Los nuevos titulares: Soluciones y narrativas locales
Las noticias de primera plana se llenan de palabras que señalan cómo el cambio climático podría acabar con el planeta en siete años o incluso menos. Las alertas constantes han generados múltiples impactos. Uno de ellos: ahuyentar audiencias.
Por: Maria Alejandra Flórez
Información sobre micro plásticos en la leche materna, ríos muertos, enfermedades por pésima calidad de aire, malformaciones por exposición prolongada a pesticidas o deslizamientos monstruosos que se llevan barrios es noticia. Es imposible no publicar si quiera una historia en Instagram al respecto. Un editor o editora no perdonaría la omisión... Pero la inclusión de este contenido parece que tampoco se perdona por parte de lector sobrecargado de problemas cotidianos que entra a redes sociales a desconectarse de su realidad.
El estudio “Ansiedad climática en niños y jóvenes y sus creencias sobre las respuestas del gobierno al cambio climático”, que entrevistó de 10.000 jóvenes de países como Australia, Brasil, Finlandia, Francia, India, Nigeria, Filipinas, Portugal, Reino Unido y Estados Unidos, muestra que el 75% de los encuestados piensa que el futuro es aterrador debido al cambio climático.
Otras investigaciones como publicadas en revistas de comunicación como Chasquio o de salud como la Revista Internacional de Investigación Medioambiental y Salud Pública (IJERPH) han demostrado que la cobertura mediática del cambio climático en Latinoamérica tiende a enfocarse en los impactos negativos, lo que ha generado una sensación de ansiedad y desesperanza en la audiencia.
Por eso se reflexiona con más profundidad sobre la forma de ofrecer perspectivas más constructivas. Hace menos de un siglo podría sonar utópico; hoy se conoce como periodismo de soluciones. Según la Fundación Gabo, este se caracteriza por "informar sobre iniciativas positivas, innovadoras y transformadoras que responden a los grandes retos de la sociedad".
La sección "Emergencia climática” del medio Mutante, por ejemplo, presenta las noticias que giran alrededor del problema sin dejar de lado su contribución a las soluciones. Desde ahí se sensibiliza sobre la vulnerabilidad de Colombia frente a las próximas crisis ambientales, pero disponen un directorio de iniciativas comunitarias para la gestión del riesgo.
Baudó Agencia Pública también se ha apuntado al periodismo de soluciones al asumirse a sí mismo como un actor para la transformación social mediante a investigaciones de largo aliento y procesos de comunicación con las comunidades que las protagonizan. Así ha sucedido con proyectos como “Chagra”, “Los 12 de la Punta del Este” o "Tribugá”.
Otro ejemplo es Houston Landing, de Estados Unidos, que define su periodismo como una labor de servicio al público y de análisis de hechos. Su redacción quiere ayudar a digerir datos, en vez de sólo presentarlos, y realizar cubrimientos locales, como el caso de Colony Bridge, una serie de publicaciones sobre residentes latinos de varias ciudades del estado de Texas, que alcanzaron el sueño americano, a la par que exponen cómo operó y se solucionarion varios problemas por su condición de migrantes.
De hecho, este periodismo es una respuesta a la ansiedad de las audiencias, necesidad que ya es atendida por organizaciones internacionales como Solutions Journalism Network, Knight Center y la UNESCO.
“El público está alejándose de las noticias como las conocemos. El público está buscando que desde la información puedan obtener soluciones”, dijo Carmen Aristegui, periodista mexicana reconocida por su valiente labor en la investigación y denuncia, en la decimosegunda edición del Festival Gabo, que abrió las puertas de esta discusión con charlas y talleres como Periodismo de soluciones y voces locales en la cobertura climática, Periodismo de soluciones: historias que despolarizan y narran la innovación social, Voces del sur global: comunidades, periodismo y emergencia climática y Busca por dentro: historias locales para despertar y diversificar agendas’.
