Fatme Sahara Deirani Prieto
Gabriela me recibe en su habitación por videollamada. Tiene un ‘look’ muy relajado. Viste un saco ancho. Su cabello castaño oscuro, con matices rubios, está recogido y su sencillez se nota desde el primer momento porque no le interesa maquillarse ni arreglarse demasiado para la entrevista. Atrás se ve un fondo blanco y esto resalta sus facciones que, por cierto, son muy definidas; es una mujer muy hermosa, de ojos cafés grandes y un tanto caídos, de nariz perfilada y boca en forma de corazón.
Desde el primer momento me di cuenta que hacer este perfil sería todo un reto, porque ella ha tenido malas experiencias con los periodistas. Muchos describen a esta caleña de 21 años de edad como una famosa modelo que conquista las pasarelas, pero esto es mentira. Es actriz en formación y se enamoró de su carrera desde muy pequeña.
Su madre es Mónica Toro, manager de artistas, y su papá es Marlon Moreno, uno de los actores más reconocidos en Colombia. En ocasiones hacía shows para su familia, cantaba y bailaba con pelucas. El espectáculo siempre fue su pasión.
“Siempre me ha gustado ser el centro de atención, aunque lo he perdido con los años; a medida que he crecido, me he dado cuenta de que me gusta más que la atención esté en otras personas. Los grandes actores dicen que observando uno aprende un montón”, afirma.
Disfrutaba mucho el trabajo de su papá y eso influyó en su amor por la actuación. Ella entraba a los sets para acompañar a Marlon, era un mundo de gigantes que hizo que desarrollará habilidad para relacionarse con gente más grande que ella.
Toda la vida Gabriela ha convivido con personas que pertenecen a ese mundo. “Muchos actores se la pasaban en mi casa y en mis cumpleaños, literal, venían más amigos de mi mamá que amigos míos”.
En ocasiones la llamaban para pedirla como actriz, pero su mamá siempre dijo que no. Por su experiencia ella sabía que muchos actores que empezaban pequeños se iban perdiendo en la fama y no disfrutaban su niñez, y ella no quería eso para su niña. En ese entonces, Gabriela no lo entendía, pero hoy en día se lo agradece. Me explica que los padres tienen una sabiduría en sus palabras que como jóvenes no entendemos.
Retos del espectáculo
En su trayectoria se ha dado cuenta de que el mundo de la fama complica muchas cosas, una de ellas son las amistades. “Hubo algo muy difícil para mí, los amigos por interés. Cuando mi papá actúa en ‘El último matrimonio feliz’ y después hace ‘El capo’ todo el mundo en el colegio quería ser mi amigo, era impresionante, yo estaba en 5º y los de 11º me invitaban a salir. Esa tensión hizo que yo perdiera mi identidad, dejé de ser Gabriela Moreno y pasé a ser la hija del capo”.
Todo esto hizo que Gabriela pusiera una barrera y le fuera difícil entablar amistades genuinas, ella busca personas que estén bien encaminadas. “A mí me gusta rodearme de gente que esté bien, porque siento que a lo largo de la vida uno se convierte en los libros que lee y en las personas con las que pasa tiempo”. Hoy en día tiene muy pocos amigos regados por distintos lugares y aunque le gustaría tener más, es consciente de que es muy selectiva y quiere estar rodeada de personas que “demuestren calidad”.
“Yo soy una persona superamorosa y me cuesta mucho dejar de querer a alguien, siento que uno nunca deja de querer, pero para mí pesa más el amor que me tengo a mí misma”. Eso es algo que le costó mucho conseguir y no piensa dejarlo por nadie. “El proceso de quererme y aceptarme a mí misma y hacerme mi prioridad fue muy difícil”. Gabriela sonríe y ahora se describe con la palabra amor y no hay duda de que eso es lo que transmite al mundo. “Yo soy una persona super apegada a Dios, pero antes no lo era y desde que empecé a hacerme a mí misma mi prioridad, noté el cambio”.
Al cumplir los 16 años decidió comenzar su formación como actriz y es precisamente el amor por la actuación lo que la hace luchar por su carrera. Cuando se graduó del colegio decidió ir a Los Ángeles y allá hizo un ‘minor’ en teatro, aunque no se graduó ya que debía tomar unas clases complementarias y ella quería enfocarse en el teatro. Cuando llegó a Colombia, la mamá le pidió que sacara su título. Ella siempre ha respetado las decisiones de Gabriela y sabe que el show es lo suyo. “Me parece que era imposible que se dedicara a otra cosa, porque nació actriz y se formó y se sigue formando”, explica Mónica.
