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El reto de decirle a la audiencia lo que no quiere oír

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Daniela Cepeda, Comunicación Social y Periodismo

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Juan Esteban Lewin, quien hace 7 años trabaja en La Silla Vacía, habla de cuáles son los retos de hacer periodismo independiente en un contexto de transformación de los medios de comunicación.

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Foto: facebook.com

Con un aire muy despreocupado, pelo ondulado y despeinado, barba frondosa, camisa de cuadros, pantalón verde oscuro y unos zapatos cafés, Juan Esteban Lewin, editor general de La Silla Vacía, llegó a las pequeñas oficinas de aquel portal de noticias, en las que había únicamente dos personas. Me pidió que subiéramos al segundo piso y nos dirigimos a un balcón, para que el sonido de los periodistas, que poco a poco iban llegando, no nos interrumpiera. Cuando me dijeron que iba a entrevistar al editor general de La Silla Vacía, me lo imaginaba como un hombre sumamente serio, pulcro y con un aire de superioridad. Sin embargo, una vez estuve sentada con Juan Esteban y empecé a hacerle las preguntas, me di cuenta de que él era todo lo contrario a lo que yo me había imaginado; era un hombre muy relajado, amable y con una sonrisa gigante, que me produjo mucha confianza y tranquilidad.


Me sorprendió saber que él no había estudiado nada relacionado con periodismo, había estudiado derecho e historia y aunque era un consumidor activo de medios de comunicación como El Espectador, Semana, El Tiempo, la idea de dedicarse a eso, en su momento, nunca cruzó su mente. Fue gracias a una amiga en común entre él y Juanita León, la creadora de La Silla, sumándole el gran interés y participación que tenía Juan Esteban de este portal de noticias digital, que empezó a trabajar en él y a medida que el prestigio de La Silla Vacía iba subiendo, de igual manera fue subiendo el prestigio de Lewin en la empresa, convirtiéndose en su editor general, su primer trabajo cómo periodista.


Al saber que este fue su primer trabajo cómo periodista, le pregunté: “¿cómo se siente trabajando acá?” a lo que él, con una sonrisa, me respondió:

-Bien, pues me gusta mucho porque o si no, no habría durado todo el tiempo que llevo, la verdad. A mí por un lado en general el periodismo me parece muy entretenido, encaja con mi personalidad, como cualquier profesión, no es para todo el mundo. Siento que en La Silla siempre he tenido un espacio muy grande para cubrir más o menos lo que quiero, claro que dentro de un marco de lo que se trata en La Silla”.

Intentando adentrarme un poco en su vida como periodista, le pregunté cuál ha sido el trabajo periodístico que en su carrera profesional más le ha gustado o del que se siente más orgulloso. Lo tuvo que pensar un poco porque me explicaba que él tenía muy mala memoria y era algo ya conocido en su equipo, bromeó. Me comentó que fue un trabajo llamado “Las fichas para la reelección del procurador”. Fue una investigación que realizó junto a otros 5 periodistas en el 2013 sobre Alejando Ordóñez. Ellos sacaron una primera nota en la que exponían cómo Ordóñez había seleccionado a personas cercanas a congresistas o magistrados para que tuvieran un sueldo igual de bueno que el de un congresista. Luego hicieron crowdsourcing, montaron una base de datos y le permitieron a la gente, que si tenía información al respecto, se las enviaran para complementar la investigación. Él comentó que fue un trabajo muy innovador y chévere de hacer. Además tuvo dos repercusiones: quedaron entre los 3 finalistas para el premio Gabo de innovación de ese año y la retomó De Justicia, para presentar una serie de acciones judiciales contra la reelección de Alejandro Ordóñez y terminó en la nulidad.

Juan Esteban es una persona bastante reservada, o así él se considera. Por eso, separa su vida privada de la laboral y no está activo, pese a ser editor de un medio de tanto renombre, en las redes sociales.


-“Pues yo creo que es importante separarlo por varios motivos, uno es por el valor mismo de la intimidad, porque yo no quiero que la gente sepa mayor cosa de a qué le dedico yo mi tiempo más allá de lo laboral y demás, pues porque yo creo que es un valor y no me gusta exponerme en redes, nunca me ha gustado mucho. Digamos que eso es cuestión de personalidad un poco. Pero también porque creo que eso no es relevante para nadie. Es más, cada vez trato más, en redes sociales, de limitarme más en lo que digo y solo agregar cuando realmente tengo algo que decir. No me gusta mucho esa figura del opinador, de ser el que opina cualquier cosa, a pesar de que por la función que tengo, hay una presión medio social. A veces me dicen “y bueno, ¿usted qué? ¿usted no dijo nada? ¿usted qué opina?”, pero hay cosas de las que yo no tengo idea; puedo tener prejuicios o unas ideas como cualquier persona y tampoco es que mi opinión sea más valiosa que la de los demás, por lo menos de los temas de los que no tengo información, porque ¿por qué va a ser más valiosa?” cuestionó.


La Silla Vacía es un portal de noticias netamente digital que, desde su nacimiento, hace diez años, ha crecido bastante pero sigue siendo relativamente pequeño a comparación de otros medios de comunicación. De igual manera ser el editor general no debe ser tarea fácil. Al preguntarle a Juan Esteban cómo era un día para él respondió que ellos no tenían un horario fijo pero que a veces sí solían salir muy tarde. Me explicó que su trabajo se dividía en 4 cosas: todo lo que implica la reportería, la otra es la organización interna en los equipos de trabajo, también al ser editor debía pensar en las historias que serían publicadas ese día y el último era pensar La Silla en su conjunto, a qué temas le han dado mucha relevancia y a cuáles no. Me comentaba que a veces era muy agotador, lo podía notar en su cara y en que apenas llegó le pidió a la auxiliadora administrativa que nos subiera una taza de café. Pero le gustaba mucho su trabajo y el hecho de que no todos los días fueran iguales, era parte de lo que más le gustaba.


