Resultados de búsqueda
Se encontraron 1872 resultados sin ingresar un término de búsqueda
- Platillos y palabras: sabores que hablan - Unisabana Ágora con Wilber Jiménez
Unisabana Ágora con Wilber Jiménez El CEO de 9.30 Take A Break, Wilber Jiménez, relata su recorrido profesional hasta llegar a su exitoso emprendimiento y brinda claves de cómo triunfar en el mercado Compartir Ver también: Unisabana Ágora con Matías Laks
- Afuera Del Planeta - Manuel Medrano (Acústico)
Manuel Medrano en Backstage desde los estudios la Universidad de la Sabana. Afuera Del Planeta - Manuel Medrano (Acústico) Manuel Medrano en Backstage desde los estudios la Universidad de la Sabana. Compartir
- Martín Caparrós
Buenos Aires, Argentina | Escritor y periodista Martín Caparrós Por Laura Angélica Lenis Llano, Alejandra Paulina Hernández Martínez, Maria Camila Poveda Trujillo y Juliana Martínez Cubillos. Buenos Aires, Argentina | Escritor y periodista Lea también: Laura Sofía Matiz Compartir Fotografía por Juliana Martínez. Es licenciado en Historia en París y ejerce periodismo desde 1974, trabajando en prensa escrita, radio y televisión. Ha publicado más de treinta libros traducidos a más de treinta idiomas y es uno de los cronistas más destacados en lengua hispana. Como novelista ganó el premio Planeta Latinoamérica 2004 por Valfierno , el premio Herralde 2011 por Los Living . Su libro El Hambre ha tenido repercusión mundial y le ha valido premios en Italia y España; últimamente recibió el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes (España) y el Premio María Moors Cabot, de la Universidad de Columbia (Estados Unidos). Es maestro de la Fundación Gabo desde 2001 y miembro de su Consejo Rector desde 2013. Nos contó: Sobre las desigualdades de la región... • Lamentablemente América Latina es la región del mundo con mayor desigualdad, lo cual no quiere decir que sea la región con más pobreza porque hay zonas de África y de Asia que son aún más pobres, pero sí que hay más diferencias entre los más pobres y los más ricos. • En síntesis, en Ñamérica, mi libro, trato de pensar por qué sucede eso y tiene mucho que ver con el hecho de que llevamos 500 años en que la riqueza de nuestra región consiste en extraer y exportar materia prima, y eso hace que no se formen centros de producción que puedan crear valor y mercados internos importantes. Fotografía por Juliana Martínez en entrevista con Unisabana Medios. Sobre los puntos comunes de Iberoamérica... • Tenemos estados bastante semejantes porque durante 300 años tuvimos el mismo estado que formó cada una de nuestras repúblicas: tuvimos una iglesia que fue decisiva en la forma en que somos y aún sigue siendo muy determinante. A esto se suma la manera de construir las economías. Además, compartimos un idioma común, que es algo raro. Nosotros no nos damos cuenta porque es nuestra realidad habitual, pero no hay ningún otro lugar en el mundo en el que 20 países hablen la misma lengua. Sobre la búsqueda y negación de una identidad colectiva... • Digo que América Latina es un continente que huye de sí mismo porque después de haberse construido durante muchos siglos a partir de la inmigración, somos ahora la región del mundo con mayor proporción de emigrantes. • A esto que llamo Ñamérica siempre fue un lugar de inmigración. Primero, vinieron aquellos habitantes hace 20 mil años del centro de Asia que cruzaron y poblaron por primera vez estas tierras donde no había vida o seres humanos, hasta entonces. Después, vinieron los españoles que trajeron por la fuerza y vergonzosamente a muchos africanos para ser esclavos. Después, siguieron inmigrando otros europeos y demás, y recién en las últimas décadas nos transformamos en un continente que expulsa gente. • Estamos construyendo sociedades que no son capaces de retener a sus mejores miembros. Aquellos que se toman el trabajo y el peligro de ir a construirse una vida en otro lado, porque cree que la que tiene aquí no es la que debería, suele ser la gente más 'ñámica' con más energía. Gente que, cuya falta, nuestras sociedades sienten. • Como la sociedad que estamos observando no es suficientemente buena se va gente y hace que la sociedad sea aún peor. Se hace un círculo vicioso que deberíamos trepar y cortar en algún momento. Sobre el impacto de las crónicas periodísticas en la cotidianidad... • Yo no creo mucho en el poder de lo que hago, ni me importa. Es decir, lo que hago yo o lo que hacen otros como yo. Ni me importa ese poder. Yo estoy en contra de la ética de los resultados. La idea de que uno hace las cosas que hace por los resultados que puede conseguir. Uno tiene que hacer las cosas porque piensa que es mejor hacerlo que no hacerlo, porque quiere, le gusta o importa. No por un supuesto resultado que podría producir lo que uno hace. • Entre otras cosas, cuando uno se entrega a esta ética de los resultados es muy fácil decir: “No, ¿para qué voy a hacer esto si total no va a producir nada?”