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De camino al campo

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Laura Vanesa Barrera Ruiz, estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de La Sabana.

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Los habitantes de la vereda Catalamonte, ubicada en Tena, Cundinamarca, se han visto afectados por el deterioro de la vía en la venta de sus productos. La Administración Municipal no le ha hecho mantenimiento en lo que lleva de mandato.

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Foto:
Laura Vanesa Barrera

Campesino del sector limpiando un derrumbe que impide el paso de los vehículos.

A finales de los 80, un grupo de 20 campesinos se unieron para construir con picos y palas una carretera en la vereda Catalamonte de Tena, un municipio ubicado a 61.6 km de Bogotá, capital colombiana. Durante tres años se reunieron todos los jueves hasta dejar lista la vía por la cual transportarían los recursos primarios de sus fincas, que, posteriormente, venderían para su sustento económico. Sin embargo, hoy, 30 años después, la carretera se encuentra deteriorada y la gente del campo está a la espera de que la Administración Municipal les brinde apoyo.


Tras una noche de lluvias, Rodrigo Pinto, administrador de la finca Las Cuadras y uno de los campesinos que ayudó en aquella construcción, se levanta como todos los días a las cinco de la mañana para ir al ordeño y tener listas las 60 botellas de leche que dos horas más tarde recogerá Nelson Gómez en su camioneta de estacas. Algunos días tarda un poco más, pues en repetidas ocasiones, el vehículo del gerente de “La Laguna Cafe”, un establecimiento de La Gran Vía, inspección de Tena, se ha quedado atascado por el mal estado de la vía. “Hemos tenido que ir con el caballo percherón a sacar la camioneta del barrizal”, señala Rodrigo.


Nelson expone que lleva 20 años recogiendo la leche de al menos siete fincas del sector y que, desde hace cuatro años, le toca mandar a revisar y hacer arreglos a la camioneta cada cuatro meses, porque “con esa carretera así, los carros se dañan”. Allí recoge 320 litros de leche con los cuales se producen alimentos como mantecadas, kumis, yogures, entre otros.


La carretera inicia en un lugar al que las personas llaman Patio Bonito; los primeros 100 metros están pavimentados. Allí hay dos tiendas, unas cuantas casas y una cancha de tejo. Luego empieza la carretera destapada y se observa el primer hueco. En la Alcaldía de Tena, la información es escasa. No se tiene la longitud exacta de la carretera. Sin embargo, los residentes de la zona señalan que, según el kilometraje de los carros, mide seis kilómetros. Si la carretera estuviera en buen estado, el recorrido en carro sería de 10 minutos; pero con su condición actual el viaje tiene una duración mínima de 40 minutos.


El clima siempre ha jugado en contra del buen estado de la vía. “Cuando llega el invierno, las fuertes lluvias acaban con la carretera”, menciona Vitelma Solano, pareja de Rodrigo y residente de la vereda desde hace 30 años. Vitelma nunca asistió a un colegio. No sabe leer ni escribir. Sin embargo, en compañía de Rodrigo, logró “sacar a sus dos hijas adelante”. Ambas residen en Bogotá y, aunque disfrutan de visitar a su madre, las últimas veces la carretera ha sido un impedimento. Luisa, la menor, llega en la tarde con su novio y su hija de tres años. Si no consiguen a alguien que los suba, desde Patio Bonito a la finca, deberán caminar 6 km.


Aunque el clima sea una desventaja, en los últimos años se sumó una nueva causa al deterioro de la carretera. Las Alcaldías no se han preocupado por el mantenimiento de las vías, comenta Miguel Parra, quien administra la finca La Cabaña y habita desde 2010 en Catalamonte con su esposa y sus dos hijos. Todos los días, su hija, Alejandra, quien cursa sexto grado, debe caminar 30 minutos para llegar a Patio Bonito, donde toma un bus que la lleva a la escuela de Hospicio. Asimismo, Brayan, su hijo de 10 años, camina 40 minutos hasta la Fundación Formemos.


Miguel se encontraba entregando la leche a las once de la mañana, pues se trata de una empresa distinta a la de Nelson. Esta recoge la leche en un carrotanque con una capacidad de 5 mil litros, Vitelma señala que el recorrido de este también ha estropeado la carretera.


