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Siembra marchita: el nuevo reto para la ruralidad En Boyacá, el aumento de las temperaturas afecta a más miles de familias campesinas que viven de la tierra. Los cambios en los patrones de cultivo y la reducción de las cosechas también son consecuencia directa del Fenómeno de El Niño. Entender para ver En tiempos de sobrecarga informativa y narrativas virales que condicionan los paradigmas de la época, urge formar individuos capaces de investigar, dudar y maravillarse con los misterios reales del universo. Opinión Nuevos tratamientos llegarán a Colombia para curar el glaucoma Esta enfermedad es la causa principal de ceguera en el mundo; no obstante, todo puede cambiar con tecnologías emergentes y diálogos interdisciplinares. Noticia Si hubiese conocido a don Guillermo Hace un mes el Estado asumió y reconoció la culpa de la muerte de uno de los periodistas más intrépidos de este país, a quien deberíamos recordar hoy más que nunca en tiempos de crisis para el oficio. Opinión Siembra marchita: el nuevo reto para la ruralidad En Boyac á, el aumento de las temperaturas afecta a más miles de familias campesinas que viven de la tierra. Los cambios en los patrones de cultivo y la reducción de las cosechas también son consecuencia directa del Fenómeno de El Niño. Crónica Restablecer la cátedra autónoma de historia, una tarea urgente En el 2017 se expidió una ley para reforzar el estudio de la historia de Colombia en la educación básica y media, e incluso se creó una comisión de expertos que ya ha hecho recomendaciones que servirían para que dicho mandato se cumpla. Pero, hasta la fecha, la implementación no avanza, al tiempo que subsisten muchas dudas y vacíos acerca de cómo se debería dictar esa asignatura. Opinión Periodismo bajo amenaza Acoso judicial, censura, ciberacoso y amenazas son formas comunes de amedrentar a los periodistas en Colombia. Tristemente, hacer periodismo en el país es como vivir en la crónica de una muerte anunciada. Opinión Los retratos de las sociedades europeas que convergen en Bogotá El cine del Este demuestra que los relatos humanos (y, también, de países en desventaja) unen continentes. Contaminación: para quedarse sin aliento Entre el 2019 y lo que va de 2023, se emitieron 7 alertas de contaminación en el aire de Bogotá. Los altos niveles de contaminación afectan la salud de los niños, al grado de quedar hospitalizados por impedimentos para respirar, y que no puedan asistir al colegio. Reportaje La icónica gatita de lazo rojo Hello Kitty, personaje estrella de la marca Sanrio, está próxima a cumplir 50 años de un proceso de trascendencia en la cultura pop. Opinión Ver más
- Entender para ver
Entender para ver Kiana Valentina Cotacio Aguirre Fecha: En tiempos de sobrecarga informativa y narrativas virales que condicionan los paradigmas de la época, urge formar individuos capaces de investigar, dudar y maravillarse con los misterios reales del universo. Lea también: Sesgados Compartir Foto: Gpointstudio vía Envato Elements --Sinceramente, lo que me hace pensar que no hay habitantes en esta esfera es que me parece que ningún ser sensato estaría dispuesto a vivir aquí. --Bueno -- dijo Micromegas--, quizá los seres que la habitan no tienen sentido común. Un extraterrestre a otro, al acercarse a la Tierra en Micromegas: una historia filosófica (1752), de Voltaire. En una constante evolución del mundo y sus paradigmas se encuentra la necesidad colectiva de darle nombre a los eventos que marcan la experiencia humana para darle sentido a su progreso. Newton, en el siglo XVII, apostó por la idea de que el mundo funciona como un reloj, con un engranaje perfectamente acomodado para entender el universo desde el lenguaje matemático. Con la revolución industrial, se creía que funcionaba como una máquina de vapor, entendiéndose como algo que generaba energía pero, a diferencia de lo anterior, era caótico. Y hoy, en medio de la era digital, llega a entenderse como una simulación en la medida en que el universo es capaz de computarse a través de ceros (0) y unos (1). El primer avistamiento de un supuesto platillo volador se dio en junio de 1947, cuando Kenneth Arnold, un piloto de avioneta norteamericano describió un evento de luces misteriosas en el cielo como "platillos lanzados contra el agua". Debido al manejo mediático, desde entonces se popularizó el término de “platillo volador” y más y más personas los vieron. Para esta instancia habría que preguntarnos si los platillos voladores han existido desde siempre. A fin de cuentas, hablamos de una civilización que “nos lleva siglos de ventaja tecnológica”. No es una idea descabellada. Desde la prehistoria, se han registrado avistamientos de cosas extrañas en el cielo (entiéndase el adjetivo amén de los conocimientos de cada época). Si los avistamientos de platillos voladores fueran una constante a lo largo de la historia, podríamos estar hablando de un genuino misterio que merecería toda nuestra atención. ¿Será posible? En los diarios de viajes de Cristóbal Colón mientras descubría América se menciona que una noche él y su tripulación avistaron lo que fue denominado como “un maravilloso ramo de fuego que caía del cielo en la mar”; ningún hombre a bordo supo dar explicaciones. En el año 312, en el campo de batalla de una guerra religiosa, Constantino, el emperador, vio “una cruz de luz en el cielo” ¿Son estos dos ejemplos (y muchos otros), prueba de que extraterrestres visitan nuestro mundo desde