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  • Galopes de esperanza

    Galopes de esperanza Valentina Sánchez, Sofía Solórzano, Alejandra Arcila y Ángela Pinzón. Comunicación Social y Periodismo Los caballos ayudan a niños con problemas físicos a superar sus limitaciones. Ver también: La infertilidad, una enfermedad de lujo en Colombia Compartir

  • Unisabana Medios | Audios

    Reportaje: Modelos de tallas grandes Vannesa Albarracin, Majo Muñoz, Comunicación Social y Periodismo Es un reportaje sobre el espacio que se ganaron en el modelaje las mujeres de tallas grandes, antes discriminadas por ser gorditas. Ver también: Una 'grande' de la moda Compartir

  • El inapropiado debate de la apropiación

    El concepto que ha sido tendencia los últimos años tiene indignadas a las comunidades indígenas, afectadas por el uso y la copia masiva de sus artesanías. El inapropiado debate de la apropiación Mara Paola Mulett Hernández El concepto que ha sido tendencia los últimos años tiene indignadas a las comunidades indígenas, afectadas por el uso y la copia masiva de sus artesanías. Disponible en Pulzo Getty Carolina Herrera, Zara, Chanel y Michael Kors tienen más en común que ser marcas reconocidas en la industria de la moda: las cuatro han sido acusadas de apropiación cultural de algún diseño autóctono de distintas comunidades indígenas. Este concepto, que ha sido estudiado por expertos desde los años ochenta, se agregó al diccionario de Oxford en 2017. Se define como “la adopción no reconocida o inapropiada de las costumbres, prácticas, ideas, entre otros, de una persona o sociedad por parte de miembros de otra, y típicamente personas o sociedad más dominantes”. Para contraponer la apropiación, en la cara opuesta de la moneda nos encontramos con la asimilación cultural y se refiere a que ciertas personas pertenecientes a grupos minoritarios adoptan elementos de una cultura dominante debido a que la apropiación de esos aspectos les facilita su integración a aquella cultura mayoritaria de la que buscan ser parte. Varios medios digitales comentan que el problema de la apropiación radica en el despojo de los significados propios de cada uno de los elementos apropiados, sin embargo, Alejandra Pinzón Silva, socióloga con mención en antropología, opina que es exagerado esperar que cada persona que haga uso de alguno de los elementos de otra cultura conozca lo que hay detrás. Para ella, lo importante realmente es que la comunidad misma sea consciente de todo lo que implican esas expresiones de su cultura. Pero más allá de los distintos puntos de vista al respecto, hay algo que sí es claro: la apropiación cultural afecta de manera trascendental a las comunidades en cuestión, pues lo que ocurre es que se fomenta la idea de superioridad y esto refuerza distintos estereotipos presentes en la sociedad, que las comunidades mismas buscan acabar. ¿Pero por qué no piden permiso? Las causas por las que se da el fenómeno son diversas y problemáticas a la hora de ser estudiadas. En la mayoría de los casos, los diseñadores se refugian en el argumento de que lo que se buscaban con cierta colección, diseño o proyecto, era rendir un homenaje a determinada cultura. Sin embargo, con este supuesto homenaje solo se beneficia el diseñador o la marca, pues mientras esta última se lucra a partir de lo que se vende al público, los miembros del grupo étnico no reciben ni el reconocimiento de la originalidad del diseño ni un pequeño porcentaje de lo que se genera. “A las empresas de moda les genera excelentes ganancias a nivel económico”, afirma Liceth Paola Prieto, indígena wayuú. Ella ve estos casos como una falta de respeto contra la esencia de su pueblo. Con dolor, explica que las artesanías, además de representar su cultura, les permiten generar un sustento económico para saldar las necesidades básicas. “El hecho de que algunas grandes empresas se apropien de ellas, es una forma más de atropellarnos y acabar con lo poco que tenemos”, informa Prieto. Indica que incluso los consumidores se ven afectados, pues al buscar siempre precios bajos, las empresas optan por reducir la calidad del producto. Además, es necesario tener en cuenta que la mayoría de las marcas trabajan con máquinas y no a mano como sí lo hacen las mujeres wayuú, dándole así un valor agregado a las artesanías: cada mochila cuenta con un diseño único, de modo de que las probabilidades de encontrar otra exactamente igual son escasas. Esta comunidad es una de las más destacadas en Colombia por sus diseños y su cultura en general. Ubicado al norte del país en el departamento de La Guajira, este grupo es reconocido por sus mochilas, pulseras, hamacas, mantas, entre otros. La elaboración de estos productos se realiza utilizando la técnica de croché o con ganchillo y los tejidos siguen el arte del Kanas, que consiste en la representación de elementos del entorno en el que viven los wayuús. El grado de reconocimiento de esta cultura es muy similar a la afectación que ha tenido la comunidad en el ámbito de la apropiación cultural. Desde pequeños revendedores hasta reconocidos diseñadores