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- Profesionalización de la lengua de señas: una urgencia en Colombia
Profesionalización de la lengua de señas: una urgencia en Colombia Alejandra Bello, estudiante de Comunicación Social y Periodismo Fecha: El acceso a la educación para la comunidad sorda implica bastantes retos para el Ministerio de Educación. Profesionalizar el idioma de los sordos debe ser una prioridad del Gobierno Nacional, según expertos. Lea también: Las barreras para las personas sordas en Bogotá Compartir Foto: Unsplash En Colombia, la lengua de señas fue reconocida como idioma de la comunidad sorda por medio de la Ley 324 de 1996 y, aún con su regulación, la educación para quienes pertenecen a ella se hace compleja por las brechas discriminatorias existentes en la sociedad. Por esta razón, algunos expertos demandan del Ministerio de Educación que profesionalice este idioma y aumente la oferta académica para docentes e intérpretes con el objetivo de prepararlos para educar y alfabetizar a las personas sordas, propendiendo por una verdadera inclusión. En Colombia, la Ley 1618 de 2013 y el decreto 1421 de 2017 adoptaron acciones afirmativas y ajustes razonables para reducir la discriminación en el marco de la reglamentación de la educación inclusiva para las personas con discapacidad auditiva, pero aún no se ha legislado sobre su profesionalización. Según el Instituto Nacional para Sordos (INSOR), del total de personas que tienen una discapacidad auditiva el 1.20% acceden a educación preescolar, el 17.8% a educación básica, el 0.61% a estudios técnicos o tecnológicos, el 0.73% a estudios universitarios y el 12.6% es analfabeta, lo cual es preocupante en términos de derechos fundamentales e inclusión para la comunidad sorda. Según Natalia Rangel, encargada de atención al ciudadano del INSOR, entidad adscrita al Ministerio de Educación, “en Colombia, se conoció el idioma de la comunidad sorda como lengua de señas en el año 1996 con la Ley general de educación de 1994; 26 años después solo 40 colegios cuentan con oferta bilingüe y bicultural y, solo tres universidades tienen una oferta de profesionalización de la lengua de señas: la Universidad de Antioquia, Universidad del Valle y la Universidad del Bosque”. La lengua de señas hace parte de un sistema de signos lingüísticos con significado; es un código especial de comunicación que requiere su conocimiento mediante la intermediación lingüística, por esto, referirse a esta como “lenguaje de señas” es un error muy común. El lenguaje es la capacidad que tiene cualquier ser humano de expresarse y comunicarse, mientras que la lengua de señas es viso gestual, es decir, se entiende como una herramienta lingüística usada por las personas sordas para comunicarse con mayor facilidad mediante señas y gestos. Así pues, Johana Balaguera, administradora de empresas, con magister en administración de empresas y trabajadora con discapacidad auditiva, comenta lo siguiente: “Es necesario aumentar los esfuerzos para el acceso a la educación de la comunidad sorda. Yo me gradué de la Universidad, pero fue muy difícil. A veces los profesores no sabían cómo abordar ciertos temas conmigo y me tocaba contratar intérpretes para poder entender. Nosotros necesitamos que existan proyectos reales que propendan por las garantías de nuestra educación. Lo mejor es profesionalizar la lengua de señas y crear una mejor oferta académica”, aseveró. Sonaida Sarmiento afronta una situación similar a la de Johana. Ella es la madre de Gabriel Rodríguez, un niño de 12 años que nació con discapacidad auditiva y a quien, a los 3 años, le pusieron un implante coclear. Él estudia en el colegio La Inmaculada, una institución ubicada en el municipio de Chía y que desde hace algunos años le ha venido apostando a la inclusión educativa. “Él a veces confunde las palabras, las escucha de una manera, pero cuando quiere escribirlas le cuesta. Si yo, que soy su mamá, a veces no le entiendo, imagínate los educadores. Él, muchas veces necesita poder comunicarse de otra manera, pero los maestros no están en la capacidad de entenderlo, no porque no quieran sino porque a ellos en la universidad no les enseñan. Yo pienso que es importante que ellos tengan la habilidad de