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Sopó: en camino hacia la conciencia de la salud mental

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Laura Angélica Lenis Llano, Alejandra Vásquez Valencia, María Camila Poveda Trujillo, Juan Mateo Quintero González, Emanuel Arango de Antonio y Brian Niño Reyes.

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Puede parecer extraño que en Sabana Centro se presenten complicaciones de salud mental entre la población. Sin embargo, al igual que en el resto del departamento y el país, este tema debe atenderse todos los días.

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Foto:
Danielo Rodríguez vía Wikimedia Commons

Según el Ministerio de Salud, en Colombia, la depresión es la segunda causa de carga de enfermedad y genera alguna ideación suicida en el 6.6 % de los adolescentes.


La vulnerabilidad económica, la inestabilidad laboral, las múltiples violencias y, en general, las carencias, afectan la salud mental. Por ello, el gobierno nacional, de la mano del Ministerio de Salud, ha propuesto implementar escenarios de conversación y construcción de acuerdos de orden institucional y territorial para atender este flagelo. ¿Se han cumplido las políticas? ¿Se ayudan a los jóvenes en territorio? ¿O estos tienen que ‘jalarse las greñas’ cuando están mal porque no les brindan apoyo?


El equipo de Unisabana Medios estudió el caso de Sopó, municipio de la provincia de Sabana Centro, Cundinamarca. De aquel no hay cifras nacionales ni municipales actualizadas que evidencien cómo se maneja la salud mental. Esto constituye una barrera para informarse sobre el tema y reconocer la magnitud de la situación, aunque hay estrategias que intentan mejorar el bienestar de la comunidad.


La pandemia ayudó a disminuir los estigmas


Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo, los problemas de salud mental, como ansiedad y depresión, han aumentado un 25 % tras la pandemia del COVID-19, esto debido al aislamiento, la incertidumbre económica y los cambios en la rutina diaria. Sopó no es la excepción.

Es un municipio relativamente pequeño, según el último censo poblacional del DANE en 2018, es el sexto más grande de Sabana Centro. Ahí el estigma y los tabúes alrededor de la salud mental siguen presentes en la población. No obstante, debido a la pandemia que confinó a casi todo el mundo en 2020, los soposeños, siguiendo, de cierto modo, la tendencia global, se han atrevido a buscar asistencia médica y a reconocer que la salud mental merece atención especializada.


Hay muchos pensamientos con los que aún se lucha. Juan Carlos Jaramillo, especialista en Salud mental, menciona el más común: “Uno de ellos es que las personas que consultan por salud mental son débiles, son incapaces, hasta fracasadas porque se espera que la gente sea capaz de atender sus problemas de salud mental de manera solitaria. Esto es, en parte, porque se asume que estos problemas no pueden ser comparables con un problema físico”.


“Si uno se fractura una pierna, pues no lo atiende solo; uno va donde un médico, pero cuando se habla de salud mental se asume que esto sí implica cierta debilidad y eso es un mito muy extendido que tenemos que seguir atacando. Recibir el acompañamiento de una persona experta en salud mental está bien, así como lo hacemos cuando vamos donde un médico general. Esto no nos hace menos ni nos hace incapaces", agrega.


¿Cómo funciona el sistema de salud en el E.S.E de Sopó?


Los municipios suelen tener como institución médica principal las Empresas Sociales del Estado o E.S.E que, usualmente, son centros médicos de primer nivel. Según el Ministerio de Salud, los centros médicos se clasifican así:


· Nivel I: Médico general y/o personal auxiliar y/o paramédico y/o de otros profesionales de la salud no especializados.


· Nivel II: Médico general y/o profesional paramédico con interconsulta, remisión y/o asesoría de personal o recursos especializados.


· Niveles III y IV: Médico especialista con la participación del médico general y/o profesional paramédico.


Debido a una latente necesidad de la población de ser atendida por un equipo experto en salud mental, Sopó incluyó una ruta de atención, un sistema de urgencias psiquiátricas y un grupo de cuatro profesionales en el área para el E.S.E Hospital Divino Salvador de Sopó (de primer nivel): Carolina Bernal, trabajadora social; Sandi Naranjo, psicóloga clínica; Luisa Birchenall, en el área de humanización y Mónica Castro, psiquiatra, quien hace parte de la ruta de atención desde abril de este año.


El Centro médico de Sopó maneja tres líneas para la atención de la salud mental: consulta externa, hospitalización y urgencias.


