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La vida detrás de una pantalla

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Sofia Rueda Neira

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Para la psicóloga Laura Neira, las redes sociales proyectan la ilusión de una vida perfecta, que no representa la complejidad y diversidad inherentes a una real.

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Kaspars Grinvalds vía Canva Education

En la era digital, las redes sociales se han integrado de manera fundamental a la vida cotidiana, redefiniendo la manera en que comparten información y se relacionan con los demás. No obstante, este avance tecnológico no está exento de consecuencias para la salud mental. Desde la constante presión de la comparación hasta la exposición a información destructiva, las redes sociales han surgido como un terreno psicológico conflictivo, influyendo en la percepción de la sociedad y en el bienestar emocional.


Según un estudio reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 30% de la población global experimenta algún tipo de trastorno mental, y se ha observado un aumento en la incidencia de problemas como la ansiedad y la depresión.


La magnitud de esta problemática se evidencia más al considerar que, según la Encuesta Nacional de Salud de Estados Unidos, más del 70% de los jóvenes adultos utilizan activamente las redes sociales. Esta alta participación en plataformas digitales plantea preguntas críticas sobre cómo la interacción constante con las redes sociales puede afectar la salud mental a largo plazo.


Laura Cristina Carrero se graduó de la Universidad Autónoma de Bucaramanga en julio de 2011 como psicóloga y actualmente se dedica a comprender los complejos procesos mentales que influyen en las personas en el contexto digital.


Neira habló con Unisabana Medios sobre la urgencia de abordar estos desafíos para promover un uso saludable de las redes sociales y preservar la salud mental en un mundo cada vez más digitalizado.


¿Cómo perciben los usuarios de redes sociales los estándares de belleza promovidos en estas plataformas?


La noción de belleza ha sido un estándar prolongado a lo largo de los años y diversas culturas. Siempre han existido diferentes ideales de belleza, pero el acceso a la información nos ha permitido identificar una mayor diversidad de estos estándares. La promoción de estos ideales suele vincularse con la imagen de una vida saludable y delgada. La pertenencia a un grupo social a menudo se asocia con la conformidad a estos estándares, lo que puede generar tanto comodidad como heridas emocionales.


Es importante considerar quién está detrás de la pantalla al observar estos estándares. La interpretación de estos ideales depende en gran medida de la perspectiva del observador. Al mirar una pantalla, soy yo quien decide qué posición adoptar frente a estos: ya sea una perspectiva favorable, optando por una vida equilibrada y saludable, o desfavorable, exagerando ciertos elementos y cayendo en trastornos relacionados con la imagen corporal.


En última instancia, la decisión recae en el individuo, quien puede elegir seguir un camino de bienestar y moderación, entendiendo que el exceso en cualquier dirección puede tener repercusiones negativas. Sin embargo, para aquellos con una autoestima menos sólida, es crucial reconocer el riesgo de exagerar estos estándares y desarrollar trastornos en el camino hacia una vida “fit”.


¿Cuáles son los efectos psicológicos de la presión social para alcanzar los estándares de belleza en las redes sociales?


En primer lugar, se pueden manifestar distorsiones cognitivas, generando una percepción equivocada de la realidad, especialmente en lo que respecta al propio cuerpo, al estar constantemente expuesto a estándares idealizados.


La autoestima emerge como uno de los aspectos más significativamente afectados. Este fenómeno es identificado como un problema evidente, impactando no solo la relación consigo mismo, sino repercutiendo en el relacionamiento interpersonal, la capacidad de comunicación y la resolución de dificultades.


Centrándonos específicamente en la baja autoestima, ¿cuáles serían los signos y síntomas que indican que alguien está experimentando este problema?


La baja autoestima se manifiesta claramente con comportamientos observables, como el aislamiento y la pérdida de interés en actividades que antes generaban placer. Otro indicador visible es el locus de control, que refleja la falta de una dirección clara o pilares motivacionales en la vida, afectando la percepción del propio rumbo y la existencia de un proyecto de vida. También se evidencia en síntomas como la depresión, aunque su manifestación puede ser variada y cambiante.


La habilidad emocional, que implica una fluctuación entre sentirse bien en un momento y, al siguiente, experimentar tranquilidad, es otra faceta perceptible de la baja autoestima. Además, la desatención hacia la apariencia, expresada en el descuido en el arreglo personal y la falta de interés por mantener una imagen cuidada, también revela la presencia de baja autoestima. Este desinterés no solo se limita al autocuidado, sino que se extiende a la relación con los demás.


¿Cuáles son los elementos que pueden influir en la disminución de la autoestima de una persona?