Mientras hablaba con Lewin, pude apreciar que las personas que estaban en las oficinas se veían muy contentas, de vez en cuando se escuchaban risas, todo lo contrario a lo que uno pensaría que sería una sala de redacción; por lo que decidí preguntarle ¿cómo es el ambiente acá? a lo que el manifestó:


-“El ambiente en La Silla es bastante horizontal, no sé si viste la redacción rápidamente, no hay ninguna oficina cerrada, todo es muy abierto; si dos personas están hablando, una tercera puede tener una idea y contribuir y creemos que eso es un valor agregado muy grande, porque a veces esa tercera persona es la que resuelve un problema. Entonces eso hace que el ambiente sea relativamente desparpajado, descomplicado pero con un componente de la exigencia. Es una mezcla de dos cosas que yo creo que hacen que sea un ambiente muy agradable y que tiene un lado de relajo, pero sin perder el norte de lo que estamos haciendo. Funcionamos bien, hace que la gente esté feliz, cansada, pero feliz”, bromeó.


La Silla Vacía es uno de los pocos portales de noticias que son independientes. Hacer periodismo independiente no es tarea fácil y de ahí nació mi curiosidad de saber ¿cuáles eran sus retos?

-“Hay retos de varios lados, pero el reto tal vez más grande, de todo el periodismo como tal, es la financiación. La crisis de los medios, de la que tanto se ha hablado, es una realidad. En ese contexto, es un reto aún más grande para el periodismo independiente porque no hay una gran compañía detrás. Luego, hay muchos más retos propios del ejercicio periodístico, que van desde ser realmente independiente y eso es muy difícil, creo yo, porque uno tiene sesgos, uno tiene corazoncito, uno viene de una familia, de una región con valores determinado. Todos tenemos un contexto determinado que hace que ser independiente, realmente sea complicado; es un reto más que todo para el periodista como individuo, porque si todos no somos periodistas independientes pues no hay periodismo independiente como tal. Ahí hay un dificultad muy grande, que uno tiene que revisarse a uno mismo básicamente todos los días y es muy fácil caer en sesgos aunque sea con la mejor voluntad. Ya hablando de La Silla Vacía, nuestro reto es que estamos buscando que sea nuestra propia audiencia quien nos financie, con campañas de miembros que le guste lo que hacemos y quieran donar. Con eso se nos viene otro reto muy grande, como ser independiente de la audiencia, porque decirle a la audiencia lo que no quiere oír es un reto enorme”.


Usted mencionó que uno como periodismo uno tiene sesgos, pero La Silla Vacía dice no tener una línea editorial. ¿Cómo hacen para matizar las preferencias políticas de los periodistas? ¿o es algo que es imposible que no influya?


-“Yo no creo que sean posibles erradicar del todo, porque todos somos humanos, pero sí tenemos algunos principios y valores de cómo hacemos el trabajo que nos deberían ayudar por lo menos, a lo que tú dijiste: matizar. Primero, uno debe tratar de ser consciente de eso, si uno no cree que tiene una tendencia, se está mintiendo a sí mismo. Lo segundo, que quizás ya es una cuestión un poco de personalidad y es sumamente importante, es ser capaz de enfrenarse a uno mismo. Yo creo que los periodistas debemos enfrentarnos a nosotros mismos porque es la únicamente manera de detectar nuestros sesgos, es una cuestión de autorreflexión. También está el poder reportear contra los propios juicios, si yo no hice un fuerzo consciente de buscar una fuente contraria a mi opinión, aun si hice una muy buena reportería, no hice un buen trabajo de contraste. La idea es buscar la imparcialidad, porque la objetividad no creo que exista”.


Explicó que, en La Silla Vacía, el periodismo que hacen procura favorecer a una sociedad plural y diversa, por lo cual son particularmente críticos con las cosas que creen que van en contra de la constitución del 91 y hacen un seguimiento a las cosas que demuestran un avance o un retroceso de los valores que ahí se postulan.

-“Somos conscientes que somos a veces bastante ‘ladrilludos’ y es una autocrítica que nos hacemos constantemente. Es para gente con un cierto grado de formación, y otra cosa, es que nosotros nacimos como un medio joven y hoy somos un medio joven adulto, hace 10 años la gente de 18 años leía La Silla, hoy en día, no. Hay gente que por interés o formación es muy poco probable que nos consuma, porque ningún medio es para todo el mundo, pero lo ampliamos intentando cambiar nuestra forma de narrar, yo trato de que hagamos más notas ágiles sin perder profundidad. También hace año y medio trajimos a una persona que nos ayuda a crear formas creativas de narrar, hacer las cosas en un lenguaje más propio de Instagram, que es la red más popular y novedosa, porque Facebook ya se volvió de papás y abuelos, en cambio Instagram es más de universitarios y nosotros no teníamos en cuenta en Instagram como hasta hace un año. Sabemos que para estar en cada red, cada una tiene unos lenguajes particulares y eso creemos que nos ayuda a acercarnos a otro público. Tenemos que aceptar que no toda la gente va a consumir La Silla desde la página, hay personas que sí, pero hay otras que solo se quedan en las redes sociales. Pero al menos por un lado estamos cumpliendo con nuestra labor social que es informar a la gente, así no profundicen más y yo creo que eso es totalmente valido, no todo el mundo tiene que ser un nerdo en todos los temas que nos gustan a nosotros”.

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