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Héroes de la basura 

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Jesús Steven Bernal Castro, Comunicación Social y Periodismo

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Mientras muchos duermen, hay quienes recorren Bogotá y sus alrededores con el fin de limpiar y renovar la cara de la ciudad.  

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Héroes de la basura 
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Foto: Jesús Bernal

Una de mis funciones primordiales en la casa es sacar la basura. Desde niño, mi mamá, como muchas madres, me decía cada que escuchaba el camión de la basura pasar: “¡Jesús, la basura!”. Era así que, cada dos días, en la noche, bajaba corriendo las escaleras con una bolsa negra que muchas veces igualaba mi tamaño y corría detrás del camión. Un día, a la edad de doce años, en una de mis maratones para alcanzar dicho camión, se me rompió la bolsa.  Desesperado por no saber qué hacer con todos los residuos que yacían en el piso, hice señas al camión y tanto el conductor, como los dos recolectores vinieron en respuesta a mi llamado de auxilio. En menos de treinta segundos, la basura estaba dentro del camión y aquellos héroes, como si no hubiera ocurrido nada, continuaron con su labor.


La atención de las basuras ha sido uno de los puntos más discutidos alrededor de todo el vecindario y la ciudad. ¿Quiénes son los encargados de recoger la basura?, ¿cuál es el trayecto de los camiones?, ¿cuánta basura se produce al día?, son algunas de las preguntas que pasan desapercibidas cuando una persona bota los residuos que generó en la semana.


Son las 5:00 de la tarde. Treinta y tres camiones recolectores de basura están parqueados uno detrás de otro en fila india, veintisiete camiones tienen la capacidad de recolectar veinte toneladas de basura, mientras que seis tienen espacio para catorce toneladas. En una esquina, dentro de la empresa de recolección Área Limpia, hay más de cien individuos, todos usando su uniforme matutino: botas negras, overol azul y guantes de carnaza. Los jefes de operaciones se encargan de indicarle a cada uno la ruta del día y en grupos de tres personas, dos auxiliares y un conductor, se van dirigiendo a sus camiones para iniciar el trayecto.


—Hoy nos toca Suba, ¡vámonos! — le dice un conductor a un compañero que llegó sobretiempo.


Como abejas que salen de su colmena, a las 5:30 de la tarde, los buses parten en diferentes direcciones. Me subo al camión que cubre gran parte del barrio Niza y Córdoba.  José Luis Pinzón, el conductor, prende la radio y sintoniza Radio Uno.  Entre pitos, en medio de carros, en un trancón incesante, proseguimos a coger la avenida calle 68 hacia el norte. En medio de un silencio tenso, decido romper el hielo preguntándole a Luis Galindo, el auxiliar que está a mi derecha, qué es lo más extraño que le ha pasado recogiendo la basura.  “Me han sucedido muchas cosas que me han dejado impresionado”, responde pensativo. Una vez, en un recorrido por Puente Aranda, con un compañero encontramos un cadáver en una bolsa de basura que tiramos al camión.


En la madrugada del miércoles 7 de octubre del 2016, Omar Elizalde y Luis Galindo, en ese entonces trabajadores de Área Capital, se encontraban trabajando como operarios de recolección en el barrio La Ponderosa, como lo hacían habitualmente. “Estaba en un parquecito y agarré la primera bolsa de la basura y la lancé al camión. Cuando la bolsa choca contra el compactador, sale una mano de una persona. Al ver las otras dos bolsas, encontramos el cuerpo descuartizado de una persona”, relata uno de los funcionarios que presenció aquel suceso.

—Las cosas más inusuales le pasan a Elizalde—menciona Eder Mazo, compañero de trabajo. Otro día, mientras recogían basura, en una bandeja de icopor, donde se guarda la comida, encontró el cuerpo de un embrión humano que había sido dejado sin compasión en aquel lugar.


En el primer hallazgo, Medicina Legal identificó el cuerpo encontrado, se trataba de Miguel Ángel Perdomo, un conductor de profesión que llevaba cinco días desaparecido. En esos casos, los trabajadores deben comunicarse con la empresa para que ellos hagan el debido llamado a las autoridades competentes para que hagan el recogimiento del cadáver y la investigación correspondiente.


