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Necesitamos más rostros femeninos

Ashley Valentina Duarte Monroy, estudiante de Comunicación Social y Periodismo

El voto por mujeres en las elecciones legislativas del 13 de marzo es un paso crucial para nuestra débil democracia.

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Opinión

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Actualmente, en nuestro país solo el 21% de los puestos del Senado y el 19% de las curules de la Cámara de Representantes son ocupados por mujeres. Aunque somos el 52% de la población, no tenemos suficiente representación política.


El derecho al voto de las mujeres estuvo vedado durante 135 años de historia democrática colombiana; no fue sino hasta 1957 que pudo ser materializado con el plebiscito del 1 de diciembre para validar el acuerdo bipartidista del Frente Nacional; y, un año más tarde, fue electa la primera senadora, Esmeralda Arboleda. Con todo, hoy, 64 años después,seguimos luchando por superar las barreras de género en esta legislatura.


Según los datos recopilados a través del aplicativo Cuentas Claras, en el 2020, ni siquiera la mayoría de los partidos cumplían con lo dispuesto en el artículo 19 de la Ley 1475 de 2011. Este plantea la destinación del 15% de los aportes estatales que les corresponden para numerosas actividades, entre ellas, la inclusión efectiva de mujeres. De hecho, se conoce que únicamente el 2.4% de estos dineros fue encaminado a promover la participación política femenina, pues el resto se malgastó en banalidades (celebraciones del Día de la Mujer, flores y adornos de navidad). ¿En serio creen que nos pueden contentar con regalos? ¡Qué detallazo sería que reconocieran nuestras capacidades para ocupar cargos políticos!


El voto por mujeres en las elecciones legislativas del 13 de marzo es un paso crucial para nuestra débil democracia. Así pues, vale la pena destacar las listas al Senado de los partidos políticos que quedaron conformadas de manera paritaria: la del Pacto Histórico (el cual cumple también con el principio de alternancia); la del Partido Liberal, con un 56%; la de Cambio Radical, con un 47%, y las del partido de la U y el Nuevo Liberalismo, que están encabezadas por Caterine Ibargüen y Mábel Lara, respectivamente. Además, es memorable que, por primera vez en la historia del país, se presente un grupo político feminista: Estamos Listas.


Sin embargo, otros partidos, como el de la coalición entre los partidos MIRA y Colombia Justa o el Partido Conservador o el Partido Centro Democrático, no impulsaron la inclusión femenina. Si bien la presencia de más mujeres en estas listas es un avance, está en nuestras manos lograr que, tras pasar por las urnas, no se reduzca drásticamente y se garantice un acceso al cuerpo colegiado.


La única forma de tener una institución legislativa más efectiva y legítima es con una igualitaria participación femenina. Estudios realizados por la Unión Parlamentaria y las Naciones Unidas han concluido que las mujeres en posiciones de poder hacen de las sociedades espacios mucho más seguros, propicios para la paz y el desarrollo sostenible, porque ellas tienden a enfocarse, con sus características de liderazgo, firmeza y elocuencia, en los bienes esenciales y en proteger a las personas vulnerables. Esto es justo de lo que carecemos en Colombia, pero tenemos las candidatas capacitadas para representar las necesidades y derechos de las mujeres cabeza de familia, rurales o en condición de discapacidad, que lleven propuestas útiles al Congreso y que hagan un trabajo colectivo con los líderes para transformar las ideas sumisas del género.


Por mencionar algunas, destaco a Mábel Lara, del Nuevo Liberalismo, pues, además de ser un referente del periodismo bien hecho, defiende el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y la necesidad de que haya un reconocimiento económico a mujeres afrocolombianas para que las políticas que las atienden les lleguen y se reduzca su pobreza.


Resalto, además, la propuesta de la historiadora Elizabeth Giraldo, del movimiento Estamos Listas, sobre crear medidas redistributivas que beneficien a las mujeres que ejercen los trabajos de cuidado no remunerado y las labores de reproducción, cuidado y bienestar social.

Aplaudo la labor de Angélica Lozano, del Partido Alianza Verde, quien ha sido elegida por 3 años consecutivos como la mejor senadora: logró el incremento del porcentaje de subsidio a nómina para mujeres dentro del Programa de Apoyo al Empleo Formal y tiene varias propuestas enfocadas a combatir las brechas de género.


También, en la Cámara de Representantes, es destacable el trabajo de María José Pizarro, del Pacto Histórico. Ha apostado por valiosos proyectos de ley, como el de ampliar la licencia de maternidad o paternidad durante las declaratorias de emergencia. Luego, el de establecer nuevas reglas para determinar el orden de los apellidos o el de rendir público homenaje a la Fundación Madres Falsos Positivos Soacha y Bogotá (MAFAPO), habla por sí solo.


Existen varias opciones, las ideas son diversas, hay conocimientos especializados, acciones sólidas… y ya es hora de que la inclusión femenina deje de ser solo un discurso.

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