internacionales se benefician de estos accesorios y de la belleza de los mismos, tal como ocurrió con la española Stella Rittwagen en marzo de 2014. La socióloga Kelly Johana Conde asegura que para prevenir este tipo de casos hay tres caminos: el de los medios de comunicación, el de la academia y el del Estado, que debe promover espacios de divulgación y formación de pautas culturales de las regiones. Asimismo, aclara que si las empresas y los medios hacen una investigación formal de la cultura que buscan representar, se da un cambio de consciencia. Pero una cosa es decirlo y otra hacerlo, pues las empresas grandes, sobre todo, buscan estar siempre actualizándose y el tiempo las obliga a dejar de lado este estudio, necesario para evitar una apropiación indebida. Y son estas las que deben liderar y dar ejemplo a los diseñadores que inician en la industria de la moda. Las empresas novatas tienden a no tener una identidad clara y esto las lleva a copiar lo que sea para seguirle el paso al mercado. Así lo explica Daniela Sala, productora de la revista Fucsia y experta en mercadeo de moda: “Hoy en día las colecciones van cada vez más rápido y a veces las marcas se quedan sin diseño, entonces, para salir del paso rápido, toman patrones de una cultura o de una marca”. En Colombia, son destacados también los bordados de Cartago, un municipio al norte del Valle del Cauca. Los diseños son exaltados por las finas puntadas que los componen. Últimamente, estos incluyen flores por la acogida que han tenido en la industria textil colombiana. El reconocido diseñador Miguel Becerra integra los bordados de Cartago a sus colecciones, pero él si hace un reconocimiento: “Toda prenda que tiene ese trabajo artesanal siempre va a estar destacado que es hecho por bordadoras de Cartago, porque yo puedo diseñar, pero son ellas las que hacen los bordados”, explica Becerra. Además, ellas reciben la totalidad de los ingresos de las ventas de esas prendas. De esa manera sí se puede hablar de un homenaje, se genera una especie de mutualismo donde ambas partes se benefician, donde se le da un espacio a este grupo de personas para exponer su trabajo y donde crece una marca ya constituida. Los malentendidos se pueden evitar Esto es lo que hay que hacer: generar espacios y que impulsen el trabajo conjunto de artesanos, diseñadores, comunidades y marcas. El enriquecimiento sería mayor y se evadiría ese irrespeto que suele acarrear la apropiación cultural. Además, debe buscarse siempre respetar la delgada línea que existe entre la apropiación y la inspiración. Así lo sostiene Catherine Villota, fundadora de la revista alternativa ‘Fashion Radicals’. Esta periodista considera que, en ocasiones, las críticas que se han generado en torno al tema son demasiado polémicas: “son como una cacería de brujas”. Piensa que para evitar juzgar y señalar deben existir unas regulaciones. Y es que las hay, pero son poco específicas y casi no se tienen en cuenta. Cuando se presentan esos casos, no trascienden de las acusaciones y las críticas, pues los entes reguladores no toman medidas contra los causantes del problema. La entidad que más se aproxima a la veeduría y a la prevención de este tipo de situaciones es Artesanías de Colombia. Esta entidad busca resguardar los derechos y la propiedad intelectual sobre las artesanías colombianas. Álex Parra, experto en propiedad intelectual y miembro de la entidad, informa que desde el 2008 se está desarrollando un proyecto en colaboración con el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, denominado: Implementación de los derechos de propiedad intelectual de las artesanías emblemáticas de Colombia. Lo que se busca con este es “el desarrollo de estrategias que estimulan la aplicación de los derechos de propiedad intelectual a la artesanía colombiana como política de Estado, para contribuir a elevar los niveles de competitividad del producto artesanal”. Uno de los trabajos más destacados de la entidad es Maestros Ancestrales: “una iniciativa liderada por la revista Fucsia con el apoyo de Grupo Éxito, Club Colombia, Inexmoda y Artesanías de Colombia que busca proteger la cultura y tradiciones de comunidades indígenas, generando consciencia sobre la importancia de hacer moda sostenible”. Este último concepto es de vital importancia, pues es a lo que muchas empresas le están apuntando en la actualidad: crear colecciones que ayuden al medio ambiente y tengan algo de responsabilidad social. El fenómeno ha sido debatido durante años y no se va a solucionar de la noche a la mañana, se requiere de un arduo trabajo tanto con la sociedad como con las empresas y las comunidades, pues estas últimas también tienen algo de culpabilidad en el problema, al permitir que esto ocurra. Los derechos morales y patrimoniales siempre han sido garantizados a cantantes, escritores, fotógrafos, entre otros, y quienes atentan contra estos, sufren graves consecuencias. Pero las comunidades se han dejado de lado, cuando son víctimas del plagio no son indemnizadas y las marcas no reciben más castigo que críticas momentáneas que se olvidan al cabo de dos días.

