Plazo de 18 meses para adoptar menores
Laura García, Comunicación Social y Periodismo
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¿Será correcto que los padres que han dejado a sus hijos a cargo del ICBF vuelvan a tener su custodia si estos no son adoptados en un tiempo máximo de 18 meses?
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Esta y muchas más serán las preguntas después del decreto de ley que modifica el Código de Infancia y Adolescencia promulgado por el ex presidente de la República, Juan Manuel Santos. Este estipula un tiempo máximo de 18 meses para adelantar los trámites de adopción de un menor que se encuentra bajo la custodia del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF.
De los 127.000 niños que están a cargo del ICBF, 10.000 padecen de alguna discapacidad mental, y 5.000 ya han cumplido la mayoría de edad, o tienen 2 o más hermanos. Esto los convierte en niños con pocas posibilidades de ser adoptados y reintegrados a una familia. Algunos se quedan toda su vida en este instituto.
En esos casos, pasan a ser “los hijos del ICBF”. Se ven obligados, al cumplir los 18 años, a salir a un mundo que no conocen, con pocas posibilidades de subsistir, sin una familia que los soporte o una educación que sobrepase el bachillerato. Ello dificulta aún más las posibilidades de conseguir un empleo digno, en un país en el cual, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE, asciende en el 2018 al 11,8%.
Ahora, ¿qué pasará con aquellos niños con alguna discapacidad?, ¿no será más difícil para ellos la integración a la sociedad?, ¿valerse por ellos mismos?
Y esto solo pensando en el ámbito laboral. ¿Quién les garantiza educación para formarse como profesionales y en un futuro no hacer parte de ese 11,8% de desempleados?, ¿quién les garantiza un adecuado sistema de salud y protección social cuando salgan del Instituto?
Según la Ley 115 de 1994, expedida por el Congreso de la República, la familia es la principal responsable de la educación para niños, niñas y adolescentes, y la sociedad solo debe encargarse de su cumplimiento. Pero, ¿qué pasa con los niños sin padres? Su futuro seguirá siendo completamente incierto.
La solución no sería poner un tiempo máximo para adelantar los trámites de adopción para un niño, niña o adolescente, sino destinar parte de esos 6.4 billones que se invierten en programas de la primera infancia, niñez, adolescencia y la familia, en educación y tratamiento psicológico. Primero, para que los niños puedan integrarse en una familia sin importar su edad o capacidades. Y, segundo, impulsar la adopción de niños mayores o con alguna discapacidad en aquellas familias que quieran adoptarlos.
Hasta que no se haga un cambio en las políticas de educación para los niños y quienes quieran adoptarlos, seguiremos viéndolos todas las noches en nuestros televisores, en la campaña “Me conoces”. En este proyecto se muestran sus nombres, edades, rostros y se escucha una famosa canción que evoca la búsqueda incansable de alguien que los reconozca, y que se acuerde de ellos algún día.