Así fue como Gabriela decidió entrar al Teatro Nacional y cursar un semestre, pero no le gustó. Sentía que no estaba aprendiendo, siguió buscando y entró a la Academia Charlot, donde sintió exactamente lo mismo. “Cuando ya llevas un año estudiando algo y has visto todas las materias y entras a una segunda academia, es como devolverte 6 meses y ver algo que ya habías hecho. Cuando llegó la pandemia perdí el interés”. Actualmente está haciendo un taller online y le encanta, considera que hay que seguir aprendiendo y más en una carrera que tiene cambios constantes.
La separación de sus padres
Cuando Marlon y Mónica se separaron, Gabriela tenía 3 años y por esto no tiene tantos recuerdos de ese momento. “Lo difícil no fue la separación, sino convivir con la pareja que en ese entonces tenía mi papá”, afirma, y me explica que no eran celos; ella quería que él estuviera con una persona que lo quisiera de verdad, y ella no veía eso en sus parejas.
Con Mónica fue distinto. El esposo de su mamá, Fernando Tamayo, llegó a la vida de Gabriela y se convirtió en parte fundamental para ella, en otro papá. Él nunca quiso ganarse un puesto más allá de ser su padrastro y fue precisamente eso lo que conquistó el corazón de Gabriela. “Fernando iba a recogerme al colegio cuando estaba enferma, era el que se quedaba hasta las 3:00 a.m. haciendo maquetas del colegio conmigo, aunque no siempre, mi papá también lo hacía”.
Hoy en día no concibe la vida con sus papás juntos. Gracias a la separación de sus padres, Gabriela ha podido conocer personas que ama en su vida. Ha tenido lo mejor de esos dos mundos. “Fernando ha sido uno de los regalos más lindos que Dios me ha mandado y también Sara, la actual pareja de mi papá; he encontrado en ella algo que no había visto antes y es una persona que lo ama a él y lo apoya”.
El apellido Moreno
El apellido Moreno no es como cualquier otro; tiene un gran peso dentro del medio. Esto ha hecho que algunos la encasillen, pero ella no está siguiendo el sueño de su padre, sino el suyo. “Yo no quiero seguir los pasos de mi papá. Obviamente me siento muy orgullosa de él, pero también ha sido un espejo de cosas que no quiero hacer. No quiero seguir sus pasos, quiero hacer los míos. Lo admiro muchísimo, es un gran maestro, pero me quiero formar yo, bajo mis propios méritos”.
Su hermano Brian Moreno y su papá se han encargado de ponerle la vara alta a Gabriela. La presión es mucha, al igual que las expectativas que tienen sobre ella.
“Yo siento que lo que yo tengo que lograr es dejar de ser la hija de alguien y empezar a ser Gabriela Moreno, independientemente de que mi papá sea muy buen actor. Yo no intento quitarme mi apellido, porque estoy muy orgullosa de él, sino que quiero marcar mis propios pasos”. Muchas personas encasillan a Gabriela sin conocerla, creen que por ser Moreno la tiene fácil. “Ellos no saben que para mí es más difícil porque de mí ya esperan algo, de ellos no, de ellos buscan un talento”.
El amor en su vida
Una de las actividades que más disfruta Gabriela es estar con su novio Juan Pablo. Ellos están juntos hace aproximadamente 2 años y según Gabriela, llevan una relación muy madura. En sus ojos se ve cómo este tema la apasiona y no se cohíbe de dar detalles sobre ella y su pareja. El apoyo es incondicional. “Él saca la mejor versión de mí, estoy muy enamorada”, dice.
“Mis grandes defectos son sus grandes fortalezas, por lo que día a día tengo admiración por ella”, exclama Juan Pablo. Esta relación nos muestra que el amor no tiene edad. Ellos se llevan 7 años de diferencia y, sin embargo, se entienden a la perfección.
“A medida que pasan los años encuentro cada día menos personas cuyos corazones no hayan sido invadidos de alguna manera por el egocentrismo, la soberbia y la envidia. Gabriela tiene la pureza del alma de un niño, con la madurez y experiencia de un adulto, una combinación difícil de encontrar y con un potencial inmenso para sí misma y privilegio para quienes la rodeamos. Amor y perdón inacabables, empatía por su entorno y honestidad en su actuar”, dice Juan Pablo.
La influencia en las redes
Gabriela cuenta con más de 54 mil seguidores en Instagram, esto ha hecho que tenga una influencia muy grande en la vida de muchas personas, en especial los jóvenes. Por eso ella intenta que su contenido aporte. “Solo con 10 personas a las que ayude de 50 mil que me siguen, yo lo sigo haciendo. Yo no soy Jesús ni pretendo cambiar el mundo, pero si puedo ayudar a alguien lo seguiré haciendo”.
Gabriela es una persona auténtica, con metas claras y un gran futuro. No por su papá, que es un gran actor, sino por su dedicación y compromiso con la carrera que despierta amor en ella.