hace siglos? La razón de que Colón viera un ramo de fuego, Constantino una cruz y Arnold un platillo volador no es que los aliens actualicen los modelos de sus naves, sencillamente es porque el fuego era la única fuente de luz manejable por los humanos en 1492, el emperador estaba por iniciar una batalla para defender el cristianismo y Arnold, bueno… se encontró con un mal periodista. Avanzando por el tiempo y el espacio llegamos hasta hoy: somos afortunados de poder usar los lentes del futuro para ver el escenario con perspectiva. Los hechos y sus descripciones nos han revelado que los paradigmas se sesgan a las creencias del momento. Y no hay que ir mucho más allá para entender que no existe una forma de describir el mundo y su funcionamiento más que del modo en que se cree ciegamente. Creer ciegamente es lo que implica no ir más allá. Al hombre de hoy, con más herramientas que el anterior, le sigue resultando fácil creer en lo que cree porque la sociedad le ha formado o porque el pensamiento colectivo, irónicamente, lo “lleva a destacar” frente al resto. Pero que no se mal entienda, tampoco se trata de defender un escepticismo extremo donde deba cerrarse la puerta a las creencias. Incluso Carl Sagan, reconocido divulgador científico, reconoció que sería un desperdicio de espacio si el universo, en su amplitud, no alberga vida más allá de la Tierra. Si en lugar de un ramo de fuego o una cruz de luz Colón y Constantino hubiesen visto un platillo volador resultaría genuinamente interesante indagar sobre su existencia y darle un parte de credibilidad a sus avistamientos. Pero, por supuesto, como nos resulta difícil imaginar el avance que registrará la tecnología miles de años en el futuro, a estos les resultaba imposible dimensionar la cantidad de herramientas tecnológicas que a día de hoy poseemos y que pudo llegar a presentarles diversas justificaciones para lo que vieron. No es su culpa, por supuesto. Todos somos criaturas de nuestro tiempo. Pero, el hecho de que antes de 1947 no se hubieran visto platillos nos dice algo; las narrativas se enganchan a los sesgos y en una sociedad acostumbrada a no cuestionar el origen de sus relatos, las fantasías encuentran tierra fértil y con ellas llegan los recolectores más que dispuestos a lucrarse con ellas. La falta de cuestionamiento sobre lo que se ve (o se cree) ha provocado una serie de creencias masificadas que limita nuestra visión del mundo y la resume a lo que netamente conocemos. De este modo, encontramos personas que, sin ninguna mala intención, creen en relatos fantásticos sobre abducciones, espíritus o seres interdimensionales que nos visitan. No se trata de ridiculizar las creencias de nadie. Si algo nos ha demostrado la historia es que, en ocasiones, el tiempo da la razón a las ideas más extrañas y ridiculizadas por la falta de visión. Lo que se pone en tela de juicio es el desprestigio de la ciencia y la falta de pensamiento crítico que atañe a la masa hoy en día. Es alarmante la cantidad de desinformación que se comparte ciegamente por redes sociales. Cientos de relatos falsos que buscan crear un misterio en el universo en el que vivimos o derrumbar datos reales vendiéndolos como un engaño de algún grupo élite que quiere mantenernos en la ignorancia. El problema no es creer; es no saber por qué se cree lo que se cree. La mayoría de personas que creen en fantasías o conspiraciones no son gente tonta o malintencionada. Por el contrario, son hombres y mujeres curiosos, con genuinas ganas de aprender. Su único pecado es no saber usar de forma adecuada las herramientas que tienen al alcance de su mano para investigar, aprender y cuestionar. Se quedan con el primer relato fantasioso que haga un poco de sentido porque no saben ponerlo en tela de juicio, no tienen idea cómo ir más allá por su cuenta. Hemos creado seres humanos que no saben ser escépticos. Aprender a serlo nos abre los ojos a un verdadero universo de misterios en los que los datos y hechos son más reconfortantes que una narrativa exagerada. Aprendiendo a cuestionar nos damos cuenta de que el universo tiene maravillas suficientes sin tener que inventarlas. Hemos dispuesto la ciencia como una secta de la que solo pueden ser parte los más iluminados. La mayoría de jóvenes y niños aprenden a odiarla en la escuela y a verla como un tema de nerds o bichos raros. Esta visión no solo es triste, también peligrosa. Si creamos una sociedad más interesada en fantasías inventadas que en maravillas reales, ¿cuántos verdaderos misterios se quedarán a la espera de ser encontrados? ¿Qué hombres y mujeres liderarán la búsqueda de un mejor modo de vida en el futuro? ¿Qué nos espera como especie si nos acostumbramos a inventar mentiras sobre nuestro propio ombligo y no a despegar la mirada a las estrellas?
- Transmisión especial por la Primera Vuelta Presidencial
< Volver Transmisión especial por la Primera Vuelta Presidencial Camera Emitido en directo el 29 de mayo 2022 Unisabana Medios, al aire desde la sala de prensa de la Registraduría Nacional en Corferias. Información desde los más grandes puntos de votación en Bogotá, Chía, Cajicá, Zipaquirá y Soacha.
- Tres líderes culturales que impactan en Bogotá
Tres líderes culturales que impactan en Bogotá En este cuarto capítulo de la segunda temporada de Citadinos, contamos la historia de personajes que con arte, educación, motociclismo y música, dejan huella en la capital colombiana. Ver también: Compartir
- Me dieron la baja por sospecha: Coronel Sánchez.
