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De banda y corona al atril municipal

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Karol Daniela Peña Severiche

Tania Alejandra Rodríguez entregó su corona como reina a mitad de este año; antes de ello, esparció el folclor del Sanjuanero huilense por más de 36 ciudades.

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Universidad de la Sabana

Rodríguez se dio a conocer como ‘La reina de las voladas’ y se ganó el corazón de más de un huilense por medio de la disciplina que le otorgó el ballet.

Eran las 11:23 del primero de julio del 2018. En el Parque de La Música Jorge Villamil Cordovez se encontraban miles de personas que observaban atentos el Reinado Nacional del Bambuco. Luego de anunciar a Princesa Nacional a Tolima y Virreina Nacional a Barranquilla, se empezó a escuchar el estruendo, acompañado de pitos y vuvuzelas, que cantaba “Boyacá, Boyacá, Boyacá, Boyacá”.

Era tanto el estrépito que hasta las demás candidatas recitaban al unísono el departamento. Un silencio sepulcral se instaló en el recinto cuando se oyeron las palabras del presentador “La nueva Reina Nacional del Bambuco 2018- 2019 es la candidata de… Boyacá” y el público estalló en alaridos. Se trataba de Tania Alejandra Rodríguez.
Tania nació en una familia de bailarines, aunque Patricia Rodríguez, su madre, sea enfermera. Esta mujer es bailarina profesional de ballet, aunque su familia dedica su vida al folclor. Sin embargo, ella sí sabe de folclor, no por nada fue la Reina Nacional del Bambuco.

Creció viendo cómo sus tías, Carolain y Aidé Cubillos, les daban ritmo a la cumbia, el joropo y la carranga con sus trajes coloridos y sus ojos maquillados. Pese a que desde los 3 años quiso bailar, le impusieron una norma: hasta los 6 años podría empezar a tomar clases.

A los 6 dio inicio a su vida artística y a los 10 tomó su primera clase de ballet debido a una exigencia de su academia. Estuvo becada en el Ballet Ana Pavlova, una de las academias más importantes de Bogotá y con ayuda de las puntas y las barras formó su carácter. “Eso es lo que me gusta del ballet, que te exige. El ballet no es para cualquier personalidad”, me dice mientras hablamos en la oficina de su academia de baile y arte ‘Taroca’.

En mayo del 2015, su profesor de baile, Juan David Barbosa, la llamó faltando 4 días para el Reinado Departamental del Bambuco y le dijo que necesitaba que participara como señorita Funza: “Decidimos hablar con Tania por su talento, su compromiso y su carisma. Sin saber que estábamos despertando al gigante dormido que reposaba en ella”, dice Barbosa.

Hasta ese momento, ‘Tanita’, como la llama cariñosamente Barbosa, nunca había pensado en ser reina, hasta que le dijeron que era un reinado de baile. Sanjuanero aprendido, tacones puestos, producción realizada y etiqueta lista, se lanzó al ruedo. El desenlace de esa historia es la coronación de Tania como Virreina Nacional.

En 2016, no conforme con la decisión del jurado, Tania se lanzó nuevamente, esta vez como Señorita Mosquera, compitió en el reinado obteniendo una culminación similar: Primera Princesa.

Después de algunos meses, se dio cuenta de que el problema no era suyo, sino de la corporación: “Se han manejado muchas cosas debajo de cuerda en este reinado. Para mí fue muy triste escuchar que en ese reinado de Cundinamarca siempre tenían a la reina montada. Que de 116 municipios participaban 12”, dijo en una entrevista con Punto de encuentro.
Pese a que, en 2017, la llamaron para varios certámenes, decidió que ese año se lo dedicaría a su academia de danza; un lugar que maneja ballet, jazz, urbano y ritmos latinos y el cual montó con el último sueldo que se ganó en la Alcaldía de Mosquera.

Para el siguiente año, su academia estaba más fuerte y allí recibió una llamada de Sergio Medina, su pareja de baile, para que juntos participaran en el reinado, pero esta vez, por el departamento de Boyacá.

Luego de entrevistas, foros de medios y desfiles, Tania se coronó como Señorita Boyacá. Pero aún quedaba el reto más grande: el Reinado Nacional del Bambuco. “Yo decía, yo tengo que dar un mensaje con esto, yo no me puedo rendir y hacer lo de todo el mundo, que cuando les dicen que no, escogen otra cosa. Yo no soy así. Así me hizo el ballet”.

Desde el 26 de junio, sus tías, madre, padre y hermana se fueron para el Huila a apoyar y celebrar el San Pedro. Como para este momento las fechas de las tarifas en hospedaje suelen ser costosas, su familia tuvo que traer carpas y colchonetas para quedarse en casa de su abuela. “Esa fue una experiencia inolvidable, tanto para ella como para nosotros. ‘Tato’ nos enseña que todo se puede lograr si uno se lo propone cada día”, dice Nicol Sanabria, su hermana menor y quien la acompañó en sus viajes fuera de Colombia a México y Barcelona.

Para conseguir el dinero que se necesita para comprar los trajes de Sanjuanero, los cuales cuestan entre 2 y 3 millones de pesos y, además, costear los viajes, Tania tuvo que hacer rifas, intercambio de favores, dictar clases personalizadas, talleres y trabajar horas extras en la academia, que le permitieron reunir aproximadamente 20.000.000 de pesos.