Las personas que carecen de sólidas bases de desarrollo personal, experiencias familiares positivas y un entorno no favorable son más susceptibles a la vulnerabilidad. Las circunstancias del entorno, la familia, los amigos y el círculo social en el que nos movemos desempeñan un papel crucial en la formación de nuestras decisiones y estándares de vida, lo que demuestra cómo los factores externos influyen en las elecciones y comportamientos individuales.


Se observa que muchas personas recurren a las herramientas de retoque para editar sus fotos antes de publicarlas en redes sociales como Instagram, incluso llegando al punto de adelgazarse digitalmente. ¿Cómo esta práctica afecta la autoimagen de las personas y su percepción general de la belleza?


La premisa fundamental es que todo en exceso resulta perjudicial. Aunque es comprensible que, en ocasiones, deseemos disimular pequeños detalles como un ligero sobrepeso o una imperfección, la problemática surge cuando esta búsqueda de perfección se convierte en una adicción. En este punto, se gesta una distorsión cognitiva que afecta la percepción de nuestra identidad. Este proceso puede llevar a evitar situaciones sociales por temor a no cumplir con los estándares del grupo al que pretendemos pertenecer.


La creación de nuevas aplicaciones responde a las necesidades de una población que, al demandar más, estimula la constante innovación. Sin embargo, esta voracidad por la perfección puede llevar a extremos, en que cada detalle debe ser modificado. Es esencial reconocer que el exceso en el uso de estas aplicaciones, como en el caso de las cirugías plásticas, puede tener consecuencias nocivas.

Las cirugías plásticas, al igual que las aplicaciones de retoque, buscan corregir y mejorar aspectos específicos. Aunque ambas prácticas comparten la intención de realizar correcciones, la cirugía plástica es una corrección más visible y permanente, mientras que las aplicaciones ofrecen soluciones rápidas y temporales. En última instancia, la clave reside en utilizar estas herramientas con prudencia y moderación, reconociendo que la perfección no debe convertirse en una búsqueda obsesiva.


La realidad de la vida es que no todos los días son felices ni todos los días son grises. La naturaleza misma de la vida es cambiante, con sus altibajos y matices. No siempre estaré en mi mejor versión, y aceptar esta verdad es fundamental. Las redes sociales, por otro lado, tienden a proyectar la ilusión de una vida perfecta, que cada momento es un viaje emocionante y todo se experimenta como un continuo placer. Sin embargo, es esencial recordar que esta representación idealizada no refleja la complejidad y diversidad de la vida real.


¿Cómo la presión para llevar una vida aparentemente perfecta es tan palpable es en la actualidad?


La pertenencia a un grupo se percibe como vital para formar parte activa de la sociedad. Esta búsqueda de una vida perfecta conduce a la creación de realidades ilusorias que, en última instancia, no existen. Esta percepción distorsionada puede desencadenar problemas de inseguridad al comparar nuestra propia realidad con las supuestas vidas perfectas de los demás.

La idea de una vida perfecta puede generar sentimientos de insatisfacción, llevándonos a cuestionar por qué no alcanzamos ciertos estándares. Esta inseguridad puede incluso desencadenar conductas delincuenciales en un intento por adquirir lo que percibimos como ausente en nuestras vidas.


Es fundamental reconocer que la perfección no radica en la ilusión de una vida idealizada en las redes sociales. Una vida perfecta puede ser simplemente la de una persona común y corriente, que disfruta de las condiciones adecuadas para vivir y experimenta una calidad de vida notable. Es esencial separar la búsqueda de la perfección de la realidad cotidiana, valorando lo que realmente contribuye a una vida plena y satisfactoria.


Pasando a otro tema, me gustaría abordar el tema de los trastornos alimenticios. ¿Cuál es la influencia específica de las redes sociales en este ámbito?


Las redes sociales desempeñan un papel crucial al crear estándares de belleza. A veces, esta influencia puede conducir a la adopción de comportamientos que se consideran apropiados o aceptados por la sociedad. Como ocurrió en el pasado, la obsesión con estos estándares puede provocar trastornos, especialmente en relación con la alimentación. Algunas mujeres de épocas anteriores, por ejemplo, consumían minerales perjudiciales en su búsqueda de la perfección, llegando incluso a considerar la enfermedad como un signo de salud debido al tono amarillento de la piel y la palidez.


En la actualidad, el acceso a la información nos permite ser conscientes de los posibles daños, pero, a pesar de ello, la presión social y los estándares de belleza persisten, llevando a problemas de salud como trastornos alimenticios. La anorexia y la bulimia, por ejemplo, son manifestaciones frecuentes no solo entre los adolescentes, sino entre adultos, ilustrando cómo la búsqueda obsesiva de ciertos ideales estéticos puede tener consecuencias significativas en la salud mental y física.