. Entonces yo prefiero pensar no en lo que se pueda producir, sino que vale la pena hacer las cosas porque uno cree que vale la pena. Cuenteros de Iberoamérica
- Juan Camilo Rincón: soñando entre libros
Juan Camilo Rincón: soñando entre libros Valentina Sánchez Gutierrez Laura Camila Nieto Céspedes Juan David Gutiérrez Molina, Comunicación Social y Periodismo Juan Camilo Rincón escritor y cronista colombiano, es reconocido por hacer arduas investigaciones sobre la vida de Jorge Luis Borges. Ver también: El hijo del tiempo Compartir
- Carlos Arias
Comunicación política: de la teoría a los campos de batalla Gerente general de la firma Estrategia y Poder y coautor del libro "Campos de Batalla en la lucha política" Compartir Ver también: La reinvención del New York Times
- Las ondas del saber
Las ondas del saber Mariana León, Diego Márquez, Juliana Moreno, Mariana Tibaduiza, Ana Melissa Marulanda Este reportaje narra la historia de Radio Sutatenza y explica el éxito de un modelo que, aunque fructífero, ha sido cada vez más olvidado por el Estado y los grandes medios: la educación por radio. En el relato, acompañado de personas que se formaron con Sutatenza, actuales encargados de ACPO, una experta de RTVC, un exministro de Comunicaciones, entre otras fuentes, se mira hacia el pasado, con la esperanza de que Colombia mejore la atención a sus comunidades. Ver también: Aguas de vida: historias del río Bogotá | El Espectador Compartir
- Santiago Ocampo
Santiago Ocampo: Reputación en redes sociales ¡Hablemos sobre reputación en redes sociales! ¿Cuáles son los mitos y leyendas en torno a la protección de la marca en ese entorno? Compartir Ver también: Generar confianza en tiempos de posverdad
- Jennifer Ávila
El Progreso, Honduras | Directora de Contracorriente Jennifer Ávila Por Mateo Bonilla Moreno, Katherin Rincón Pulido, Ana Sofía Ñustes Heredia y Santiago Velásquez. El Progreso, Honduras | Directora de Contracorriente Lea también: Tomás Pérez Vizzón Compartir Fotografía por Gabriela Bautista. Es periodista de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Ha escrito opinión para el Washington Post en su versión en español, la revista del North American Congress on Latin America (NACLA) y el medio nicaragüense Divergentes. Dirigió el documental «Guardiana de los Ríos», que trata sobre el legado que dejó la líder indígena y ambiental Berta Cáceres, asesinada en 2016. Bajo su liderazgo, el medio digital hondureño, Contracorriente, ha sido galardonado en 2020 y 2021 por Latin American Studies Asociation (LASA) y Democracy Award. En 2022, Ávila participó en Tedx en San Pedro Sula. Este año, la Fundación Gabo le otorgó el Reconocimiento a la Excelencia Premio Gabo 2023. Nos contó: Sobre el panorama periodístico latinoamericano… · Creo que el periodismo en Latinoamérica está resistiendo, está luchando en una trinchera muy complicada, muy violenta, pero creo que se está haciendo el mejor periodismo que se puede hacer porque además se está haciendo periodismo colaborativo. Eso es lo que nos está salvando de toda esa violencia, corrupción y todos los ataques a la prensa. · Creo que hemos entendido que ya no se debe hacer periodismo solitario, que el periodismo se debe hacer unido y que debemos contarnos como región. Eso solo lo podemos hacer con otros como nosotros y como nosotras. Fotografía por Gabriela Bautista. Sobre la credibilidad del periodismo investigativo de oposición… · Los periodistas tenemos que escuchar a todo el mundo. Tenemos que escuchar incluso a los que nosotros podríamos pensar que son los malos, que nos han robado todo en nuestros países. Tenemos que escuchar cómo funcionan esas redes, pero también escuchar todas las versiones. · Tenemos que dar mensajes menos polarizantes. Ya los gobiernos lo están haciendo, ya están polarizando más nuestras sociedades. Tenemos que cuestionar eso también, cuestionar cuáles son las cosas que nos están