Los góticos: una lucha contra los estigmas de la sociedad
Karen Guzmán Rodríguez, Comunicación Social y Periodismo
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El industrial dance es un tipo de música proveniente del movimiento gótico, que nació como un género experimental en el cual se fusionan sonidos de rock y electrónica.
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Foto: Karen Guzmán
Son las seis y media de la tarde: el sol está a punto de ocultarse y el frío característico de la capital anuncia que la noche pronto va a llegar. La expectativa se apodera de mi mente, creando un sinfín de imágenes de lo que un evento de Industrial Dance podría ser; el palpitar del corazón se acelera y el oído se agudiza, pues los beats de la música me llaman desde la distancia.
No era tan usual ver góticos andando en las calles capitalinas, pues una mirada de desprecio o un gesto de desagrado era lo que recibían. Sin embargo, esto cambió hace menos de dos décadas, cuando las personas de esta cultura, y de otras tantas que surgen de ella, comenzaron a crear diferentes grupos y movimientos, con el propósito de darse a conocer.
Creamos formas contestatarias de ver las cosas. Con el arte queremos denunciar todo con lo que no estamos de acuerdo y trabajar con la hipocresía que tiene la gente ante lo exótico y lo diferente, explica Alejandro Murcia, organizador de eventos Industrial Dance.
La calle 26 con carrera quinta, junto al emblemático Planetario de Bogotá, es uno de los puntos de encuentro para las personas que tienen en común el gusto por el industrial dance, un tipo de música procedente del movimiento gótico que aún no es tan conocido en nuestra sociedad.
Entre las sombras, camina hacia mí una figura que al inicio no puedo distinguir, pero que las facciones de su rostro, su andar y su peculiar voz, revelan que es Dana Kinomoto, una de las más importantes representantes del Industrial en Colombia.
El industrial dance nació como un género experimental entre esos sonidos de rock y electrónica, afirma Kinomoto.
En el evento todos los asistentes cumplen con un código de vestuario: medias de mallas, botas grandes -algunas con tela de gamuza y otras hechas a partir de cuero- tacones altos con puntas delgadas, ropa negra, piercings y piel pálida. Con complementos como brazaletes con pinchos, muñequeras, cadenas o rejillas, chaquetas gruesas para los hombres y finos trajes sugerentes para las mujeres, extensiones en el cabello y máscaras de gas son los que componen su verdadera esencia.
El gótico, como escena, no es depresión y, como persona, no es alguien depresivo, dice Kinomoto, quien ha sido tildada de esta forma. El gótico ni nació ni se deriva de la depresión, ni de la tristeza, ni de ninguno de estos sentimientos que con el tiempo hemos ido adhiriendo a esta cultura. Al contrario, se basa principalmente en la desesperación y a la vez en la lucha, de como un individuo oprimido lucha en contra de algo y de alguien, mas no para imponerse sino para obtener algo mejor, para llevar un mejor nivel de vida y en sí, para superarse.
Más allá de lo que se podría pensar, existen muchos subgrupos que pueden tener sus raíces en lo gótico; cada uno tiene su outfit o performance, su ideología y su estilo de música. Por ejemplo, los Cybergoth se caracterizan por querer desvincularse del imaginario tétrico y depresivo con el que han sido vinculados a causa de los góticos. Para ello, tienden a añadir a su vestimenta colores vivos o fluorescentes.
Aunque comparten una visión pesimista e inconformista del mundo en el que viven, con tintes que reivindican la individualidad de cada uno, los Cybergoth están motivados a ser parte integral de la sociedad.
Nuestro vestuario nos protege de la contaminación, por eso usamos máscaras y gafas que no permiten que nos mezclemos con lo negativo y sucio del mundo, cuenta David Moyano, integrante de la subcultura Cybergoth.
Es este caso la palabra más no lleva tilde, pues se usa como expresión de "pero".
Aunque los tiempos van cambiando y las modas pueden ir tomando más fuerza, la vestimenta gótica sigue siendo causa de rechazo y exclusión, por lo que las personas pertenecientes a esta cultura tratan de acoplarse al ritmo de la sociedad a la que consideran retrógrada.
Nosotros estamos trabajando en la calle y las plazas porque nos dimos cuenta de que las personas se quejaban de nosotros, de nuestra estética, nuestra música y nuestros bailes, sostiene Murcia.
Lamentablemente, estamos en un país que no tiene un nivel de aceptación del posmodernismo. No aceptan estilos diferentes a lo usual. Por esa razón, evito unir el tema gótico y laboral, porque si voy vestida de negro y con todos mis accesorios góticos van a tratar de subyugarme y hacerme renunciar, relata Dana.
Están tan marcados los estereotipos en pleno siglo XXI, que obligan a aquellos que tienen gustos, ideologías o maneras de ser diferentes, a tener una clase de doble vida. Así como lo hace Dana Kinomoto, quien, por cierto, usa ese como su nombre artístico de la vida gótica. El que le dieron en su nacimiento fue Diana Bejarano.
Kinomoto, como prefiere que la llamen, trabaja como contadora en una empresa que por razones personales evita nombrar. De día es Diana Bejarano, una mujer sencilla e introvertida que evita llamar mucho la atención, pero fuera de su vida laboral, en muchas noches, se convierte en Dana Kinomoto, una chica gótica que no tiene miedo a mostrar lo que es.
Este estilo de vida no ha sido ningún problema para ella. Sabe que su familia y las personas que la aprecian la valoran y la aceptan tal y como es, una joven que le cautiva el tema gótico.
La gente tiende a satanizarnos, pero en realidad eso no es así, somos personas del común. Cada individuo de la subcultura gótica es libre de seguir la religión que mejor le es conveniente, sea esta religión teísta o incluso optar por no seguir ninguna religión, como lo hago yo, menciona Kinomoto.
Cuando es Dana, con su look de gótica y su baile contestatario de industrial dance, protesta contra todos esos clichés que tiene la actual sociedad. Esta noche es Dana Kinomoto demostrando su verdadera esencia. Sus pasos, quizás extravagantes para muchos, son su principal herramienta de expresión.
Pasadas dos horas de haber empezado la actividad, se disfrutan las últimas pistas de la noche. Siendo las 8:30 se da por finalizado el encuentro, y, con él, se fue el imaginario colectivo que durante décadas ha permeado al mundo de Occidente: los góticos son personas que se visten y visten su alma de negro, con rituales inenarrables y costumbres extravagantes; cuán equivocados estábamos.
Son personas transparentes, con sueños y metas respecto a su cultura y desean ser reconocidos como tal. Son amables y calurosos, dispuestos a brindar una mano amiga siempre que se les necesite. Ellos no se avergüenzan de mostrar lo que son, va más allá de un pasatiempo, es un estilo de vida.