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¿Servirá el “aislamiento inteligente” que se viene?

Juan Martín Villazón, Mariana Garzón y María Isabel Magaña, Comunicación Social y Periodismo

La medida busca reactivar la vida económica, no la vida social, y mantener un ritmo de contagio controlado que permita la inmunidad de la población sin colapsar el sistema. 

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Image by Jeff Hendricks

Foto: Unsplash

Aunque todos quisiéramos que a final de abril la vida volviera a ser como hace dos meses, cuando cantábamos ‘Tusa’ en las fiestas, la verdad es que este semestre no podremos volver a bailar juntos. 

 

¿Cómo será el futuro que se nos viene? Nadie tiene la respuesta. Este es un virus nuevo y por ahora todas las soluciones son un experimento. Lo que sí sabemos con certeza es que el COVID-19 se quedará con nosotros hasta que consigamos la vacuna o desarrollemos inmunidad a la enfermedad. 

 

El objetivo inicial de este primer aislamiento era aplanar la curva, para evitar que tuviéramos enfermos críticos que necesitaban de una infraestructura de UCI con la que no contábamos, lo que habría generado muchísimas muertes como sucedió en Italia o España. Sin embargo, la opción no fue nunca “volver a la vida normal”, después de este mes de cuarentena. Si lo hiciéramos, las muertes que evitamos aparecerían en menos de dos meses. Es como borrar con el codo lo que hicimos con la mano con tanto esfuerzo.

  

Pero entonces, ¿sirvió de algo este mes largo de cuarentena? 

 

Sí. Este primer aislamiento le permitió a Colombia controlar el número de contagios -pese a que sabemos que hay un subreporte en los datos-  y fortalecer el sistema de salud. Instalar estas medidas rápidamente evitó que Colombia tuviera una crisis sanitaria como la de Italia y España, pues logramos frenar el crecimiento exponencial de la curva en menos tiempo.

 

De hecho, Colombia fue uno de los países de la región que más rápido tomó medidas. Esto puede ser un hilo de esperanza a futuro, pues investigadores que analizaron las acciones que tomaron los países durante la pandemia de 1918 concluyeron que las ciudades que se adelantaron en la toma de medidas agresivas de distanciamiento social “crecieron más rápido cuando la pandemia pasó” pues “no solo redujeron la mortalidad: también mitigaron las consecuencias económicas adversas de la pandemia”.

Por ahora, los datos muestran que las medidas drásticas que tomó Colombia ayudaron a frenar la curva más rápido que otros países. Por ejemplo, a los 40 días desde el primer contagio, Italia tenía 10.149 infectados mientras que Colombia tenía 2.799. 

Las datos del cambio de movilidad que ha publicado de Google nos dicen que, por ahora, la gente está cumpliendo el aislamiento, por lo que reabrir la economía sería una opción viable para el gobierno.

La prioridad ahora es encontrar un balance que permita reactivar el sistema, evitando así hambre, pobreza y crisis, pero sin darle fuerza a un nuevo brote que arrodille al sistema de salud. 

 

La apuesta de Duque es el “aislamiento inteligente”: abrir algunas actividades económicas -bajo protocolos muy estrictos- pero no reabrir la vida social. Así, se evita el colapso económico mientras que se contagia la población de manera controlada. Si la curva se dispara, se vuelve a aislar al país hasta controlarla nuevamente. En teoría, cada nueva ola de infectados debería ser menor que la anterior, pues más personas tendrían inmunidad al COVID-19. 

 

Esta medida fue propuesta por un grupo de científicos al presidente Duque, sin embargo, su formulación la hizo el equipo del London Imperial College para atender el COVID-19. ¿Cuánto duraría esta estrategia? Se esperan unos siete ciclos repartidos entre 12 y 18 meses, si no se consigue la vacuna antes. 

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En la gráfica del London Imperial College, los rectángulos azules simbolizan los periodos en los que hay aislamientos estrictos. La línea naranja son los casos semanales de enfermos que requieren hospitalización las UCI. Como se ve en la gráfica, cuando la ola naranja se desborda, se aplican medidas estrictas para que ésta se vuelva a reducir. La estrategia ya la están aplicando Hong Kong y Singapur y por ahora ha funcionado, como explica este artículo de la revista Science.


¿Cómo funciona el aislamiento inteligente?

