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Una 'grande' de la moda

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Natalia Sáenz Kure, Comunicación Social y Periodismo

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La periodista y modelo de talla grande, Pamela Díaz, habla de su dura trayectoria y sobre la importancia de romper con los estándares de belleza. 

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Se describe a sí misma como una mujer Curvy, de las que tiene un cuerpo voluminoso pero curvilíneo. Es de baja estatura, contextura gruesa, tiene cabello rubio y lacio, ojos color avellana y una sonrisa extraordinaria que contagia alegría a quienes la ven. Usa poco maquillaje, pero su labial color rosa es suficiente para verse femenina, dulce y juvenil. Su forma de vestir refleja su personalidad sencilla y acogedora. Usa tenis blancos, chaqueta y jeans de color negro, y un collar dorado que le da un toque de elegancia.


El periodismo siempre le ha apasionado. “Ha estado en mi sangre toda la vida. Desde niña yo jugaba con mi hermana a que teníamos una emisora, nos grabábamos, poníamos música, me gustaba entrevistarla”, añade. Realizó sus estudios como comunicadora social y periodista en la Universidad de La Sabana y, a sus 31 años ha alcanzado muchas de sus metas. Una de ellas fue ejercer su profesión como periodista por tres años en la Casa Editorial El Tiempo, adonde renunció porque sentía que no estaba aportando nada a quienes la leían. “Cuando llegué sentí que lo logré, pero me di cuenta de que la gente solo me felicitaba por trabajar en un medio reconocido y no por lo que estaba haciendo. Yo no sentía que estaba cambiando vidas, no sentía que realmente estuviera haciendo lo que quería cuando empecé a estudiar periodismo”, comenta.


Actualmente trabaja en el área de promoción y divulgación de los supérate intercolegiados en Coldeportes, un programa que busca generar oportunidades de formación a través del deporte.


En lo personal, lo que más la enorgullece es haberse convertido en la mujer que nunca creyó que sería. Ser referencia para tantas mujeres que sienten que no encajan dentro de la sociedad es algo de lo que se siente muy satisfecha. “Pame ha sido un ejemplo para otras mujeres. Ella hace que muchas quieran ser como ella porque siempre ha amado su cuerpo. Su carisma, su sonrisa, siempre habla con la verdad. Eso es algo que se contagia”, sostiene su madre, Alba Ruth Peña.


Su carrera como modelo “Curvy” o “Plus size” comenzó hace 4 años, cuando contaba 27 noviembres en su haber. Cuando entrevistó a Alejandra Orozco, la modelo Plus Size más destacada de Colombia, esta le ofreció su ayuda para entrar al mundo del modelaje y a los pocos meses lo logró. “La primera vez que vi una foto mía como modelo me sentí muy feliz, segura, empoderada y bella. Muchas personas cercanas a mí me admiraban por la forma en que lograba reflejar tanta seguridad y autenticidad”, comenta Pamela con gran entusiasmo.


Una ardua travesía hacia el modelaje

Pamela siempre fue objeto de crítica por su apariencia física, pero hoy se ha convertido en una mujer segura y auténtica a la que no le importan los comentarios de los demás. Es imposible no contagiarse de su alegría y espontaneidad. Aunque nunca nos habíamos visto en persona, se acerca a mí como si nos conociéramos de toda la vida. Me recibe con su brillante sonrisa y un cálido abrazo. Responde a cada pregunta con entusiasmo y no analiza mucho lo que va a decir. Lo que piensa lo dice, sin filtro y sin rodeos.

Nunca se imaginó que ser modelo fuera posible para ella, pues, aun en la actualidad, el ideal de una mujer bella es ser delgada y esbelta. Solía mirarse al espejo y sentirse desagradable. Probó muchas dietas rigurosas, que nunca funcionaron y llegó a pensar que la única solución era la cirugía estética. Su madre es una de las personas que más la hizo reflexionar para cambiar su estilo de vida. “Con la edad que tiene ella, aún no acepta quién es, no acepta su cuerpo. Sigue obsesionada con verse como las modelos de cuerpos perfectos y eso me impulsó a seguir con esto. Los números nos han atormentado por mucho tiempo”, afirma Pamela.


El reflejo de no aceptación de su madre, Alba Ruth, no fue fácil de cambiar. De hecho, se convirtió en la mayor admiradora de Pamela y dice que no hay persona de la que se sienta más orgullosa y que ha aprendido mucho de ella. “Es un ser de luz. Yo siempre le digo que ella brilla con luz propia. No necesita de nada más, solo con su carisma ella ilumina. Gracias a ella y a ese amor que se tiene, estoy aprendiendo a aceptarme tal como soy”, agrega.


Recuerda que el rechazo de algunos de sus familiares hacia su cuerpo robusto fue una de las situaciones más difíciles de afrontar. “En la familia, en especial por parte de papá, todos son delgados. Me criticaban mucho, miraban qué tanta comida tenía en el plato, cuántas veces comía. Hacían comentarios desagradables. Era muy incómodo cuando íbamos de viaje o había visita”, explica.


Cuerpo sano, mente sana

A pesar de ser de contextura gruesa, es probablemente mucho más activa y saludable que muchas personas con cuerpos delgados. “Me encanta hacer deporte, voy al gimnasio todos los días. Los fines de semana juego fútbol en el equipo de Coldeportes y, de vez en cuando, descanso los domingos”, comenta. Además, otros de sus pasatiempos preferidos son la lectura, la moda, la gastronomía y salir a comprar zapatos con su hermana. Le encanta salir a comer con su esposo, conocer restaurantes nuevos y trata de no ir más de una vez al mismo lugar.


Encontrar el amor propio y convertirse en una mujer segura de sí misma no son los únicos motivos que la llevaron a ser una modelo poco convencional, sino que también se convirtió en una fuente de inspiración y de apoyo para otras mujeres como ella que no cumplen con los prototipos y ha demostrado que no es posible medir el atractivo de una persona con números. Para ella, no es necesario verse delgada para estar sana. “No es un tema de hacerle oda a la obesidad ni mucho menos, sino de cuidar nuestra salud. Si tú tienes unos hábitos saludables de vida no tienes que ser la flaca que muestran en las revistas”, añade.


Además, les sugiere a las mujeres: “no intenten parecerse a nadie, tienen que buscar en su interior quienes son y reflejarlo con autenticidad y confianza. Sean genuinas y sonrían siempre. Una sonrisa y una buena actitud son los mejores accesorios que uno puede tener en la vida”.


Sin embargo, para llegar a ello, considera necesario “entender que todos somos diferentes. Los medios de comunicación tienen que ayudar mucho. Es un tema de cambio cultural, de informarse, de evolucionar. Se necesita de un proceso largo para dejar a un lado la crítica, lo banal, es mirar más allá y no juzgar”, señala.

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