dividiendo como sociedad y cómo podemos esas cosas hablarlas y escucharnos. Sobre la polarización de los medios de comunicación… · Al final los periodistas también nos convertimos en puentes entre las autoridades y la población, o incluso entre comunidades que tal vez están en desacuerdo. Por ejemplo, en situaciones de divisiones en comunidades por proyectos extractivos o cosas así. Hay quienes defienden un proyecto y quienes están en contra de este y a veces solamente darle voz a uno y no al otro contribuye más a la polarización. · No estar diciéndole a la gente cómo pensar, eso ya lo hacen los autócratas, no deberíamos hacerlo los periodistas. Cuenteros de Iberoamérica
- El infierno de un secuestro, la historia detrás de las noticias
Doña Belén López, amordazada, fue arrastrada a lo largo de todo el corredor. Y mientras esto sucedía saqueaban las pocas cosas de valor que ella poseía. El infierno de un secuestro, la historia detrás de las noticias María Gabriela Parra Zamora Doña Belén López, amordazada, fue arrastrada a lo largo de todo el corredor. Y mientras esto sucedía saqueaban las pocas cosas de valor que ella poseía. Disponible en Pulzo María Gabriela Parra Zamora No era muy lujosa. Un arco de cemento y ladrillo, una reja de metal y un letrero en el que estaba escrito “Finca Katay” daban paso a la humilde morada de Doña Belén López, como la llamaban todos sus amigos y seres queridos a sus 71 años. Rodeada de grandes árboles que ofrecían sombra y chocaban contra el escaso viento de esos llanos, se descubría una casa antigua de más de un siglo, color beige, hecha de concreto y adobe. Su interior contenía tres cuartos – gigantes -, uno para ella, otro destinado a los niños – con más de cuatro camas – y el último albergaba a los familiares adultos que la visitaban cada cierto tiempo. Su cocina aún incluía un horno de carbón, como el de las novelas más antiguas. El comedor-sala, con unos muebles regalados por sus hijos y nietos, nada ostentosos, se encontraba a la intemperie, aunque cubierto de la lluvia. Muy cerca de la vivienda, existía una pequeña construcción, la cual era utilizada por los jornaleros que vivían ahí. El aire, a pesar de ser un poco bochornoso, era fresco. Unos hermosos rosales brindaban vida al lugar, y el melodioso sonido del agua corriendo en un pequeño río, no muy lejos de allí, acompañaba el canto de las aves. Sentada en un sofá de la sala, orando, se encontraba Doña Belén López -una mujer delgada, de tez clara, acompañada por el dulce silencio de la tarde. Era el 29 de diciembre de 1999 y ella disfrutaba de un merecido descanso después de una larga jornada de trabajo en la finca. Ese melodioso silencio antes que cayera el anochecer fue interrumpido por el extraño ladrido de los perros. Inmediatamente después entraron a la casa, con un fuerte golpe a la puerta –que no tenía mayor seguridad, seis hombres con pasamontañas negros, vestidos uniformadamente, con jeans azules, camisa blanca, gafas negras y –como no podía faltar- armas en sus manos. Dos de ellos la sacaron colgada de los brazos, uno a cada lado y apuntaron con una pistola, a sangre fría, a su sien. “¿Es ella?”, preguntó uno de los invasores. “Sí, es ella”, contestó su compañero de al lado. Ese hombre que confirmaba su identidad, de manera tan fría y seca, era Manuel Rojas*. Conocido como “Manuelito”, amigo de un familiar. Los días anteriores, él se había acercado en repetidas ocasiones a la finca, haciéndose pasar por un señor extremadamente amable. Sin embargo, todas esas visitas tenían un solo propósito: hacer la labor de “inteligencia” y así vender a Doña Belén López a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP). Esta acción tan conocida y temida, como lo es el secuestro, tiene muchas definiciones. Para la Policía Nacional de Colombia: “debe entenderse como una flagrante violación a los Derechos Humanos, específicamente al derecho a la libertad individual y la libertad de movilidad. Por tanto, es un delito atroz que afecta no solamente a la persona secuestrada, sino a todo su entorno familiar y social”. Según Oscar Mauricio Silva, analista político de la Fundación País Libre, desde 1996 la cantidad de secuestros realizados había aumentado de 4.354 a 13.548, con una cifra de 5.351 atribuidos a las FARC-EP. Se creó, así, una fama internacional de Colombia como uno de los países más peligrosos del mundo. A esta tercera fase tan dolorosa se le conoció