Sergio Sánchez fue el encargado de la seguridad externa del lugar en donde estuvo recluido y se fugó el narcotraficante colombiano. Me dieron la baja por sospecha: Coronel Sánchez. Sasha Valentina Muñoz Vergara Sergio Sánchez fue el encargado de la seguridad externa del lugar en donde estuvo recluido y se fugó el narcotraficante colombiano. Disponible en Pulzo Sasha Valentina Muñoz Vergara Detrás de la disciplina y el orden que le exigió ser parte del Ejército Nacional de Colombia, existe un padre de familia, un hombre sensato y optimista. Sergio Sánchez Bolaños, vestido con un traje gris, su corbata de rayas azules, un esfero que parece costoso en el bolsillo derecho de la camisa y su audífono de implante coclear, estaba listo para escuchar las preguntas y responder sin perder el ritmo durante 3 horas entre anécdotas y risas, con una única pausa para disfrutar de las deliciosas onces preparadas por su atenta esposa, Sonia, en la sala de estar de su apartamento de estilo victoriano. Atiendió la entrevista con una carpeta de recortes de todos los artículos en donde ha sido nombrado, algunos que datan desde 1970, hasta unos un tanto más recientes de 1990. Y es que este hombre tiene muchas historias que contar: fue campeón de ciclismo de ligas menores, vivió años intachables de servicio en el Ejército, ejerció un periodo como alcalde de Turbo, combatió a la exguerrilla de las Farc y al Eln, y fue objeto de uno de los numerosos intentos de soborno del Cartel de Cali, durante la reclusión de Pablo Escobar en La Catedral. Sánchez Bolaños tiene ahora 74 años. Fue uno de los cuatro hijos de una familia de estrato tres de Popayán. De su larga trayectoria se destaca un cargo que marcó su vida, no solo por lo que vivió, sino por lo que le costó: Fue el comandante del Batallón de la Policía Militar de la IV Brigada de Medellín, encargada de la vigilancia externa de la cárcel de Envigado, más conocida como La Catedral, construida especialmente por y para Pablo Escobar. Vigilando La Catedral o vigilado por La Catedral Durante el tiempo que nosotros (la IV Brigada) estuvimos allá, entraban a trabajar a la cárcel más o menos 80 personas por día, entre ingenieros, arquitectos, oficiales de construcción y obreros. Una cosa es hablar de lo que él tenía allá y otra cosa es haberlo visto. Las mejores razas de perros las conocí allá, relata. También contó que al llegar a la cárcel pidió fotografías de los 15 reos para repartirlas entre los soldados y que recordaran que esas personas no podían salir. ¿Con qué frecuencia visitaba usted la cárcel La Catedral? “Yo iba, más o menos, unas tres veces por semana, porque era una responsabilidad grande. Tenía que ir a revisar a los soldados, allá tenía un capitán comandante”. La vigilancia en La Catedral se dividía entre dos instituciones para la parte interna y la externa de la seguridad. La IV Brigada se encargaba únicamente de la externa. La seguridad interna estaba confomada por 36 personas. De ellas, “18 eran de la Dirección Nacional de Prisiones y los otros 18 los escogió él (Pablo Escobar) de sus compinches. Yo fui el día que llegaron ellos, unas personas que no tenían ni idea de manejar armas, ni idea de seguridad, que lo iban a ayudar a él”. Además de esto, Sánchez era jefe civil y militar de tres municipios: Envigado, La Estrella y Bello sin saberlo, hasta que los medios comentaron la suspensión del decreto sobre ese cargo. El entonces comandante no sabía que lo tenía, y más aún, que aquel implicaba más peso que ser el mismo jefe. Y es que su trayectoria se vio manchada por las faltas de comunicación, de claridad y sobre todo de explicaciones que hasta hoy mismo quedan al debe. Sánchez estuvo en el cargo de ese Batallón entre junio de 1990 y enero de 1992. Al contrario de lo que El Tiempo afirmó en algunas de sus publicaciones, el entonces comandante no estuvo presente en ninguna de las entregas de los 15 mercenarios, Escobar incluido, en el momento en que estos se produjeron, sino que tuvo contacto con ellos posteriormente, ya dentro de La Catedral. Sobre Pablo Escobar, ¿cuál era su percepción antes y después de conocerlo frente a frente? “Él se entregó a las 2 de la tarde, y a las 10 de la noche yo estaba hablando con él. Me dieron la orden de hablar con Escobar, por petición suya”. En ese momento el coronel se encontraba en una comida en Medellín, en donde residía. Salió hacia la cárcel y recordó ver a Pablo Escobar con la barba tan larga en vez de su característico bigote, como muchos de los colombianos lo recuerdan. “Él estaba interesado en entregarle unas cobijas a los soldados, porque ese sector era muy frío y él lo había notado”, agregó Sánchez. El diálogo se extendió por 45 minutos. Durante ese tiempo, recordó el oficial, el capo insistía en regalar 200 cobijas para los militares. La respuesta de Sánchez fue siempre rechazar la oferta y ratificar que el Ejército tenía sus propios medios. “Me di cuenta de que era un hombre con mucha inteligencia. Lástima que la tenía dirigida a otras actividades. Un hombre muy sagaz era él”, contó. Comentó también que conversaron sobre la familia y sobre lo que sentía Pablo por el gobierno, en ese entonces de César Gaviria. “Noté que tenía mucho contacto con el Ministerio de Justicia. Esa cartera pasaba las