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BlacKkKlansman: una lucha por la identidad, el poder y la vida

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Tatiana Rojas González

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ShapeHumor, horror y denuncia crean una combinación de sátira sociopolítica y llamado a la acción.

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El filme de Spike Lee, reconocido director y productor de varias películas como Malcom X e Inside Man, demuestra su trabajo clásico sobre relaciones de raza, colorismo (discriminación basada en el color de la piel) e inclusión de asuntos políticos en sus películas. En esta nueva entrega Lee nos transporta a los coloridos años 70 para contarnos la historia de Ron Stallworth, el primer policía negro de Colorado Springs que logra infiltrarse en el Ku Klux Klan (KKK) para hacer inteligencia. Blackklansman es una película que combina el cine denuncia y la comedia, para así crear un thriller policial en el que el suspenso y la tensión dirigen la atención hacia una situación de dualidad en la propia identidad y entre el pasado y el presente. Basada en la historia real de Stallworth, la película demuestra que el problema del racismo sigue aún latente en los Estados Unidos. Así, Lee se las ingenió para crear un drama hipnotizante y bien merecedor del premio a “mejor guion adaptado” en los Óscar 2019.


En Blackkklansman se ve la lucha interna de una persona como consecuencia del enfrentamiento a situaciones en las que su identidad racial es puesta en duda. Esto se evidencia en la relación que crean Ron Stallworth (John David Washington) y Flip Zimmerman (Adam Driver), un detective judío, al empezar una investigación para detectar una posible guerra racial en el pueblo. Luego de varias charlas por teléfono, Ron se gana la confianza del máximo líder del KKK, el grupo más notorio de supremacistas blancos de Estados Unidos, lo que le sirve para infiltrarse en el clan. Pero su color de piel le impide presentarse en persona, así que se las ingenian para que Flip se convierta en la cara de Ron, mientras que este sigue siendo la voz detrás del teléfono. Esto hace que Flip piense de manera más profunda en su identidad como judío y lo que ello significa, mientras que Ron se debate entre ser policía y combatir una estructura policial racista que estereotipa a los negros como delincuentes, solo por su color de piel.


Así, los puntos clave de la película son la confrontación y la colaboración en situaciones bajo presión, algo que se logra mostrar con el uso de tomas de larga duración, realizadas con la lente de 35 mm de Chayse Irvin, y del montaje en paralelo. De esta manera, Lee construye un ambiente de intriga al mostrar cómo, a pesar de no poder aparecer juntos, Ron y Flip siempre estaban cerca, personificando así al Ron blanco: una persona que odia a los negros y a los judíos, un reto para estos dos detectives. Un ejemplo claro del uso de estos recursos audiovisuales es la escena en la que un miembro del clan interroga a Flip, pues sospecha que es un judío, mientras Ron escucha todo lo que está sucediendo desde un micrófono escondido y se debate entre si ayudar a su compañero o no. En esta escena en particular, y en la película en general, la combinación de colores rojo, azul y negro construyen un ambiente que transmite emoción, peligro, confianza y poder, para así interesar aún más al espectador.


Sin embargo, la personificación del Ron blanco crea una división dentro los detectives, poniendo en duda su sentido de pertenencia a un grupo en particular, creando así una lucha por el poder en su interior. Y es que eso es lo que finalmente muestra la película, la lucha por el poder entre los grupos raciales, evidenciada en las arengas: “Black Power” vs “White Power vs “All Power for All People”, en las escenas en paralelo de la reunión de la unión de estudiantes negros de la universidad local y la reunión del KKK para invitar a su más reciente miembro.


Las similitudes con la realidad son tan sutiles que solo al final el espectador se da cuenta de la intención de Lee de mostrar que el racismo no se ha superado aún, pues las últimas escenas del filme son videos tomados en las protestas del KKK en el 2017. Así, Lee aviva el pasado como si fuese un espejo de lo que está sucediendo en la sociedad y en la política de Estados Unidos con Donald Trump en el poder, invitando no solo a la reflexión sino a la acción para lograr erradicar el racismo de una vez por todas. Pero todo esto sin decir ni una palabra al respecto, sino acudiendo a las crudas imágenes de las protestas.


Aunque la película no le hace justicia al libro, las capas de tensión, intriga y humor le permiten a Blackkklansman disfrazar su función de denuncia. El uso de los diálogos para criticar, entre otras cosas el cine de blaxploitation, le permite mantener un tono de entretenimiento, convirtiendo su película en un producto que cualquiera quisiera ver, llevando así su denuncia a muchas más personas. Una pieza maestra sin duda alguna, que llama a valorar la vida de todos por igual, sin importar su color de piel o creencia religiosa.

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