históricamente como la Masificación. La metodología de secuestro de las FARC era muy reconocible. “Manuelito” había cumplido con gran parte de esta primera etapa, la inteligencia. En ella lograban conocer absolutamente todo de su víctima y familia. “Ellos sabían cada mínimo movimiento de mis hijos, incluso que una hija mía vivía en Israel”, recordaba nerviosamente Doña Belén López. En muchas ocasiones, como fue el caso de Doña Belén, se infiltraba una persona al grupo cercano del objetivo. De acuerdo con el Centro Nacional de Memoria Histórica en su publicación Una Sociedad Secuestrada “se realiza para identificar a las víctimas, determinar sus rutinas, definir las mejores opciones de tiempo y lugar para secuestrarlas, y recopilar información adicional para usarla en la fase de negociación con la familia o allegados”. Camino a un infierno Doña Belén López, amordazada, fue arrastrada a lo largo de todo el corredor. Y mientras esto sucedía saqueaban las pocas cosas de valor que ella poseía. Al salir, la tiraron al suelo, le quitaron su mordaza y le dijeron cruelmente: “Mire la casa antes de irse, mírela bien”, esto como una maniobra para atemorizarla. Sin embargo, sacando fuerzas que no tenía y con la voz un poco temblorosa exclamó fuertemente: “Si me van a matar, de una vez, mátenme de una vez”. Pero su pesadilla no acababa aquí. La necesitaban viva. Así que, sin demora la volvieron a amordazar, le taparon los ojos con una venda y la subieron a un carro -un taxi-, que habían conseguido para pasar desapercibidos. Esta situación estratégica era una de las más riesgosas y peligrosas para los victimarios. El “levante”, como se conocía comúnmente, era el momento donde se retenía a la víctima y solía ser realizado por grupos especializados en esta acción. Su secuestro, según la Fundación País Libre, hizo parte del 79 % de los plagios que fueron completamente perpetrados de forma premeditada. Dado al cumplimiento con la rentabilidad del “negocio”, el cual como lo afirma el documento Una Sociedad Secuestrada del Centro de Memoria Histórica “sólo existe si se logran obtener víctimas con capacidad de pago o en su defecto con potencial político”. Así mismo lo confirmó el Ministerio de Defensa: “Parece haber consenso en que dichas organizaciones han adquirido niveles de preparación y organización que no solo les permite utilizar el secuestro como una fuente segura de financiación, sino que ha generado agrupaciones altamente especializadas que son capaces de ofrecer su know how a clientes potenciales con fines variados”. Fue un camino largo, ella se encontraba totalmente rodeada, un hombre a cada lado y otro en frente, la mantenían completamente vigilada. En un carro aparte, con otros guerrilleros, se fueron el resto de los hombres. Al cabo de unas horas arribaron a una pequeña casa, la bajaron y al momento de descubrirle los ojos se encontró cercada por un gran grupo de soldados revolucionarios, muchos de ellos con boinas rojas, placas, botas negras, vendas en los brazos y uniforme camuflado. Se acercó un comandante, según parecía por su vestimenta y presencia. “Esto lo puede arreglar su hija con un abrir y cerrar de ojos”, dijo el hombre con una voz fuerte y clara. “Mi hija no va a cometer el delito de ponerse a robar el banco para pagarles a ustedes”, afirmó Doña Belén López con un tono fuerte y seguro, sin miedo a nada. La llevaron al calabozo, un lugar oscuro, pequeño, con rejas, con un costal de cama y murciélagos volando a su alrededor, como una película de terror. Este momento en el que se encontraba Doña Belén López solía ser conocido como la fase de “Estabilización”. Allí “infligen las primeras torturas y abusos sobre la víctima para poder controlarla y mitigar las posibilidades de fuga” según el documento Una Sociedad Secuestrada del Centro Nacional de Memoria Histórica. Sin embargo, en este caso fue algo menos violento, al ser una mujer mayor, la mantuvieron encerrada y custodiada por hombres contratados para evitar su escape. En ese instante, era oficialmente una de las 3.204 personas plagiadas a lo largo de 1999, uno de los años donde más se habían realizado secuestros. Mientras tanto, en Acacias, Meta, eran las nueve de la noche. Su hija, Jacqueline, acababa de enterarse de lo ocurrido. Escondido detrás de la casa, el señor que ordeñaba las vacas y que vivía allí había visto todo. Tan pronto como los guerrilleros se fueron con su patrona, él tomando otro