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Violencia en América Latina:

nunca exenta de revisionismo 

Argentina, Paraguay y México son algunos de los casos en los que se han revisado los registros de hechos históricos como las dictaduras.  

Por: Julian González

“El Gobierno de Milei niega los 30.000 desaparecidos en la dictadura militar de Argentina”. Eso titularon medios de comunicación tras la difusión de un video de la presidencia argentina en marzo de este año, en el Día de la Memoria en ese país, que conmemora el golpe de Estado de 1976. 

En el video se afirma que la cifra sobre los desaparecidos durante la dictadura es arbitraria, al incluir un testimonio de Luis Labraña, un exguerrillero, quien dijo que la cifra se la habían inventado en Holanda. Ya Javier Milei, en 2023 durante un debate, había asegurado del mismo modo que la cifra correcta era 8.753.  

Este se suma a algunos otros casos de “revisionismo” que han ocurrido en América Latina. Es decir, sucesos históricos a los que se les “revisan” sus registros con el objetivo de corregirlos, reinterpretarlos y plantear una nueva verdad.  

El término de revisionismo no es nuevo, y hay quienes lo remontan a la Leyenda Negra española, que se refiere a los relatos que revisaron y criticaron la conquista española de América, y que se reavivó durante el siglo XX con la caída de los grandes imperios. 

¿Cómo saber que estas revisiones son acertadas? No resulta tan sencillo, teniendo en cuenta que el registro histórico suele usarse con objetivos políticos. Lo político, claro, siempre conlleva un interés particular. El revisionismo sobre lo que sucedió en dictaduras en América Latina como la chilena o la argentina ha supuesto el negacionismo de ciertos hechos o la reducción de otros. Entonces aspectos como el conteo de víctimas se ponen en tela de juicio. 

En el caso argentino, por ejemplo, las organizaciones de derechos humanos son las que aproximan la cifra de 30.000 desaparecidos, mientras que la de 8.753 es la cifra oficial arrojada por la Conadep (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), entidad descentralizada creada por el expresidente Raúl Alfonsín. El debate ya lleva tiempo y las publicaciones en prensa continúan, a pesar de que hay un consenso amplio entre los argentinos de que la dictadura causó estragos a su pueblo. 

“30.000 desaparecidos en la dictadura argentina: Milei cuestiona la cifra y agita el negacionismo”, titular de El País; “El Gobierno de Javier Milei niega la cifra de 30.000 desaparecidos durante la dictadura militar”, titular de la Agencia EFE; “Centenares de miles de argentinos salen a la calle por el Día de la Memoria mientras Milei niega el número de desaparecidos en la dictadura”, titular de elDiario.es.  

Este tipo de debates también se dan en Colombia donde, con el acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC, se han estudiado los hechos de la guerra para reconstruir una memoria más académica y documentada del conflicto. Para esto se creó la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No repetición. Esta comisión de la verdad identificó 23.968 víctimas. Sin embargo, Marta Ruiz, una excomisionada de la verdad en este proceso, apunta que los números no son absolutos. 

“En el conteo de víctimas los datos tienen que ir mucho más allá de decir una cifra; tiene que caracterizar. Nosotros necesitamos saber quién fue la víctima en Colombia. Por ejemplo, la Comisión establece unos números, pero también establece unas características, y yo por las características puedo decirte: las víctimas en Colombia eran pobres, casi siempre campesinos”, explicó Ruiz en entrevista con Unisabana Medios. 

Pero, aún con su existencia, los colombianos, y sus medios de comunicación, están lejos del aceptar una sola narrativa.  

En escenarios de alta polarización y desinformación (difundida desde grupos de diferentes ideologías) aparece la alternativa de acercarse al pasado desde la experiencia de quienes lo habitaron. Así lo hizo la periodista mexicana Marcela Turati con su trabajo Los vuelos de Alicia, crónica nominada en la más reciente edición del Premio Gabo.  

En ella se narra cómo una mujer busca a su madre, asesinada en un vuelo de la muerte del ejército mexicano en la década de los setenta. Este periodo de la historia reciente de México se conoce como la Guerra Sucia. Aunque se sabe que la dictadura tomó excesos, no se habla mucho de este tipo de desaparición, ya que, según Turati, hasta 2002 se publicaron los registros del ejército sobre esos vuelos. 

“Tenemos que entender qué pasó en este periodo histórico, aparte todavía todo el mundo en México tú le dices “Los vuelos de la muerte”, y te dicen “Ah, sí, de Argentina”. Yo les digo: “No, hubo en México”. Se ha hablado con la gente, se han abierto archivos y se han publicado un poco sobre eso, pero todavía no se tiene una noción sobre esto, como que la gente no lo tiene registrado”, dijo Turati durante la charla Periodismo narrativo: cuentos que son verdad en el marco del Festival Gabo. 

Mediante su crónica se da un sentido, con una mujer real, de una práctica que no se tenía tan clara dentro de la Guerra Sucia. Según comentó Turati, en los informes sobre estos vuelos que consultó durante su reportería se incluyen fotos de cómo se realizaban paso por paso. 

“Los propios militares empiezan a decir: Aquí los sentábamos, aquí matábamos a los guerrilleros, incluso hay una foto donde se ponen todos acostados, cómo iban, cómo ponían los cuerpos”, expuso la periodista. 

Este registro que se ha hecho posteriormente desde los archivos militares ha ayudado a esclarecer abusos en varias dictaduras, como la paraguaya. Aunque en Paraguay la reconstrucción histórica total de la dictadura ha sido complicada, debido a que el Partido Colorado, colaborador de la dictadura, ha gobernado casi ininterrumpidamente desde que esta terminó, los testimonios de las víctimas, archivos y la recuperación de antiguas instalaciones de tortura y desaparición ha hecho posible la construcción de un registro más amplio sobre la violencia ejercida desde el Estado. 

En el episodio “El ropero de mis abuelos”, del pódcast Radio Ambulante, se toca el tema desde la voz de la nieta de dos de los victimarios de la dictadura paraguaya. El gran esfuerzo que hace para encontrar y unir pieza por pieza de esa historia familiar prueba que el silencio persiste, aunque puede romperse, aún si es resultado de un proceso de años de reflexión, acompañamiento psicológico y unión entre víctimas. 

El periodismo es fundamental para dejar las bases con la que los periodísticas y otros académicos analizarán el pasado. La fotografía en un insumo fundamental. Obras como la de Jesús Abad Colorado, en Colombia, o de Marcia Foletto, en Brasil, apuntan a exponer cómo los fenómenos de la violencia se extienden en la cotidianidad de civiles, de militares, de políticos... 

Foletto fue una de las finalistas de la más reciente edición del Premio Gabo con Mutilados. En esta serie fotográfica muestra cómo la venta, circulación y uso de armas de fuego en Rio de Janeiro, resultado de años de violencia intraurbana, brutalidad policial y crimen, ha causado sucesos donde las víctimas, en su mayoría inocentes, sufren amputaciones. 

“Pienso que las imágenes son las memorias de una de una sociedad. Debemos tener imágenes, y hoy todos son fotógrafos que tienen un celular. Tenemos que invertir en esas imágenes que cuentan las historias con más profundidad, que sean más sensibles, que tengan una visión más plural de la historia”, manifiestó Foletto en entrevista con Unisabana Medios. 

Parece que la verdad siempre estará en disputa. Los registros podrán cambiar según las interpretaciones, marcos teóricos, metodologías y fuentes. Lo que quedará resonando son las experiencias humanas, muchas de ellas expuestas por primera vez gracias a un reportero. 

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