Delirios
Sara Jimena Ruiz
Ilustración por Diego Fernando Muñetón Correa
En lo profundo de la mente de Iván yacía una obsesión siniestra por las diversas maneras en que la muerte podía manifestarse. Cada día, su imaginación se sumergía en vívidos pensamientos donde él mismo era el protagonista, imaginando olores nauseabundos y sensaciones escalofriantes. Visualizaba sus extremidades desgarradas y el cuerpo perforado en la nada, mientras crujían las ramas y el viento susurraba a su alrededor.
Una tarde nublada, mientras cruzaba un túnel, se vio sumergido en un nuevo pensamiento. El eco de sus pasos se escuchaba a kilómetros, y el olor a humedad y moho estaba en todos lados. De repente, una figura se abalanzó sobre él. Un cuchillo se incrustó en su pecho. Soltó un grito ensordecedor. El dolor y el terror lo acompañaban mientras se desplomaba al suelo. Iván podía sentir el calor de la sangre que brotaba en su herida, mezclándose con el olor metálico que invadía el aire.
La muerte lo llamaba en aquel túnel… Sin embargo, en su último aliento se encontró con la realidad de que solo era un pensamiento. La obsesión aumentó, y la línea entre sus oscuras fantasías y la realidad se volvió muy fina.
En su mente, transitaba por incontables maneras de acabar consigo mismo, rumiando una pregunta escalofriante: ¿Su obsesión sería capaz de trascender los límites de la imaginación?