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  • Sintéticas sin trabas

    Sintéticas sin trabas María Paula Arbeláez, Estefanía Daza, Laura Sofía Matiz y Lizeth Moyano María Paula Arbeláez, Estefanía Daza, Laura Sofía Matiz y Lizeth Moyano Mientras 23 nuevas drogas se crean cada día en el mundo, en Colombia han aparecido 33 sustancias sintéticas inéditas que afectan la salud pública y la economía nacional. Haz clic para acceder al contenido Ver también: El shopping de las drogas Compartir

  • Humedal Tibabuyes, una lucha de intereses

    En este capítulo del informativo 15/30, comprende también cómo afecta el alza del dólar a los precios de la canasta básica familiar, entre otras noticias. Humedal Tibabuyes, una lucha de intereses Laura Ubaque, Luisa Moreno, Kelly Medina, Andrés Caamaño, Sebastián Bustos, Karol Peña, Paula Belalcázar, Danelys Vega, Gabriela Velásquez, Deisy Nivia, Nicolás Villamizar, Juliana Novoa, David Suárez, Mara Mulett, Tatiana Marta, Valeria Ramírez, estudiantes de Comunicación Social y Periodismo En este capítulo del informativo 15/30, comprende también cómo afecta el alza del dólar a los precios de la canasta básica familiar, entre otras noticias. Ver también: ¿Cómo es ir de fiesta en pandemia? Compartir

  • Unisabana Medios | Podcast | Imaginarium

    Este programa rescata las más destacadas ideas innovadoras que están transformando el mundo. Imaginarium Este programa rescata las más destacadas ideas innovadoras que están transformando el mundo. Unisabana Radio Compartir

  • Para la paz, todos. Para la guerra, ni uno solo

    Para la paz, todos. Para la guerra, ni uno solo Sergio Andrés Forero, Maestría en Periodismo y Comunicación Digital de la Universidad de La Sabana Sergio Andrés Forero, Maestría en Periodismo y Comunicación Digital de la Universidad de La Sabana Este especial periodístico multimedia busca resaltar una de las complejas experiencias de paz dadas en Ibagué en los últimos años. La 'Mesa por la Paz', título que se le dio a esta iniciativa convocó a un sin número de personas, lo que evidencia las dinámicas territoriales sobre el conflicto en las regiones de Colombia. Haz clic para acceder al contenido Ver también: La lucha por el cambio social Compartir