comunicarse en lengua de señas porque en algún punto mi hijo lo va a necesitar”, contó Sonaida. Así mismo, la Hermana Nidia Arguello, rectora del Colegio La Inmaculada asegura: “Creo que aprender lengua de señas en un ámbito académico es un paso gigantesco para promover la inclusión. El objetivo es poder darles una educación de calidad y enseñarles a evitar la segregación en contextos cotidianos de la sociedad. No obstante, el problema radica en la malla curricular de los docentes. En las universidades, cuando estudiamos una licenciatura, no nos enseñan a tratar con este tipo de niños y eso retrasa y dificulta la tarea de la inclusión”. Además, la hermana fue enfática al decir que el Ministerio de Educación debe “ponerse la camiseta” y, en alianza con diversas entidades y fundaciones expertas en el tema, cambiar la malla curricular en los colegios y empezar a enseñar la lengua de señas a los profesores, alumnos y directivos de las instituciones. A pesar de todo esto, hay una buena noticia: las universidades y el Ministerio de Tecnologías de la Información han desarrollado proyectos encaminados a la mejora de la educación de esta comunidad. Por ejemplo, la Universidad Minuto de Dios presentó un proyecto liderado por el profesor Alexander Tobar al que llamó “Sistema para interpretación en tiempo real de voz en un idioma determinado hacía la lengua de señas”. Este sistema cuenta con un método de decodificación de la voz que es interpretada en lengua de señas y presentada con un avatar que puede ser proyectado en cualquier tipo de dispositivo digital de visualización. Por su parte, el Gobierno Nacional anunció, en enero de 2021, que seguirá prestando los servicios del Centro de Relevo, programa que permite la comunicación bidireccional entre personas sordas y oyentes, a través de una plataforma tecnológica que cuenta con el servicio de interpretación en lengua de señas colombiana. Así mismo, la Universidad de La Sabana, desde el Centro Internacional de Lenguas y Culturas Extranjeras, busca generar y poner en práctica nuevos proyectos en pro de la inclusión. Catalina Cuervo, directora de innovación del Centro, afirmó: “La Universidad tiene muchos proyectos en materia de idiomas para los estudiantes. Sin embargo, sería interesante conocer los programas de enseñanza de lengua de señas y, eventualmente, poder ofrecerlo dentro de la oferta académica de lenguas que tenemos en la Institución”. Así pues, la solución no radica en poner a personas con cualquier tipo de discapacidad en un mismo lugar y alegar inclusión . El objetivo debe ir encaminado a crear alianzas entre instituciones y apostarle a planes de educación los que cada persona con discapacidad sea instruida de acuerdo con su necesidad.
- El Gigante de Caño Jabón
El Gigante de Caño Jabón Santiago Velásquez, Comunicación Social y Periodismo Fecha: Camilo Salazar tenía un almacén de víveres y un depósito de gasolina; en el sótano del almacén facilitaba el narcotráfico en el suroriente del Meta, y en el depósito de gasolina fueron incineradas 27 personas por obra de paramilitares. Lea también: Federico Ríos, el fotógrafo de la realidad de Colombia Compartir Foto: Andrés, hijo de Camilo ya fallecido, sosteniento el ala de la avioneta en que Carlos se transportaba al aeropuerto Vanguardia en Villavicencio para reunirse con la policía antinarcóticos y con sus socios. En Suesca, Cundinamarca, era un joven acomodado que se preguntaba qué habría más allá de su pueblo y los lujos con los que creció; en Puerto Alvira, Meta, era dueño de un almacén que se convirtió en el foco de las negociaciones narcotraficantes en el periodo de invasión de las hoy extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en la zona entre el río Meta y el río Guaviare. “Siempre fue diferente en todo”, cuenta la hija de Camilo Arturo Salazar*, recordando su llegada a finales de los 80 a un caserío que se conoce oficialmente como Puerto Alvira, pero que en aquel entonces sus habitantes llamaban Caño Jabón. Camilo abandonó su vida en Cundinamarca, departamento en que se encuentra la capital del país, y se mudó a Castillo, Meta, un departamento al sur del Bogotá, en donde conoció a Rosa*, quien para ese entonces estaba comprometida con otro hombre. Se fugó con ella a Villavicencio