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El Río del Oro: una mina de desechos

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Sara Liliana Lepesqueur Varón, estudiante de Comunicación Social y Periodismo

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Una narración protagonizada por el Río, quien es el principal testigo de los peligrosos problemas ambientales en la ciudad de Neiva, Huila.

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Sara Liliana Lepesqueur Varón

Neiva, municipio del departamento del Huila, se encuentra ubicado a 315 kilómetros de Bogotá, capital distrital. Para ser más exactos está localizado en una planicie sobre la margen oriental del río Magdalena, cruzada por los Ríos Las Ceibas y el Río del Oro. De acuerdo con los registros de la Alcaldía Municipal, la división política y administrativa de esta ciudad se ha estructurado a partir de 10 comunas. De esta manera, consta de una extensión de ​1557.06 km² y 357.392 ciudadanos, algunos de ellos responsables de mi deterioro

Mi nombre es “Río del Oro”. Fui bautizado de esta manera porque era considerado una de “las minas descubiertas”, donde se ubicaron a los primeros esclavos para sacar oro de aluvión, según se lee en un documento histórico de la Academia Huilense de Historia. Mi nacimiento se origina en Cuchilla Terpella, ramificación del cerro Neiva; poseo una amplitud de 65 kilómetros cuadrados y recorro alrededor de 25 kilómetros, pasando por zonas urbanas y desembocando mis aguas en el Río Magdalena, en Puerto Las Damas. Algún tiempo atrás los neivanos disfrutaban de mis aguas cristalinas y totalmente limpias, pero esta situación fue cambiando. El crecimiento acelerado de la población, junto con la falta de conciencia ambiental, provocó mi transformación.


Así lo cuenta Flor Ángela Calderón, Líder y habitante del asentamiento Los Lagos: “Hace 16 años mi familia y yo íbamos al río a bañarnos y disfrutábamos las tardes allá. Ahora no podemos porque el río se está secando y gran parte de este afluente se encuentra contaminado”.


La cuenca alta de mi cauce no está contaminada por ahora. Todos los días las personas pueden avistar algunas especies como garzas, mariposas, gavilanes y al Guala, un ave carroñera de cabeza roja. Los mismos animales que me recorren de arriba abajo y se niegan a abandonarme. Mientras fluyo, voy cambiando de color y mis aguas se sienten cada vez más pesadas. Desde mi zona media hasta el final de mi cauce paso por áreas urbanas. Desde allí empiezo a sufrir problemas de contaminación.


Botellas, llantas, plásticos, inodoros, escombros de cerámica, empaques y otro cúmulo de basuras, que, aunado al vertimiento de aguas residuales, la deforestación, la crianza de animales y los asentamientos humanos, constituyen los factores que amenazan la extinción de mi caudal.


Según un informe de 2013 del Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (UN-Hábitat), a lo largo de la historia la población humana se ha concentrado en ciudades aledañas a ríos u otros cuerpos de agua. Este es el caso de los asentamientos La Isla y La Primavera, los cuales se encuentran más cerca de mi cuenca. En épocas de lluvia; es decir, de febrero a marzo y de septiembre a noviembre, las comunas 6 y 8 se convierten en zonas de riesgo.


Era noviembre 15 del 2021. Me sentía diferente, más pesado y lleno. Las fuertes lluvias acrecentaban mi caudal y deseaba fluir por mi cauce natural, pero no podía. Experimentaba una sensación de obstrucción hasta que, en la madrugada, finalmente me desbordé…


Carlos Felipe González, presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC) del asentamiento La Isla, narra: “Eran como las 3 de la mañana, cuando escuchamos que alguien gritaba que el río se había desbordado. Todas las viviendas de la comuna 6 fueron arrasadas por la avalancha. Tuvimos que evacuar todo el asentamiento; ha sido la emergencia de mayor gravedad porque nos afectó ciento por ciento. Perdimos la mayoría de nuestras cosas: los colchones, las camas, electrodomésticos, ropa, todo”.


La Secretaría de Gestión de Riegos, junto con el cuerpo de bomberos, atendió a los damnificados del lugar, en donde reside un total de 250 familias de las cuales 200 fueron afectadas.


La Alcaldía Municipal brindó el servicio de recolección de basuras, ya que estos asentamientos no cumplen con los derechos básicos de sanidad, afectando mi cauce natural con la aglomeración de basuras. Sin embargo, esta situación alertó a los habitantes del sector, quienes ahora velan por mi cuidado, como lo dice Carlos Felipe: “Mantenemos haciendo jornadas de aseo. Por ejemplo, las llantas son reutilizadas para rellenar o proteger las casas; no dejamos botellas ni vidrios represando el agua porque existe gran cantidad de zancudos y debemos evitar enfermedades como el dengue”.


