Un amor degollado
María Fernanda Castro Huartos

Ilustración por Maria Fernanda Castro Huartos
En un banco de madera, rodeado de ladrillos, se encontraban los cuatro chicos idiotas del matrimonio Mazzini-Ferraz. Los niños lucían estúpidos, con las piernas colgantes y quietas, con manchas rojas en su ropa y una sonrisa escalofriante como la noche. Los padres se encontraban aterrorizados porque su sueño más anhelado, su deseo de felicidad y estabilidad, Bertita, había muerto. Ellos hallaron a su hija menor en la cocina y, en el piso, observaron un mar de sangre.
Horas antes, la sirvienta se encontraba en la cocina degollando a una gallina. Mientras ella ejecutó presión en el cuello del animal, los cuatro chicos se alegraban con el escandaloso color rojo. Después de almorzar, salieron todos. La sirvienta viajó a Buenos Aires, y los padres y la pequeña visitaron a sus vecinos. Bertita, la niña mimada, se dirigió a su casa. Mientras caminaba vio la pared de ladrillos del patio de su casa.
Bertita colocó diferentes objetos para subir por la pared. Al otro lado, sus hermanos, con inquietud, observaron a la pequeña y se acercaron a ella. Los estúpidos agarraron de una pierna a la pequeña y la llevaron a la cocina. En aquel lugar, los cuatro idiotas degollaron a Bertita, formando un mar de sangre. Cuando los padres regresaron a casa, el padre llamó con ilusión y desesperación a su querida hija. Al abrir la puerta de la cocina, el hombre se encontró con la trágica escena de sangre y no permitió que la madre observara. Él se dirigió al patio y vio en la banca a los cuatro idiotas con manchas rojas en su ropa.
(Este texto fue escrito recontando el cuento La Gallina Degolla, es un cuento de terror del escritor uruguayo Horacio Quiroga).