y allí formó una familia que mantuvo con un negocio de electrodomésticos. Sin embargo, no le bastó, quería más dinero y necesitaba irse lejos. Uno de sus conocidos le habló de la posibilidad de abrir un negocio sin competidores en una vereda en medio de la selva llanera, a pocos kilómetros del casco urbano de Mapiripán. No cualquiera aceptaría una oferta tan exótica como aquella; sí era un hombre diferente, pero dada la naturaleza de los eventos que le sucedieron a esa decisión, se podría decir que “nunca le importó qué pensaran de él”, como también advirtió su hija Daniela*, quien hoy tiene 43 años y es dueña de una microempresa de agua embotellada. Cruzó la selva durante varios días con su esposa e hijos, por una carretera que en aquella época era todo menos una carretera. Camilo se instaló en Caño Jabón, cuando todavía no habían llegado más que un pequeño puñado de personas al pueblo. Años antes, allí no habitaba nadie que no fuera un indígena Guahibo, por lo que se encontraron en un nuevo asentamiento plagado de familias provenientes de todo el país; eran muy pocos los oriundos del Meta. Según la exesposa e hijos de Camilo, los cultivos de coca en tierras de la comunidad Guahiba eran una mina de oro que hasta entonces no había sido explotada; los visitantes negociaban la coca con los indígenas o les compraban las tierras, y construían sus propios laboratorios en medio de la selva para procesar la hoja y producir el polvillo blanco que durante años permitió el crecimiento económico y poblacional no solo de Caño Jabón, sino de muchos otros pueblos aledaños a Mapiripán, como Tillavá, El Mielón y El Pororio. Camilo no desaprovechó la oportunidad, “llegó a aventurar, no le importaban las experiencias buenas o malas”, relata su hijo Alejandro*, que ahora trabaja como técnico en supervisión de pozos de petróleo en el Llano colombiano. Caño Jabón no contaba con alcantarillado, mucho menos contaba con almacenes y un comercio fuerte que supliera las necesidades de sus casi 50 habitantes. “Vendíamos víveres, cerveza al por mayor, gaseosa al por mayor y gasolina. Los depósitos eran nuestros y nos generaban dinero”, expresa su exesposa, Rosa, de 66 años. ‘El Gigante’, el gran almacén de la vereda, poco a poco le dio a Camilo reconocimiento en la comunidad. Lo apodaron ‘Camilo Gigante’, haciendo alusión a su negocio, como chiste sarcástico a su corta estatura y como señal de respeto por el poder que poco a poco fue adquiriendo en la zona. ‘El Gigante’ le permitió construir ‘Agro Alvira’, un pequeño mercado en donde vendía productos agrícolas y tenía un depósito de gasolina que facilitaba el transporte por el río Guaviare, que años más tarde las Autodefensas Unidas de Colombia, un grupo armado de ultraderecha, harían explotar con casi la mitad de los habitantes del pueblo adentro, no sin antes degollar a algunos en el parque principal. “Él veía negocio donde nadie más lo veía, se inventaba cualquier cosa”, repite Daniela constantemente, con nostalgia y admiración. Era creativo, empático y sagaz, las oportunidades ocultas aparecían ante él como si alumbraran en la oscuridad. ‘El Gigante’ estaba al borde del río Guaviare y Camilo tuvo una idea que lo haría el hombre más rico de Caño Jabón: construyó un sótano en el almacén que al mismo tiempo funcionaba como puerto, al que llegaban en lancha los terratenientes y productores de cocaína de las veredas cercanas a Mapiripán. Allí se reunían y Camilo les compraba la mercancía luego de pesarla, establecer el precio y probar su calidad. La carga se mantenía fresca y seca en su sótano. Días más tarde, llegaban miembros de carteles de droga, desde departamentos como Antioquia y Valle Del Cauca. “Llegaban 3 o 4 avionetas, con 8 o 10 tipos que mi papá invitaba a la casa. Se reunían en ese sótano y mi papá les vendía la cocaína”, recuerda su hija. Llenaban de droga las avionetas en que habían llegado y festejaban toda la noche con prostitutas y aguardiente; a la mañana siguiente se iban. Todo estaba arreglado: los pilotos, la policía antinarcóticos, el ejército de Puerto Alvira y los filtros cuando los compradores regresaban con el cargamento al aeropuerto Vanguardia en Villavicencio. “Todo mundo estaba untado”, afirman los miembros de su familia cuando recuerdan