Mónica Castro atiende las remisiones y casos que le lleguen junto a Sandi Naranjo, quien lleva cuatro años en la institución. Por otro lado, Luisa Birchenall y Carolina Bernal se encargan de la promoción de eventos, como musicoterapia para los pacientes hospitalizados, actividades de bienestar para los funcionarios y talleres para la comunidad.


En abril, cuando empezó a brindarse atención psiquiátrica para los pacientes, asistían más o menos 10 personas al mes. Ahora, el área de psiquiatría atiende al menos 20 personas y esta cifra puede extenderse a los 40 pacientes, quienes en su mayoría son atendidos por urgencias.


Una de las estrategias que ha facilitado la atención en el municipio es la ruta de acción en salud mental, con cuatro variables para: conductas suicidas, violencia intrafamiliar, maltrato infantil y consumo de sustancias psicoactivas. Al tener más información, las personas identifican ciertas alertas, solicitan el servicio médico y contribuyen a que en el E.S.E de Sopó se realice un tamizaje de enfermedad mental en la población.


Mónica Castro menciona que en Sopó la mayoría de las consultas psiquiátricas terminan en un diagnóstico de depresión. Allí está más presente en las mujeres que en los hombres; el segundo diagnóstico suele ser ansiedad y el tercero, síntomas derivados del consumo de sustancias psicoactivas, en el que suelen ser diagnosticados más hombres que mujeres.


Cabe resaltar que la información brindada parte de la experiencia de Mónica Castro en atención a los pacientes que requieren una valoración psiquiátrica, mas no son los datos oficiales de la Secretaría de Salud de Sopó.


El ‘efecto dominó’ en la atención psiquiátrica de Sopó


Aunque, al revisar las escasas cifras nacionales, noticias e informes acerca de Sopó, se cree que es un municipio tranquilo en el que no se presentan problemas de salud mental en la población. Solo fue cuestión de tiempo y de la creación de un sistema de ayuda para descubrir lo que podría ser un problema silencioso.


“Desde que existe la posibilidad de que haya un psiquiatra casi que, como efecto dominó, empiezan a surgir cada vez más necesidades. Hay veces que cuando está la disponibilidad de un servicio se desbloquean, no solamente conocimientos, sino también que se abre la necesidad de decir: bueno, esto es importante, tratémoslo”, menciona Castro y aclara que no necesariamente ha aumentado el problema, sino que, al hablar de él, más personas que ocultaban estas dificultades tienen la opción de acceder al tratamiento adecuado.


Aunque ahora es un tema más aceptado y se normaliza hablar de ello, el hecho de que se gestione mediante una entidad estatal presenta ciertas barreras. En muchos casos, es necesario acudir a una cita de médico general, luego a una consulta psicológica (que puede durar 20 minutos solamente) y, dependiendo del paciente, a una consulta psiquiátrica. Este proceso requiere, en ocasiones, meses de espera y aún sigue siendo tratado como un problema autogestionable.


“Creo que (la psiquiatría) es la única especialidad con la que pasa eso, con otras no. Si te duele el diente vas al odontólogo, si se daña la tubería en tu casa llamas el plomero, si te duele el estómago vas a urgencias y probablemente te ve el cirujano, pero si tienes depresión, tienes ideas de muerte o quieres acabar con tu vida primero tomas agüitas aromáticas, gotas naturistas, lo que diga el vecino, lo que diga el doctor Google... y por allá, mucho tiempo después, se acude a psiquiatría. Es raro, ¿no? Debería ser directo”, reflexiona Castro.


La psicología privada en Sopó


No todos los habitantes recurren al servicio psicológico o psiquiátrico brindado por su EPS. Algunas personas tienen la posibilidad de acceder a un profesional particular o, debido a la negligencia estatal en cuanto a tiempos y recursos, deben hacerlo.


Laura Palomino es psicoterapeuta enfocada en terapia de tercera generación, que abarca la terapia dialéctico-conductual o la metacognitiva; esta implica la aceptación de las circunstancias y la creencia de que no se tiene un trastorno, sino que se está pasando por una situación problemática que puede superarse con el planteamiento de ciertos objetivos.


Ella menciona que, entre los principales motivos de consulta, siempre está presente la relación con el otro o con un factor externo como elemento problemático a tratar en la terapia. Por ejemplo: algún problema con un familiar o amigo que desencadena complicaciones emocionales, una situación difícil en la universidad o un momento de incertidumbre ante el futuro.


