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La ironía del conflicto

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Maria Camila Poveda Trujillo

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El conflicto entre Israel y Palestina ha dejado a su paso un gran rastro de víctimas inocentes. Un anuncio en el show de medio tiempo dio de qué hablar e hizo reflexionar sobre la incoherencia que hay entre la palabra y la acción.

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Wix Media

El pasado 11 de febrero se llevó a cabo el Super Bowl, el juego de fútbol americano más visto en el mundo, pues se estima que alrededor de 123,7 millones de personas lo sintonizaron. A pesar de que muchos en la audiencia son aficionados al deporte, otro gran número de personas solo estaban expectantes por ver a Taylor Swift en la tribuna y algunos tenían la esperanza de que Justin Bieber cantara junto a Usher en el show de medio tiempo. En redes sociales muchos posteaban y comentaban sobre el juego. Yo, en cambio, como no estaba interesada ni en lo uno, ni en lo otro, solo recordaba lo que alguna vez un profesor de administración, en el colegio, nos preguntó. ¿Realmente somos conscientes de todo lo que este evento nos vende y lo que dejamos de saber por estar pendientes cuatro horas de una transmisión?


Mientras esto sucedía, en el medio oriente, en la Franja de Gaza, sobre la frontera egipcia, la ciudad de Rafah, la cual supuestamente era zona segura para los palestinos, fue bombardeada tras la orden del primer ministro isarelí, Benjamín Netanyahu. Allí se refugiaban aproximadamente 1,4 millones de personas y, según datos de la Sociedad de la Media Luna Roja Palestina (MLRP), el resultado del ataque habría dejado al menos 100 muertos, incluidos mujeres y niños, y unos cientos más que se encuentran bajo los escombros, los cuales no han podido rescatar porque el ejército de Israel no permite el paso de ambulancias o equipo de rescate.


A pesar de que el gobierno de Israel, en cambio, rescató dos rehenes que tenía el grupo Hamas, no deja de ser irónica y no puede ser una coincidencia la violenta forma en la que la ofensiva militar de Israel buscó ingresar a Rafah mientras que había muchos entretenidos con el show de fútbol americano. Sí, todos los días hay ataques, todos los días mueren personas, pero es indudable cómo incluso desde antes, por redes sociales, se empezó a difundir lo que sería la propaganda pro-israelí, que tendría espacio en uno de los 30 segundos para anuncios del Super Bowl; en el que haciendo alusión en primer lugar al juego, después prometen rescatar a todos aquellos hombres que se encuentran como rehenes, un video que sin duda generó miles de comentarios de parte de los usuarios de la red social X y no hizo esperar la creación de una parodia por parte de los palestinos.


Lo curioso de esto, más allá de la coincidencia del mensaje, es que para muchos no tiene sentido que Israel exija ayuda a Estados Unidos para pagar una deuda de 17 mil millones de dólares, pero que tenga el dinero para publicar anuncios durante el Super Bowl. Las pausas comerciales en este evento son las más caras del mundo, con un valor de 7 millones de dolares. Por lo que usuarios de X se preguntaron “¿Financiamos a Israel para que nos alimente con su propaganda?” y otros, al contrario, compartieron su apoyo a la campaña.


Otro dilema que se presenta y el cual me hace pensar en la incoherencia de lo que se dice con lo que se hace es que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo lo siguiente respecto a las actuaciones de Israel: "Mi opinión es que la respuesta en Gaza, en la Franja de Gaza, ha sido excesiva... Hay mucha gente inocente pasando hambre, mucha gente inocente pasándolo mal y muriendo, y esto tiene que parar", pero esto, para Benjamín Netanyahu, fue como el dicho ”A palabras necias, oídos sordos” e igual siguió con el plan de bombardear Rafah.


Sabemos que este conflicto no es de ahora, ni mucho menos. Ha sido una guerra en la que ya muchos no saben quiénes son los malos y quiénes los buenos, pero es que ya no se trata de los aspectos políticos, religiosos o inclusive geográficos. Lo que a muchos nos concierne es que entre este conflicto hay personas, civiles inocentes que están siendo afectados por los ataques y las violentas medidas por lograr un cometido, sin importar nada (tanto israelíes como palestinos.)


No pretendo minorizar la vida de los israelíes que se encuentran de rehenes bajo las manos del grupo Hamas, porque sus vidas también importan. Tampoco quiero decir que se deben olvidar las actuaciones del 7 de octubre de 2023 de parte de este grupo, pero sí me pregunto ¿bajo qué costo es necesario verse victorioso en un conflicto en el que la vida no se perdona y los derechos humanos se vulneran? ¿Cuántos kilómetros de ropa deben seguirse realizando en la playa de Bournemouth, Inglaterra, en honor a todos los niños víctimas de esta guerra?


Por ahora, el panorama no es muy alentador y entre las partes no están dispuestas a una negociación. Dos entrevistas realizadas al primer ministro israelí dejan ver su oposición a la solución de dos Estados (bueno, podría ser solo uno, porque a Palestina no lo reconocen todos como tal) y, en cambio, afirmó tener la determinación de continuar la guerra en Gaza hasta que Hamás sea “erradicado” y puedan mantener la supervisión de la seguridad israelí en la franja después de la guerra.


Al final, podríamos decir que estaríamos cumpliendo lo que en 1924, tras el contexto de la época, Albert Einstein escribió en una carta a su amigo Jaim Azriel Weizmann, quien se convertiría luego en presidente del Estado de Israel: “Si no podemos encontrar una forma de cooperación y pactos honestos con los árabes, entonces es que no hemos aprendido absolutamente nada durante nuestros 2.000 años de sufrimiento. (…) Si los judíos no aprenden a vivir en paz con los árabes, la lucha contra ellos les seguirá durante décadas en el futuro”.

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