el negocio. La fuerza pública reconocía a Caño Jabón como un caserío cocalero. El 14 de febrero de 1997, un comando policial destruyó un complejo dotado para la producción de esta droga; en el lugar se encontraron una tonelada y 200 kilos de cocaína pura. ¿Como padre de 4 hijos, esposo y líder de su comunidad, llegó a sentirse culpable por su negocio con la cocaína? No, para él lo único que tenía de ilegal era ver el noticiero en las tardes y escuchar cómo los presentadores afirmaban que el Estado luchaba arduamente contra el narcotráfico y la violencia que el negocio acarreaba. El contraste entre lo que veía en pantalla y lo que veía en Caño Jabón era suficiente como para que su consciencia no sufriera daños; al parecer, la lucha del Estado solo existía en la pantalla. El fin de semana viajaba con su piloto de confianza en su propia avioneta, aterrizaba en el Aeropuerto Vanguardia y el jefe de la policía antinarcóticos lo saludaba levantándose el sombrero, con respeto, mientras la fuerza pública en Caño Jabón se sentaba plácidamente en su negocio a tomar cerveza. Además, nunca hubo violencia, Puerto Alvira era una comunidad unida y pacífica. En diciembre, época del año en que el calor abrasa sin miramientos la selva llanera, Camilo organizaba colectas navideñas frente a su almacén; cada niño caminaba hasta ‘El Gigante’, para recibir con ansias su regalo, atravesando pistas de baile improvisadas y atestadas de gente bailando canciones de Pedro Infante, que eran reproducidas en todo el pueblo desde muy temprano. “Llegamos a tener casi cien ahijados, todo el mundo quería que les apadrináramos a los hijos”, cuenta su exesposa. Organizaba grandes festines de carne asada junto al río, compartía con todos y Camilo Gigante era un hombre admirado y querido. Gracias a él, toda la comunidad pudo comunicarse con su familia en el exterior, instalando un sistema de radioteléfono que transmitía en todo el pueblo por medio de parlantes, avisando a cada persona que tenía una llamada que atender; planeaba la financiación y el transporte en avioneta de cualquier enfermo hasta Villavicencio, “ya fuera dueño de un negocio o un raspador de coca sin un centavo en el bolsillo”, recalca su hija. Además de los almacenes, tenía una finca de ganado, un hotel, una heladería y un cine en el que todos los habitantes del pueblo se reunían en las noches a disfrutar del séptimo arte. No, la cocaína no suponía arrepentimiento, ni para él ni al parecer para nadie que lo conociera. Era amigable, cercano, creativo y “loquito”. No obstante, no era un paraíso. Era una vereda de gente que se hacía rica en poco tiempo, en una tierra inhóspita donde la única ley era la cocaína. “Era bien. Pues… entre su vida de pueblo, de rumba. Ese negocio inspira eso: trago, vagabundas, desorden. Esos pueblos coqueros eran así”, recuerda Rosa. Tras un par de años de riqueza y prosperidad, las FARC comenzaron su invasión en el Meta. Su interés era dominar la zona y, según paramilitares como Salvatore Mancuso y la exesposa de Camilo, adueñarse del negocio del narcotráfico para financiar la guerra. La guerrilla hostigaba y acosaba a los habitantes de Puerto Alvira, les robaba y asesinaba a quienes se opusieran a las reglas e ideología que instauraban en la zona. A Camilo le robaban la cocaína, llegaban a su sótano a comprar, prometían pagar y el dinero nunca llegaba. El negocio empezó a decaer, el pueblo se tornó en “zona roja” y decidió enviar a sus hijos a vivir en un apartamento de Villavicencio, con una empleada de servicio como única compañía. Él se quedó con su esposa y juntos tuvieron que ver cómo conocidos y amigos morían a manos de las FARC. Un 21 de diciembre, a inicios de los 90, Camilo y sus hijos, que regresaban a Caño Jabón en las vacaciones escolares para compartir tiempo en familia, presenciaron un combate entre el Ejército y la guerrilla, en un intento desesperado por tomarse el pueblo. “Tres policías quedaron totalmente calcinados, había cadáveres por las calles, era impresionante. La gente se quejaba y gritaba. El avión fantasma sobrevolaba el pueblo y bombardeaba a la guerrilla”, relata su exesposa. Era tal la violencia que las personas tenían que adaptar sus casas para cavar trincheras en caso de que se presentara un combate