Ha pasado hora y media del inicio del trayecto. Luego de transitar en medio del trancón nocturno, habitual en la capital, llegamos al punto de inicio. Los auxiliares se bajan del camión y se ponen los guantes, el conductor apaga la radio y se dispone a mirar por los retrovisores que sus compañeros estén listos. En ese momento, la plataforma trasera se despliega y el lugar donde se suben los trabajadores queda listo. En cada esquina se ven bolsas de basura de diferentes colores y tamaños. Luis Galindo y José Virgüez, como si fueran deportistas de alto rendimiento, empiezan a calentar, trotando suavemente; y en cuestión de 2 minutos empiezan a correr. Cada uno coge de a dos bolsas por mano y las van arrojando al camión. En cada esquina se demoran un promedio de tres a diez segundos dependiendo la cantidad de basura que esté en el lugar.


Pasamos por conjuntos residenciales. Allí, las basuras se encuentran amontonadas en botes de gran tamaño. Los auxiliares unen fuerzas y cogen aquellos botes y con gran esfuerzo logran depositar todo su contenido en el camión. Luego, al llegar a los barrios populares, a diferencia de los apartamentos, la basura se encuentra posada en los postes y en la acera. Incluso, en muchas oportunidades, salen niños, adultos y ancianos con bolsas en la mano, corriendo, haciendo el trabajo de los operarios de recolección y lanzando las bolsas de basura en el camión.


A las 10 de la noche, luego de tres horas de ejercicio y trabajo, el camión se detiene a tomar un breve receso de 15 minutos. En muchas ocasiones los trabajadores no tienen que comprar su refrigerio, pues, varios habitantes del sector los consienten y les dan comida y bebida. “Hay días en el que el trabajo está tan pesado, la gente bota tanta basura, que no tenemos tiempo de tomar un respiro”, menciona José Luis.


Día a día los recolectores recogen 7.500 toneladas de basura diarias, todas van a parar en el único vertedero de basuras que hay en la capital, el relleno sanitario Doña Juana. “De las 7.500 toneladas, solo 1.800 se pueden reciclar. En Bogotá y en Colombia en general, no existen los buenos hábitos del manejo de los residuos y eso conlleva a que en unos años existan emergencias sanitarias a lo largo del país”, añade Agustín Camargo, jefe de operaciones de Área Limpia.


Seguimos con el recorrido y se deposita de todo al camión, desde muebles hasta animales muertos. Por la avenida Suba con 124, había un perro en la orilla de la calle, aparentemente había sido atropellado por un automóvil. Luis y José lo alzan y lo arrojan al camión de manera apresurada, así mismo, depositan otras bolsas de basura, ramas y hojas encima del cadáver del animal. Luego, la parte trasera se llena y encienden el compactador que, de manera pausada, va aplastando todo lo que hay a su paso y arrastrándolo a la parte posterior del camión donde va a reposar hasta llegar al relleno sanitario.


A la una de la mañana ya se está acabando la ruta de recolección, los auxiliares gastan sus últimas energías corriendo por las calles y arrojando las últimas bolsas de basura.  Como si fuera un deporte extremo, los recolectores hacen su trabajo sabiendo que en varios casos puede ser peligroso para ellos. “Es un trabajo de experiencia y precaución, si se está desprevenido el compactador o el camión pueden causar accidentes”, dice Eder Mazo mientras me cuenta la historia de un compañero al que le amputaron su dedo medio (corazón) y anular cuando el compactador le agarró la mano y no reaccionó rápidamente.


Falta la última cuadra para terminar con el recorrido y dirigirse al relleno sanitario. A la 1:35 de la mañana, José Luis Pinzón, el conductor, se da cuenta que están finalizando el recorrido y vuelve a prender la radio. Esta vez, a diferencia de travesía inicial para llegar a Suba, Bogotá yace durmiendo, las calles están solas y el frío silencio nocturno hace que el camino al relleno sea más ameno.


José Virgüez agarra con sus dos manos la última bolsa de basura y la lanza al camión. En el aire, dicha bolsa se rompe, recordándome aquella anécdota que tuve de niño con las basuras.

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