órdenes de él al Ministerio de Defensa, este al Ejército, y luego al Batallón”, dice. Otra de las veces en las que habló con Escobar recordó que, motivado por sus diálogos con el gobierno, este tenía intenciones de redimirse y limpiar áreas de algunos municipios en los que conservaba escondites estratégicos llenos con dinamita. “Él me dijo que me llamaría a una persona y me diría que en tal sitio me entregarían una determinada cantidad de las 25 toneladas que estaban esparcidas”. Antes de su traslado, Sánchez negoció la incautación de 12 toneladas de esos explosivos. ¿Quiénes recuerda usted que visitaban a los reos y con qué frecuencia? “De eso se han tejido muchas mentiras. Allá no había sino un solo acceso y una salida, que eran la misma”. Se refirió también al conocido carro de doble fondo en el cual Pablo habría trasladado insumos para seguir delinquiendo desde su encarcelamiento. “Yo vi entrar ese carro por la única entrada y no tenía ningún doble fondo”. Él recordó que durante la estancia de Pablo Escobar, había dos transmóviles, uno de RCN y otro de Caracol, a la espera de captar cualquier suceso que fuera a ocurrir. Sánchez considera que la presencia de estos dos medios fue la premonición de lo que posteriormente ocurrió con la fuga del narcotraficante. Para poder acceder a La Catedral se necesitaban tres firmas, la del comandante de Batallón, es decir la de Sánchez, la del juez a cargo y la del director de la cárcel. La instrucción que imperaba sobre los soldados vigilantes de la entrada de la cárcel “de máxima comodidad” era chequear quién tenía las tres firmas necesarias, y quien no. “Quien tenía las tres firmas, pasaba”, Sánchez dijo. Y mientras recordó esto, mencionó uno de los controvertidos escándalos que conllevó una visita en particular, y entre risas le mencioné que se me asemejaba a un brujo, porque se me adelantaba a las preguntas. Sánchez se rió. Una visita para Escobar, un adiós para Sánchez Al exalcalde de Turbo le cambió la expresión cuando le pregunté sobre la visita del exarquero colombiano René Higuita. Al contrario de Judas y Jesús, este personaje no negó su amistad con el jefe del Cartel de Medellín, lo que le costó la suspensión del mundial de Estados Unidos del 94. “René Higuita no conocía las normas y subió a la cárcel así”, contó el coronel (r). “El guardia le dijo que no podía entrar, y se devolvió a cumplir las reglas. Él consiguió las tres firmas, y entró”. Como resultado de esto, inmediatamente uno de los transmóviles que se encontraba a la espera reportó la entrada del entonces arquero, y se desató el escándalo. “Resulta que quien firmó la entrada del portero fue el coronel Augusto Bahamón, segundo comandante al mando de la IV Brigada. Y él no podía reemplazar mi firma”. En ese entonces, Sánchez no estaba disponible. “René Higuita era una persona muy sociable. Se había hecho amigo de los militares, no solo del coronel Bahamón, por su participación en la Selección, creería yo”, explicó. Sin embargo, agregó algo más de lo ya conocido sobre Higuita. En su criterio, el exfutbolista debió haberse involucrado en irregularidades con algunos de los 15 detenidos de la cárcel, si no era con el mismo Pablo Escobar Gaviria, “porque a qué iba, sino era a visitarlos a ellos”. “Él lo hizo por una cuestión de amistad”, comentó Sánchez sobre la firma de su segundo al mando, el coronel Bahamón para Higuita. “Lo pusieron en arresto. Fue muy rápido. Hubiese sido mejor que no le diera la firma”. La noticia de la visita del jugador a Escobar puso sobre los hombros de Bahamón toda la responsabilidad. “Era un hombre muy bueno y excelente militar”, comenta el excomandante. “Él se retiró antes de que lo arrestaran. Una cosita muy chiquita la agrandaron y mi coronel Bahamón se retiró por ello”. La expresión de su cara transmitió nostalgia, mientras miró al suelo, añorando a su compañero. No es desconocido que los medios de comunicación llenan lagunas con especulaciones, y es lo que me dijo Sánchez cuando habló sobre las personas que entraban a la cárcel: las esposas, las reinas de belleza y otros personajes. “Eso es cierto, los domingos hacían fiestas, pero los soldados no podíamos entrar. Si ellos llevaban las tres firmas, nosotros qué hacíamos”, respondió con impotencia. La vigilancia externa no tenía la potestad de intervenir dentro. “Eso es por lo que se formaban los problemas”. Esto explicaría el descontrol de las entradas, no había ninguna otra función que el Ejército no tuviera que hacer que revisar las tres firmas. “Si yo hubiese estado allá siempre, eso no pasaría, pero uno delega en los subalternos y si alguno de ellos falla, es difícil de establecer un control”. Un hombre que el dinero no compró ¿Tuvo contacto con algún vigilante que haya sido sobornado? ¿Fue usted sobornado en alguna ocasión? “Uno defiende mucho a sus subalternos, pero es difícil decir que sí o que no”, dijo Sánchez, sobre el informe de la Procuraduría publicado en El Tiempo en 1993, según el cual soldados pertenecientes al Batallón de la Policía Militar de la IV Brigada de Medellín, es decir hombres a su cargo, dijeron que efectivamente recibían sobornos periódicos de los estafetas de Escobar, en especial de alias ‘Limón’. “Los periodistas exageran, si a un soldado le ven recibiendo un