inesperado. Camilo Gigante aguantó cuanto pudo, pero la violencia, los robos, la decadencia del negocio de la coca y la inminencia de la muerte lo obligaron a abandonar sus negocios y el pueblo que lo había hecho rico. “Tenía demasiado dinero y de repente ya no. Eso pasó en cuestión de un par de años”, recuerda su hijo. Camilo llegó sin previo aviso en un camión al apartamento en el que estaban sus hijos, lo cargó con lo poco que pudo en cuestión de horas y se fue del todo a Villanueva, Casanare. Tras su partida, las Autodefensas Unidas de Colombia incursionaron en el conflicto del Meta, asesinando a todo el que colaborara con la guerrilla o tuviera nexos con el narcotráfico; escapó a tiempo. Por teléfono, a la expectativa, Camilo escuchaba los relatos de vecinos y conocidos de las masacres de la ‘ruta del terror’, perpetradas bajo las órdenes de los hermanos Castaño y Salvatore Mancuso. La historia recuerda la masacre de Caño Jabón: a las 27 personas degolladas y el depósito de gasolina que explotó, incinerando a los sobrevivientes. Lo que nunca se supo fue que Camilo Arturo Salazar, Camilo Gigante, fue el dueño de ese depósito. Líder de su comunidad e intermediario del negocio narcotraficante por el que tanto lucharon 3 de los principales actores de la guerra en Colombia: los paramilitares, el ejército y la guerrilla. Camilo Gigante era un hombre diferente, como dice su hija, pero también quien vio crecer y decaer a Caño Jabón, Meta. Murió casi 20 años después de su huida por un paro cardiaco, de vuelta en el punto inicial de su travesía: Suesca, Cundinamarca. Jamás declaró ante ningún órgano judicial ni de reparación, jamás pagó una condena ni se abrió alguna investigación en su contra. Su historia nunca fue contada, aunque el párroco de la diócesis de Mapiripán, Eugenio Domínguez*, lo buscó para que fuera vocero de las víctimas ante las autoridades, a lo que él contestó: “Yo no soy ninguna víctima, a mí nadie me mandó a meter allá, me metí solo en eso”. Nota: los nombres de Camilo, su familia y las demás fuentes consultadas para la elaboración de este texto fueron cambiados por seguridad.
- Rocky Balboa: un sueño americano posible
Rocky Balboa, el semental italiano (The Italian Stallion), es una de las sagas cinematográficas más exitosas y cuyo impacto ha sido más que inesperado. Rocky Balboa: un sueño americano posible Rocky Balboa, el semental italiano (The Italian Stallion), es una de las sagas cinematográficas más exitosas y cuyo impacto ha sido más que inesperado. Compartir
- Los retos de las aplicaciones de transporte
En este capítulo, entérate de las ventajas y desventajas del proyecto de puente de cristal en el Salto del Tequendama. También te contamos cómo la guerra en Ucrania afecta la leche en Colombia. Los retos de las aplicaciones de transporte Breiner Montano Álvarez, Brisna Alejandra Peña Williams, Camilo Andrés Guarín Vásquez, Enrique Muñoz Aguilar, Isabella Muriel Orozco, Jessica Katerinne García García, Juan Camilo Duarte Bautista, Juan Diego Ibañez Sánchez, María Angélica Roldán Salazar, estudiantes de Comunicación Social y Periodismo En este capítulo, entérate de las ventajas y desventajas del proyecto de puente de cristal en el Salto del Tequendama. También te contamos cómo la guerra en Ucrania afecta la leche en Colombia. Ver también: Volvimos a la presencialidad: ¿cómo va nuestra salud mental? Compartir
- Voto vs Paro: ¿Qué es lo mejor para Colombia?
valentina leal < Volver Voto vs Paro: ¿Qué es lo mejor para Colombia? Camera valentina leal Desde el 2019, en el país ha habido una gran cantidad de paros. Según el Gobierno Nacional, en este año salieron a marchar 207 mil colombianos, sin embargo, según los organizadores del paro la cifra real es 1 millón 500 mil marchantes aproximadamente. Ver también: Ver también: Las marchas dejaron ver la participación activa de los colombianos que exigían un cambio en el país. No obstante, en las pasadas elecciones del 13 de marzo, la abstención siguió siendo mayor al 50%. Los colombianos no están saliendo a votar. Entonces uno se podría preguntar ¿Se está promoviendo el voto en las distintas manifestaciones como la posibilidad del cambio en el país? Escuche este comentario radial de la sección de opinión, En Contravía de Ruta 45.
