Sexo, género y pánico
Luis Guillermo Hernández Cárdenas
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Desde pequeños nos han enseñado que “los hombres son hombres” y que “las mujeres son mujeres”. Sin embargo, como con la mayoría de los conocimientos que adquirimos de niños, llegamos a una comprensión más amplia del mundo que nos rodea a medida que crecemos. Esto también se aplica tanto al género como al sexo biológico.
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(Pexels - Cottonbro Studio)
Antes de comenzar, debemos reconocer la diferencia entre sexo y género. Ya que estos, por lo regular, se confunden como el mismo concepto. En realidad, el sexo se refiere a nuestra biología, determina cómo se desarrollan características como los senos, genitales, músculos, fertilidad y niveles hormonales de testosterona o estrógeno, entre otras. El género se refiere a la identidad de una persona, cómo desea que la perciban y los roles de género que le son impuestos o desea adquirir. En corto, el sexo se refiere a la biología y el género se refiere a la identidad, la percepción propia y de otros acerca de dónde se encaja en la sociedad.
La creencia convencional es que uno es mujer u hombre dependiendo de los genitales que posee al nacer. Pero las diferentes variables como cromosomas, genes y hormonas afectan el desarrollo de nuestras características sexuales. Es decir que, a diferencia de la creencia convencional, el desarrollo de características biológicas no siempre es exacta. Por eso, alguien puede ser intersexual (es decir que presentas características sexuales biológicas que no se linean con ningún sexo o ambos sexos), mujer con algunas características de un hombre biológico u hombre con algunas características de una mujer biológica.
Según un artículo que analiza las complejidades del desarrollo sexual en humanos de Amanda Montañez, editora gráfica asociada de Scientific American: "La determinación del sexo biológico es asombrosamente compleja, e involucra no solo la anatomía sino también una intrincada coreografía de factores genéticos y químicos que se desarrolla a lo largo de tiempo. (...) En una capa adicional de complejidad, el género con el que una persona se identifica no siempre se alinea con el sexo que se le asignó al nacer, y es posible que no sea completamente masculino o femenino. Cuanto más aprendemos sobre sexo y género, más parecen existir estos atributos en un espectro".
A partir de la biología, nunca puede afirmarse con seguridad de que alguien es completamente “hombre” o “mujer” a primera vista.
Entonces, si nunca podemos estar seguros de quién es mujer u hombre biológicos “de verdad”, ¿cómo sabemos que alguien es mujer u hombre? Después de todo, no podemos realizarles exámenes hormonales a todos los que conocemos.
Pensemos acerca de las características que buscamos primero al hablar con un extraño; percibimos su cabello, masa muscular, cara, tono de voz, entre otras. Estas son características que varían de persona a persona, así que si se intenta aplicar la “lógica” biológica no podríamos hablar de manera apropiada con nadie si no estamos seguros si son “mujeres” u “hombres” biológicos.
Para relacionarnos entre nosotros, usamos la convención social apropiada para los identificadores de género que percibimos de la otra persona. Esto determina qué tono de voz usar, qué pronombres utilizar y cómo tratar a otros, sin importar si estamos seguros de que si son “mujeres u hombres” biológicos. Esto significa que, sí, ocurrirán errores como decirle “señor” a una mujer masculina o decirle “señora” a un hombre femenino. El género no es perfecto, pero es, inequívocamente, diferente al sexo.
El género es un identificador social que determina cómo la sociedad, en general, ha de tratar a alguien. También es una cuestión personal. Aun si el rol de “mujer” sea más difícil que el rol de “hombre” en la sociedad, existen hombres que desean vestir y actuar como mujeres o individuos transgénero que no son conformes con el género que fueron asignados al nacer. Estas personas expresan su género de maneras inconformes con reglas sociales. Por estas reglas y por el estigma asociado con romperlas, muchas más no revelan su identidad verdadera.
Una buena analogía para pensar en ello es el uso de los nombres. Por tradición, los padres asignan a su hijo o hija un nombre, el cual tiene la función social de identificarle y hay una gran variedad de nombres femeninos, masculinos o unisex. SU nombre también es una parte integral de su identidad, por lo que poseer un nombre que no gusta causará angustia emocional. Por eso, una gran cantidad de personas en el mundo cambian sus nombres todos los años. También, miles de personas deciden no cambiar sus nombres por estigma social. Así que aun así su nombre sea un identificador, la percepción social de su identidad afectará la forma en que te relacionas contigo mismo y con los demás. Este es el caso con la identidad de género.
Las personas transgénero y LGBTIQ+, aunque son más visibles, siguen siendo vulnerables a la agresión física, emocional y sexual, el ostracismo social y el control de acceso médico a la atención de afirmación de género. La atención de afirmación de género, según la Organización Mundial de la Salud, abarca una gama de intervenciones sociales, psicológicas, conductuales y médicas “diseñadas para apoyar y afirmar la identidad de género de una persona” cuando entra en conflicto con el género que se le asignó al nacer. No se limita a la terapia de reemplazo hormonal (TRH), por la que pasan la mayoría de las personas transgénero, sino por controles de salud mental y otros tipos de terapia que no involucran la prescripción de medicamentos o procedimientos médicos.
Es crucial clarificar que la identidad de “transgénero” no se limita a individuos mayores de 18 años, también existen niños transgénero cuyo género asignado al nacer produce disforia de género (la Asociación Psicológica Americana define la disforia de género como “ ‘angustia psicológica’ derivada de la incongruencia entre la asignación de género y la identidad”) la cual es perjudicial para el bienestar mental de individuos transgénero. Puede ser particularmente peligrosa en niños si se ignora. En algunos casos, la intervención médica se necesita para aliviar la disforia de género y prevenir emergencias de salud mental en niños menores de 18 años.