Cuando se paga para recibir un servicio médico no existe el problema de los tiempos de espera, la infraestructura inadecuada o los cambios de profesionales (situaciones que sí están presentes en los centros médicos estatales), pero hay otro factor: la falta de continuidad. La psicoterapeuta afirma que muchas veces los pacientes vienen sintiéndose mal tanto tiempo que, al primer signo de mejoría, creen que su dilema ya se solucionó y deciden no volver a la terapia. Esto es riesgoso porque primero, se pierde el progreso realizado y segundo, el paciente ‘juega’ con su estado clínico, pues realmente no sabe cómo se encuentra y cuánto más debe trabajar para dar cierre a la situación que le afectaba.


Los pacientes tratados por Laura Palomino son informados sobre la duración promedio de un tratamiento, que es de seis meses y sobre el consentimiento informado, documento que deben firmar si desean retirarse de las sesiones de terapia. Además, sobre la importancia de contar con la opinión de otros profesionales en el área de la salud mental, pues todos pueden tener fallas o no conocer algo en específico.


Acciones e iniciativas de mejora en la comunidad soposeña


El municipio ha brindado capacitaciones, información y rutas de atención sobre salud mental. Por ejemplo, en 2021, la Alcaldía municipal de Sopó y la Secretaría de Educación realizaron un curso de acciones de prevención en salud mental con el SENA. En este participaron 30 personas durante 40 horas virtuales.


También, el 1 de septiembre de 2021, se compartió a través de la red social Facebook la ruta de acciónpara el tratamiento de la salud mental en el municipio. Por último, el pasado 10 de octubre, en el marco del día Mundial de la Salud Mental, se realizó un conversatorio de entrada libre en la casa de la cultura con la psiquiatra del E.S.E., Mónica Castro; Mario Posada, cirujano y Juan Ospina, psicólogo. El evento se enfocó en tres líneas principales: la atención al paciente, los primeros auxilios psicológicos y la desmitificación de la psiquiatría.


En el municipio, las políticas están vigentes, la ruta de atención se ha compartido entre los soposeños y el Hospital Divino Salvador de Sopó atiende a los pacientes que lo requieren, pero debe trabajarse mucho más.


Solo hasta este año se incluyó una consulta psiquiátrica y se ha visto que más personas asisten. Esto significa que puede haber mucha más población que requiere ayuda. Además, deben destinarse recursos para la creación de un ala de hospitalización psiquiátrica donde no haya riesgo de fuga, ni acceso a elementos potencialmente autolesivos. Y, por supuesto, más personal especializado en el área porque, aunque hay cuatro profesionales, es un equipo que no alcanza a cubrir del todo las necesidades del municipio.


Los síntomas de alerta y cómo ayudar a otros


Los profesionales del área de la salud recalcan que una persona no debe autodiagnosticarse en ninguna circunstancia, ni en temas de salud mental ni física. Conocer algunos síntomas o señales de alerta implican prestar atención a sí mismo o a los demás, pero nunca afirmar que se padece de alguna enfermedad.


Laura Palomino explica que se debe prestar atención a ciertas ‘señales’ que manifiesta una persona cuando no está atravesando un buen momento emocional o mental: cuando alguien deja de dormir o empieza a dormir mucho, cuando cambia sus hábitos alimenticios, cuando ya no realiza actividades que antes disfrutaba hacer, cuando suele ser activa socialmente y de la nada se aparta de las personas con las que se relaciona, cuando desarrolla hábitos poco sanos que antes no tenía o cuando menciona constantemente ideas de muerte.


Si se identifica uno de estos síntomas, es importante acudir a un profesional en el tema, bien sea una línea de atención distrital, un profesional de la salud mental en la institución educativa a la que se asiste o, en su defecto, un familiar con quien se tenga confianza y pueda remitir a un centro médico.


La salud mental, por ser un área tan estigmatizada, vista como un problema que puede resolver cada uno por su cuenta, necesita seguir trabajando en las políticas estatales, la asignación de presupuestos y la participación ciudadana y profesional en Sopó y en todo el país. El trabajo hecho hasta ahora es bueno, pero se requiere aún más.


“Prevenir siempre va a ser mucho más económico no solo en dinero, sino en todo lo que implica”, concluye Mónica Castro.

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