Falta mucho para que seamos reemplazables
Diego Alejandro Bobadilla Mayuza
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La influencia de la inteligencia artificial ha hecho creer que la comunicación es una profesión en peligro de extinción. Es precisamente este pensamiento lo que refutaremos mediante las verdaderas capacidades de las inteligencias artificiales, teniendo en cuenta los valores como habilidades irremplazables tanto en el área humana como en el área humanística de las que se fundamenta la comunicación, las cuales no son capaces de igualarse por ninguna máquina, por ser meramente humanas.
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(Unsplash)
La inteligencia artificial ha venido evolucionando con notables inversiones. En 2022, el monto privado destinado a IA fue 18 veces mayor que en 2013, según un estudio de la Universidad de Stanford. Sin embargo, de acuerdo con lo registrado en la base de datos AIAAI (que rastrea los incidentes relacionados con el mal uso ético de la IA) la cantidad de incidentes y controversias por esta tecnología se ha multiplicado por 26 desde 2012. La investigación de la Universidad de Stanford dice que este crecimiento es evidencia tanto de un mayor uso de las tecnologías de IA como de la conciencia de las posibilidades de uso indebido.
Viendo nuestra perspectiva, las personas en Colombia tienen un grado de aceptación de esta tecnología bastante alto, pues según una encuesta de Ipsos de 2022, en el país se tiene un 64% de optimismo o sentimiento favorable frente a los productos y servicios de la IA. Pese a esto, es fundamental saber que la falta de contrapruebas hace que la comprobación de hechos mediante PNL (Procesamiento de Lenguaje Natural en la interacción entre computadora-humano) no sea realista en el caso de la desinformación.
De acuerdo con una encuesta ampliamente distribuida entre los investigadores de PNL, el 77% estuvo de acuerdo o estuvo débilmente de acuerdo en que las empresas privadas de IA tienen demasiada influencia, el 41 % dijo que la PNL debería estar regulada y el 73 % sintió que la IA pronto podría conducir a un cambio social revolucionario.
Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, empresa que desarrolló Chat GPT, dice: "La regulación será clave y llevará tiempo resolverla. Tener tiempo para entender lo que está pasando, cómo la gente quiere usar estas herramientas y cómo la sociedad puede coevolucionar es fundamental". Añadió que “las preocupaciones actuales que tengo son que habrá problemas de desinformación o shocks económicos o algo a un nivel mucho más allá de cualquier cosa para la que estemos preparados".
Yuval Noah Harari, autor del ‘bestseller’ ‘Sapiens’, y los investigadores Tristan Harris u Aza Raskin hablan sobre el tema de las olas tecnológicas, explicando cómo la primera ola, que vino con las redes sociales, afectó la privacidad de los usuarios y aumentó la polarización social. Así mismo, explica que tecnologías como ChatGPT es nuestra segunda ola de contacto con la inteligencia artificial, y es imprescindible prestar atención a las implicaciones que esta segunda ola puede causar en aspectos sociales.
¿Podemos confiar realmente en las tecnologías de comunicación máquina-humano? Entender la respuesta a esta pregunta nos lleva a poner ejemplos como ChatGPT, el cual, según la explicación de la página de Webedia (Xataka), es un modelo con más de 175 millones de parámetros desarrollado por la empresa OpenAI, y entrenado con grandes cantidades de texto para realizar tareas relacionadas con el lenguaje, desde la traducción hasta la generación de texto. Hay quienes especularon que esta tecnología sería capaz de acabar con Google y buscadores similares, pero se ha comprobado que en muchos temas es imprecisa.
Para fundamentar esto es necesario abordar las indicaciones que la página oficial de ChatGPT describe en su sistema, y cómo la limita en sus tres enunciados: primero, ocasionalmente podría generar información incorrecta; segundo, ocasionalmente podría producir instrucciones nocivas o contenido sesgado, y tercero, tiene conocimiento limitado del mundo y de los acontecimientos posteriores a 2021.
Esta inteligencia artificial depende de la supervisión humana y de sus descubrimientos. Por lo tanto, no puede remplazar aspectos imprescindibles de un comunicador, considerando que la comunicación está comprendida como aquella disciplina que estudia los procesos comunicativos en el que intervienen dos o más individuos dentro de las comunidades que comparten sus experiencias, conocimientos, sentimientos, culturas, opiniones. Podemos ver que el punto fundamental de esto es que, a pesar de remplazar algunas tareas de los comunicadores, se identifica que el desarrollo de tecnologías como ChatGPT aún sigue desarrollándose y no son confiables, y que la inteligencia artificial es solo una herramienta que entre una de sus características puede llegar a ser un gran factor de desinformación.
Según lo dicho por Jafeth Campos Ramírez, profesor de la Cátedra de Historia de la Cultura de la UNED, “en el mundo actual la información nos rodea e inunda, debemos intentar conocerla, discernirla, dominarla y canalizarla”. Por lo tanto, aquel que se encarga de conocer, discernir, canalizar, generar, producir y distribuir la información (el comunicador) tiene un papel fundamental e irremplazable para la protección, veracidad e imparcialidad de este valioso recurso que es la información.
Las nuevas Inteligencias Artificiales son una forma de herramienta que les permitirá a los comunicadores enfocarse en otras ramas en otras ramas de la ciencia de la comunicación, mas no reemplazará los factores que la sociedad necesita para evolucionar mediante el análisis científico de la población humana en sus relaciones sociales.