual “Digital Global Overview Report”, en el que se expuso que, para ese momento, había más de 4.62 billones de usuarios en redes sociales, lo que es igual que el 58.4% de la población mundial. Cada persona tiene diversas redes sociales a las que se conectan y, usualmente, cada una de estas contribuye a diferentes áreas del estilo de vida del usuario, como la social, psico-afectiva, laboral, lúdica e, incluso, sexual. En el ámbito laboral, sin duda, LinkedIn se ha consolidado como una de las favoritas, al ser una red social orientada al uso empresarial que actúa como intermediaria de interacciones entre empleados y empleadores y que, hoy cuenta con más de 930 millones de usuarios.


No obstante, lo que muchos aún desconocen es que plataformas como LinkedIn no son las únicas evaluadas por los reclutadores o por el departamento de recursos humanos de las empresas una vez dentro, sino que, muchas veces, las redes sociales más personales, como Instagram, Twitter y Facebook, también se ponen bajo lupa. Sí, aquella borrachera de la que no se acuerda, en la que decidió probar todos los tragos que le ofrecían y en la que acabó vomitando en la pista de baile; sí, esa fotografía la verán sus futuros empleadores. Al igual que el video de aquella noche en la que perdió el control y se dedicó a insultar sin sentido; o aquel comentario sobre su exjefe que, en un arrebato de furia, decidió publicar en su cuenta de Twitter; todo eso también lo verán sus actuales o futuros empleadores.


Caso 1: La sensualidad en las redes sociales: ¿Cuánto es demasiado?


Joimer Edgar Robayo, psicólogo y magister en Sociología de la Universidad Nacional de Colombia, indicó que las publicaciones de los usuarios en sus redes están determinadas por la necesidad humana de enaltecer el ego. Esto se debe a que en las redes sociales se busca presentar una imagen que provoque reconocimiento y admiración en los demás. Añadió que esto es consecuencia de un “narcisismo colectivo”, que se manifiesta en el intento de las personas por demostrar que se sienten bien, que son felices, exitosos y bellos.


Además, el también docente de universidades como La Sabana, Externado, la Pedagógica y Tecnológica de Colombia, sugiere que, al convivir en una sociedad que aún conserva la tradición de los estereotipos y prejuicios, se seguirá buscando, juzgando y midiendo el contenido de los perfiles de los demás con base en lo que cada individuo considera “moral o correcto”, según el entorno en el que se haya desarrollado.


A lo largo de la historia, las mujeres han sido objeto de una gran cantidad de prejuicios. Entre ellos, hay uno en particular que ha evolucionado y se ha intensificado con la tecnología: el cuestionamiento de la inteligencia de las mujeres en función de su apariencia física. Desde la época de Marilyn Monroe, con la icónica "rubia tonta" y debido a los medios de comunicación, se difundió la creencia de que no era posible que la belleza y la inteligencia coexistieran en un mismo cuerpo. En otras palabras, se creía que la mujer o tenía una o la otra. Pero, ¿ambas?: ¡Jamás! Y aunque para estos tiempos, se podría pensar que dicho engaño fue erradicado, el prejuicio continúa afectándolas en diferentes áreas de sus vidas.


Tal es el caso de Yeimy Ilias, una contadora pública y profesora de universidad en Barranquilla, cuyo nombre, en 2018, estaba en boca de alumnos y maestros de la institución educativa. Y no, el murmullo que se escuchaba entre los pasillos no susurraba nada relacionado con la estructura de sus clases o con alguna irregularidad en su enseñanza. Las voces hablaban de algo más íntimo. Algo que escandalizaba a algunos padres y sorprendía a uno que otro alumno: sus redes sociales.


Según comentó Yeimy al programa de televisión Séptimo Día, la situación habría comenzado cuando, después de participar en otro programa, sus seguidores de Instagram aumentaron significativamente. En sus fotos –que hasta ese momento tenía reservadas solo para sus conocidos– se le veía con vestidos cortos y escotes pronunciados.


Pronto, su cuenta había crecido tanto que llegó a ojos de las directivas del lugar en el que trabajaba. La imagen de Yeimy, dijeron, “no era consistente” con las políticas de la institución y, basados en eso, decidieron no renovarle el contrato, que finalizaba en 2018.


Hoy, La Profe o Yeilu, como es conocida por muchos internautas, cuenta con más de 390.000 seguidores en su perfil de Instagram y, desde entonces, ha buscado empoderar a otras mujeres a través del mensaje de que mostrarse “sexy” en redes sociales no contrarresta el profesionalismo o inteligencia de una mujer.


