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Sistema carcelario, ¿un reflejo de la sociedad?

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Isaac Antonio Reyes Luna, estudiante de Comunicación Audiovisual y Multimedios

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Los sistemas carcelarios de rehabilitación demuestran mayor efectividad que aquellos estrictamente punitivos.

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Blu Radio

Los sistemas carcelarios de rehabilitación son aquellos en los que las condenas consisten principalmente en actividades dirigidas a la reeducación y reinserción social de los presos para que puedan volver a vivir en sociedad y cumplan la ley; mientras que aquellos estrictamente punitivos basan su plan de acción en ejercer represión y vigilancia sobre los reos, esto para que paguen una pena directamente proporcional al daño que cometieron. Siendo el sistema estrictamente punitivo el caso de Colombia, vale la pena cuestionarse: ¿someter a un ser humano a condiciones de vida inhumanas durante tiempos prolongados ha sido efectivo al momento de corregir comportamientos antisociales, delictivos o contrarios a la convivencia?


Primero, hay que tener en cuenta que los procesos de resocialización marcan un papel primordial en tanto a la reincidencia de crímenes, ya que, estudios internacionales consultados por el Departamento Nacional de Planeación (DNP) muestran que en promedio los programas de resocialización para el trabajo reducen la probabilidad de reincidencia hasta en un 66%. Dentro de los sistemas de rehabilitación se encuentra la reinserción como uno de los pilares del proceso, tal es el caso de Noruega, en donde se le brindan a los reclusos programas de formación y algunas actividades en sus tiempos de ocio, principalmente a través de programas culturales -entre estas actividades destacan la música, conferencias, cursos en actividades creativas y clases de cuidado del medio ambiente-; Are Hoidal, gerente del sistema penitenciario, expresó que desde el cambio de sistemas en 1990, la tasa de reincidencia se redujo en un 20% durante los siguientes 10 años y un 25% durante los siguientes 5.


Por otra parte, dentro de los sistemas carcelarios punitivos, los programas de resocialización no tienden a hacer parte del proceso penitenciario; tal es el caso de Colombia, donde, según cifras del Departamento Nacional de Planeación (DNP), la oferta de programas de reinserción laboral y social aún hoy es insuficiente por cuanto solo uno de cada dos personas privadas de la libertad puede acceder a un programa de resocialización, además que el 11% de la oferta de programas de trabajo es financiada por el Estado y solo el 2,5% de la población privada de la libertad está vinculada a un programa de trabajo generado por el sector privado. Sus consecuencias se evidencian principalmente en la tasa de reincidencia estudiada por Javier Caicedo Trujillo, quien publicó en 2014 el artículo Reincidencia Carcelaria en Colombia: Un Análisis de Duración, demostrando que la tasa actual ronda el 60% durante los primeros tres años tras la liberación.


Segundo, las condiciones de vida de los presos inciden en la efectividad del sistema penitenciario y en las probabilidades de reincidir. Las políticas actuales que se usan dentro del sistema carcelario colombiano desamparan al preso de sus derechos humanos, principalmente por el hacinamiento, ya que atenta contra su dignidad, estimula la corrupción y violencia. Un estudio realizado por Santiago Tobón, docente de la Universidad Eafit, reveló que hay una incidencia directa entre el hacinamiento en las cárceles y la reincidencia de las personas cuando salen de los centros penitenciarios, ya que favorece la creación de redes criminales. En el caso particular de Colombia, hallamos una tasa de hacinamiento del 20% en promedio a nivel nacional -siendo 4,4% la tasa de hacinamiento mínima encontrada en casos particulares y 45% la máxima-. Teniendo en cuenta esto, el desabastecimiento de recursos es consecuencia directa del hacinamiento, creando redes de tráfico interno y fomentando la violencia, en donde una parte importante de la regulación interior recae sobre grupos criminales que controlan patios y pasillos. Según cifras del Instituto Nacional Carcelario y Penitenciario (INPEC), el 53% de las extorsiones son efectuadas en las cárceles, donde hay redes de venta ilegal de alimentos, productos de higiene personal y aseo.