cigarro, ya es extorsión”, dijo- “pero conmigo no se presentó esa situación”. Sin embargo, relató sobre un “regalo” que una tercera persona le quiso entregar. “Yo nunca lo acepté, porque mi comportamiento siempre fue muy vertical, las personas generalizan. Cualquier peso o cosa que reciba de un narcotraficante está comprometiéndose”. Su esposa le recordó un dicho, que dice ‘no se haga nada que uno no pueda explicar’. Sobre Álvaro de Jesús Agudelo, alias ‘Limón’, dijo que no tiene idea de quién es. También recuerda que la persona que mejor identificaba, aparte de Escobar, era alias ‘Popeye’. “Es difícil asegurar eso, porque yo iba, estaba 40 minutos por allá y confiaba en mis delegados. Puede ser”. Y para demostrarlo, relató el largo trámite que tuvo que realizar para poder cambiar su carro de ese entonces. Lo vendió, y a ese dinero le agregó un préstamo de un fondo rotatorio. Pero además debía presentar un informe completo frente a 10 jefes de Estado Mayor. “Le leí: mi General, teniendo en cuenta que me encuentro de comandante del Batallón de la Policía Militar, y que tiene la seguridad del narcotraficante Pablo Escobar, me permito informar que voy a cambiar mi vehículo, y que lo pagaré de la siguiente forma”, resumió. El excomandante guarda todos esos documentos que tiempo atrás sirvieron para respaldar su correcto actuar. Los guarda para nunca olvidar que el término de su estancia en el Ejército no tiene que pesarle en la conciencia. Pero hay un documento que me permitió leer, sostener y revisar. Es distinto saber de los sobornos, que verlo por escrito, plasmado en la realidad, en el ahora. Se trata de un documento en el que el entonces encargado de la cárcel da cuenta de un ofrecimiento de 5 millones de dólares del Cartel de Cali para el oficial si él los dejaba ingresar a La Catedral para atentar contra Pablo Escobar o para darles el control de la cárcel. “Esto no lo sabe nadie”, me confió. También hizo alusión a una cantidad considerable de soldados al servicio del Ejército que ya habían sido corrompidos. La pregunta se respondió. Sergio Sánchez sufrió un intento de soborno. No de su vigilado, pero sí de los enemigos de él, del Cartel de Cali. A Pablo Escobar le gustan los pinos Le pregunté sobre alguna anécdota que haya quedado en su memoria sin causa, ni respuesta. “En la parte de arriba de la cárcel estaba plagado de pinos, y por allá en el techo había una puerta, que nosotros ordenamos cubrir. Un día me llamó mi superior y dijo ¨Sánchez, hay que quitar, cortar esos árboles que están cercanos a la malla, para que el soldado tenga visibilidad, porque ahí no se ve nada¨”, relató. Llegó el día, la motosierra estaba lista, dos pinos cortados cuando una llamada lo sorpendió. Era el mismo superior pidiéndole que suspendiera el corte. Cuando él preguntó personalmente por la situación, su superior le manifestó sobre una llamada del comandante del Ejército cuestionando la acción. “El teléfono del director de la cárcel, Jorge Pataquiva, se lo prestaban a Pablo Escobar, y este llamaba al ministerio de Justicia, este al ministerio de Defensa, este al comandante del Ejército, luego llamaba al comandante de Brigada, a mí, y me decía que suspendiera eso. Así de simple”. Pablo Escobar tenía línea directa con el gobierno nacional, al alcance de una llamada, por medio del entonces ministro de Justicia, Jaime Giraldo Ángel. ¿Por qué no quería remover los pinos? ¿Haría más fácil su fuga? ¿Taparía sus grandes fiestas y las pesquisas aéreas de medios de comunicación? Eso se lo llevó Escobar a la tumba, y el Coronel lo agregó a su colección de incertidumbres. El traslado y el escape En enero de 1992, el camino de Sergio Sánchez viró hacia un dirección inesperada. Fue trasladado por el comandante del Ejército a Santa Marta. “Me trasladaron como asesor de cárceles, que es un cargo que no existe dentro del Ejército. Además, me ascendieron a coronel. Esa es la paradoja que jamás he podido entender y que nunca lo haré”, contó con extrañeza en sus ojos y moviendo sus manos en señal de frustración. No entiende porqué lo trasladaron y lo ascendieron, si según las especulaciones estaba bajo sospecha de soborno. La extrañeza de Sánchez se debe a que, únicamente por haber tenido contacto con Escobar, el Ejército asumió que aceptó sobornos. Le dieron una casa fiscal y se despidieron lo antes posible de uno de sus mejores comandantes, independientemente del acenso. “Yo fui una víctima de todo esto, nadie me llamó, nadie me explicó, ni me cuestionó, nada. Me dieron de baja por sospecha”. Hasta el día de hoy vive con esa cuestión, aquello que quebró su carrera militar. “Yo hoy podría haber sido general del Ejército”, me dijo, con unos ojos bien abiertos. El 22 de julio de 1992 Pablo Escobar se fugó de La Catedral, ¿En dónde estaba usted en ese momento? “Yo fui un espectador más, me enteré por televisión, nadie me llamó, yo había dejado mi responsabilidad”. El coronel recuerda haber sentido lástima por los directores a cargo de La Catedral, a quienes retiraron inmediatamente. A Sergio lo interrogaron para la investigación de la fuga por la cárcel. Al exoficial, a quien le fue relevado a través un simple radiograma que le deseaba felices vacaciones, no tuvo responsabilidad alguna por el escape, ya no pertenecía al