  • Tras el espejismo de la perfección

    Tras el espejismo de la perfección Danna Lorena Rey López El amor propio también lucha con los transtornos alimenticios y se nubla cuando hay tantas palabras por parte de la sociedad. Da clic en las imágenes para la vista completa. Lea también: Mi propia persona espejo 1.jpg espejo 2.jpg espejo 9.jpg espejo 1.jpg 1/9

  • El último beso

    En su regazo encuentro refugio y en las líneas de sus manos veo nuestro futuro. Sus palabras me envuelven como canciones y despiertan la vida en mi interior... El último beso Ancla 1 Laura Restrepo Godoy En su regazo encuentro refugio y en las líneas de sus manos veo nuestro futuro. Sus palabras me envuelven como canciones y despiertan la vida en mi interior. La monotonía es costumbre, pero sus manierismos son la sorpresa más deleitante de cada día. “Amanda, vives en una ilusión, ¡ya despierta!”, dicen, pero el alma arde de esperanza. Parece que algo anda mal, todos insisten en que lo deje, aunque aún en sus ojos oscuros me pierdo e intento encontrar la luz que se ha perdido en él. Fue en aquel frío y melancólico día, en el auto, mientras llovía, que desconocí todo. En medio de los gritos que retumbaban en mi cabeza y se repetían una y otra vez, pasaron por mi mente recuerdos que apuñalaron el corazón. En un instante vi cada promesa invisible, cada golpe traducido en una caricia, los abrazos ausentes, las miradas indiferentes al amanecer, las lágrimas eternas en la tina y el sentimiento al rozar sus labios. Al llegar a casa, me besó. En el silencio que consumía el ambiente, supe de inmediato que era el último beso. Escalofríos recorrieron todo mi cuerpo; deseaba huir, y la lejanía infinita me apartaba fuertemente. Comprendí que las grietas de su corazón no podía repararlas; vivía en el más oscuro rincón de una de ellas y no podía salir. No existía la libertad, yo era esclava de su miseria. Cometí un grave error, pero él siempre hizo que todo se viera bien. Lea también: Malentendido en La isla Camino de Letras es una iniciativa del programa de Comunicación Social y Periodismo, en el que se reúnen las creaciones literarias de estudiantes y profesores de la Universidad de La Sabana. Si quieres escribir para esta sección, haz clic aquí.

