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Entre artistas y aerosol

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Deisy Dayana Rojas Nivia, Comunicación Social y Periodismo

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La comuna 13 San Javier es una de las 16 de Medellín, Antioquia. Por esas mismas calles en las que hoy los turistas hacen tour de grafitis, hace 20 años corría la sangre de cientos de inocentes.

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Entre artistas y aerosol
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Foto: Richi Pérez

En lo alto de la montaña, los rayos de sol rebotan sobre el colorido caserío. La gente camina por los callejones estrechos, los raperos improvisan rimas audaces, niños corren de arriba abajo. Todo hace parte del paisaje. Los murales se alzan imponentes en medio de los tumultos de gente. Este lugar se ha convertido en un punto turístico de la ciudad, siendo una gran galería de arte urbano abierta a todo el mundo. Allí se puede vivir una experiencia cultural, artística y hasta gastronómica. Cada calle tiene color, pero, sobre todo, una historia.

La comuna 13 San Javier es una de las 16 de Medellín, Antioquia, ubicada en las colinas al occidente de la ciudad. Un lugar marcado por la violencia de un país que lleva años en guerra. Por esas mismas calles en las que hoy los turistas hacen tour de grafitis, hace 20 años corría la sangre de cientos de inocentes.

En la década de los noventa, la comuna 13 se convirtió en el lugar más peligroso del continente. Las barreras invisibles impedían que cualquier forastero llegara allí.

Estas favelas colombianas empezaron como barrios de invasión, cuando campesinos del Urabá antioqueño dejaron sus tierras huyendo del conflicto armado promovido por grupos ilegales. Con el tiempo, el lugar se fue poblando y se conformaron barrios como el 20 de julio, Antonio Nariño, Belencito, Las Independencias I, II y III, entre otros.

El olvido del estado, la extrema pobreza y un entorno social complejo fueron la excusa perfecta para que grupos armados al margen de la ley decidieran tomarse el lugar. Pues detrás de la montaña donde está ubicada la comuna cruza la autopista San Juan que se dirige hacia el Golfo de Urabá y la zona costera. Un punto estratégico para sacar droga e ingresar armas.

Desde 1999, con el gobierno de Andrés Pastrana hasta 2010, con el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, esta zona fue punto de fuertes enfrentamientos entre el Ejército y los grupos armados, cobrando la vida de candorosos niños, adultos y ancianos.

Hoy el arte ha sido una bala de paz en medio del conflicto. El barrio Las Independencias le ha apostado a la reconstrucción social y a la construcción de memoria. Con todo esto nació el Grafiti Tour, una iniciativa de la comunidad para cambiar los estigmas sociales que les han sido asignados. Una forma de demostrar que sí se puede renacer desde las cenizas. Los guías son las mismas personas que han vivido la tragedia en carne propia.

Me encuentro con Richi en la estación del metro llamada San Javier. Hoy él será mi guía.

- Perdón la demora, es que había mucho taco.

Desde allí la aventura comienza. Comenzamos comiendo un amasijo típico. Es un hojaldre con bocadillo dentro. Luego de esto tomamos el bus que nos llevaría a lo alto de la comuna.

Richi es un hombre acuerpado, con lentes medianos y barba pronunciada. En comparación con todos los paisas que había escuchado durante todo el día, este hombre no tenía el acento tan marcado. Me cuenta que, cuando estaba en el vientre de mamá, su papá decidió irse para Bogotá, con el fin de que él naciera en la capital.

- “Cuando estoy con rolos se me pega el acento, como contigo” – pero al llegar a la comuna su hablado paisa vuelve a sí.

El bus sube lomas bastante empinadas por calles angostas. Mientras vamos viajando, Richi me pregunta cómo me pareció Medellín. Yo le cuento lo sorprendida que estoy de su buen servicio de transporte, de su gente y de sus paisajes.

- Dicen que los paisas somos bastante regionalistas. Pero ahhh tenemos de qué picarnos ¿no? Ja, ja, ja, Mentiras. Lo que pasa es que nosotros sí cuidamos y amamos lo que es de nosotros, por eso nos critican. Por ejemplo, la cultura metro empezó 8 años antes de la construcción del mismo. Y luego se reforzó mientras se construía. Por eso tú ves que todos lo cuidamos.

Llega la hora de nuestra parada, de hecho, es la última que hace esa ruta. Es sorprendente ver el caserío de frente, parece que la montaña se viniera encima.

Las personas están reunidas en las vitrinas de las tiendas. Instantáneamente se puede sentir un aire hogareño, muy acogedor. El inicio del recorrido es un gran mural hecho por un artista francés llamado Takir. El grafiti es una mandala adornada con flores y ramas pintadas de color pastel. En medio de este estallido de color se lee la palabra VIDA, así, con mayúsculas. Algo paradójico y esperanzador, porque es el inicio de una nueva historia para la comuna.

Mientras avanza el tour, se ve a las personas del barrio observando, desde la terraza de su casa, todo lo que pasa a su alrededor. En algunas esquinas hay reuniones de vecinos y en otras, grupos de niños jugando. Los turistas no son para nada forasteros, ya hacen parte del entorno social. Así que ver personas altas, rubias y hablando inglés, francés o alemán no es una novedad.

