Lo que ocurre dentro de un shut de basura
Nathalia Cardozo Castañeda
Incendios y explosiones por acumulación de gases. Una peligrosa problemática que se puede prevenir, pero que nunca se toma en cuenta.
Nathalia Cardozo Castañeda
Era un sábado normal, me asearon a las 12 del día y estaba listo para seguir trabajando.
Luego de casi 12 horas continuas de labor me sentí mal, muy lleno, pero sobre todo estancado y pesado; comencé a percibir un ardor dentro de mí, como una bolita de fuego que subía cada vez más. De repente, una fuerte explosión me hizo retumbar. A partir de ese momento, reinó el caos…
Torres de Santa Lucía, Usaquén, Bogotá, 2009
Era recién una ilusión comenzar a funcionar, pero poco a poco se acercaba el día en el que comenzaría mi labor. Mi vecino, el shut de la torre 1 ya estaba terminado y juntos
esperábamos que los residentes llegaran a habitar nuestro edificio. Durante la construcción, desde mis ojos, todo marchaba perfecto, pues estábamos siendo manipulados por profesionales que se aseguraban del cumplimiento de todas las normas. O eso pensaba...
Jeison Linares (bombero de la estación B1 en Chapinero, Bogotá): “Nosotros nos adaptamos a la Normativa Sismorresistente del 2010 en los títulos J y K, donde se pide que las estructuras tengan sistemas contra incendios, que tengan sistemas de alarma, que tengan unos espacios específicos para salidas de emergencias y una señalización”.
Esta Norma de Sismo Resistencia (NSR) y la Norma Técnica Colombiana (NTC) son las que se usan para la construcción de nuestros espacios. La regulan los interventores que nos visitan cada día, ellos nos revisan, miran nuestro material, nuestra ubicación y corrigen en caso de que exista algún error. Cuando venían de visita siempre decían que todo iba bien, pero mi lugar en la construcción no me agradó mucho, pues me sentía aislado. Estaba junto a las
escaleras de emergencia, por donde nunca iban a pasar residentes; si no era para llenar mi boca con basura y más basura, o, en caso extremo, para evacuar en caso de emergencia.
Desde el 3 de Marzo de 1982 se estableció en la NTC que “Las cajas de ascensores, ductos de basuras y ductos de instalaciones deberán estar totalmente separados de las escaleras de incendio”. Norma que se pasó por alto.
A medida que nos fueron construyendo, y terminando a mis vecinos de la torre 3, 4 y 5 se expidió una nueva normativa de la NSR, pero nunca nos modificaron o inhabilitaron. Al
contrario, continuamos desempeñando nuestro trabajo de manera normal. De hecho, algunos de mis colegas de otros edificios en Bogotá fueron también aislados y ubicados al lado de las salidas de emergencia.
Andrés Jiménez (contratista y subdirector de gestión de riesgo Bomberos Bogotá, líder en inspección): “Realmente en las inspecciones técnicas de seguridad humana y sistemas de protección contra incendios que hace el Cuerpo Oficial de Bomberos de Bogotá, cuando se hace la verificación de estos ductos se evidencia que algunos no
cumplen con las condiciones requeridas, para lo cual en los respectivos informes técnicos se informa y se realizan las recomendaciones pertinentes”.
De acuerdo con la nueva normativa NSR 2010, “en ningún caso los ductos para descarga de basuras pueden estar ubicados al interior de una escalera que sea parte de un medio de
evacuación”. Esta norma también se pasó por alto después de la construcción, la responsabilidad recae sobre la administración del conjunto, ellos deben estar actualizando los ítems que estipula la norma. Al ya estar construido se debe buscar la manera de hacer cumplir la nueva versión de la normativa, inhabilitando todo aquello que incumpla los requisitos.
Me fui dando cuenta con los años que algunos colegas que vivían en Bogotá tenían los mismos problemas, y que estos desencadenaron unos peores como incendios o explosiones. Pero, como nunca tuve ninguna de estas situaciones mayores, parecían casi inexistentes, mi única preocupación era que si no podía confiar en quienes me construyeron o en quienes me administraban, ¿en quién podría hacerlo?...
