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El cirujano que le reimplantó
una mano a una niña de 2 años 

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Manuel Alfonso Durán Lafont, Comunicación Social y Periodismo

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“Muchas personas pasan por la vida sin dejar un legado; yo ya comencé a dejar uno y espero seguir dejando más para que recuerden quién fui”- Giovanni Montealegre. 

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Giovanni Esteban Montealegre Gómez es un médico al que no le tiembla la mano ni siquiera en el momento de reimplantar una.


Nacido en Sogamoso, Boyacá, siempre supo, al igual que otros médicos, que su vocación era la medicina. Siendo todavía un niño, amaba experimentar con animales que encontraba en el pueblo, especialmente con sapos y pollos y por experimentar se refería a disecarlos y guardarlos debajo de su cama o en el congelador, en la parte donde se almacenaban las carnes. Estos pequeños experimentos, o como Montealegre los llamaba “delirios de hacer una cirugía” llevaban a que su madre Cecilia Gómez de Montealegre pensara que su hijo estaba “loco” ya que, “cuando ella abría el congelador lo primero que encontraba era los animales disecados, puestos en el mismo lugar donde guardábamos la comida congelada”, dice Montealegre mientras se tapa la boca con la mano y suelta una pequeña risa.


Estas ganas de operar y de ser cirujano siempre se vieron apoyadas no sólo por su madre sino también por su padre, Miguel Montealegre Zapata, quienes lo ayudaban en todo lo que les fuera posible. Sus “viejos”, como él los llama cariñosamente, son ejemplo claro de superación, ya que ellos trabajaban durante el día y estudiaban de noche, cursando el bachillerato por radio. Toda esta dedicación desembocó en que el doctor pasara “de ser estrato dos a ser estrato tres y tener la oportunidad de estudiar Medicina en Bogotá” afirma Montealegre mientras sus ojos miran fijamente a la pared blanca que se encuentra detrás de mí, al tiempo que se humedecen y su voz se entrecorta.


Otra fuente de inspiración fue su hermana, Doris Montealegre, quien es enfermera y en muchas ocasiones lo llevó al Hospital Regional de Sogamoso para que tuviera la vivencia de lo que era un día o una noche laborando en una institución de salud. Con esta experiencia, Montealegre “tenía más que claro que quería ser doctor, ya que era a ellos a quienes la gente respetaba, tenían la última palabra al momento de tomar decisiones y era quienes realmente tenían poder en los hospitales” exclama el doctor mientras abre los ojos y sacude sus manos para enfatizar su idea.


Egresado de la Universidad Nacional de Colombia, hizo su año de Servicio Social Obligatorio en Nunchía, Casanare, en donde se ganó el respeto y aprecio de sus habitantes, pero lastimosamente tuvo que ser trasladado, como consecuencia de haber sufrido una retención por parte de la guerrilla durante una toma al pueblo.


Decidió especializarse en Cirugía Plástica y Reconstructiva en la Universidad Nacional de Colombia, realizando posteriormente una subespecialidad en Cirugía de la mano y Microcirugía en el Hospital San Juan de Dios. “El Dr. Montealegre es una persona que contagia alegría y durante sus cirugías no falta la música, especialmente la llanera, alternada con uno que otro chiste”, expresa Sonia Galeano, instrumentadora quirúrgica quien lo conoce desde los inicios de su formación como especialista.

Sin embargo, Montealegre, como todo ser humano, no es perfecto. El cirujano plástico no es ajeno a demandas y críticas, y reconoce haber cometido errores u omisiones en su trabajo, que si bien han tenido consecuencias legales o personales, también han servido para hacer una retroalimentación y buscar siempre mejorar para poder brindar una atención de mayor calidad a sus pacientes.  Montealegre ha realizado innumerables cirugías reconstructivas pero tiene una que lo llevó al reconocimiento a nivel mundial, a tal punto que se le abrieron las puertas para formar parte del equipo de microcirugía en el London Bridge Hospital en Londres, Inglaterra. Esta cirugía fue el reimplante de la mano derecha a una niña de dos años, cuya extremidad había sido amputada por una sierra eléctrica, en Cachipay, Cundinamarca.


La noche del 26 de abril del 2015, el doctor recibió la llamada de un colega que se encontraba de turno en el Hospital de la Misericordia, quien le comentó el caso. Inmediatamente, Montealegre dio instrucciones vía telefónica, para que el equipo multidisciplinario que se encontraba disponible en el hospital, tuviera anestesiada y preparada a la paciente para dar inicio a la cirugía. Alrededor de las 9:30 p.m., el doctor llegó al Hospital de la Misericordia y dio inicio al procedimiento quirúrgico a las 10:00 p.m. “Fueron ocho horas de trabajo duro pero gratificante” expresó Jorge Gama, ortopedista que hizo parte del equipo quirúrgico.

Por ser una herida irregular, era difícil reconstruir los vasos sanguíneos para llevar sangre a los tejidos; por lo que Montealegre elaboró un “sistema de irrigación temporal”, utilizando catéteres  mientras se lograba concluir la unión de los cabos en vasos sanguíneos de la extremidad. “La excelencia de un cirujano (especialmente reconstructivo) se mide por la capacidad que tenga de diseñar soluciones que conduzcan al éxito de la cirugía y que éstas puedan ser recreadas en otras operaciones, con igual finalidad”, así lo expresó la dra. Nena Nubia Pareja, Cirujana Plástica.


La cirugía terminó siendo un éxito, ya que después de varias citas de control, “un año en sesiones de terapia y muchos ejercicios en casa, que aún realiza la niña, gran parte de su movilidad y sensibilidad se recuperó. Ya puede escribir y hacer varias actividades por su cuenta; sin embargo, sigue teniendo unas molestias en la muñeca y esto es algo que el doctor Montealegre ya tenía previsto, por lo que acordamos realizar otra revisión para ver como solucionar esta secuela” expresó Catherin, madre de la menor.


El doctor fue galardonado con el premio ‘León Hernández’ por la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva, al igual que tiene una mención de honor por mejor investigación en el Área Clínica.  “Es un excelente doctor con una carrera académico-científica, con muchos logros, reconocimientos e investigaciones a nivel mundial, además de ser una excelente persona y claro está, un excelente profesional” dijo Ricardo Galán, presidente de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva.


Con una sonrisa de oreja a oreja, dientes grandes como paletas, un lunar al lado derecho de su boca, pelo negro ondulado, peinado casi siempre hacia atrás y con “marcas de distinción” como el llama a las canas, de tez blanca con algunas manchas producidas por el sol y un par de arrugas o “líneas de expresión” las cuales Montealegre denominó así para no “sentir la vejez”, nariz un poco ancha y ojos un poco caídos a tal punto que el doctor dijo que la única cirugía plástica que se haría sería una “blefaroplastia” o en términos coloquiales levantamiento de párpados, vestido casi siempre con uniforme negro o verde y una bata blanca, un Apple Watch en su mano izquierda y  tenis deportivos color negro, Montealegre es el orgulloso padre de dos hijos adolescentes, a quienes dedica su tiempo libre y lleva, en muchas ocasiones, como acompañantes a sus viajes, muchos de los cuales realiza invitado como expositor a los diferentes congresos. Montealegre, el boyacense, el “loco” de los sapos y los pollos, es hoy un reconocido y exitoso cirujano, que labora en el Hospital San José, Hospital de la Misericordia, Clínica La Carolina e Instituto de Ortopedia y Cirugía Plástica de Bogotá, brindando atención con calidad, calidez y esperanza a sus pacientes y compartiendo conocimientos con exigencia a sus residentes.

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