- Unisabana Medios | Audios
Nunca es tarde para estudiar Karla Figueroa, Comunicación Social y Periodismo Noemí Bonilla empezó a estudiar cuando tenía 40 años y ahora se dedica a ayudar a personas que, como ella, no habían podido formarse académicamente y quieren superarse. Ver también: Sin pensión, sin vejez Compartir
- Al ritmo de las culturas
Al ritmo de las culturas María Fernanda Gaitán Torres, Camilo Andrés Rangel Barón, Gabriel Mateo Tibaquirá Orjuela, Ángela Fernanda Pinzón Cinturia, Tatiana Alejandra Sánchez Acosta, Debbie Sallette Cardona Gámez, Luis Armando Moreno Latorre, Laura Camila Orozco Santos, Natalia Medina Lozano, María Paula Medina, Paola Awad Cortés y Samuel Alejandro Rodríguez María Fernanda Gaitán Torres, Camilo Andrés Rangel Barón, Gabriel Mateo Tibaquirá Orjuela, Ángela Fernanda Pinzón Cinturia, Tatiana Alejandra Sánchez Acosta, Debbie Sallette Cardona Gámez, Luis Armando Moreno Latorre, Laura Camila Orozco Santos, Natalia Medina Lozano, María Paula Medina, Paola Awad Cortés y Samuel Alejandro Rodríguez La música, en sus diferentes expresiones, cuenta historias. Aquí contamos la de los personajes que están detrás de la cultura musical colombiana, argentina, chilena y mexicana. Haz clic para acceder al contenido Ver también: Carranga: música, ruanas y patrimonio Compartir
- Las grietas del periodismo
Las grietas del periodismo Daniela Bayona, Comunicación Social y Periodismo Fecha: La crisis de los medios de comunicación colombianos está evidenciada por medio de un libro de la FLIP; llamativo, no solo por su diseño, sino también por su contenido. Lea también: 'Yolanda Ruiz: en el filo de la navaja' Compartir Foto: Foto: Daniela Bayona Una vez más la Flip (Fundación para la Libertad de Prensa) muestra otra de sus grandes investigaciones periodísticas, en esta ocasión, expone el análisis de la situación dramática del periodismo regional en Colombia por medio de su nuevo libro Periodismo Roto, una metáfora del teléfono roto; la desconexión que existe entre lo nacional y lo regional, en la que la información no termina de circular de un punto al otro. Sin duda, este libro muestra, no solo a los comunicadores, sino a la sociedad, la problemática que se está viviendo, basado en una nutrida investigación, la cual tardó tres años y medio. Una obra que rearguye a todos sin excepción alguna para gestionar una solución proactiva y, de esta manera, evitar que el periodismo siga el camino hacia el agujero negro. La Fundación para la Libertad de Prensa es una ONG que incentiva un ambiente ideal para los corresponsales, defendiendo siempre la libertad de expresión, desde un espectro amplio en medios digitales y análogos, y el derecho fundamental de los ciudadanos colombianos de estar informados. Por ello, la Flip ofrece un acompañamiento a los periodistas para hacer prevalecer su derecho fundamental y que este, a su vez, sea garantizado por el Estado y valorado por los ciudadanos como un bien preciado. En esta medida, cobra mayor valor el trabajo investigativo de Periodismo Roto. Para esto, la Flip contó con el apoyo del Fondo Sueco-Noruego de Corporación con la Sociedad Civil Colombiana, la Agencia para el Desarrollo Internacional, Cooperación Alemana, entre otras. Un aporte significante para posibilitar la investigación de Periodismo Roto, las grietas de la información, siendo esta crucial en medio de la crisis latente de los medios de comunicación hoy en Colombia, denominada por muchos expertos como la mayor crisis de la información que se ha presentado en el país. Una investigación contada desde lo más profundo del ser humano, el ejercicio laboral del comunicador, la defensa de la libertad de expresión, los datos y cifras alarmantes, para exponer la realidad perversa en la cual se encuentra inmersa la prensa. Tipo de texto En primer lugar, es importante tener en cuenta que esta obra es un texto periodístico (perteneciente a los géneros interpretativos a la categoría de reportaje), no tan convencional ni literario, pues evidencia la riqueza de una investigación veraz, con cifras exactas y buenas entrevistas. Según el director editorial y de investigación de Periodismo Roto, Jonathan Bock, “identificar cuál había sido el impacto de la guerra contra los periodistas y mirar el ecosistema de los medios en el país”, cuyo