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A sus propiedades, se suma un pedacito de tierra donde cultiva papa, maíz y cebolla, el río que pasa cerca a su casa, un perro y un gato; pero es feliz. La soledad que lo acompaña no le impide sonreír ni le quita la tranquilidad del corazón, sino que en cambio lo enseñó a ser ordenado e independiente.
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