En el camino, un pequeño niño vestido con ropa ancha y una gorra a medio poner, que no sobrepasa los 11 años de edad, detiene a los transeúntes pidiendo que les deje hacer un truco de magia. “Heyyyy, viejo Richi ¿me deja hacer un truco?” – Richi se ríe – “¿Otra vez el mismo? Noooo, hermano”. Al final accedemos y el pequeño hace lo suyo. Cuando termina el show, pide alguna colaboración. Y así aparecen algunos niños a lo largo del paseo.

Vemos un gran mural que está en proceso. Este se prepara para ser el más grande de la comuna. Antes, allí había tres grafitis diferentes, pero ahora el dueño de la pared ha decidido renovar el muro; es decir, tapar esos tres antiguos murales y pintar uno solo. En la calle existe una jerarquía de poderes en cuanto a estos lienzos urbanos. El propietario del muro es aquel que lo adoptó y le dio vida por primera vez, es decir, el primer artista que pintó allí. En el caso que otro grafitero quiera intervenir la pared, debe pedir permiso. Así funciona la galería urbana.

Cada mural tiene un significado y cuenta una historia. El tema central del nuevo grafiti serán los indígenas, como un homenaje a las raíces. También hay una mujer, que representa la fuerza femenina en aquellos momentos de guerra.


Cuando el conflicto les arrebató a los hombres del hogar y ellas se hicieron cargo de todo, hasta del dolor.

En ese momento vemos muchas personas que abarrotan un costado de la calle. Están viendo un camión azul, gigantesco, que intenta subir por la estrecha colina. Pero un carro que está estacionado allí, se lo impide. No le faltan más de 30 metros para llegar al lugar donde termina la carretera. Pronto, el camión logra subir, no obstante, es una odisea poder maniobrar en ese espacio tan reducido. Pero toda la comunidad colabora, comentan cómo debe mover el vehículo, hacia dónde lo debe dirigir, es un trabajo en equipo; “hágale más duro”, “hacia la derechaaaa”, “dele, dele, dele”, son algunos de los comentarios que se escuchan desde todas partes.

Richi me comenta que los vehículos solo llegan hasta allí, por esta razón es común ver personas “con el trasteo al hombro”. En este instante, el ejemplo pasa por allí, un hombre delgado lleva una lavadora al hombro. Sube con parsimonia, su cara se ve tranquila. Seguro ya está acostumbrado a aquella travesía.

Llegamos a un lugar donde resalta un aviso en el que se lee “Bienvenido/Welcome. Escaleras eléctricas comuna 13”. Este es un medio de transporte urbano. Son 6 tramos de escaleras eléctricas que, según la Alcaldía de Medellín, reemplazan 350 escaleras de concreto. Las personas, como el hombre que vi subiendo lavadora, agradecen este medio. Por esta razón, las escaleras están hechas para resistir 3 veces más peso que una escalera eléctrica convencional. 10 mil millones de pesos costó la construcción de este transporte.


En cada tramo hay algo nuevo. En los costados se ven tiendas de joyas, de recuerdos, restaurantes y, por supuesto, mucho arte. Cada pared muestra el amor, el odio, la tristeza, la alegría, la historia.

A un costado resalta una galería urbana hecha por uno de los artistas del barrio.


En aquel lugar se ofrecen postales, pegatinas y cuadros a escala de los murales que posan en las calles de la comuna. Son dos pisos llenos de color. Dentro también hay grafitis en las paredes. Allí es posible mandar a hacer obras por encargo. Definitivamente, el turismo se ha convertido en un pilar importante para la comuna.

A medida que vamos subiendo, el día se comienza oscurecer, pero la luz del lugar comienza a resplandecer. El mirador de la comuna es un lugar desde donde se puede admirar toda la ciudad de la eterna primavera. Allí resaltan los lugares turísticos de la ciudad: El pueblito paisa y el edificio de Coltejer, entre otros. Parece que el cielo estrellado hubiera bajado hasta allí. Cada pequeña luz de las bombillas de las casas es un destello diciendo “¡estoy aquí!”.

Los grupos callejeros de música urbana ya se encuentran recogiendo su escenario. La hora laboral ha terminado. Es martes, un día común para los habitantes. Una a una van llegando las personas después de su trabajo allá abajo en la ciudad. Antes de tener las escaleras eléctricas, estas personas tenían que subir el equivalente a 28 pisos para llegar a su hogar. Hoy el recorrido, usando las escaleras eléctricas, solo dura 6 minutos.

Mientras caminamos, por nuestro lado pasan motocicletas a toda velocidad, con motores ruidosos y llantas gigantes. Detrás de ellos van niños en sus bicicletas haciendo ruidos con sus bocas, como si tratasen de imitar la escena anterior.

En el tercer tramo de las escaleras vemos un mural abstracto hecho por Chota_13, uno de los artistas del barrio. Por ese medio se hace un homenaje a todos los muertos y desaparecidos durante la Operación Orión, el operativo militar urbano más violento en la historia del conflicto colombiano.

El ataque comenzó la madrugada del 16 de oct