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La lucha de la industria audiovisual en medio de la crisis por coronavirus

Alejandra Ortiz, Juan Sebastián Cabuya, Jean Carlos Rosas y Santiago García, Comunicación Social y Periodismo

Con la pandemia, se frenaron también los rodajes y, con seguridad, no será el mejor año para la industria del cine y la televisión en Colombia. Por suerte, apoyos como el que ofrece la ACACC, en asociación con Netflix, servirán de alivio para cientos de trabajadores de ese sector.

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El mundo entero está atravesando una crisis para la que no estaba preparado. El virus ha desafiado todos los sistemas y sacudido los modelos económicos, puesto que afecta tanto a las grandes industrias como a los trabajadores independientes. El gobierno ha ofrecido alivios económicos para las pequeñas y medianas empresas, incluso ha comunicado que entre sus prioridades está apoyar el trabajo formal y, recientemente, también ha respondido a las peticiones del sector de la educación. Sin embargo, hay otro montón de sectores que también necesitan de esas ayudas para sobrevivir, entre ellos, la industria cinematográfica.

 

A finales de 2019 el número total de espectadores en salas de cine de Colombia ascendió hasta 73,1 millones y creció un 14% con respecto a los datos registrados en 2018, según el análisis de Cine en Cifras que anualmente realiza Proimagenes Colombia. Esto quiere decir que el sector cinematográfico en nuestro país se encontraba en un muy buen momento e incluso tenía tendencia a mejorar. Sin embargo, con la llegada de la pandemia, el futuro e incluso el presente de esta industria creativa se ve gris e incierto.

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Con los teatros cerrados, los estrenos pospuestos y los rodajes paralizados también ha quedado desempleada una cantidad importante de personas que vive de lo audiovisual, por lo que las productoras y distribuidoras han tenido que pensar nuevas formas de obtener ganancias que les permitan mantenerse en pie. Cine Colombia, por ejemplo, ha decidido ofrecer sus productos de comida a través de domicilios y, por otra parte, los movimientos independientes se han ingeniado estrategias novedosas para no solamente subsistir, sino seguir distribuyendo cine.

 

“Este no es un momento para detenerse, para que lo paralice a uno la crisis y la angustia, sino que es un momento para respirar profundamente y buscar nuevos caminos”, reflexiona Jaime Manrique, director de Laboratorios Black Velvet, y quien está detrás del movimiento Bogoshorts. Fe en el cine, fe en el corto, fe en la ciudad y, ahora más que nunca, fe en el futuro. Justamente lo que todas estas empresas están haciendo es intentar entender qué va a pasar de aquí en adelante, cómo se está transformando la industria audiovisual y “cómo construir universos de pensamientos que nos permitan flotar en la complejidad de la crisis”.

 

Es así como, en esta búsqueda de nuevos caminos y esperanzas, aparece la propuesta del Fondo de Apoyo Covid-19 para la Industria Cinematográfica y Audiovisual en Colombia, una iniciativa de la ACACC (Academia Colombiana de Artes y Ciencias Cinematográficas) en asociación con Netflix. Este fondo fue creado con el propósito de apoyar económicamente a más de 1,500 trabajadores de las áreas técnicas y el personal de soporte del sector audiovisual y, así como lo expresa Consuelo Luzardo, presidenta de la Academia, darles una mano a todos los trabajadores que son la columna vertebral de nuestra cinematografía, de nuestra televisión.

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Autor: Santiago García

A pesar de que este fondo llega en un buen momento para algunos, se trata tan sólo de una medida coyuntural y no es suficiente para soportar las consecuencias económicas y culturales que trae consigo la pandemia. La presidenta de la ACACC insiste en que “la filosofía del fondo es darle un alivio a trabajadores de cine y televisión que están pasando una época difícil. No está diseñado para convertirse en un motor de crecimiento de la industria”.

 

Aun así, aunque no es una medida que solucione todos los problemas de este sector, es un auxilio que ofrecen estas instituciones, pensando en el bienestar de aquellos que pueden encontrarse en desventaja dentro del gremio, es decir, “es una ayuda muy importante sobre todo para las personas en el medio que no reciben honorarios tan altos como los de un director”, asegura Jefferson Monroy, fundador y CEO de 4K Audiovisual s.a.s, empresa que está participando en el fondo y se encuentra a la espera de la aprobación de su solicitud. “Nos presentamos, porque varias de las personas que trabajan en nuestro equipo, específicamente desde lo técnico y desde al arte, se han visto con problemas económicos a raíz de la cancelación de los rodajes en marzo” por motivos de la pandemia, explicó.

Para Mauricio Cuervo, director de cine y docente, justamente esas limitaciones que ha vivido la industria en medio de esta coyuntura resultarán en la notable reducción de ingresos por taquillas en 2020, lo cual, a su vez, dificultará la realización de nuevas producciones. Esto, porque, según lo establecido en la ley 814 de 2003, un porcentaje de las ganancias de los productores y distribuidores de obras colombianas es destinado al Fondo para el Desarrollo Cinematográfico (FDC). Así que, si no hay ingresos en taquillas, tampoco los hay para el FDC y esto dificultará aún más los procesos de producción cinematográfica. “La pandemia va a hacer que aflore mucha creatividad en los realizadores, pero creo que es una reinvención forzosa y coyuntural. La industria audiovisual de Colombia necesita mecanismos de reforzamiento mucho más estructurales”, dijo.

 

Lo mismo considera Ana Cabrera, productora audiovisual y miembro de la Asociación Colombiana de Ayudantes de Dirección (ASCAD), quien afirma que “si tuviéramos un apoyo estatal mucho más fuerte, no estaríamos a la deriva como estamos hoy en día”. Al respecto, la Asociación Colombiana de Cine (Acocine), en cabeza de Gustavo Palacio, le ha expresado sus preocupaciones, necesidades y propuestas al gobierno de Iván Duque, el cual aún no se ha pronunciado sobre ellas. Lo que queda por ahora es insistir para que el gobierno piense y actúe en beneficio de todos los sectores y que la promesa de la economía naranja no parezca una utopía lejana.

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