¿Cuáles son otros trastornos alimenticios, además de la anorexia y la bulimia, que existen?


Ciertamente, existen otros trastornos mentales relacionados con la percepción del cuerpo y la alimentación. Un ejemplo es la vigorexia, un trastorno caracterizado por la adicción al ejercicio, que el individuo se obsesiona de manera enfermiza y adictiva con su estado físico. Otro trastorno es la ortorexia, que se manifiesta como una obsesión patológica e irracional por comer de manera saludable y preocuparse en exceso por la calidad de los alimentos. Estos trastornos reflejan las complejidades de la relación entre la salud mental, la imagen corporal y los comportamientos relacionados con la actividad física y la alimentación.


¿Cuáles son los riesgos y consecuencias a largo plazo de los trastornos alimenticios en la salud mental y física de los jóvenes?


Desde la perspectiva física, los efectos son notables. Internamente, el desarrollo de los órganos se ve comprometido, por ejemplo, el estómago se contrae, limitando la recepción de alimentos esenciales para el funcionamiento normal del cuerpo. Este déficit nutricional hace que la persona sea más propensa a enfermedades debido a bajas defensas. Además, las conexiones neuronales se ven afectadas, impactando la concentración, la atención y el desarrollo cognitivo.


En el ámbito físico, la energía se ve mermada, ya que proviene de los alimentos, azúcares y almidones. Esto se refleja en la falta de crecimiento de uñas y cabello, extrema delgadez, y consecuencias en la regulación térmica debido a la escasez de grasa corporal.


En términos reproductivos, la disminución del deseo sexual y la segregación de fluidos corporales también son consecuencias evidentes. A largo plazo, se desarrolla una distorsión cognitiva, que la percepción de la propia realidad se ve afectada, especialmente en casos de trastornos alimenticios como la anorexia.


En el ámbito de lo mental, las relaciones sociales sufren, influyendo en la percepción del individuo sobre su identidad y su lugar en la sociedad. Además, la anorexia y otros trastornos alimenticios pueden desencadenar problemas adicionales como la depresión, aumentando el riesgo de suicidio.


¿Cuáles son las mejores prácticas para el tratamiento de jóvenes con trastornos alimenticios y trastornos de la imagen corporal?


El papel del psicólogo está estrechamente vinculado a diversas acciones, que van desde la escucha activa en entrevistas hasta el seguimiento continuo del paciente. El tratamiento implica intervenir no solo individualmente, sino abordar la dinámica de apoyo, como la familia, y entender cómo influye en la persona. La intervención se extiende a aspectos clave, como la autoestima, la exploración de pensamientos y el desarrollo cognitivo, identificando y abordando distorsiones cognitivas.


Además, se busca intervenir en los canales de comunicación, ya que muchas personas que afrontan problemas emocionales pueden tener dificultades para expresarse. En este sentido, se les enseña a desarrollar una comunicación asertiva y a expresar sus emociones de manera adecuada. Este enfoque integral se centra en proporcionar a las personas las herramientas necesarias para abordar y superar sus desafíos emocionales de manera efectiva.


Es evidente que el uso de las redes sociales puede contribuir al desarrollo de diversos trastornos, como la ansiedad y la depresión, por mencionar algunos. En este sentido, ¿cómo puede una persona identificar y gestionar adecuadamente el uso de las redes sociales para preservar su bienestar mental?


Cuando la necesidad de revisar, mirar y buscar información se convierte en algo constante, es cuando trasciende más allá de una simple urgencia. En este punto, ya no es solo una cuestión de decir "si no lo vi, no pasó nada; mi vida continúa su curso". Para mí, se vuelve indispensable chequear y mirar diariamente, incluso si la noticia es la misma que ya he visto. Este hábito constante contribuye a la generación de una adicción, ya que la acción de revisar se convierte en una parte integral de mi rutina diaria.


Es crucial considerar que, si existen medios para influir en nuestros comportamientos, también deberíamos aprovechar esos mismos canales para promover la salud mental. Los ministerios de salud podrían desempeñar un papel fundamental en este aspecto. Impulsar campañas que fortalezcan la salud mental, al igual que se hace con la publicidad de productos como zapatos, podría marcar una diferencia significativa. Un enfoque integral desde los ministerios de salud, entendiendo las necesidades y asignando recursos para difundir información beneficiosa, podría contribuir a una mayor cobertura de noticias positivas, ayudando a mitigar el impacto negativo en nuestra salud mental.

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