camino pidió un aventón al pueblo. Llegó corriendo al banco y le gritó con un tono de tristeza: “Se la llevaron a su mamá, se la llevaron a su mamá”. Se dirigieron a la finca, al entrar notó la puerta abierta de par en par, el único teléfono de ese lugar estaba destrozado, las cosas se encontraban revueltas, los cajones vacíos y, por último, la ausencia de su madre en ella. La angustia se apoderó de su cuerpo, no sabía qué pensar ni decir, cómo actuar, las lágrimas corrieron por sus mejillas “solo preguntaba qué le había pasado a mi mamá”. El infierno mismo Al día siguiente, en la madrugada, Doña Belén fue sacada del calabozo. Antes de ponerse en marcha, le dieron un uniforme como el de ellos y le quitaron el vestido que ella tenía al momento de su secuestro. Después de una larga jornada recorriendo la selva era la oportunidad de descansar. En ese instante llegó otro grupo de guerrilleros con una nueva secuestrada, mujer también, de Medellín, igualmente de apellido López. De ahí en adelante, la otra plagiada y un perrito blanco, que la seguía a todas partes, fueron su única compañía. Se movilizaron por lugares diferentes, pasando por acantilados y varias casas donde se resguardaban. Esta fase se la conocía como “traslado”. Se trataba de una continua circulación por la selva, caracterizada por realizarse en “un espacio aislado y oscuro donde la víctima no pueda ubicarse con facilidad y sus posibilidades de movimiento estén seriamente restringidos”, según el Centro de Memoria Histórica en su informe Una Sociedad Secuestrada. Los días pasaron, Jacqueline y su familia no sabían nada de su madre, y la angustia comenzaba a aumentar. Habían buscado por todos lados; hablado con los paramilitares y con algunos frentes de las FARC-EP, pero ninguno de ellos la tenía. Finalmente, después de mes y medio de espera, la llamaron a su celular, afirmaron tener a Doña Belén López cautiva y que para su liberación iban a negociar únicamente con ella. Tras decir esto colgaron. Desde ese momento comenzaron a recolectar todo el dinero que poseían. Un domingo cualquiera, llamaron por segunda vez, en esta ocasión, sin dar vueltas, pidieron 200 millones de pesos. “Yo no tengo esa plata, ustedes se descacharon ahí”, afirmaba Jacqueline. Tras un breve silencio bajaron el monto a 100 millones, esta cifra seguía siendo demasiado, así que Jacqueline se negó, nuevamente, sin previo aviso colgaron. A los tres días llamaron con una última oferta, 50´000.000, pero el máximo recolectado era de treinta grandes. Cedieron a esa cantidad y dieron las indicaciones para el intercambio, el dinero por Doña Belén. Mientras Jacqueline se contactaba con el que iba a ser el intermediario, un padre –que se parecía físicamente a Gandhi-, los guerrilleros bajaban de las montañas con su madre. El punto de encuentro asignado fue el Puente Caído, en Lejanías, Meta. Así que, al encontrarse con el párroco y David, su hermano mayor –quien resguardaba el dinero- se movilizaron hacia allá. Para su identificación tenía que utilizar un pañuelo rojo en el hombro. Así que tan pronto cruzaron el puente, a pie, ella y el sacerdote, salió de un árbol un hombre uniformado con camuflaje. “Vengo por mi mamá”, dijo ella con un poco de nervios. Caminaron por un estrecho sendero, ellos dos al frente y el extraño hombre atrás. Junto a un gran arbusto se encontraba sentado el comandante. Al verlos se puso de pie y solicitó el dinero. “Primero quiero a mi mamá, después tendrán su dinero”, exigía Jaqueline. Tras una señal en código del comandante, salió Doña Belén de entre los árboles. La emoción era indescriptible, así como el miedo a que algo malo pasara. Al encontrarse, se dieron un gran abrazo, pero, no podían llorar, tenían que guardarse toda emotividad. En ese momento, Jacqueline buscó a su hermano, quien se encontraba en el carro con el dinero. Le hizo señas para que se acercara. Entregaron lo acordado, por fin todos eran libres. Se subieron al auto lo más rápido posible y salieron de allí. Juntos y a salvo. El infierno había terminado. *El nombre de la persona ha sido alterado para contar esta crónica.
- Unisabana Medios | Podcast | Radar Mundial
Análisis de los acontecimientos más relevantes del mundo, política, medio ambiente, cultura y derechos humanos. Radar mundial Análisis de los acontecimientos más relevantes del mundo, política, medio ambiente, cultura y derechos humanos. Unisabana Radio Compartir
.png)













