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Hamburguesa tras hamburguesa

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Ashley Valentina Duarte Monroy, estudiante de Comunicación Social y Periodismo

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Los amantes de este plato deben saberlo: Fronteras Casual Food, Maikki, Los Valientes a Fuego, Rústica DC y Reyna lograron unas de las mejores muestras con ingredientes colombianos.

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Foto:
Bacatá Burger Ancestral

Entre el 25 de abril y el 1 de mayo se realizó el certamen de hamburguesas más famoso del país: el Burger Master. Restaurantes de veinte ciudades compitieron por demostrar quién creó la mejor versión de este plato con al menos dos ingredientes colombianos, tal como lo exigió Tulio Recomienda, su fundador. Miles de comensales pagaron catorce mil pesos por probar diferentes hamburguesas para votar en sus redes sociales con los hashtags #BurgerMaster y #BurgerMasterCo. En total se vendieron más de dos millones trescientas mil hamburguesas, generando cuarenta mil millones en ventas. Al final del mes pasado, las cinco más votadas de cada ciudad obtuvieron la certificación que las acredita como ganadoras.


En Bogotá y su alrededores (Chía, La Calera y Cajicá) más de sesenta participantes se sumaron al reto. Los ganadores fueron los de Longo’s, Los Valientes a Fuego, Burger Depot, Hache de Hamburguesa y La Hamburguesería; los de Maikki, Fronteras Casual Food y Rústica DC obtuvieron mención especial.


Como buena amante de las hamburguesas, no podía dejar pasar la oportunidad de probar algunas de las concursantes. Me encontré con un escenario lleno de creatividad, dedicación y pasión. Para mí, las que enunciaré a continuación son las mejores de la capital colombiana.


Mi recorrido comenzó por la Bacatá Burger Ancestral: una experiencia exquisita desde el primer hasta el último bocado. Con productos del altiplano cundiboyacense, el restaurante Fronteras Casual Food logra una combinación perfectamente equilibrada entre dulce y salado. La compota de cristales de papayuela es, sin duda, lo mejor de la hamburguesa. Viscosa, pero suave; se disuelve en la boca y no cansa, porque el dulce está en su punto. Además, la crema de encima, por su sabor ahumado, le hace el dúo ideal. La carne es tan jugosa que se nota la calidad angus. En cada mordisco, el queso se estira y el pan se ablanda complementando con su toque de orégano los demás ingredientes. Solo hay algo que siento que sobra. Y no, no son los vegetales; es la tocineta… ¡Una hamburguesa muy bien lograda y hasta con historia, porque de la palabra Bacatá proviene el nombre de la actual capital colombiana!


Al otro día me fui para Usaquén y me topé con dos restaurantes temidos por la competencia. Primero hice la fila en Maikki. Su hamburguesa Macuira es magnífica como el parque guajiro que inspiró su nombre. A diferencia de la anterior hamburguesa, lo que más resalta de esta no es su toque dulce, sino su cama de chicharrón soplado que, en cada mordisco, suena ‘crac, crac’ por su espectacular crocancia. Con la tocineta caramelizada en melao de maracuyá y panela de la Hoya del río Suárez se arriesgaron, y es deliciosa hasta cierto punto, porque, al final, se vuelve un poco hostigante. El término de la carne acentúa su buen sabor y suavidad. El pan, aunque blandito, no es nada excepcional. El queso queda divinamente derretido. La frescura del cogollo de lechuga y de la mayonesa de cilantro ayudan a balancear los ingredientes. Para completar, la cuenta la entregan en un cofre, lo cual remata la magia del lugar y, por supuesto, de esta hamburguesa.


Después caminé tres cuadras y llegué a Los Valientes a Fuego, un restaurante que abrió sus puertas hace apenas seis meses. El Chorreo de Quevedo es una hamburguesa para quedar, literalmente, chorreados. Santiago Arango, su creador, había hecho desde septiembre del 2021 una salsa de tofi (un dulce cremoso que se prepara con caramelo en almíbar y mantequilla), así que buscó los ingredientes para complementarla. Es notorio, pues esta es el centro del plato, y es muy rica. Su dulce se balancea con el toque ligeramente ácido del queso Monterrey Jack. Y, aunque no soy fanática de los sabores impregnantes de la cebolla y el ajo, esta hamburguesa sin las cebollas asadas y la mayonesa de ajo negro no hubiera sido la misma. El pan de pretzel es novedoso, pero, para mi gusto, duro y difícil de morder. A la carne nacional madurada en seco por 30 días le falta un poco de sabor; sin embargo, tiene un gran plus, ya que es de origen de ganadería regenerativa y sostenible. La jugosidad de los ingredientes hace que uno se unte todas las manos, lo cual no debe ser incómodo, sino parte de la experiencia.


El sábado 30 de abril fue un día memorable, porque, después de haber probado seis hamburguesas más sin quedar realmente a gusto, me fui para la Zona T, al norte de Bogotá, y quedé sorprendida.


En el restaurante Rústica, La Parcera es un claro ejemplo de que menos es más. Lo mejor: la salsa secreta con semillas de amapola y ron Parce. Al empezar, hay que retirar la corona de cartón en la que la echan con las cebollas fritas para que estas caigan sobre la carne. La verdad, es una idea original y hasta divertida. La combinación de sabores de la amapola y el ron es sabrosísima. La carne es increíblemente blanda y jugosa; quizás se deba a que la muelen a diario. La reducción de frutos rojos con ajo negro no suma ni resta. La tocineta es crocante; el queso, fresco; y el pan se siente recién sacado del horno. Solo faltó un poco más de colombianidad.


Y La Master, del restaurante Reyna, es una hamburguesa de pocas palabras. Aunque por descuido me la sirvieron sin la mermelada de uchuvas ni los hilos de yuca, que eran lo representativo del país, el tremendo medallón de res me hace incluirla entre mis favoritas: su término impecable, su sabor exquisito sin excesos ni falencias, su textura tan suave que cada trozo se deshace sin problema… Y, claro, el queso cheddar y la tocineta jamás fallan.


Con todo, estas hamburguesas permiten a los restaurantes dar a conocer su cocina, arriesgarse a explorar combinaciones y atraer nuevos clientes. Además, nos hacen felices a los comensales al ofrecernos nuevos y buenos sabores, porque, como dicen por ahí: “Barriga llena, corazón contento”. Todas son una buena excusa para armar un plan y explorar la cocina colombiana.

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