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Una fría bienvenida

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Sofía Bayona, Comunicación Social y Periodismo

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Su casa es una película de terror inesperada que saca a relucir brillantemente los aspectos más aterradores de la psique humana.

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Foto:
His House

Una casa es un conjunto de muros que nos protegen de las adversidades del mundo exterior, compuesto por cemento, ladrillos, madera y uno que otro mueble.  Puede llamarse hogar, pero, una vez deja de ser habitable (o es conquistada por un ser sobrenatural y aterrador), una casa puede ser abandonada.  Esto, sin embargo, no aplica para Bol y Rial, cuya casa embrujada es el lugar más seguro que pueden encontrar.


Ellos son los protagonistas de Su casa, la película dirigida por Remi Weekes que cuenta la historia de una pareja proveniente de Sudán del Sur en busca de asilo en Inglaterra.  Luego de pasar un tiempo en un centro de refugiados, el Estado les asigna una casa propia, un lugar que podría considerarse inhabitable, pero que para ellos representa la posibilidad de iniciar una nueva vida y dejar atrás las tragedias de su pasado.  El problema comienza cuando se dan cuenta de que, en su nuevo hogar, también habita el espíritu de un Apeth (o brujo) que no los considera bienvenidos.  Imágenes de los tormentos que padecen a manos de este espectro maligno se entrelazan con escenas de la violencia en Sudán y de la travesía marítima que quebró a su familia.

Su casa es el primer largometraje del director británico, y propone un giro novedoso y refrescante para el tema de la casa embrujada, ya recurrente en el cine de terror.  Como buena representante de su género, la película no escatima en sustos inesperados, música de suspenso ni avistamientos fantasmagóricos.  Efectivamente asusta y hace saltar al espectador, un criterio bastante importante.


Sin embargo, su verdadero punto a destacar es la construcción de una historia tan desgarradora como factible, mucho más terrorífica que brujos o fantasmas.  En este filme, los demonios que más atormentan a los personajes viven en su interior, en su pasado y en su conciencia y, como suele suceder, los vivos dan más miedo que los muertos.

Más allá de ser entretenida e inyectar una dosis de adrenalina a los amantes del terror, esta producción retrata problemáticas sociales reales y actuales, como la xenofobia o la crisis migratoria en Europa.  Los protagonistas no solo tienen que lidiar con una presencia maligna en su casa, sino también con el racismo de sus vecinos, la condescendencia de sus oficiales a cargo y las incontables restricciones que conlleva ser refugiados. Con un estilo similar al de ¡Huye! (2017) de Jordan Peele, la película parte de los horrores de la realidad para infligir temor a través de la ficción.


Al verla, el espectador genera una conexión con los personajes principales, Bol (Sope Dirisu) y Rial (Wunmi Mosaku), que proviene tanto de la profundidad que se les otorga, como de la interpretación de los actores.  La amorosa pareja de refugiados que conocemos en un principio es solo una fachada para dos personas con pasados y sentimientos complejos, endurecidas a causa de sus vivencias y que están en una lucha constante consigo mismos y con el mundo en general.


Los actores logran que nos embarquemos con ellos en una montaña rusa emocional, partiendo de la ilusión por tener un nuevo hogar y pasando por la nostalgia, el odio, la culpa y, por supuesto, el miedo, todo siempre en el marco del amor.  Sus personajes no son ni héroes ni víctimas, sino que tienen la ambigüedad de los seres humanos.


“Después de todo lo que padecimos, de lo que vimos que el hombre es capaz de hacer, ¿crees que le temo a los ruidos en la noche?”, esta frase de Rial resume la esencia de Su casa.  Son dos personas que han sufrido tanto, que su miedo al pasado supera incluso su miedo a los espíritus que los atormentan en las noches.  Una familia tan herida por el mundo exterior, que ni siquiera una maldición los convencería de abandonar este conjunto de muros, su hogar.


Entre el suspenso, la nostalgia y un inesperado giro en la trama, Su casa genera en el espectador un miedo que va más allá de un sobresalto, y que toma forma en la sensación de desasosiego que transmiten los personajes a lo largo del filme.

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