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El padre del baloncesto colombiano

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Andrés Felipe Vanegas Becerra, Comunicación Social y Periodismo

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Guido Mosquera sigue marcando la vida de muchos deportistas como entrenador con su gran sabiduría y sus ganas de ver salir adelante a sus estudiantes.

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Guido Mosquera y a su derecha Glenn Rivers en el Mundial de Baloncesto de 1982

Cuando se habla del baloncesto colombiano es imposible que el nombre de Guido Mosquera no salga a relucir en la conversación. Fue capitán de la Selección Colombia en el Campeonato Mundial de Baloncesto de 1982, única vez que Colombia ha participado en dicho evento, sin embargo, el logro más destacado del talentoso basquetbolista es haber marcado la vida de un gran número de deportistas, no solamente como maestro dentro de las canchas, sino como un padre fuera de ellas.


Guido Mosquera Ramos, un hombre de pocas palabras pero de muchas acciones, nació en Quibdó, Chocó, el 9 de octubre de 1957. A los 14 años dejó de practicar fútbol, se empezó a interesar más por la pelota naranja y se enamoró de ella. Desde ese momento, su vida iba a estar llena de rebotes, asistencias, robos y triples. Brilló con 1 metro y 91 centímetros de estatura en el juego profesional, lo que le permitió ser convocado muy rápido por la Selección Colombia y poder conformar la lista definitiva de doce jugadores que disputaron La Copa Mundial de Baloncesto.


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Faltan pocos días para ese anhelado 15 de agosto de 1982, el día que daría inicio el Campeonato Mundial de Baloncesto. Guido espera con ansias y muchos nervios la dichosa lista definitiva de 12 entre 34 preseleccionados. Por fin, es revelada. Mosquera, al ver su nombre en ella, siente una total alegría, una sonrisa que le duraría todo el día. En ese momento se imaginó ver el coliseo lleno, a reventar, gritando y aplaudiendo.


— “Nunca olvidaré ese mundial. Inolvidable el partido contra USA, porque enfrentamos a ¡GLENN RIVERS!, actual entrenador de los Ángeles Clippers y jugué un muy buen partido”, recuerda Guido.


Como jugador, se caracterizaba por ser ofensivo. Su contextura delgada le permitía ser un jugador muy veloz. Tenía un tiro de media y larga distancia fenomenal, podía llegar a marcar 28 puntos en un medio tiempo sin fallar un solo lanzamiento. Contaba con una buena capacidad bajo los tableros pues definía y rebotaba exitosamente ante jugadores de mayor estatura. Todo esto le permitió desempeñarse de muy buena manera en la mayoría de las posiciones. Su estilo de juego se podría asemejar al de Kevin Durant, actual jugador de Brooklyn Nets de la NBA.


En Colombia, el baloncesto no es tan popular, tampoco factura tanto dinero como el fútbol, sin embargo, fue sede de una de las mejores finales mundiales de baloncesto de la historia. Dicho mundial contó con la participación de 13 equipos, Colombia —con Mosquera como capitán— clasificó automáticamente a la segunda fase por ser el país anfitrión, para mala fortuna de los cafeteros, perdieron los 6 partidos que disputaron —por 21 puntos de diferencia de media—. La Unión Soviética quedó campeona; en la final se enfrentó a Estados Unidos con un partido de infarto tanto por lo deportivo como por las tensiones políticas de la época.


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El chocoano es un moreno muy carismático, calvo , tranquilo, no es muy expresivo con las palabras. Las personas que conocen a Guido concuerdan con una cosa: el gran ser humano que es, esa capacidad de siempre ver el lado positivo de las cosas. Siempre busca aportar su grano de arena para ayudar en la formación deportiva y académica de las personas.


Wilson Ovalle, exjugador de baloncesto y aprendiz de Guido, comenta:


—“Gracias al profesor Guido considero que pude estudiar. Estuve con el profesor en la Universidad Central, hicimos un proceso para estar becado pero no se dio. Guido me consiguió una oportunidad en la Universidad Piloto y ahí estuve becado casi al 100%”.


Esta oportunidad le permitió lograr estudiar Contaduría Pública y estar becado gran parte de su carrera universitaria. De no ser por ese hecho, Wilson considera que le hubiera sido muy difícil estudiar, ya que no contaba con los suficientes recursos económicos.


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En una tarde soleada, Guido, como cualquier otro día, salió a caminar. De pronto se encontró a una de sus estudiantes con su madre, su nombre era Neyla Maria Quinto Angulo. — Esta familia tenía problemas económicos y Neyla no podría volver a entrenar —. Mosquera aprovechó para decirle unas palabras a la madre:


—Señora Angulo, su hija tiene mucho talento y mucho potencial. Le pido que no la deje perder, Neyla tiene que estudiar, ella la va a sacar adelante. Lo único que tiene que hacer Neyla es aprovechar el baloncesto y estudiar.


A Neyla ese día le cambió la vida, las palabras del profesor terminaron de dar ese empujón para seguir creyendo. También  convenció a la madre de seguir apoyándola en su sueño. El héroe de Neyla es Guido, tanto así que comenta:


—“El profe Guido para mí es como un papá adoptivo. Gracias a él estudié y con sus consejos pude sacar mis dos carreras adelante”.


Actualmente es entrenadora en el Club UBC Basketball, una de las escuelas más importantes de Bogotá.





Hace 4 años, Guido pasó por una de las situaciones más duras para una persona. Por una trombosis arterial, le tuvieron que amputar de la rodilla para abajo de su pierna derecha. Su recuperación tanto física como mentalmente fue muy difícil, dolorosa y larga, pero fue una gran enseñanza para su vida.


— “Ese hecho sacó a flote todo mi espíritu de lucha y mi fortaleza mental”, afirmó Guido.


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Mosquera ha sido entrenador de un número inimaginable de basquetbolistas, Nicol  Nieto  — una de sus antiguas pupilas — comenta: “Todos los entrenadores que he tenido y que tengo en este momento han sido preparados por Guido”. Actualmente, entrena a los equipos de baloncesto de La Universidad Central de Bogotá, donde lleva 29 años ejerciendo este cargo. Tal vez algún día veamos al primer colombiano en llegar a la NBA — la liga más importante de baloncesto y que genera 4.800 millones de dólares al año —  con las enseñanzas de Guido.


En la década de los 80, Mosquera hacía gritar de emoción a las personas con su ofensiva, gracias a su agilidad mental demostraba que era un jugador polivalente, era la sensación del momento, sin embargo, también lo era desde el banquillo como entrenador. Sabía combinar muy bien su tiempo como jugador y entrenador. Esto ha permitido que, a lo largo de 40 años, Mosquera haya sido el profesor de muchas generaciones de basquetbolistas, pero también un maestro de vida. Siempre buscó que sus estudiantes siguieran su carrera deportiva y sus estudios, hizo hasta lo imposible para ayudarlos a cumplir sus metas. Por estas razones es que Guido Mosquera será recordado como el padre del baloncesto colombiano.

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