Claudia Valentina Zabaleta López
Empieza el ensayo y el profesor inicia con un breve estiramiento, para luego practicar la coreografía. Juan Pablo da todo de sí, pero a veces se le dificulta, aunque sobresale en la clase por su esfuerzo y por no dejarse caer.
Y no es que tenga dos pies izquierdos, es que Juan Pablo tiene Síndrome de Down, una condición en la que muchos pensarían que no podría triunfar en muchas cosas, pero, para él, es otra historia. En 1998, nació Juan Pablo Vergara Cifuentes, niño con síndrome de Down y con una cardiopatía, por lo que a los cuatro meses, debió ser intervenido quirúrgicamente en una cirugía de corazón abierto.
Yazmín Cifuentes, su madre, cuenta que, aunque fue aterrador para ella como madre, afortunadamente, él sobrevivió a ese episodio con unas ganas de luchar inquebrantables. Eso es lo más especial de Juan Pablo, sus ganas de vivir. Para ella, Juan Pablo ha superado todas las barreras que se le han impuesto, es un joven con una mirada más allá de la condición que tiene y, más importante, es un guerrero.
Los niños con Síndrome de Down se desarrollan de una manera más lenta que el resto, por lo que ven el mundo de manera diferente, pero no por eso deben dejar de soñar y realmente, Juan Pablo, es el ejemplo de esto ya que ha tenido que luchar con varias situaciones, en su condición de guerrero, para cumplir sus sueños. Pero, para él, estas situaciones han sido el motor que lo impulsa todos los días. Juan Pablo se graduó como bachiller a finales del 2016, además inició, en la corporación Síndrome de Down, donde, mediante el estudio técnico, busca desempeñar un trabajo.
Pero en lo que realmente resalta de este joven es su pasión por el baile. Desde hace varios años, él ha comenzado su proceso de proyección como bailarín profesional en la Fundación Cultural Ballet Tierra Colombiana, academia que lleva más de 30 años en la enseñanza de los ritmos nacionales e internacionales. Esta escuela le ha dado la oportunidad a él para empezar a desarrollar su sueño, abrir una academia de baile llamada “bailando con las estrellas”. Actualmente, él practica ballet, salsa y folclore, pero inició con la idea de aprender danzas urbanas, la cual, con el tiempo, fue transformándose en el amor por las danzas latinas.
Uber Marroquín, profesor de salsa de Juan Pablo, señala que, aunque para “Juanpa” es más difícil aprender las coreografías, la actitud con la que llega a clase, las hace mucho más amenas. Y aunque el proceso ha sido largo y pausado, él considera que este joven ha crecido enormemente en lo que al baile se refiere. Por otro lado, María Camila Lovera, amiga de Juan Pablo y su compañera de baile, cuenta que lo más lindo de él es su manera para alentarla diciéndole que no se rinda y que todo se puede realizar. Ellos no son solo amigos en la pista de baile, sino también en el deporte favorito de Juan Pablo: La equitación.
Este deporte le ha ayudado a Juan Pablo a manejar su concentración y disciplina, tanto que lo ha llevado a participar en México, Guatemala y, en el 2019, Emiratos Árabes Unidos. Carolina Bello, profesora de equitación señala que lo más importante que le ha enseñado la equitación a este joven es el amor y pasión por lo que hace.
Pero la situación de Juan Pablo es privilegiada, no hay muchos jóvenes con su condición que tengan las mismas oportunidades que él. La discriminación es uno de los factores principales en la vida de los niños, jóvenes y adultos con está condición, todo basado en el desconocimiento de la discapacidad, tratándola como una enfermedad, llegando al punto de mantener al margen a estas personas.
Muchos casos de discriminación se han observado en Colombia, ejemplo de esto es el caso de Jhonatan Martínez, papá de un pequeño con Síndrome de Down, quien en una entrevista con Caracol Televisión, afirmó que la directora del colegio le dijo a la mamá del pequeño que no iba a aprender igual, que no podía estar con los otros niños.
¿Por qué ocurre esta discriminación? ¿Es que los que padecen esta condición no son sujetos de derecho?
En Colombia, aquellos que poseen esta condición poseen los mismo derechos que las personas que no poseen este síndrome. Acceso a la educación en aula regular, acceso a ligas deportivas “convencionales”, tratamiento en un sitio especializado, financiación de tratamientos alternativos así no estén en el POS, entre otros, son derechos que no pueden ser negados por ningún colombiano o ningún ente estatal o privado a la hora de lidiar con estas personas. El Congreso de la República inició en el 2017, el trámite de dos proyectos de ley, que permitirían incorporar cambios que, de ser aprobados, ayudarían a mejorar los derechos de la población en condición de discapacidad.
Aunque el panorama no es alentador, Juan Pablo ha demostrado que tanto en el baile como la equitación, le han dado un lenguaje, uno que proyecta, a viva voz, la superación de las barreras y que ha permitido llevar su testimonio a las demás personas que padecen este Síndrome.