Ejército en ese momento. “Me llamaron a calificar servicios y nunca supe por qué”, manifestó. A partir de una demanda que realizó, le comentaron que su salida habría sido para mejorar el servicio, y entonces repite la pregunta, “¿entonces, por qué lo ascienden antes de dejarlo ir?” ¿Cuál es la hipótesis por la que usted cree que lo relevaron? “Oiga, buena pregunta, ellos creyeron algo, porque este personaje, Escobar, usaba mucho el poder económico, de pronto ellos creyeron que yo había patrocinado alguna actividad que él hacía. Nunca lo hice. Todos los favorecimientos que le dieron a él fueron desde el Gobierno”, dijo convencido de su inocencia. Todas las personas son inocentes ante la ley hasta probar lo contrario, pero pareciera que en este caso no fue así, y no sería sorpresivo con la justicia colombiana, o “en un país tan quebrado”, como se refirió Sergio a su nación. Sergio Sánchez Bolaños hoy Habiendo sobrevivido un cáncer, con 18 quimioterapias, Sergio Sánchez vive en Bogotá con su esposa y la menor de sus hijas. Con las otras dos se ven constantemente. Es admirable la vitalidad que tiene, el amor que demuestra por su esposa y por la vida misma. No es de esperar que alguien que ha visto muerte y la corrupción y que ha recorrido medio país trasladándose con su familia a cuestas tenga el optimismo que él tiene. El coronel Sánchez tiene su biografía lista en su portátil, y cuando le pregunté si la va a publicar, me contestó “no estoy seguro de que alguien la fuera a leer”. “Yo la leería de seguro”, le confirmé.
- Innovación sin límites: El poder del espíritu emprendedor - Unisabana Ágora - Matías Laks
Unisabana Ágora con Matías Laks ¿Cómo formar para innovar en una sociedad que demanda soluciones? En la conferencia Matías Laks, General Manager para Rappi Colombia, explica cuáles son los tres pilares para que esta empresa se convirtiera en la #1 en el sector de los domicilios. Estos son: comercio, diversificación e innovación. Compartir Ver también: Unisabana Ágora con Andrés Mompotes
- ¿La fotografía análoga ha regresado o más bien nunca se fue?
¿La fotografía análoga ha regresado o más bien nunca se fue? Juanita Builes Gallo y Santiago Caicedo, estudiantes de #ComSocial y Periodismo Fecha: Quien no pertenezca a la era digital es como si habitara un planeta distinto. Pero, aunque no lo parezca, el universo de la fotografía análoga sobrevive. Lea también: Una foto de Fili Compartir Foto: Multimedia de Wix Quien no pertenezca hoy a la era digital es como si habitara un planeta distinto. Pero, aunque no lo parezca, el universo de la fotografía análoga tiene más habitantes de lo que pareciera. Bajo el hashtag #FilmIsNotDead en Instagram aparecen más de 21 millones de fotografías hechas con cámaras análogas, que han pasado por un proceso de digitalización. Claros y oscuros Todo es rojo. La mesa, el lavabo, la silla y las paredes. Hasta el propio cuerpo termina por verse de ese color. Huele a químicos. Y dentro de ese cuarto pequeño, en una de las bandejas que está sobre la mesa, algo crece. Se ve aparecer, con lentitud, entre el líquido transparente, una imagen que emerge del papel blanco. Casi por arte de magia. Es ver una foto nacer. Y está viva. Esa imagen podría ser cualquiera de las fotografías que están en nuestros álbumes familiares. Los registros de la infancia de nuestros padres, y de las nuestras, fueron hechas en su mayoría con cámaras análogas y rollos de 36 fotos . Para 1997, los colombianos gastaban unos 75 millones de dólares anuales en revelado y copiado de fotografías. En el país, los laboratorios de Foto Japón y Casa Color concentraban el 60% del mercado. Ya sean cámaras manuales, semi automáticas, point and shoot, desechables o polaroid, la fotografía análoga siempre ha estado ligada a químicos, laboratorios y ampliaciones que requieren paciencia, dinero y conocimiento. Si en el proceso de revelado la imagen se dejaba en el líquido mucho tiempo, se ponía negra. Pero la fotografía digital trajo consigo la luz. Se acabaron los cuartos oscuros. Ya no había rollos que se velaran. Y quien quisiera podía tomar fotos rápidamente, sin tantos costos ni dedicación. Hoy, un rollo que en los años 90 costaba dos mil pesos, ahora vale 30 mil. Y este incremento en los precios es consecuencia de la baja producción de las empresas que anteriormente dominaban el mercado. Porque el gigante de los productos de fotografía analógica, Kodak, falló en evolucionar y adaptarse a la nueva era, y marcas como Canon, Nikon y Sony le ganaron la partida. Esta empresa, que para la década de los 90 tenía valoradas sus acciones en 95 dólares, para 2007 las tendría en 2.5. Se derrumbó el imperio y, con él, los laboratorios de revelado líderes en Colombia. Sería como ver hoy caer a Apple, una empresa que, de hecho, llegó también a apoyar la fotografía digital e hizo de la calidad de la cámara de sus smartphones su razón principal de venta. A la par llegaron las redes sociales para, por fin, acabar con las fotos del pasado. Antes, la fotografía sobre papel tenía una importancia predominante. Pero Internet acabó con el valor de lo material para anteponer la inmediatez, la reproducción y la conectividad, como explica Joan Foncuberta en La furia de las imágenes . Desde entonces, lo analógico se relaciona