Constantemente afecto a estas poblaciones, sobre todo a los neivanos de La Isla, un total de 90 familias quienes construyeron puentes de bareque (un sistema de construcción de viviendas a partir de palos o cañas entretejidos y barro recubriéndolos) para salir cuando mis aguas crecen. Los residuos sólidos y la arena hacinada en mis aguas cambiaron mi cauce natural, ocasionando una ramificación que pasa por la mitad de este asentamiento.


Siguiendo mi recorrido, la situación no mejora. En la parte baja, en el centro de la ciudad, estoy canalizado en toda mi extensión; poseo placas de niveles para evitar la retención de residuos sólidos. A mis costados todavía existen algunos árboles como el de guayaba y el árbol de sangregado. Asimismo, en mis contornos tengo maleza, nacida por la falta de bosque. Mis aguas se encuentran reducidas y son de color oscuro, pues en este sector recibo los fluidos de los alcantarillados de la capital del Huila.


La ciudad de Neiva no cuenta con laboratorios tecnificados para realizar las labores de tratamiento de las aguas o del recurso hídrico que hacen presencia en esta municipalidad; así lo afirma Octavio Cabrera Cante, secretario de Medio Ambiente de Neiva, Huila.


Edwin Gustavo Dussán, ingeniero ambiental, explica que “las aguas residuales que llegan al afluente pueden ocasionar alteraciones en la calidad fisicoquímica de la fuente hídrica. Son implicaciones negativas, ya que estas aguas residuales están sin tratar y afectan al ecosistema existente. Asimismo, estas aguas contienen cantidades de residuos y arenas que contribuyen a que se presente contaminación y crecimientos del Río, suscitando a que se realicen por parte de la ingeniería el dragado de estas afluentes”.


La administración municipal en cabeza del alcalde Gorky Muñoz Calderón y en articulación con Las Ceibas-Empresas Públicas de Neiva pusieron en marcha el contrato 437 de 2020, el cual contempla el dragado de los 1.527 metros lineales del Río del Oro y una limpieza manual de basuras sobre orillas del Río. No obstante, no es una solución estructural. Así lo cuenta Carlos Felipe Gonzales: “el río necesita que lo limpien; sin embargo, eso no evita las inundaciones ni soluciona el problema de la contaminación”.


A ello se suma que, en mis aceras, se ubican varios habitantes de la calle, personas sin cultura ambiental que aportan a mi contaminación. Aquellos inquilinos marcan su territorio con basuras propias: empaques de comida, desechables, poliestireno expandido, pedazos de tela que en algún momento fueron ropa, entre otros. Esto parece ser una dolencia incurable.


Así como lo relata Juan Camilo Galán, miembro de la corporación Academia Huilense de Historia, en su escrito: “La primera percepción que tuve de este territorio fue de peligro y desagrado producto de los malos olores que emanaban del río y la presencia de habitantes de calle, aunque recuerdo entrañablemente los peces que lograba ver en el cauce del río desde el puente de la carrera séptima”.


Las posibles soluciones para mejorar mi estado de contaminación serían implementar sistemas de tratamiento de aguas residuales (STAR) en las viviendas antes de ser vertidas al sistema de alcantarillado, tal como lo afirma Edwin Gustavo Dussán, ingeniero ambiental. Adicionalmente, se deben implementar colectores de aguas residuales en las márgenes izquierda y/o derecha de la fuente hídrica. Sin embargo, una de las más importantes es la cultura en el manejo del recurso hídrico por parte de la humanidad.


Gloria Constanza Venegas, gerente de Las Ceibas-Empresas Públicas de Neiva, expresó que se adelantan trabajos para la construcción de una Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR); sin embargo, el tema económico tiene paralizado el proyecto, pues se estima un costo de 215 mil millones de pesos, que se está terminando de recaudar para iniciar con la primera fase (tratamiento preliminar y primarios). Según la Administración Municipal, el terreno ya está comprado y es de 17,5 hectáreas.


Por otro lado, los aportes para la construcción que ya están asegurados son de la Gobernación y la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM) con 10.000 millones cada una. Asimismo, se suma la Alcaldía de Neiva con un aporte de 10.000 millones y la Corporación Autónoma Regional del Río Grande de la Magdalena (Cormagdalena) con 5.000 millones.


Mi faena es recorrer el sur de la capital huilense hasta llegar al río Magdalena, donde arrojo el cien por ciento de mis aguas negras. Fluir y seguir fluyendo a la espera de que mi caudal desaparezca. Solo puedo agonizar y sembrar en la población esta preocupación:  el agua sucia no se puede lavar.

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