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Sumergidos en desechos 

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Natalia Sáenz Kure, Comunicación Social y Periodismo

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El problema aquí no es que el Alcalde no sepa cómo manejar las basuras, sino en que los ciudadanos no sabemos valorar el espacio en el que vivimos. 

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Sumergidos en desechos 
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Foto: Natalia Sáenz Kure

Para nadie es un secreto que las calles de Colombia están inundadas de suciedad y desechos. Según la Organización Mundial de la Salud, Bogotá es la más contaminada del país. Pero cómo no va a serlo si es la que peor maneja sus basuras.


Solo en la capital se generan 6.300 toneladas de desechos al día y solo el 15% se recicla. El problema aquí no es que el Alcalde no sepa cómo manejar las basuras y mantener la ciudad organizada y limpia. El problema está en que los ciudadanos no sabemos valorar el espacio en el que vivimos. Nos quejamos que las calles están llenas de basura, de que huelen mal, de que estén contaminadas. Pero, en vez de quejarnos deberíamos empezar por educarnos y aprender a cuidar y valorar nuestro hogar, el lugar donde creamos vínculos sociales, compartimos y nos formamos como personas.


En Bogotá hay iniciativas que buscan mitigar esta problemática, como el Día del Espacio Público, que se celebra junto con el cumpleaños de Bogotá, cada año, en el mes de agosto. A simple vista, una jornada de limpieza parece ser una iniciativa adecuada para invitar a los ciudadanos a interesarse y regalarle a su ciudad una “transformación” positiva y “embellecerla”. Pero como todo, aquello que fácil llega, fácil se va. Dedicarle unas cuantas horas a barrer, recoger basuras, limpiar paredes y fachadas no va a hacer que Bogotá se transforme verdaderamente en una ciudad más limpia y agradable de transitar. Esto solo demuestra la falta de compromiso e interés que tenemos con nuestro hogar. Antes, era muy mal visto dejar la basura tirada en la calle, pero ahora el amor y el respeto por nuestra ciudad han ido en declive y se ha vuelto algo normal ver nuestras calles “adornadas” con basura.


Es por esto que para acabar con esta problemática hay que empezar por fomentar la cultura ciudadana, especialmente en las escuelas y hogares de los que tienen en sus manos el futuro del país. Como dijo alguna vez Antanas Mockus: “No hay mejor manera de formar cultura ciudadana que con el ejemplo”. No podemos dejar que la basura nos llegue hasta el cuello para tomar la decisión de recogerla. Si empezamos a generar consciencia y sentido de pertenencia por el espacio en que vivimos, no existiría la necesidad de destinar un día especial para hacer una jornada de limpieza. Una pequeña acción puede generar grandes cambios.

Un claro ejemplo para tener un espacio libre de basura puede empezar por formar seres humanos conscientes y responsables por el buen estado del lugar nos lo dan los habitantes de Japón, el país que se ha convertido en un símbolo de civismo para el resto del mundo en cuanto al nivel de consciencia ciudadana y el cuidado del espacio público.


Para la cultura japonesa aprender a recoger y reciclar la basura es fundamental. Desde temprano, se les enseña a los niños a cuidar y mantener aseado cada espacio público que utilicen, como una señal de respeto y gratitud. No hay necesidad de impartir multas ni castigos para evitar que la gente bote basura a las calles, al contrario, hay que generar sentido de pertenencia para que cuidar nuestro hogar, y que sea un gusto y no una obligación vivir en armonía con el entorno.


Sin cultura ciudadana, construir una ciudad más culta, respetuosa y evolucionada se convertirá en una tarea difícil de lograr. Si no cambiamos nuestra mentalidad desinteresada y egoísta no vamos a conseguir un cambio. Así como lo mencionó Diego Molano, Concejal del Centro Democrático, “si una ciudad quiere ser sostenible en su democracia, si quiere ser sostenible en sus instituciones requiere conciencia ciudadana”.

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