Torres de Santa Lucía, Usaquén, Bogotá, 16 de Julio de 2017, 12:00 am
Yamile Carvajal (administradora del conjunto Torres de Santa Lucía): “Los ductos [...] quedaban totalmente organizados hasta el sábado al mediodía que se iba el personal”.
Me sentía limpio, fresco y listo para enfrentarme a toda aquella basura que los residentes me daban a probar los días sábado. Productos orgánicos, de aseo y demás elementos que van llegando poco a poco a mi depósito. Pero, a medida que pasaban las horas alguien hizo algo que no me cayó bien: meter una caja más grande que mi ducto. El problema real no es que se llene el depósito de basura, pues el personal de aseo siempre está pendiente para despejar el área, sino que las personas meten cosas que no caben por mi pequeño ducto, de apenas 60
centímetros por 40 centímetros.
Los residentes realmente no me cuidan, no les importo, no hay responsabilidad colectiva. Y esto no solo me pasa a mí, a mis colegas también les llenan el ducto de basura sin conciencia alguna.
Alexandra Ramírez, (química): “Infortunadamente nosotros somos muy cómodos y pues obvio, yo prefiero botar la bolsa [por el shut de basura] a bajarla por el ascensor”
Se estanca la basura desde el séptimo piso y se comienza a acumular hasta el noveno piso.
De repente, una chispa genera un enorme incendio. ¿Cuál fue la fuente de la chispa?, ¿acaso fue un elemento metálico haciendo fricción con el material del shut?, o ¿fue una chispa provocada como un cigarrillo en el ducto?; se desconoce.
… Luego de casi 12 horas continuas de labor, me sentí mal, muy lleno, pero sobre todo
estancado y pesado; comencé a percibir un ardor dentro de mí, como una bolita de fuego que subía cada vez más …
Torres de Santa Lucía, Usaquén, Bogotá, 16 de Julio de 2017, 1:00 am
Los celadores intentaron controlar este malestar que tenía, pero se tardaron bastante en llegar.
Era muy difícil identificar la magnitud de lo que estaba pasando, pues soy tan estrecho y estoy tan aislado, que a duras penas saben quién soy.
El edificio tampoco tenía detector de humo, así que ninguno de los 66 apartamentos de la torre, a excepción de la familia de Enna y Sara Díaz, se percataron del incendio.
Sara Díaz, (antigua residente del conjunto Torres de Santa Lucía): “Mi hermana y yo veníamos del municipio de Cota, nosotras subimos a las 12:40, casi era la madrugada, subimos por el ascensor. No olía a nada, no había nada, mi hermana quería un vaso de agua, ella nunca tomaba agua y justo quería un vaso de agua de la cocina; fue a la
cocina y ahí fue cuando se dio cuenta del incendio, ella fue corriendo porque ya nosotros nos estábamos metiendo al cuarto. Yo estaba acostada, chateando, mi hermana abrió el cuarto de mis papás y el mío, y nos dijo, ¡incendio, salgan, salgan!, yo desconecté el celular y salí descalza.”
Me sentía muy mal. El fuego quemaba mis paredes y subía cada vez más por el ducto, no podía hacer nada, pues estaba totalmente tapado por basura; basura que produce un
combustible que incrementa el fuego con velocidad. Intenté contenerme y no alarmar a los demás residentes, no quería que tuvieran una mala noche, pero se salió de mis manos, no podía hacer más que aguantar mis quemaduras.
En el shut de basuras, debido a la descomposición de material orgánico hay acumulación de un gas llamado metano.
Alexandra Ramírez, (química): “El metano es altamente inflamable, es de los gases más inflamables a nivel orgánico que conocemos, ese gas metano es el mismo gas que se utiliza en la cocina, en la estufa. Quizá botaron, por ejemplo, frascos de solventes orgánicos altamente inflamables como el thinner, como el varsol [que es mucho peor].
O sea, realmente es muy muy inflamable y aumenta la llama, ahí están todos los combustibles disponibles en el ducto”.
Aunque intenté a toda costa retener mi llama, el humo subía y subía hasta que se pasó al ducto del frente, donde se encontraban los ascensores. El fuego que produje era tan fuerte que invadió la salida de emergencia, entonces cualquiera que se atreviera a evacuar, no lo podía hacer.