  • La caña de azúcar derrocó al icopor

    Iza es el primer municipio de Colombia que prohibió el uso del icopor. 5 meses después, un proyecto de ley busca el mismo objetivo pero a nivel nacional. La caña de azúcar derrocó al icopor Erika Silvana Castellanos Villamizar Iza es el primer municipio de Colombia que prohibió el uso del icopor. 5 meses después, un proyecto de ley busca el mismo objetivo pero a nivel nacional. Disponible en Pulzo Getty Iza, a 12 kilómetros de Sogamoso y 224 de Bogotá, es un pueblito que conserva el aire colonial con sus andenes de piedra y sus casas que aún muestran balcones de madera; se ha hecho famoso por sus postres. Clara Torres fue una de las primeras en esta industria que surgió dado que el pueblo está ubicado en una región lechera. “Se empezó a trabajar con todos los derivados: el queso, la cuajada, la mantequilla y a raíz de eso nacieron los postres. Al comienzo éramos poquitas, luego más personas empezaron a sacar postres”, dice la comerciante. Todas las mañanas de los fines de semana, desde hace 25 años, Clara junto con las otras 22 mujeres que conforman la Asociación de Postres de Iza, se levantan antes de las 7:00 de la mañana para alistar todo y comenzar a preparar los postres. A las 10 de la mañana la plaza de postres de Iza ya está abierta, repleta de postres de múltiples colores y sabores que incluyen: mora, fresa, guanábana, oreo, tres leches, café, arándanos, agraz, cereza, chocolate y merengón, entre muchos otros. Los más aclamados por los visitantes son los postres de guanábana, tres leches y maracuyá. Esponjosos, dulces, cremosos, suaves, así son los postres de Iza; quizá por eso conquistaron no solo a su población, sino también a turistas y personas de los alrededores. Las ventas aumentaron. Los platos, primero de plástico, pasaron a ser de icopor. Cada fin de semana se vendían alrededor de 3.000 y 4.000 postres: “Nosotras cada año le hemos aumentado 500 pesos al costo de los postres. Ahorita cuesta 4.500 y si es combinado 5.000. La economía de Iza estaba mejorando, pero el medio ambiente estaba empeorando”, mencionó Clara. El poliestireno expandido, conocido en Colombia como icopor debido al nombre de la primera empresa que empezó a producirlo, es un material derivado del petróleo al que se le inyecta aire. Es muy liviano, económico y contaminante; no es biodegradable, renovable ni reciclable. Tarda entre 500 y 800 años en descomponerse. Por su gran volumen y corta vida útil suele usarse una sola vez y es uno de los materiales que más se acumula en los rellenos sanitarios. De acuerdo con una Investigación de la Universidad de Caldas, este material termina contaminando los océanos e intoxicando animales acuáticos. Su uso descontrolado es lo que causa contaminación, y fue precisamente eso lo que sucedió en Iza. Debido al volumen del icopor, cada sábado y domingo se necesitaba de una volqueta para recoger los desechos que quedaban de las ventas. Se estaban produciendo demasiados residuos. Esto, sumado a las basuras de otros pueblos aledaños desembocó en el colapso del Relleno Sanitario de Sogamoso, a donde iban a parar todas las basuras. El colapso llamó la atención de todos estos pueblos y les dejó claro que debían hacer un cambio y debían hacerlo pronto. Una solución sostenible La idea de hacer un cambio respecto al uso del icopor se venía manifestando en la Asociación de Postres de Iza (Asoiza) desde hace casi seis años: “Siempre pensábamos en la problemática y decíamos que había que cambiar el empaque, pero realmente no hacíamos nada”, expresó Clara. Sin embargo, iniciando el mes de octubre del 2018, se empezaron a sentir las consecuencias económicas de que el Relleno Sanitario Terraza del Porvenir de Sogamoso dejara de recibir los residuos de Iza y 42 municipios más. Fue en ese momento en el que Asoiza tuvo la primera socialización de esta problemática con el alcalde de Iza Diego López. El mandatario y las 22 mujeres de Asoiza decidieron que debían tomar medidas tanto por el pueblo como por el planeta. Empezaron unas jornadas de reciclaje y se propusieron dejar de lado a su mayor contaminante: el icopor. Aquí se presentó el primer obstáculo, pues si no se usaba ni plástico ni icopor, ¿en qué servirían los postres? Ni Clara Torres ni Carmen Rosa Santana, las dos postreras pioneras, sabían a quién contactar o cómo encontrar una solución que fuera biodegradable y no afectara la principal industria de Iza. Sin embargo, el alcalde encontró la respuesta. Comenzaron las llamadas a distintas empresas en Bogotá, Tunja y Sogamoso. López hizo énfasis en que debían ser empaques amigables con el medio ambiente, pues si iban a hacer un cambio, iban a hacerlo bien. Entre todas las empresas, Itedris (Investigación Tecnología Educación y Desarrollo Integral y Sostenible) fue quien tuvo la propuesta más completa. Investigaron y encontraron que el papel de caña de azúcar ya era producido desde hacía tiempo por varias empresas vallecaucanas. Lo mejor de todo es que parecía papel normal y se dejaba trabajar por las máquinas de imprenta de igual manera. El papel a base de caña de azúcar tarda solo 180 días en degradarse, y una vez se descompone, pasa a ser parte de la tierra. Es decir, es biodegradable. Antes era un poco más difícil encontrarlo y usarlo porque su precio era algo elevado, costaba unos 60 pesos más que el papel normal y solo una empresa lo producía. Sin embargo, según Tibelio Galán, director de Itedris, eso ya no es un impedimento: “Al comienzo ese papel sí era muchísimo más caro que el otro, pero ahora ya vale lo mismo”. Iza dejó de usar poliestireno expandido de manera paulatina. Poco a poco se corrió la voz que este material no era bueno, la población estuvo de acuerdo con la iniciativa. Para Asoiza lo más difícil fue el cambio en el costo, pero no tardaron en adaptarse y ver que eran mucho más grandes las ventajas del cambio que los aspectos negativos. “El alcalde fue el que dio el ‘boom’ de que habíamos dejado de usar el icopor en una reunión con los alcaldes de la provincia”, manifestó Clara, presidenta de Asoiza. Sin embargo, la decisión se oficializó el 15 de febrero del 2019 a través del Decreto número 007. Ese fue el día en el que Iza dejó de usar por completo el icopor. Los primeros 20.000 platos y cajas biodegradables hechos exclusivamente para Asoiza llegaron casi un mes después. Clara fue testigo del cambio: “Antes en Iza había mucha contaminación visual, el icopor era regadito por ahí por el pueblo. Con este nuevo empaque la gente ya no lo deja por ahí, como que han tomado más conciencia”. Además, el transporte de los residuos ya no es un problema y ha aumentado el turismo, pues las personas sienten interés de conocer los recipientes que derrocaron al icopor. A Iza le siguió Nobsa (Boyacá), y casi un mes después Guatapé, en Antioquia, también se unió al cambio que ya los países de la Unión Europea, Canadá, Costa Rica y más de 100 ciudades estadounidenses realizaron hace unos años. Cinco meses después en el Senado de la República se presentó el proyecto de ley número 60, que busca prohibir el uso del icopor de un solo uso en todo el país. El senador del partido Verde y ponente del proyecto Antonio Sanguino Páez manifestó la importancia que varios municipios ya hayan implementado el cambio: “Creo que nos están dando una lección porque están asumiendo decisiones que no hemos sido capaces de tomar en el orden nacional”. Iza, conocido como el Nido verde de Boyacá, dio el primer paso: hizo un cambio y demostró que hay alternativas para reducir la contaminación usando materiales biodegradables que ayuden a preservar el planeta. Colombia también debe y puede dar ese paso. De hecho, no se tiene registro de que algún país sudamericano haya prohibido el poliestireno expandido de un solo uso. Por ello, el senador Sanguino expresó: “Nosotros seríamos el primer país en América del Sur en prohibir el icopor”.