El anuncio oficial no se ha hecho aún pero sabemos que la decisión buscará mantener el número reproductivo R (cuántas personas contagia cada infectado) por debajo de 1. En Colombia logramos un R 1,2 con este primer aislamiento, lo que quiere decir que, actualmente, un infectado contagia a poco más de una persona. 

 

Para que el R se mantenga por debajo de 1, el matemático Adam Kucharski propone controlar cuatro aspectos: duración, oportunidad, transmisión y susceptibilidad. La Organización Mundial de la Salud plantea la misma estrategia en seis puntos claves. Colombia no había cumplido el 13 de abril estos aspectos, por lo que no pudo levantar la cuarentena antes.

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Detección para frenar el contagio
 

Este objetivo es claro para todos: detectar a los infectados es clave para poder aislarlos lo más rápido posible y saber realmente el panorama al que nos enfrentamos. Hay dos tipos de pruebas: las moleculares (PCR) y las pruebas rápidas. Las primeras dan resultados más precisos y las segundas pueden dar falsos negativos y solo sirven como primer filtro para la detección. Hasta este momento, Colombia ha hecho más de 50.000 pruebas PCR y habilitó 38 laboratorios para agilizar el proceso de análisis.

Las cifras que hallarás en esta nota se actualizaron por última vez el 23 de junio. Por el periodo vacacional de la Universidad de La Sabana, se retomará la actualización diaria de este producto en agosto, con el inicio del semestre académico 2020-2.

El ministro de Salud aseguró el 31 de marzo que el país tiene un stock de 30.000 pruebas moleculares disponibles que importó de Corea y de Turquía. Y aunque sigue intentando conseguir más, el stock internacional está muy apretado por la alta demanda. En especial, está escaso un reactivo (kit de sustancias) que resaltan la presencia genética del virus. Este kit químico se procesa en laboratorios en Estados Unidos, México, Corea, Alemania. Sin embargo, Corea del Sur está acaparando estos reactivos (porque está haciendo pruebas a todas las personas) y Alemania emitió una norma para no exportar reactivos, lo que ha hecho que se rapen los pocos que quedan. 

Por eso, el Gobierno está comprando pruebas rápidas y aplanando el camino interno para que la importación y acreditación de las mismas sea ágil, pues el objetivo es que a final de mes se estén realizando 15.000 de estos test cada día. Ojo, que estas pruebas sirven para aislar posibles contagiados  al igual que hacer testeos aleatorios para tener un panorama de la infección, pero debe confirmarse el resultado, de dar positivo. 

El primer laboratorio que se comprometió con asegurarle a Colombia estos test fue el laboratorio Abbot, que aseguró una importación de 1.049.000 pruebas rápidas. De estas, ya hay en el país 50.000. El fin de semana llegarán 100.000 más.  

Pero el testeo no es suficiente, se necesitan datos de calidad y actualizados, que permita entender qué está pasando y cómo está pasando. Colombia ha sido uno de los países que mejor ha publicado estos datos, aunque tiene mucho que mejorar. Hay países como Islandia o Estonia que tienen datos más claros y estructurados. Por el contrario, países como España han sido el ejemplo contrario: han estado contando mal los datos de sus Comunidades Autónomas, han cambiado la metodología y se demoraron bastante en dar datos desagregados por sexo y edad, por ejemplo. 

Rastreo para disminuir la duración

Localizar rápidamente a los contagiados y a todas aquellas personas con las que haya interactuado, testearlos, aislarlos y hacerles seguimiento es clave. Es importante hacerlo incluso antes de que haya síntomas, pues a diferencia de otros virus como el SARS o el MERS, quienes tienen COVID-19 contagian a muchas personas antes de que manifieste síntomas (si es que los manifiestan). 

El rastreo es muy exigente, pues no basta con testear a muchas personas: hay que saber con quién estuvo. ¿Cómo lo han hecho países como Corea del Sur o Hong Kong? Con aplicaciones y rastreo de datos personales masivos. Corea, por ejemplo, analiza los datos del GPS de los celulares, los movimientos de tarjetas de crédito y las actividades de las personas en imágenes de CCTV. Hong Kong ha publicado mapas de localización de cada caso, lo que permite saber dónde está en infectado y qué hizo en los días anteriores. 

Colombia quiere seguir sus pasos con la aplicación Coronapp. Allí se puede registrar los síntomas que uno, o que las personas que viven con uno, tienen cada día. Al descargar la aplicación, se da acceso a los datos de geolocalización y al Bluetooth, lo que servirá,  de llegar a estar contagiado, para identificar posibles contagiados y aislarlos a todos. Por ahora, la aplicación ha tenido más de 9.000 descargas. 