objetivo se cumplió a través de un texto explicativo cimentado en cifras, hechos y datos. En este punto, cabe resaltar que este texto fue la expresión del acto de la Parresía, la cual Michel Foucault define como el coraje de decir la verdad sin importar las consecuencias que esta pueda traer. Diseño Si bien el contenido es clave para un buen libro, es necesario ver el aspecto estético, sugerido por la filosofía, rama que estudia la percepción, los sentidos y la belleza de las cosas, esta última ligada a la experiencia estética y a la historia; partiendo de esto, el libro Periodismo Roto estéticamente está elaborado bajo estos parámetros, ofreciendo al lector una obra agradable para contemplar; sin embargo, tiene muchos colores que hacen, en ocasiones, perder el foco principal: el contenido. En efecto, la obra de la Flip resalta en cualquier librería por su novedoso diseño compuesto por cartografías, ilustraciones, fotografías y diversos colores (amarillo, café, azul, verde), que, de acuerdo con un lector, Juan Esteban Barbosa, hacen compleja la lectura del libro, pues distrae tanta información presentada con colores e ilustraciones en una misma página y pierde la atención el contenido tan transcendente que este abarca. No obstante, a pesar de ser un gran libro, los gráficos no son lo suficientemente claros e informativos, por ello, tendrían la necesidad de ser replanteados. Temática El foco de la investigación gira en torno a los desiertos de información que existen en el 60% del país, en municipios en los que no hay contenido local y en donde los habitantes están más informados de lo que acontece en la capital del país que en su región. La Directora de Comunicaciones del Ministerio de Cultura e investigadora de Periodismo Roto, María Paula Martínez, habla acerca de la sostenibilidad de los medios a escala local en otras fuentes como becas estímulos del Ministerio de Cultura para los municipios de poca cobertura y, de este modo, encontrar otras fuentes de financiación, buscando alianzas y becas para que los medios sean más independientes. Esto con el fin de aumentar el presupuesto de los medios de comunicación. De este modo, el lenguaje utilizado es sencillo, y así facilita la difusión y el alcance de este libro para que quien lo lea tenga la capacidad de ver la realidad del periodismo local. Otro aspecto por destacar es el estilo del texto, pues son las huellas que dejan los investigadores plasmadas en sus páginas, en este caso, poseen un estilo directo y objetivo -adecuado- sugerido por la temática que se desarrolla. Lo anterior, refleja una investigación que no le da cabida a la subjetividad, sino que busca acercarse a la objetividad, a los hechos, a los datos. A lo sumo, esta obra deja un mensaje no solo claro, sino también trascendente, pues plantea una solución al caos en el que se encuentran los medios locales. Por esta razón, la Flip concluye que para superar las barreras existentes de alcance, cobertura y garantías del ejercicio periodístico es necesario que haya una mejora o reestructuración de las políticas públicas del país en materia de las nuevas tecnologías y, en efecto, desde una óptica cultural se logre analizar lo digital, a su vez, ligado al desarrollo (no solamente en materia de tecnología, sino en cultura, desde una perspectiva enfocada en el ciudadano que, en palabras de Max-Neef, correspondería al desarrollo a escala humana). Además, la Flip propone que es indispensable la mejora de la infraestructura en los medios locales, debido a las condiciones precarias en las cuales se encuentran estos. Un mensaje idealista, sin duda alguna, ineludible para superar la brecha digital, social y cultural en Colombia. Esto con el propósito de garantizar a los ciudadanos información de calidad y profundidad en todos los temas de interés local y, también, brindarles las condiciones pertinentes a los reporteros. Un llamado a seguir defendiendo la libertad de expresión proponiendo un periodismo sostenible, a ver el papel protagónico de los informadores en una democracia, pues en las manos de estos está la búsqueda interminable de la verdad, así como dijo Jesús, el salvador de los cristianos: conozcan la verdad y esta los hará libres; en este caso, libres de la manipulación, de la tergiversación, de la opresión, de la desinformación.