  • El café: nuestra leyenda se extingue

    El café: nuestra leyenda se extingue Danna Muñetones Ortíz, Laura Bedoya Díaz, Nickol Bohórquez, Sofía Sarralde, María Valentina Chica, Comunicación Social y Periodismo Colombia actualmente atraviesa la peor crisis del café que ha visto, dados los bajos precios a nivel internacional. Los campesinos risaraldenses están poniendo en riesgo sus vidas y las de sus familias. Ver también: Los hijos de la panela, una cultura que se extingue Compartir

  • La música me escogió a mí: Gregorio Marchán

    La música me escogió a mí: Gregorio Marchán Miguel Ángel Gómez y Melisa Parada, Comunicación Social y Periodismo Esta es la historia de Gregorio Marchán, baterista e icónica banda colombiana de rock ‘Aterciopelados’. Ver también: Colombia, la tierra del olvido Compartir

  • Unisabana Medios | Audios

    Enfermedades mentales en pandemia Daniela Castillo y Cristian León, Comunicación Social y Periodismo La pandemia por covid-19, con la falta de contacto social, ha afectado la salud psicológica de algunas personas. Ver también: La cárcel de los trastornos Compartir

  • Informativo 15/30: ¡Se vienen las ferias y fiestas culturales en Colombia!

    En este capítulo, te contamos cómo los mensajes violentos se hallan en diversos géneros musicales. Además, hablaremos sobre cómo los músicos clásicos están saliendo del país en busca de oportunidades. Informativo 15/30: ¡Se vienen las ferias y fiestas culturales en Colombia! Laura Ubaque, Luisa Moreno, Kelly Medina, Andrés Caamaño, Sebastián Bustos, Karol Peña, Paula Belalcázar, Danelys Vega, Gabriela Velásquez, Deisy Nivia, Nicolás Villamizar, Juliana Novoa, David Suárez, Mara Mulett, Tatiana Marta, Valeria Ramírez, En este capítulo, te contamos cómo los mensajes violentos se hallan en diversos géneros musicales. Además, hablaremos sobre cómo los músicos clásicos están saliendo del país en busca de oportunidades. Contenido completo Autor:

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