Caso 2: La preferencia política y el trabajo


¿Despediría al paseador de su perro por su foto de WhatsApp? Suena algo descabellado, ¿verdad? Pero, como seguro ya sabe, la realidad suele superar la ficción. En Twitter se conoció el caso de Juan Pablo Suárez, un guía canino que se vio enfrentado a una difícil situación tras expresar su apoyo al candidato Gustavo Petro, en las elecciones presidenciales de 2022.


Un día, con el fin de manifestar su intención de voto por el actual presidente de Colombia, Juan decidió cambiar su foto de perfil por una imagen de Petro, sin imaginar las consecuencias que esto le traería. En tan solo horas, la mayoría de sus clientes le habían dejado saber su descontento y desaprobación por su inclinación política y habían decidido que, a partir de ese día, no contratarían más sus servicios como paseador de sus mascotas.


Y es que, al parecer, no estaban dispuestos a correr el riesgo de que sus perros siguieran expuestos a “ese tipo de ideas”. ¿Acaso creen que el perro también se va a volver de izquierda por pasar tiempo con un paseador con esas inclinaciones políticas? Además, ¿cómo pueden estar seguros de que sus perros son de derecha?, ¿acaso los perros de derecha son más obedientes y hacen mejor la actividad de pasear?, ¿y los de izquierda, por el contrario, se dedican a ladrar consignas socialistas mientras juegan con otros perros?


En fin, en apariencia, debió ser alguna de esas ideas la que cruzó por la mente de quienes decidieron prescindir de los servicios de Juan Pablo Suárez bajo ese cuestionable motivo.


Caso 3: Comentarios en redes sociales


Hace unas semanas Yazmín Obando Díaz, una joven costarricense, compartió una situación que la marcó profundamente. A principios del 2020, ella trabajaba en el área de contabilidad de una empresa de telecomunicaciones de su país. Un día cualquiera recibió un mensaje de Facebook de uno de sus colegas, con quien nunca había hablado antes. Para su sorpresa, lo que encontró no fue un mensaje pidiéndole algún tipo de favor laboral, sino todo lo contrario. A sus ojos saltaron insultos, insinuaciones sexuales y un evidente acoso. No sabía cómo responder, así que decidió hablar con el departamento de Recursos Humanos de la empresa para denunciar el asunto. Sin embargo, en cuanto procedió, solo le dijeron que bloqueara al hombre en redes sociales y olvidara el incidente.


Meses después, mientras revisaba su Facebook, se encontró con una publicación que llamó su atención. Era la de una mujer que denunciaba al mismo hombre que la había acosado a ella meses atrás. Yazmín, al darse cuenta de que alguien más estaba dispuesta a hablar y buscar justicia, escribió un comentario en el que contaba su experiencia y el trato que había recibido de la empresa respecto al tema. Sin más, apagó su celular y se fue a dormir.


¿Recuerda el inicio de este texto? “Al día siguiente, al llegar a su lugar de trabajo, de pronto se encuentra con que hay una carta sobre su escritorio [..]” Pues bueno, en lugar de imaginarlo, Yazmín lo tuvo que experimentar en carne propia.


Después de recibir la notificación de su despido, su mente se inundó de preguntas y, con ironía, la que más la atormentaba era la más simple: "¿Por qué?" La respuesta solo la confundió más: "Por el comentario que hiciste en Facebook". Según la empresa, su comentario había dañado su reputación con los clientes y generado una mala imagen en la opinión pública.


Yazmín regresó a casa con lágrimas, sintiendo impotencia y preocupación por su sostenimiento económico en medio de la pandemia de COVID-19. “El despido me tomó desprevenida y toda la situación me afectó mucho emocionalmente. No comía, no me daban ganas de levantarme, tanto así que estuve dos meses en terapia psicológica”. Con el tiempo, a Yazmín no dejaba de parecerle injustas las condiciones bajo las cuales había sido despedida del lugar en el que llevaba más de tres años trabajando. Entonces, aprovechó un momento de determinación interna para tomar una valerosa decisión: no se quedaría con los brazos cruzados. Yazmín buscó y encontró ayuda legal para presentar una demanda contra la empresa.


Después de un agotador proceso, los abogados de ambas partes llegaron a una conciliación en la que se acordaba que la empresa le compensaría monetariamente y recuperaría su puesto de trabajo tal y como lo había solicitado. De esta manera, Yazmín se convirtió en la primera empleada de la empresa en ser reinstalada después de un despido injustificado.


Ahora, ella se siente satisfecha por haber establecido un precedente en la empresa y demostrado la relevancia de alzar la voz en situaciones como la que vivió. Hoy, pese a que ya no trabaja allá, manifiesta que sigue experimentando cierto temor y vacilación al compartir o publicar contenido en sus redes sociales. Le produce incertidumbre pensar en las posibles consecuencias de ese simple acto.


