Migrantes venezolanos: hambre e informalidad durante la cuarentena obligatoria
Claudia Valentina Zabaleta López y Juan Nicolás Barahona Espinosa, Comunicación Social y Periodismo
A pesar de que el 16 de marzo se declaró el Estado de Emergencia, aún no hay directrices claras desde el gobierno para ayudar a esa población. El panorama en Cundinamarca es el mismo.

Foto: Flickr - Bernardo Restrepo
Después del periodo electoral, entre las disputas de los candidatos y los revuelos mediáticos, esa población se fue volviendo invisible, convirtiendo su situación en algo normal y natural: el verlos mendigar por las calles, caminando sin rumbo fijo, pidiendo comida, viviendo en parques o junto a las autopistas; se hizo parte del paisaje…
Según cifras del DANE, el 90% de ellos trabaja en la informalidad, la mayoría ganando menos del salario mínimo legal vigente, sin la posibilidad de cotizar en los fondos de pensiones y luchando, a duras penas, por sobrevivir.
Ahora, ante la pandemia que amenaza al bienestar de la sociedad, los migrantes venezolanos vuelven a figurar como protagonistas de lo que puede ser una nueva tragedia, a pesar de que el miedo, la impotencia y la incertidumbre nos ataquen a todos.
Las probabilidades de hambruna, indigencia y muerte crecen a la par de la propagación del COVID-19. La duda en estas personas crece, pues no saben cómo vivirán durante la cuarentena, dado que ya no hay trabajo que les permita recaudar el dinero para el arriendo y tampoco para la comida de sus familias.
“Muchos migrantes están solicitando apoyo o la mejor forma para volver a Venezuela, pues dicen que si van a morir de hambre prefieren hacerlo en su tierra”, explica Martha Varón, presidenta de la Fundación Venezolanos por Decisión.