Sobre el asunto de las herramientas médicas para ayudar a las personas transgénero a aliviar la disforia de género, como la cirugía de afirmación de género, los bloqueadores de la pubertad (un tratamiento reversible y seguro para niños transgénero) y la TRH, en los últimos años ha crecido un pánico moral, promovido por ciertos expertos, políticos y celebridades, sobre el uso de estas herramientas en niños y adultos por igual. Un pánico que, entre otras afirmaciones, alega que las personas transgénero son pervertidos suicidas, enfermos mentales que desean manipular a la juventud para que sean LGBTQ+. El pánico moral no es exclusivo de las personas trans, también está dirigido a personas que optan por identificarse fuera del binario de género y/o travestirse.
Especial atención debe recibir los riesgos de suicidio de las personas transgénero. Es cierto que es muy alta (alrededor del 40% y 50% de individuos transgénero han cometido intentos de suicidio). Sin embargo, al contrario de lo que cree la gente transfóbica (que las personas transgénero son innatamente suicidas) las causas de la alta tasa de suicidio entre individuos transgénero son el estigma, la discriminación y la violencia social por parte de familiares, amigos y colegas, el mal trato por instituciones médicas y gubernamentales.
Además, un metaanálisis de todos los artículos científicos revisados por expertos desde 1991 y junio del 2017 que evalúan el efecto de la transición de género en el bienestar de las personas transgénero (en total 55 artículos) realizado por la Universidad de Cornell encontró lo siguiente:
“Entre los resultados positivos de la transición de género y los tratamientos médicos relacionados para las personas transgénero se encuentran una mejor calidad de vida, una mayor satisfacción en las relaciones, una mayor autoestima y confianza, y reducciones en la ansiedad, la depresión, las tendencias suicidas y el consumo de sustancias”.
No encontraron estudios que concluyeran que la transición de género causa daño general.
En los últimos años, entre las múltiples propuestas de gobiernos que buscan prohibir la atención de afirmación de género, la discusión de identidad género (en academia, educación primaria y secundaria) y limitar los derechos de las personas transgénero han emergido en distintos lugares, como en Europa y Asia Central, donde en 16 países todavía se les somete a esterilización antes de que la identidad de género de las personas transgénero se reconozca legalmente. En países similares a estos, la existencia de la “ideología de género” o la vista crítica acerca del sexo, y el género se considera como un riesgo para la integridad de la sociedad.
Uno de los casos más reciente y alarmantes para el bienestar de individuos LGBTIQ+ es el de Estados Unidos, donde, en los últimos meses, 474 proyectos de ley anti-LGBTIQ+ están circulando por las cortes de 31 estados, entre ellos Texas, Florida, Arizona. Estos proyectos buscan la prohibición de la atención de afirmación de género, la destransición forzada de individuos transgénero que ya han recibido atención de afirmación de género, la prohibición de contenidos que contengan desnudez y en el caso proyecto de ley del Senado de Florida 254, la legalización otorga la habilidad de, básicamente, secuestrar a cualquier niño que se sospeche que haya recibido atención de afirmación de género dentro o fuera del estado. Las penalizaciones propuestas por estos proyectos de ley van desde ser caracterizado como depredador sexual por el Estado hasta cadena perpetua en prisión.
El daño que produce la transfobia en todo el mundo ha sido condenado por un gran número de organizaciones internacionales. La ONU se opone a la transfobia y la homofobia y ha tomado pasos significativos desde el 2013 para combatirlas.
El discurso actual sobre las personas transgénero es un pánico moral mejor ilustrado con la reciente controversia de Bud Light, que patrocinaron a la actriz transgénero Dylan Mulvaney para un anuncio en redes sociales. Este comercial de 50 segundos ha enardecido a un sinnúmero de personas transfóbicas. Se han producido videos con millones de vistas en diferentes redes sociales en la que presentadores y figuras públicas conservadoras como Ron Desantis (gobernador del Estado de Florida de Estados Unidos) han discutido este anuncio en un intento de validar el pánico moral trans y reafirmar las creencias de personas transfóbicas.
Las personas transfóbicas se basan en pánicos morales como el de las personas transgénero para justificar e imponer el binario de género más estricto posible y velar por el control estatal de la autonomía corporal de las personas LGBTIQ+. Esta también es una buena técnica de reclutamiento porque, aunque sus argumentos aparentan ser “lógicos”, cuando se remueven las capas de pseudo-intelectualismo, encontramos que la incomodidad es el núcleo de sus argumentos.
Para crecer como personas debemos aventurarnos a salir de nuestra zona de confort, a experimentar diferentes tipos de pensamiento. Para apreciarlos de verdad, debemos poseer la capacidad de superar nuestras emociones para criticar y argumentar en contra de los pensamientos dañinos de manera efectiva. Si la incomodidad por las minorías y las cuestiones que involucran sexo y género motivan el juicio de alguien sobre cuál es la respuesta a las preguntas cómo ¿qué es una mujer? O ¿qué es un hombre?, es seguro deducir que no les interesa buscar el conocimiento, sino que buscan la comodidad, sobre todo. La defensa de su comodidad por encima del bienestar y la libertad de los demás impide que las personas transfóbicas busquen responder a sus “preocupaciones” y velar por el bienestar de personas LGBTQ+ en buena fe.
Para resumir, el sexo y el género son más complicados de lo que pensábamos. Negar a las personas LGBTIQ+ su dignidad y autonomía corporal para vivir de manera auténtica perjudica su bienestar y contribuye a la propagación de una sociedad que busca la comodidad frente a todo y evitar cualquier conversación o tema que atente contra esta.
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva de su autor y no representan necesariamente el pensamiento de Unisabana Medios.