Aspectos éticos y el debate entre lo público y lo privado


Estos pocos casos reflejan cómo muchos empleados se ven afectados a causa de los contenidos que publican en sus redes sociales. En este punto es necesario tener presente que, con el auge de la era digital, los empleadores están teniendo en cuenta, cada vez más, el comportamiento de sus empleados en línea.


Según Ana Fabiola Victoria, reconocida experta en reclutamiento y selección de personal, es común que los reclutadores examinen el perfil de LinkedIn de los candidatos. No obstante, algunos reclutadores también suelen revisar otras plataformas. Entre los contenidos o publicaciones que pueden causar rechazo en el proceso contratación se encuentran “las fotos o videos en estado de ebriedad, maltrato infantil o animal, pornografía, alusión a grupos armados ilegales”, entre otros. Algunos de los mecanismos de monitoreo que utilizan las empresas para asegurar que los empleados cumplan con las políticas de redes sociales son manuales de políticas de seguridad de la información y la planificación de auditorías aleatorias. Ana también señaló que el contenido ideal que el empleado debería mantener en sus redes sociales para ser contratado por una empresa es uno que “sume, aporte y que tenga valor para sus objetivos profesionales, personales y familiares”.

Quizás en este punto usted se esté preguntando: Si las empresas revisan mis redes sociales, entonces, ¿dónde queda el derecho a la privacidad?


Para esto, existen tres conceptos clave que pueden ayudar a despejar esta inquietud: lo íntimo, lo privado y lo público. Ernesto Garzón, en su libro que lleva este mismo nombre (Lo íntimo, lo privado y lo público), los define apuntando a que el primero se describe como el espacio donde residen los pensamientos que no han sido expresados y probablemente nunca lo sean, es decir, lo que cada uno sabemos acerca de nosotros mismos. En cuanto a la privacidad, se refiere al ámbito personal donde se establecen relaciones interpersonales y donde la elección de las personas involucradas es una decisión libre de cada individuo. Y, por último, lo público alude a la esfera donde los comportamientos y decisiones de las personas en sociedad son de libre acceso y pueden ser vistos por cualquiera. Las redes sociales pertenecen a este último grupo.


Cada vez que usted sube una publicación, da un “me gusta” o comparte una imagen o video, es como si aceptara un contrato en el que renuncia a su derecho a la privacidad respecto a ese contenido en específico. De manera que desde el momento en el que da clic a la pantalla y lo publica, les cede a otros el derecho de opinar, distribuirlo e incluso, tomar decisiones que le afecten directamente, por ejemplo, que lo despidan.


María Marta Salazar, quién fue la abogada de Yazmín Obando, afirmó que los trabajadores tienen el derecho constitucional de manifestar su libertad de expresión siempre y cuando esas manifestaciones no dañen la moral o el orden público, no perjudiquen a terceros o puedan considerarse como un delito contra el honor. Señaló, además, que los trabajadores sí pueden ser despedidos por el uso de sus redes sociales en casos específicos, como cuando utilizan su horario laboral para estar en redes sociales, cuando su contenido atente o aliente actos indebidos, actos de violencia; injurias o malos tratamientos en contra del jefe, compañeros, empresa o en contra de clientes y proveedores del empleador.


Entonces, ¿por cuál contenido no podrían despedirme? De acuerdo con María Mercedes Fernández Noguera, experta en riesgos laborales, no es legal despedir a un empleado por lo que publica en su vida extralaboral en aspectos como su orientación sexual, grupo políticos, religión, etc., pues sería discriminación y representaría un riesgo significativo para las empresas, ya que podrían recibir demandas y llegar a juzgados laborales o incluso a la Corte Suprema de Justicia. Y expresó que su llamado a las empresas es a que creen políticas internas sobre las redes sociales y a que las dejen en claro desde el comienzo en las cláusulas del contrato laboral.


A fin de cuentas, los despidos en redes sociales son un tema delicado que afecta tanto a empleados como a empleadores. Por parte de las empresas es fundamental que establezcan las reglas de juego y creen espacios de capacitación que aborden la trascendencia del uso de las redes sociales. Y por parte de los empleados es primordial que sean conscientes de que lo que publican en redes sociales puede significar una amenaza si no son cuidadosos y selectivos con sus contenidos y que puede llegar a convertirse en una causa de su desempleo. Así que, si usted es empleado, le sugiero que tome en cuenta estas recomendaciones, para que el día que entre a su red social favorita y realice una publicación, actualice la biografía de su perfil, suba un comentario o decida “repostear” una imagen que le causó gracia, no haga parte del grupo de los que reciben la famosa carta con las temibles nueve letras.

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