Para que estas medidas funcionen, se necesita que al menos el 70% de la población haya descargado el aplicativo. Como es difícil que esto pase, Google y Apple se comprometieron a dar un paso sin precedentes: que las aplicaciones de rastreo de los gobiernos aparezcan en cada dispositivo que tenga su sistema operativo en la próxima actualización. 

¿Cuál es el ‘pero’? Nuestra privacidad se ve sacrificada. En algunos países más que otros, sin duda, pues depende de los datos que se recopilen, analicen y se compartan.  Este es un debate interesantísimo sobre la ética detrás del manejo de datos y los límites al derecho a la privacidad.

Distancia para evitar oportunidades de contagio

Esta es la estrategia que venimos aplicando hace un mes: aumentar las medidas de distanciamiento social para disminuir el contagio. El caso extremo es el confinamiento total, pero hay versiones más suaves como las que Alemania empezará a aplicar. Tendrá apertura de algunos comercios, peluquerías y colegios, aunque siguen prohibidas las aglomeraciones y los servicios religiosos hasta agosto. En Hong Kong se incentivó el teletrabajo y se prohibieron las reuniones de más de cinco personas, pero se permite ir a restaurantes si las mesas están separadas por 1.5 metros entre sí. 

Para apoyar este proceso, la tecnología será clave. Google ya anunció que avisará a sus usuarios de zonas donde hay concentraciones, como en las filas de los supermercados, para evitar que se acerquen a esas áreas. 

Las nuevas medidas de distanciamiento social no han sido anunciadas para Colombia. Lo que sí sabemos es que se mantendrán cerrados los centros educativos hasta final de mayo. Igualmente, los adultos mayores deberán permanecer aislados hasta finales de ese mes. 

Protección para disminuir la transmisión 

La estrategia es reducir el riesgo de contagio con medidas como el uso de tapabocas y el lavado de manos, al igual que evitar el contacto físico. Por ello, el gobierno ha obligado a usar mascarillas en el espacio público, reservando las médicas para los equipos sanitarios, e insiste en el constante lavado de manos, la desinfección de productos de compra o el cambio de ropa dentro y fuera de la casa. 

Inmunizar para ser menos susceptibles al virus

Este es el objetivo final: que la población sea inmune al COVID-19. Para lograrlo solo hay dos caminos: la vacunación o el desarrollo de defensas. La opción más “rápida” es lograr la inmunidad de rebaño”: cuando entre el 50% y el  70% de la población supera la enfermedad y desarrolla defensas, haciendo inofensivo al virus. En Colombia, esto implicaría que entre 22 y 32 millones de personas se infecten y desarrollen defensas a lo largo de un año, de manera controlada y sin desbordar al sistema sanitario. 

¿Cuál es el problema? No sabemos realmente cuánto duraría la inmunidad o si todos los que han desarrollado la enfermedad tienen suficientes anticuerpos para defenderse. Además, ha habido casos en los que personas dadas de alta han vuelto a dar positivo, y no es claro el porqué. Adicionalmente, hay estudios que indicarían que el daño para los infectados va más allá de los pulmones: dañaría el corazón, el cerebro e incluso los riñones.

La otra opción es la vacunación. Sin embargo, los expertos no esperan una solución en este sentido en menos de 18 meses, pues las pruebas deben ser juiciosas para evitar dañar a las personas con efectos secundarios. Para ello, los laboratorios y empresas biotecnológicas que elaboran vacunas deben pasar por una serie de procesos antes de que salga al mercado para que pueda certificar su efectividad y seguridad en el paciente. El reto que sigue es el comercio de esta vacuna, pues si sucede lo que está pasando ahora con los implementos médicos, será difícil acceder a ella en poco tiempo. 

La Sociedad de Profesionales de Asuntos Regulatorios (RAPS), organización que se dedica a la regulación y control de fármacos o instrumentos médicos, actualiza semanalmente las posibles vacunas que están desarrollando algunos laboratorios contra el Covid-19, y así, monitorear en qué fase se encuentra cada una. En esta infografía te explicamos cómo funciona el proceso y en qué va el desarrollo de las diferentes vacunas. 

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Las cifras que hallarás en esta nota se actualizaron por última vez el 23 de junio. Por el periodo vacacional de la Universidad de La Sabana, se retomará la actualización diaria de este producto en agosto, con el inicio del semestre académico 2020-2.

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