Los periodistas y expertos que asistieron al Festival Gabo concuerdan en que la cobertura mediática actual debería también explorar casos de reparación, de progreso, de superación, sin dejar de ser críticos. Por ejemplo, es diferente contar solo los fallos del Estado colombiano para proteger a la comunidad de El Salado, donde se ejecutó una masacre por parte de militares en el año 2000, que narrar cómo falló el Estado y cómo, mediante la comida, asociaciones de mujeres de los Montes de María, incluyendo las de El Salado, emprenden y hacen un proceso de sanación. Ambos enfoques son necesarios, claro. Pero solo hasta hace una década, en especial desde la firma del Acuerdo de Paz, se ha considerado incluir más el segundo en las parrillas de contenido.
"Hay una enorme cantidad de cosas que se dicen masivamente, que se repiten masivamente y eso está creando un hartazgo. La gran circunstancia es no dejar de informar, sino cómo informarlo. El diferenciador es cómo lo dices y qué le agregas a lo que dices", afirmó Aristegui en su charla.
Y es que comunicar también implica compromiso, explicó Gloria García Parra, directora regional para Latinoamérica y el Caribe en Oxfam.
“Están las desigualdades de género, las desigualdades raciales, las desigualdades campo-ciudad, de dónde vienes y quién eres. El impacto de los medios es que profundizan esas brechas. Los medios llegan a ser racistas y clasistas. Lo que es importante es que los comunicadores se informen y no se queden con la narrativa simple de criticar. Hay que modificar los relatos para hacerlos más propositivos”, dice.
“No hay temas que no vendan. Se debe cumplir la labor del periodismo: investigar de manera muy profunda pero sumado a mantener los valores del periodismo mismo”, comenta Laura Sofía Mejía, directora general de Baudó.
Para mantener dichos valores no solo envían a sus reporteros a informar lo que sucede en una zona. También forman a quienes ejercen liderazgo o labores de comunicación. De estos procesos nació “Chagra”, la red de narradores visuales y comunitario de San Basilio del Palenque, Bolívar; Cali, Valle del Cauca; Yopal, Casanare; Los Santos, Santander, entre otras regiones, creada por Baudó AP.
“Tenemos distintos ingredientes que el periodismo tradicional no suele dar. Es decir, nos preguntamos cómo hacer algo más allá de la publicación. La medición del éxito es más real al contar las historias que realmente le aportan a la comunidad”, dice Laura Sofía.
Este tipo de medios tiene que disputarse con más exigencia el posicionamiento de una agenda; tienen más dificultad para convencer al público a que no lea el escándalo sino la solución del problema que generó el escándalo.
“Buena parte del periodismo que hacemos nosotros es de denuncia, que cuenta las dificultades de las comunidades. Esto, necesariamente, busca una respuesta. Pero no nos quedamos solamente con la denuncia de la comunidad o la persona, sino que, en aras de hacer un ejercicio más correcto, buscamos las partes involucradas y las partes encargadas, generando, sí o sí, la búsqueda de las soluciones específicas para lo que se está alertando”, cuenta Edwin Suárez, periodista y fundador del periódico El Morichal de la Orinoquía colombiana.
En este punto, también surge un dilema ético interesante: siendo que el periodismo de investigación suele buscar la denuncia de un tema de interés y, por su parte, el periodismo de soluciones propone la implementación de respuestas a favor de los territorios, ¿puede surgir un versus entre estas ramas?
“En el estado inicial de las cosas, deberían coexistir ambas cosas: una investigación exhaustiva sumada a otro tipo de estrategias comunitarias y narrativas para contar historias tanto positivas como conflictivas” dice Laura Sofía, de Baudó. “Se debe llevar eso a formatos innovadores como se refleja, por ejemplo, en el Festival Gabo porque hay una convergencia entre arte, periodismo y comunidad. No se debe dejar atrás la cobertura periodística que tenga una línea de rastreo puro y duro de información y que tenga otra línea de línea de colaboración y poder compartir la experiencia con las comunidades de las que estamos hablando”.
Esta labor, la de informar con rigor, es también pedagogía, es una posible guía hacia la acción positiva. El periodista, entonces, no sólo documenta la realidad. También puede tomar la decisión de ser un catalizador del cambio.
En tiempos de incertidumbre, de tensión, de crisis, es útil recordar lo que hace unos años dijo Alberto Casares, periodista y director del Instituto de Periodismo Constructivo: “El periodismo de soluciones no es otra cosa que periodismo de investigación al servicio de lo que sí funciona”.