A pesar de eso, había momentos donde el dinero no era suficiente. Para uno de los bailes, la soberana boyacense no tuvo el dinero para pagar el segundo traje (el del baile privado). No obstante, el traje llegó y pudo reunir el millón de pesos que le faltaban para costearlo. Estos sucesos se los atribuye a dios y a su abuela, Elvia María Cachaya, quien todos los días pone una veladora en su honor. “Ese era su deseo [ser reina] y dios se lo permitió, con mucho esfuerzo, dios lo logró”, afirma Elvira para Punto de encuentro.

Ensayó el Sanjuanero desde febrero, dirigió Taroca, empezó un nuevo negocio de belleza llamado “One Royal Beauty” e hizo el penúltimo semestre de su carrera, Licenciatura en educación artística y artes escénicas en la Corporación Universitaria Cenda. Aun cuando a veces lágrimas salieron de sus ojos pensando en todo lo que tenía que hacer, ella siguió su camino, porque todo el esfuerzo se resumió en esos días del festival.

En el transcurso del certamen tuvo que pasar por el desfile en traje campesino, artesanal, de vestido de baño y acuático, en este último navegó por el río Magdalena encima de una lancha decorada. Adicionalmente, hubo una muestra folclórica y una entrevista con los jurados.

La noche antes de la coronación, se reunieron en su habitación todas las candidatas, Angie Rojas (Señorita Tolima) estaba a su lado izquierdo y Yailin Cabrera (Señorita Barranquilla) a su lado derecho, justo en las mismas posiciones en las que estarían ubicadas al otro día, solo que esta vez no se encontrarían recostadas en una cama de hotel sino en la tarima de la coronación. “Mis compañeras me decían que iba a ganar”.
Finalmente, el primero de julio, en la edición número 58 del Reinado Nacional del Bambuco, Tania Alejandra Rodríguez Cachaya, de 22 años, unió las manos con sus compañeras y se puso a orar a dios, oyendo únicamente la barra incesante que gritaba “Boyacá, Boyacá, Boyacá” recordando cómo, justo antes, estaba interpretando el Sanjuanero Huilense de la mano de su parejo Sergio Medina, usando su traje rojo.

Ese momento lo veía desde la tribuna Marlon Sáenz, uno de los profesores de su academia, “¡Grité!” me dice entre risas. “Las otras barras eran muchísimas y nos superaban en número, aunque nosotros éramos solo 20 y casi ni nos veíamos, cuando decidieron la finalista, ya era obvio y todas las barras nos dieron la razón. A mí no me gusta el futbol, pero entendí esa emoción cuando ella ganó”.

Minutos después, Tania volvió a bailar el Sanjuanero Huilense, esta vez con la corona sobre su cabeza. El baile, de 3 pasos y 8 figuras, por el que la empezaron a llamar “La reina de las voladas” y por el que pudo visitar más de 36 ciudades de Colombia y dos países, entre ellos, España, donde dejó uno de sus trajes como muestra del folclor colombiano. “Yo aprendí a amar el Sanjuanero por toda la humanidad que recibe. Todo el mundo hace maletas para que en junio todos los caminos conduzcan al Huila”.

Al finalizar su primer baile como Reina Nacional, Sergio Medina, atónito, le dijo: “¡Tania, ganamos!”, mientras las barras seguían aclamando incesantemente el nombre de su departamento.
Sin embargo, a pesar de todo el recorrido que hizo el baile del Sanjuanero en las puntas de la Reina del Bambuco, hubo invitaciones que se vio obligada a rechazar y lugares donde nunca pudo llegar, y aunque el público anhelaba una reelección por otro año más de esta soberana huilense, Tania aún tenía una academia que dirigir y más proyectos por emprender. Entre ellos su candidatura al concejo de Mosquera y la inauguración de One Royal Beauty, donde pretende darles empleo a jóvenes de la región.

Carolain Cubillos, su chaperona y su ‘mamá alcahueta’, como ella le dice, conocía de antemano la decisión que había tomado Tania de no prolongar su reinado por otro año más. “Ella me manifestaba que los ciclos hay que cerrarlos de la mejor manera y fue un año de muchos aprendizajes, alegrías y satisfacciones. Hay que brindar la posibilidad a las demás chicas para que vivan todo lo que ella pudo vivir”.

Como todo lo que comienza tiene un final, exactamente un año después de haber recibido su banda y su corona, ‘Tato’ tuvo que decirle adiós a su mandato. Lo hizo de la misma forma en que recibió el suyo, de la mano de sus compañeras y orándole a Dios.

Abrazó a Wendy Murillo, su sucesora, le entregó la corona, la banda y una sonrisa con lágrimas en los ojos. Pero su legado como embajadora del folclor no concluyó ese día, porque, como ella misma dice, quedó con una marca de por vida.

Una marca que abarca una responsabilidad, la de seguir trasmitiendo el mismo mensaje que dio en todo su reinado y que me recita con convicción un mes y medio después de haber entregado su título: “Las personas están acostumbradas a rendirse, la gente sabe empezar a hacer las cosas, más no a terminarlas. Yo pude decirle a la gente, oiga esto es un proceso, y nada es gratis, nada es regalado, a mí me dijeron 3 veces que no y aquí estoy”.

Su sueño más grande, el cual me dice que no se lo ha dicho a mucha gente, es ser conferencista para poder hablar con propiedad de temas que le preocupan de la sociedad. Para eso, lee libros de emprendimiento, viaja y sobre todo escucha a las demás personas, para no hablar de lo que no conoce.

Por ahora, sigue enseñando en su academia, que ya cuenta con más de 40 estudiantes y que está próxima a mudarse a un sitio más grande; empezó su campaña como candidata al concejo de Mosquera por el partido de Cambio Radical y sigue viviendo la vida con disciplina y perseverancia, justo como el ballet le enseñó cuando tenía 7 años.

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