― Ahora a los animales nos toca llevarlos bien herrados, ¿cierto, Vitelma?

―  Sí, don Miguel, con esa vía tan horrible.

― Y eso para salir a mercar toca en los caballitos, porque los carros ya no entran aquí casi con esa carretera tan berraca (o en malas condiciones). El último arreglo lo hizo Víctor Moreno.

― Sí, ese señor sí nos ayudó.


Víctor Julio Moreno, exalcalde de Tena y actual miembro del Concejo, expresa que arreglar esa carretera le corresponde a la Administración Municipal; por eso, durante su mandato (2012-2015), hizo un recorrido cada año por todas las vías de Tena y llevó maquinaria a las carreteras que necesitaban arreglo. Comenta que en el Concejo Municipal siempre hablan de las carreteras, porque “el no arreglo de las vías ha sido el pan de cada día de esta administración”. Los habitantes de ese sector de Catalamonte lo han llamado, incluso el presidente de la Junta de Acción Comunal de la Laguna de Pedro Palo, para que hable con el alcalde y la carretera sea reparada. No obstante, aunque el Concejo ha instado a la autoridad municipal para que arregle las vías, el alcalde no ha ordenado el desplazamiento de la maquinaria, y “en últimas quien toma la decisión de intervenir la carretera es el alcalde”. También menciona que el Instituto de Infraestructura y Concesiones de Cundinamarca (ICCU) prestó un combo de maquinaria a Tena, pero que el alcalde ni siquiera ha enviado un ingeniero para calcular cuánto valdría el arreglo de esa vía. Añade que es muy tarde para repararla, pues con las fuertes lluvias de esta época y el estado de la carretera en deterioro continuo es complicado.


Por su parte, la concejal Angélica Garzón explica que no hay dinero para arreglar las vías porque el municipio está endeudado con proyectos que, según ella, no tienen sentido, como un crédito por 1.741 millones de pesos. Conforme con el acuerdo municipal No. 014/2021, este crédito se gestionó para cofinanciar la compra del predio Plaza de Mercado de la Inspección de la Gran Vía, realizar obras de mantenimiento y mejoramiento de vías rurales y/o urbanas, mejorar la infraestructura de viviendas en zonas rurales y urbanas del municipio, cofinanciar la compra del predio del área deportiva Fidel Cano, diversificar cultivos y fortalecer emprendimientos unipersonales y asociaciones.


“Durante enero, febrero y marzo del 2021, se realizaron 80 contratos de prestación de servicios por una suma de 1.500 millones de pesos, por eso no hay recursos”, señala Garzón. Dice que el alcalde crea falsas expectativas en las personas porque les promete y al final no cumple, y que en 2020 la Gobernación de Cundinamarca otorgó 359 millones de pesos para el arreglo de las maquinarias.


La Alcaldía está a 7 kilómetros de Patio Bonito. Aquel lunes de Semana Santa, le estaban haciendo un arreglo a la estructura porque hacía un mes se había inundado. En el segundo piso, queda la oficina de Luis Carlos Vargas Lozano, actual alcalde del municipio, quien expone que es difícil hacerle una intervención a esa carretera porque eso le pertenece al Instituto Nacional de Vías (o Invias), un organismo adscrito al Ministerio de Transporte que, según su sitio web oficial, ejecuta las políticas, estrategias y proyectos relacionados con la infraestructura vial a cargo de la Nación.


El alcalde Vargas explica que en noviembre del año pasado llegó a un acuerdo con esta entidad para que desde la administración del municipio se pudiera realizar una intervención. Asimismo, atribuye el mal estado de la vía a las volquetas con las que se está construyendo el acueducto regional La Mesa- Anapoima porque, según él, duraron cuatro meses pasando por allí, hasta que él impidió el tránsito de esos vehículos. También señala que la maquinaria del municipio estaba dañada cuando recibió la administración. “Esa vía está en el programa, pero toca esperar porque ya se invirtieron 500 millones en el arreglo de la maquinaria. Además, esa carretera está fea, pero se puede transitar”, concluye Vargas.