Sara Díaz (antigua residente del conjunto Torres de Santa Lucía): “Nuestra primera opción fue abrir la puerta [ de las escaleras de emergencia], para salir pero vimos la llama, nos miramos y fue como, no. [...] No teníamos otra opción que no fuera el
ascensor, como instinto de supervivencia”.
El ascensor es el último recurso que se toma para evacuar, pero en este caso era el único posible. Aunque el uso del ascensor salvó la vida de aquella familia, pues lograron salir del edificio, generó lo que después dejaría sin hogar a casi 200 personas.
Enna Díaz, (antigua residente del conjunto Torres de Santa Lucía): “Ya nosotros nos sentíamos a salvo, pero yo fui la de la idea de devolvernos y decir como, volvamos por los niños. Nuestra familia siempre es muy amorosa, muy de no ser egoísta, sino de ayudar a los demás”.
Sara Díaz (antigua residente del conjunto Torres de Santa Lucía): “Nosotros no lo vimos riesgoso porque en el primer piso no había fuego, no había humo, no había
absolutamente nada. Cuando entramos, quedaban dos apartamentos al fondo, yo me fui al apartamento de la izquierda y mi hermana se quedó en la mitad del ascensor.
[...] Yo timbré y creo que me desmayé, explotaron los ascensores, yo no me acuerdo en qué momento me caí, solamente me acuerdo cuando mi mamá me cogió de la
camiseta para levantarme”.
En ese momento explotó el ducto de los ascensores.
Yamile Carvajal (administradora del conjunto Torres de Santa Lucía):
“El humo se metió por el foso del ascensor, es un lugar cerrado y al recibir oxígeno, cuando abrieron las puertas, [para evacuar], se produjo la explosión”.
...Aquella fuerte explosión me hizo retumbar. A partir de ese momento, reinó el caos. Los residentes metieron una manguera por mi ducto, y por fin se acabaron las llamas.
Empezaron a evacuar por las escaleras de emergencia, pero ahora, además de humo, había escombros, el edificio estaba destruido; mi edificio estaba destruido.
El cuerpo de bomberos acudió al lugar en poco tiempo. El panorama no era favorable.
Ambos ascensores explotaron y generaron una onda que rompió todos los vidrios del edificio.
Los primeros en llegar, para atenderme y para atender a todos los afectados, fue la estación de bomberos B13 (Caobos Salazar). Después de un tiempo, los pasillos por los que nunca pasó casi nadie por más de 7 años, se convirtieron en una zona de desfile, donde atravesaban
funcionarios de Bomberos Bogotá, de Defensa Civil, del IDIGER, de la Cruz Roja, de la Policía Nacional, entre otros; 66 familias intentando evacuar a quienes por la onda explosiva habían quedado atrapados en sus apartamentos.
El despliegue de entidades de emergencia fue muy grande. De las 17 estaciones de Bomberos Bogotá más de la mitad estaban atendiendo aquella explosión.
Afortunadamente, el accidente que ocasioné, o que se ocasionó en mí, no dejó víctimas mortales, como sí ha sucedido con otros de mis colegas, por ejemplo, el edificio Colors en Envigado, donde por la misma razón, el incendio se extendió a todos los pisos, causando
heridas a 31 personas, de las cuales una pareja de esposos presentaron quemaduras del 100 y 90 por ciento en su cuerpo, y luego fallecieron. Y aunque aquí, en Torres de Santa Lucía no se cobró ninguna vida, sí quedaron pérdidas materiales. Mi edificio quedó inhabitable. Mi hogar se destruyó…
Las pérdidas rondaron los 2.500 millones de pesos con la interventoría y los estudios técnicos. Las familias tuvieron que dormir por varias noches en el salón comunal del conjunto, pues no tenían dónde más pasar las noches. Muchos objetos personales se declararon como pérdida total, pues el humo y la onda explosiva los destruyeron.
No fue hasta un año y un mes después que recibí residentes de nuevo, pero claro, no es igual que antes. Este tipo de accidentes no se olvidan, pero tampoco se previenen.
Desde el interventor que deja construir sin la norma, pasando por el administrador que no la actualiza, ni tiene las herramientas de detección en el edificio, siguiendo por la irresponsabilidad de los habitantes que botan la basura así se estanque… Ninguno de ellos contribuye con mi bienestar.
¡Y pensar que no soy el único que puede pasar por esto!