Desde otro punto de vista, Noruega cuenta con cárceles con capacidades de contención bajas, por ejemplo, en la cárcel de la isla de Bastoy tan solo se pueden almacenar 115 presos. Estos no viven en una celda, sino en cabañas compartidas con otros reclusos donde cada uno tiene una habitación propia. Allí ellos cuentan con sus necesidades básicas cubiertas; además de esto, en su mayoría se dedican a la agricultura en la zona y en sus tiempos libres tiene permitido practicar deportes. Dentro de la propia isla hay edificios como bibliotecas, tiendas y una iglesia, todos estos establecimientos son administrados por ellos mismos. El motivo por el que este modelo se ha implementado es para darle al preso una sensación de normalidad en la que su convivencia es supervisada por la policía y de esta manera se logra que tras vivir en una pequeña simulación de la sociedad Noruega, puedan adaptarse a normas sociales vigentes y conductas propuestas bajo el marco de la ley.


Además de lo anterior, la conexión con el mundo exterior juega un papel importante en la disminución en las tasas de reincidencia de crímenes. Es necesario tener a los reos en contacto con el mundo exterior, ya que si se encuentran en un caso de aislamiento total, al volver al entorno social encuentran dificultades en su proceso de reintegración al crear un resentimiento social y desconocen de las actualizaciones hechas a las normas sociales. Herbert Windmiller, director del departamento de Penitenciaría del Ministerio de Justicia de Alemania, afirmó: “Veo un gran problema. Si un preso ha pasado mucho tiempo en la cárcel, cuando sale se encuentra con una sociedad en la que casi no puede moverse con soltura”. Esta idea es respaldada por el hecho de que la mayoría de las personas detenidas será, en algún momento, puesta en libertad y se reinsertará en la comunidad. Si los lazos entre estas personas y sus familias se mantienen a lo largo su estancia en prisión, las posibilidades de reintegración en la sociedad aumentarán considerablemente, al contar con una red de apoyo. Mantenerse en contacto con el mundo exterior a través de la televisión, radio, periódicos y revistas también es de gran importancia para la salud mental de las personas detenidas, y contribuye a su capacidad para integrarse con éxito en la sociedad al obtener su libertad. En el caso colombiano, encontramos la incongruencia de tener a los presos en situaciones de aislamiento y tener la expectativa de que salgan y se reintegren en normas sociales que no conocen, ni han practicado durante su tiempo de condena. Un ejemplo de la eficiencia del contacto con el mundo exterior es cómo en Noruega los presos cuentan con la posibilidad de pasar 72 horas fuera de la prisión cada cierto tiempo para visitar a sus familiares y son obligados a conseguir algún trabajo 18 meses previos a su liberación, estas dos medidas son cruciales para la reinserción, ya que al momento de salir habrán tenido el contacto suficiente para crear una red de apoyo que los soporte en el inicio de una nueva vida.


Sin embargo, existe el caso de Singapur, que contando con un sistema punitivo y vengativo, ha sido catalogado como el 11vo más seguro dentro del ranking mundial. Esto debido a unas políticas de terror que permiten torturar a los presos en público y estos llevan un trato inhumano dentro de la cárcel. Además que las tasas de reincidencia se han reducido por la aplicación de la pena de muerte, impidiendo que quienes vayan presos por delitos mayores tengan la oportunidad de reincidir.


En resumen, las oportunidades de resocialización, condiciones de vida y reinserción son cruciales para que el sistema penitenciario tenga la oportunidad de reintegrar efectivamente ciudadanos, reduciendo la violencia, tasas de criminalidad y las posibilidades de reincidir; tal y como expresa Fredrik -un reo de la prisión Noruega de Halden-, “Si no tienes buenas oportunidades y estás encerrado en una jaula, es imposible que te conviertas en un buen ciudadano”. Dentro de las sociedades con sistemas carcelarios punitivos, se ha desarrollado una mentalidad en que el reo, por el hecho de haber cometido una infracción a la ley, se encuentra despojado de todos sus derechos y una oportunidad de redimirse, resultando en un sistema que ha creado jaulas en condiciones infrahumanas y cuenta con la constante de no ser un modelo reformista, sino destructivo para la reinserción de presos, afectando a la sociedad en general al caer en un espiral cíclico de violencia.

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