con lo tangible, y lo digital con lo rápidamente reproducible. ¿Y qué es lo que cuenta? Nostalgia analógica En esta tienda sólo hay cámaras; cámaras y rollos; cámaras, rollos y negativos por todas partes. Al mando está Julio Duarte, grande, gordo, de gafas redondas, casi calvo, un hombre que debe rondar los 65 años. Ha trabajado allí desde que él mismo abrió Fotocomputo , uno de los laboratorios más reconocidos de Bogotá, en la calle 23 con 5, hace 28 años. Por la puerta de este local gris, al que no le entra luz, con rejas y cámaras en las ventanas, han pasado centenares de estudiantes, principiantes y fotógrafos avanzados a revelar sus rollos. Pero cuenta Duarte que hace unos diez años, su público principal empezó a desvanecerse. Las universidades del centro de Bogotá comenzaron a eliminar de sus planes de estudio la clase de fotografía, y los estudiantes de arte, diseño, publicidad y comunicación se mudaron a las cámaras digitales y, con ello, pasaron también del revelado a la impresión. Para este punto, sólo una parte de la clientela de Fotocomputo se mantuvo: el público aficionado. Lo que en cifras corresponde solo a un 30%. Ellos eran los nostálgicos. “Ahora hay mucho muchacho, millenial, que se encariñó con la fotografía análoga”, dice Duarte, y esos jóvenes, aunque hacen parte de la generación digital, han encontrado en el método antiguo una nueva forma de experimentación. En las paredes del Museo de la Tertulia en Cali, un edificio con una fachada de columnas simétricas y salas de exposición de piso y techo en cemento, se encuentra colgado el trabajo del fotógrafo Habacuc Suárez, el bisabuelo de Valentina Pedraza, una joven de 20 años que en junio de 2019 comenzó a interesarse en esta técnica fotográfica. Sin embargo, no fue su abuelo sino una publicación en Instagram lo que la convenció de estrenar su primer rollo: la famosa Kendall Jenner utilizando una Contax T2 de 200 dólares, que ahora cuesta más de cinco veces su precio original. “Es paradójico, pero gracias a los medios digitales la fotografía análoga llama más la atención. Uno sabe cuándo una foto no fue tomada por un celular. Por más que uno edite sus fotos para tener el mismo resultado, es imposible lograr nada parecido ”, comentó Pedraza. Y paradójico es también que sean las redes sociales las que hagan que esta nueva generación se interese por esta vieja práctica. El impacto de Jenner en Pedraza es sólo un ejemplo de esta generación influenciada por los medios digitales, e internet es asimismo el lugar para crear una comunidad en torno a este hobby que regresa al pasado y publicar lo que antes se hubiera quedado solo en lo análogo. Dominik Schrey utiliza el término nostalgia análoga para explicar este fenómeno de añoranza de aquello que con la digitalización acabó. Porque la generación digital recuerda haber ojeado álbumes familiares, pero no haber disparado las cámaras que tomaron esas fotos. Esta práctica se ha convertido en un descubrimiento para ellos, que responde al deseo de viajar al pasado y de crear algo tangible. Tacto, atemporalidad y sentido artístico. Eso es lo que los llama. Y más que el resurgimiento de una técnica, se trata de un arte que simplemente no conocían, y que así como su uso, requiere pasión por su carácter poco práctico. Lo tangible Ya lo dijimos: los buenos recuerdos de casi todas las familias están almacenados en álbumes de distintos tamaños. Bautizos, cumpleaños, nacimientos, matrimonios. Ahí están, pueden tocarse. El ser humano desarrolla el sentido del tacto antes que ningún otro: un feto de tres meses es capaz de percibir sensaciones que vienen del exterior y reaccionar cuando su madre, desde fuera del vientre, lo acaricia. Pero en nuestro mundo contemporáneo, el tacto pareciera cada vez menos importante. Nos relacionamos a través de las pantallas, e incluso los abrazos y el sexo se han digitalizado, como si tocar ya casi no importara. Pasa lo mismo con la fotografía. Ahora hacemos fotos de todo, ya no solo de lo importante. Del carro para recordar la ubicación en un parqueadero, del plato de comida en un restaurante, de las notas del profesor en el tablero. El 85% de nuestros recuerdos es capturado por teléfonos inteligentes, pero ni siquiera tocamos un botón real al hacerlo. Es tan fácil tomarlas como deshacerse de ellas. Y entre nosotros y la realidad media de nuevo la pantalla. Por el contrario, la fotografía análoga es tangible, maleable. En el cuarto oscuro se puede cambiar por completo el resultado de una foto, y por eso mismo es delicada, divertida, dinámica. Se juega con la luz, con la textura y a veces hasta se llevan al límite los gránulos de plata, que pueden terminar explotando. No se trata solamente de tomar la foto, hay que develarla, construirla, ampliarla. El fotógrafo interviene en el proceso completo. Alguien podría decir que también podemos hacer lo mismo con la edición digital. Pero la diferencia es una: no podemos tocarla. La fotografía análoga, entonces, se convierte en un escape del mundo hiperconectado. Le da a las nuevas generaciones una oportunidad de detenerse a pensar la foto y dejar de lado la inmediatez de lo virtual. Y aunque al final del día volverán a las pantallas, el proceso le permite a sus cuerpos –ojos, manos, pies– salir de ellas y