- The Kid Between Dimensions
The Kid Between Dimensions Ángela Álvarez Hernández, Andrés Chivatá Quiroga, Daniel Restrepo, Felipe Baquero Telles, Jacobo Arcila Duque, José Gabriel González Luna, María Camila Daza Jiménez y Nícolas Mateo Rojas - Comunicación Audiovisual y Multimedios Es un juego clásico de plataforma en 2D, dirigido a todo público, en donde el jugador puede realizar un difícil viaje a través de dimensiones desconocidas para poder volver a casa y restaurar el orden en su universo. Ver también: El oculto Compartir
- Advierten riesgos de que personas con alzhaimer contraigan covid-19
Advierten riesgos de que personas con alzhaimer contraigan covid-19 Sara Liliana Lepesqueur Varón, estudiante de Comunicación Social y Periodismo Fecha: El poco contacto físico y el aislamiento a causa de la pandemia pueden exacerbar la enfermedad del Alzhaimer. Lea también: El infierno del olvido Compartir Foto: Daniela Sofía Moyano Roa, estudiante de Comunicación Audiovisual y Multimedios. Neurólogos y asociaciones internacionales sobre el Alzhaimer advierten acerca del riesgo que tienen las personas mayores y con comorbilidades médicas subyacentes, como la enfermedad del Alzhaimer (EA), al contraer el virus covid-19. Asimismo, se ha demostrado que el SARS-CoV2 afecta directamente al cerebro con eventos trombóticos, encefalitis e invasión cerebral. La creciente evidencia muestra que el SARS-CoV2 puede infectar neuronas y afectar la función cerebral a través de hipoxia crónica , disfunción metabólica, inflamación sistémica y desregulación inmunológica. La Alzhaimer’s Association, a través de diferentes estudios, ha demostrado que los pacientes con demencia tienen un mayor riesgo de contraer covid-19 en comparación a los pacientes sin comorbilidades ; a su vez, una respuesta inmune deficiente a la infección coloca a las personas en un mayor riesgo de demencia. En pacientes con la EA, la barrera hematoencefálica (BHE) está dañada, lo que permite que ciertas bacterias y virus accedan al cerebro con mayor facilidad y hacen que los pacientes sean más susceptibles a infecciones bacterianas, virales y fúngicas. “En el coronavirus previo sí se vio un aumento posterior de la incidencia de demencias y un mayor declinar en las personas que eran portadoras de estas patologías, si llegaban a adquirir el virus. Además, como bien lo sabemos, el virus, incluso en casos leves –ha dicho Cheryl Eneyda Jiménez Pérez, neuróloga clínica en la clínica Universidad de La Sabana–, puede dejar secuelas como quejas cognitivas del subtipo ejecutivo” (atencional, planeación de actividades, velocidad del pensamiento). En una nueva investigación publicada por Alzhaimer's & Dementia , el autor corresponsal, Rong Xu, explica que "el deterioro de la memoria asociado con la demencia podría interferir con la capacidad del paciente para cumplir con las medidas preventivas para covid-19, como el distanciamiento social, el uso de mascarillas y la desinfección de manos". “Ella no entiende a qué se deben, en algunos casos, las medidas de bioseguridad, ya que se le recuerda la situación de la pandemia y al poco tiempo lo olvida… Al ser una persona mayor que sufre de la enfermedad de Alzhaimer no tiene conocimiento del virus porque olvida esta etapa”, afirma Adriana Barrera Guarín, hija de Julia Guarín de Barrera paciente con Alzhaimer. Aunque en Colombia la mayor proporción de pacientes con demencia, en especial EA, residen en hogares de ancianos y centros de atención, el riesgo de infección por SARS-CoV2 persiste. Sin embargo, el aislamiento y el poco contacto físico debido a la pandemia pueden exacerbar la enfermedad del Alzhaimer. “Se ha demostrado que aumenta los síntomas comportamentales (depresión, tristeza, ansiedad, irritabilidad, apatía) y se relaciona, además, por menor actividad ocupacional, menores actividades al aire libre y contacto sintónico con pares . Por esto es tan importante el mantenimiento de las rutinas en domicilio y la realización de actividades de estimulación cognitiva en casa”, expresa Cheryl Eneyda Jiménez Pérez. Actualmente, con la financiación de la Alzhaimer's Association y la orientación técnica de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se hará un seguimiento de más de 40,000 pacientes de 50 años o más para determinar si existe mayor riesgo de demencia (de todas las causas) en pacientes que han tenido COVID. Se anticipa que los primeros resultados se obtendrán a principios del 2022.
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