Henry Oswaldo Martínez, el precursor de Luis Carlos, estuvo en el cargo del 2016 al 2019. Menciona que, cuando su periodo terminó, solo quedaron dos máquinas averiadas. “Al vibro (o cilindro) le hicimos varias reparaciones; sin embargo, el motor era del 2005 y no dio para más. Por otro lado, la motoniveladora estaba en óptimas condiciones, pero faltando dos días para entregar mi puesto se le dañó un eje, arreglando una vía precisamente”.


El exalcalde dice que la retroexcavadora, las volquetas y el resto de las máquinas quedaron funcionando. De igual forma, expresa que esa carretera de Catalamonte debe ser arreglada por la Administración Municipal porque es veredal, e Invias no arregla vías terciarias. “En el año 2019, faltando aproximadamente dos meses para entregar mi administración, hicimos un arreglo desde Patio Bonito hasta Corrales con maquinaria y recebo. Esa vía quedó en óptimas condiciones”, finaliza Martínez.


La distancia entre Corrales y Patio Bonito es de 3 kilómetros; por tanto, a los otros tres no se les ha hecho mantenimiento desde el 2015.


Esta carretera, además de ser el paso principal de los campesinos de esa zona, conduce a la Laguna de Pedro Palo, la mayor reserva hídrica de la provincia del Tequendama. Sin embargo, solo puede observarse desde lejos, pues la entrada está prohibida desde 1996 porque las personas la estaban contaminando con basuras.


Roberto Sáenz es el dueño del predio en el que se encuentra la reserva natural Tenasucá, desde la cual se puede observar la laguna. Tenasucá está rodeada por una huerta agroecológica con al menos 40 productos que Roberto distribuye en Bogotá cada quince días, junto con otros de fincas aledañas, pues les compra algunas cosas a sus vecinos para mover la economía de la vereda. De igual forma, compra productos a familias de municipios cercanos como La Mesa y Bojacá.


Si Roberto no puede desplazarse, la economía de él y de las 15 familias a las que le compra se vería afectada. La vecina que le vende pollo perdería mensualmente 1,2 millones de pesos. “Si no se los compro, ella no tendría el público para venderlos”. El vecino que le vende queso perdería 250 mil pesos mensuales. Roberto dejaría de ganar 4 millones de pesos en el mes, suma que es necesaria para poder sostener su huerta.


“Hay momentos en los que, si no le echo piedra, mi camioneta no puede subir”, afirma Roberto, refiriéndose a la carretera. En los últimos seis meses se ha quedado atrapado cuatro veces. Rodrigo Pinto, Hugo Poveda y él deben ir a tapar los huecos con piedras para poder salir. Hugo ha vivido en Catalamonte toda su vida y actualmente trabaja en Tenasucá, lugar al que llega tras caminar durante 40 minutos, puesto que, aunque tiene moto, no puede usarla por el mal estado de la vía.


La reserva también está abierta para que en ella se haga turismo de contemplación. En medio de la naturaleza, se realizan caminatas, mientras se cuenta la historia del lugar. Se ofrece alimentación y hospedaje. Roberto dice que, a pesar de que las carreteras evitan que la gente vaya, no es negativo del todo, ya que es mejor manejar el turismo a pequeña escala.


Cuando algún vehículo queda atrapado, llaman a Roberto Sáenz para que, con ayuda de su camioneta, saque del lodo a los automóviles. También le han pedido ayuda para desplazarse a los centros médicos, porque aquellos que tienen moto corren el riesgo de caerse por culpa de la vía y caminar tomaría más de una hora.


Él ha hablado con el alcalde en más de una ocasión y le ha mostrado las fotografías de la carretera. Hace más de un mes le contestó que iba a mandar cuatro volquetadas de recebo la siguiente semana, pero no fue así. Cuadraron de nuevo para congregar a la comunidad y trabajar de la mano con la Alcaldía, pero pasaron dos semanas y nunca llegaron las volquetas.


Esta tarde, Roberto le cuenta a Rodrigo que la Administración Municipal prometió ir en dos semanas a arreglar la carretera. Mientras tanto, deberán continuar rellenando los huecos con piedras. Al rato, llegan a la reserva unos turistas y, antes de saludar, el conductor le dice a Roberto: “Esa carretera está horrible. Si no tuviera una camioneta, me hubiera quedado atrapado en la mitad del recorrido”.

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