vivir una experiencia palpable. Tocar siempre será más atractivo. Lo artístico Picos de montañas coloreados en negros profundos; cielos y nubes grisáceas que simulan haber sido difuminados con el dedo sobre el papel; rayos de luz que parecen pintados con el blanco más blanco y algunos árboles al fondo asomándose en el encuadre. La imagen se asemeja a un paisaje pintado en carboncillo. Ansel Adams lograba, con sus fotografías análogas, obras de arte, y fue a través de esas imágenes que el profesor y fotógrafo Mario Nieto comprendió el potencial artístico de la fotografía. Nieto no es un profesor común. No solamente les enseña a sus estudiantes a usar la cámara, sino que les muestra todos los procesos, antiguos y contemporáneos. Hace diez años, Nieto se rehusó a feriar su equipo y a migrar de manera repentina a la fotografía digital , como lo hicieron la mayoría de sus colegas. Para él la fotografía es mucho más que un conjunto de píxeles. Y asegura que, de hecho, lo análogo nunca se fue. Él nunca dejó de estar enamorado de lo manual, versátil y tangible de esta forma de arte. Es un profesor que enseña, como lo hacía Ansel Adams, a pintar con luz. Nieto explica que la fotografía análoga no es para alguien que busque soluciones prácticas, sino para quienes buscan el arte en el ejercicio . “En sus comienzos, el propósito de la fotografía era congelar el momento, retratar la realidad. Pero cuando la reproducción de imágenes entró al mercado de consumo, mucha gente toma fotos y luego no las vuelve a ver, o las olvida. Entonces, ¿por qué creamos la imagen?”. El profesor entiende la foto como un proceso lento y reflexivo, una práctica creativa y de memoria. Por eso, junto a su esposa, creó el Tipia Lab, un espacio desde el que imparte talleres de fotografía alternativa. Porque el sentido artístico de esta práctica atrae no solo a artistas y fotógrafos, sino también a psicólogos, médicos, ingenieros o químicos, jóvenes novatos y adultos. El éxito del Tipia Lab demuestra que la fotografía análoga está viva y gana cada día nuevos seguidores. “En la pandemia, todo se relegó a la esfera virtual y el laboratorio no fue la excepción. Pero la necesidad de hacer arte nunca se detiene y, de cierta forma, el encierro lo intensificó. Empezamos a mandar paquetes con utensilios de revelado del estilo Do it yourself –Hazlo en casa– y eso diversificó aún más nuestro público”. Lo pasado Hay familias que por generaciones han compartido su afición por los caballos o por el fútbol. Están las que disfrutan leer y son cunas de intelectuales. Pero hay otras, como los Castro, que sin pensarlo construyeron un lazo invisible entre sus miembros. El fotógrafo Juan Gabriel Castro, a través del visor de una Pentax K1000 de 1965, vería unas fotografías que había hecho su abuelo muchos años antes y entendía que su pasión por la fotografía era un legado familiar. Su abuelo le había heredado esa cámara Pentax, con la que empezó a trabajar, así como tanques de revelado, libros de teoría y una que otra película vencida: los insumos necesarios para emprender un viaje al pasado y una profesión a futuro. La fotografía análoga parece prehistórica. Su historia, métodos y el juego químico se originan en el siglo XIX. Sin embargo, su atemporalidad llama la atención. Su plasticidad no sólo se hace evidente en el cuarto oscuro, sino en la capacidad de la cámara de coleccionar años y recuerdos sin dejar de funcionar, y eso la devuelve siempre al presente, y aunque vieja, no caduca. Mario Nieto, por ejemplo, muestra a sus alumnos una cámara de los años 20, y se emociona al explicar que hoy, con casi cien años encima, sigue capturando fotografías con un gran nivel de detalle. La historia de estos dispositivos se mide tanto en la cantidad de películas que han recorrido sus maquinarias como en los recuerdos que han capturado. Y en el caso de los Castro, su historia tiene un único visor. Una historia que parece muy lejana a los nativos digitales, pero que, cuando la conocen, comienzan a entender su gran valor. Retroceder para avanzar En el estudio de fotografía de la Universidad de La Sabana, los alumnos de otro profesor, Juan Sebastián Jaramillo, escuchan un pitido agudo seguido de un flash de luz cada vez que hacen una foto. “Perdone, profe. Nos vamos a poner románticos un segundo”, dijo una de las estudiantes mientras reducía la intensidad de la luz. Bajo esa atmósfera tenue, y mientras el profesor le respondía con “¡Eso!” entusiasta, la joven, sin saberlo, había establecido el tono preciso para su fotografía. Mientras tanto, su maestro describiría al proceso de revelado como lento, antiguo y romántico, un juego que ocurre entre la oscuridad y la luz. “¿La fotografía análoga ha regresado o más bien nunca se fue?”, se pregunta Jaramillo. Y este proceso que es arte, aunque no es para todo el mundo, una vez alguien se interesa de verdad, tiene la posibilidad de mejorar. “Y la única forma que hay de avanzar, creo, es devolverse un poco en la historia”, dice el profesor. Retroceder para avanzar. Un pasado que trae arte al presente y al futuro. Y lo tangible siempre será el mejor depositario de lo artístico. Lo demás corre el riesgo de fundirse en la nube, volátil y efímera. En el olvido.
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