Ni incapacidad o debilidad: la salud mental no es un mito
Laura Angélica Lenis
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"Si uno se fracturó una pierna, no se atiende solo, uno va donde un médico", explica el psicólogo Juan Jaramillo. "Y eso no es por impotencia, eso es porque hay saberes específicos que se encargan de ayudarnos a resolver estos problemas".
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Juan Carlos Jaramillo Estrada es doctor y magister en Psicología, docente investigador de la Universidad CES de Medellín y coordinador de la Maestría en Clínica Psicológica de esta institución. Ha escrito varios artículos académicos sobre los trastornos afectivos, la salud mental y la Psicología Clínica con varias instituciones del país como la universidad de La Sabana, la Universidad de Antioquia y la Universidad de San Buenaventura.
Su trabajo reflexiona acerca del papel de los psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales y la responsabilidad que tienen con la ciudadanía y su bienestar. Además, recalca que no solo la capacitación, las buenas prácticas médicas y la responsabilidad clínica son necesarias en este ámbito; también la injerencia en las políticas médicas hace una diferencia en el tratamiento de la salud mental en el país.
¿Cómo se ha abordado la salud mental en Colombia desde la ley?
Ha habido una gran cantidad de rutas diversas, que se pueden encontrar en planes de desarrollo o en política nacional, en las que se intenta responder a las problemáticas de salud mental asociadas a asuntos de contexto en el país, específicamente el conflicto y la violencia.
En escrito funciona muy bien; en el mundo real presenta algunas limitaciones de acceso, pero creo que, al menos en el reconocimiento de la problemática, la relación entre los asuntos contextuales y la salud mental a nivel legislativo hay un muy fuerte componente planteado como alternativa de solución. El asunto estaría entonces en la implementación, que es ahí donde está la gracia.
¿Cuáles son los estigmas y prejuicios relacionados con la salud mental?
Si uno se fracturó una pierna, no se atiende solo, uno va donde un médico. Y eso no es por impotencia, eso es porque hay saberes específicos que se encargan de ayudarnos a resolver estos problemas; no lo vamos a hacer nosotros de cuenta propia, porque lo haríamos indudablemente mal. Pero cuando se habla de salud mental se asume que esto sí implica cierta debilidad o incapacidad y eso es un mito muy extendido que tenemos que seguir atacando.
Consultar por problemas de salud está bien, así como consultamos por problemas de salud física y recibir el acompañamiento de ayuda de una persona experta en salud mental está bien, así como lo hacemos cuando vamos donde un médico general o un especialista y esto no nos hace menos ni nos hace incapaces.
¿Cuál es la importancia de reconocer al joven y su salud mental?
Pensar el tema de salud mental en los jóvenes es algo muy interesante. Siento que, para poderlo hacer de una buena manera, necesitamos comprender quiénes son los jóvenes hoy y qué características tienen sin etiquetarlas como positivas o negativas, sino como características que en algunos ámbitos pueden ser aportantes y en algunos ámbitos pueden generar limitaciones.
Creo que el primer paso para tener una buena atención en salud mental para niños, jóvenes o adolescentes es precisamente entender cuáles son las características de estas personas en la contemporaneidad y a qué se deben estas características de tal manera que cuando yo pueda identificarlas también sea capaz de intervenir de manera pertinente para ellos en ese sentido.
Una sugerencia sería: aproximémonos a las personas, a los sujetos, a las subjetividades contemporáneas para, a partir de ahí, entender sus problemáticas y plantear alternativas de solución.
¿Qué opina sobre rol de las entidades, los profesionales y los familiares?
Debemos volver a mirar la Ley de Salud Mental, que nos da un montón de pautas para la atención, y buscar las alternativas para que todo lo que nos plantea esta ley sea finalmente puesto en movimiento. Es importante que las personas que trabajamos en salud mental: psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales, seamos parte más activa de los lugares decisivos de la lógica política.
También, ligado a la formación, (es fundamental) educar a los psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales con responsabilidad ciudadana. Lo que hacemos debe tener en cuenta las necesidades de la población, responder a esas necesidades y contextualizarlas, pero sin olvidar que deberíamos por lo menos participar en los diferentes ámbitos de decisión política para influir en la destinación de recursos de todo tipo a la atención en salud mental.
Además, tenemos que tener cuidado con la familia y los ámbitos educativos. Hay que ser muy cuidadosos en las formas como estamos generando procesos educativos de tal manera que estos contribuyan no solamente al desarrollo individual, sino al desarrollo de ciudadanos comprometidos con la comunidad, con los demás.
Creo que el formar en ciudadanía es un asunto que tendríamos que retomar si queremos, de alguna forma, trabajar el ámbito de la salud mental que vivimos hoy.