  • Especial Paro Nacional Unisabana Medios - Hasta que amemos la vida

    Una juventud sin futuro, sin oportunidades, sin pensión, sin educación y sin nada más que perder, es la que arriesga su vida a diario para luchar por el cambio del país. Hasta que amemos la vida Una juventud sin futuro, sin oportunidades, sin pensión, sin educación y sin nada más que perder, es la que arriesga su vida a diario para luchar por el cambio del país. Manuela Cordovez Álvarez Lee también: Las motivaciones de la protesta social en Colombia Miembros de la Primera Línea, 19 de mayo del 2021 Foto: Manuela Cordovez Llueve descontento 28 de abril del 2021. El gran Paro Nacional del 2019 cesó sus ánimos por la pandemia por Covid-19, hoy el descontento saca al pueblo nuevamente a las calles. Personas cansadas de la desigualdad salen a marchar por sus derechos. Reclaman contra una nueva reforma tributaria y a la salud, matrículas universitarias con precios casi imposibles de pagar, corrupción desmedida, falta de estabilidad y de pensiones en la mayoría de los ciudadanos, entre otros, son los argumentos de miles de colombianos que hoy saldrán a las calles para marchar por un país digno. Desde la mañana rondan especulaciones sobre los posibles bloqueos, actos vandálicos y disputas entre civiles y miembros de la fuerza pública. Abro los ojos y como es costumbre, entro a mis redes con el fin de encontrarme con las noticias del día. Desayuno rápidamente un café con tostadas, me baño y me arreglo. Hacia las 11:30 de la mañana emprendo mi camino desde Chía hasta Bogotá, específicamente al barrio Mazurén. Llego a la casa de Tomás, mi novio, con la plena seguridad de que será él el indicado para acompañarme a las calles a marchar; no solo por nuestros ideales y creencias similares, sino porque compartimos nuestra carrera y pasión: el periodismo. Al cabo de unos minutos estamos montados en un taxi que nos llevará, con algo de escepticismo, al monumento de Los Héroes en la calle 80. —¿Estás segura? —me pregunta Tomás mientras mira por la ventana del taxi una aglomeración cercana a las 300 personas mojándose por la lluvia. —Estoy segura —respondo con plena convicción de salir a las calles por el pasado, presente y futuro de la historia colombiana. Vamos en camino por toda la autopista en sentido norte-sur hasta que se presenta un bloqueo ubicado debajo del puente de la calle 100. Le pedimos al taxista que nos deje ahí y nos bajamos del carro. Los manifestantes se encuentran arrumados debajo del puente, pues fuera de él se van a mojar. El pronóstico del clima es de 12º centígrados. Y la probabilidad de lluvia de 88%. Era seguro; iba a llover. Suenan los tambores acompañados del sonido del diluvio, los marchantes cantan arengas y uno que otro aprovechado que se prendió un porro hace que el puente entero empiece a oler a marihuana. Empezamos a caminar hacia Héroes. El agua reposada en los charcos se escabulle por la tela de mis converse casi blancos, hasta llegar a mis medias y finalmente mojar mis pies. Siento frío, pero el clima no afecta mi disposición para llegar junto con los demás hasta el monumento. De la mano de Tomás, caminé por 1 hora y 15 minutos. En el trayecto, tomamos algunas fotos, hablamos de la situación actual del país y refunfuñamos una que otra vez por la lluvia y la posible gripa que nos puede dar, pues ninguno de los dos salió de la casa vestido para encontrarse con este aguacero. Acompañados de los fuertes truenos y relámpagos se alcanzan a oír en la lejanía los tambores tan característicos de las manifestaciones. Mis ojos se llenan de lágrimas. El arte y las multitudes unidas por un país siempre me han revuelto los sentimientos. Hoy me siento orgullosa de caminar junto a las personas que, sin importar el día o la hora, inauguran esta nueva jornada del Paro Nacional. A lo largo de la autopista norte, la lluvia se vuelve más intensa. Las personas, escalofriadas por las gotas heladas, comenzamos a gritar en multitud “llueva o truene, el pueblo se mantiene”. Nuestras voces y palmas son silenciadas por los truenos, y a veces, uno que otro manifestante arruga la cara al ver los rayos que caen del cielo. Cada que llueve más fuerte, mis manos se ponen más y más rojas. Marchamos con fuerza. Uno que otro carro pita, y el ánimo de llegar a nuestro destino se incrementa más a medida que nos vamos acercando. Puente de la avenida NQS, 28 de abril del 2021 Foto: Manuela Cordovez Finalmente, tras caminar 20 cuadras llegamos al monumento a Los Héroes en la calle 80. El olor a humo penetra la tela del tapabocas, como si ya estuvieran quemando algo; pero nada más era un grupo de indígenas calentando agua de panela en una olla grande encima de una hoguera. La lluvia intenta apagar el fuego y colarse entre la bebida, pero los manifestantes hacen, justo a tiempo, una carpa de bolsas negras que impiden cualquier traspaso de agua en la comida. Todo es muy pacífico, ni siquiera se escucha ningún tipo de ruido pues parece que la lluvia ya había espantado a la gran mayoría. Tengo la sensación de que somos muy pocos los presentes, pues de los 300 que empezamos sólo quedábamos alrededor de 50 personas. Era claro; el primer día de paro estaba muerto. —¿Por qué no habrá venido el resto, esos que publican tanto su indignación en las redes sociales? Es la 1:05 p. m., hora de almorzar. Además, a Tomás y a mí nos quedan exactamente 55 minutos para entrar a clase. Sabemos que la devuelta va a estar complicada. Nos percatamos que por el monumento no pasa ni un taxi, pues hay gente bloqueando el paso y pegándole a los carros gritando “¡el que no pite no pasa!”. Lógicamente, a cualquier chofer le da miedo pasar por ahí; uno nunca sabe qué pueda pasar. Caminamos hasta una panadería cercana para comprar un agua y ver si hacia el otro lado pasa algún taxi que pueda devolvernos. Cerca del monumento, todos los locales están cerrados exceptuando uno que se llama “El mejor PAN de Colombia”. Entramos por un pequeño callejón. Al alzar la mirada, nos damos cuenta de la presencia de 70 miembros del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) y de la Policía Nacional. —¿Te da miedo? —me pregunta Tomás al ver que me quedé paralizada mirando a quienes nos acabamos de encontrar— ¿Podemos pasar? Vamos a comprar un agua en la panadería de acá —cuestiona intimidado, a lo cual le responden que sí. Agacho la cabeza y paso entre la mitad de todos ellos. Por cualquier espacio me escabullo hasta llegar a la puerta del local. Me parece eterno. Siento miedo de estar en la mitad de tantas armas, pero para ser honesta, considero que estoy más segura estando entre los uniformados que del otro lado. Mientras paso entre ellos solo puedo hacerme preguntas como “¿cuándo irán a salir? “¿Estarán ahí escondidos para sorprender a los que estén manifestándose en el monumento?”. Al ver el uniforme de cada uno de los agentes del ESMAD me siento minúscula. Sus pies, sus brazos, su torso, absolutamente cada centímetro de su vestimenta irradia poder, mucho más que lo que pueda tener el resto de personas. Finalmente, caminamos hasta el Carulla de la calle 85, donde esperamos cerca de 30 minutos para que un taxi nos lleve de vuelta al apartamento de Tomás. —¿Cómo le está yendo hoy? —le pregunto al taxista. —Está complicada la cosa, no he tenido muchas carreras hoy. Yo apoyo el paro, y yo me he leído la reforma y no estoy de acuerdo con muchas cosas… Pero es que uno tiene que trabajar, yo no puedo dejar de camellar un día por salir a las calles. Y los que salen también es que (SIC) lo damnifican mucho a uno. —Claro, entiendo —respondo—. ¿Cuántas carreras lleva hoy? —Tres con esta que les estoy haciendo señorita. Ahorita voy y recojo a un cliente conocido, lo llevo a la 134 y me voy para mi casa. Más tarde las cosas se ponen muy peligrosas —cuenta el taxista con un suspiro al final. Después de 20 minutos llegamos a nuestro destino. —¿Cuánto es? —preguntó Tomás. —Serían —esperó a que el taxímetro arrojara la tarifa a pagar— …serían 12 mil pesos. — Aquí está —respondo pasándole un billete de 20 mil pesos. —deje así y muchas gracias, que le rinda y que le vaya muy bien llegando a su casa. —¿En serio? —respondió el taxista. —En serio— Le contesté yo. El taxista, conmovido y con la voz un poco temblorosa, nos miró por la ventana y nos despidió diciéndonos: “esto nunca se me va a olvidar. ¡Que mi Dios se los pague!”. No cesó la horrible noche 3 de mayo del 2021. Es mi cumpleaños. Otro cumpleaños en pandemia, solo que este tiene un componente más: Paro Nacional. Mi familia celebra mi día, pero no puedo negar que siento algo raro en el ambiente. Se siente una especie de tensión en mi casa, en mi conjunto, en los medios de comunicación y finalmente, en mi país. Todo está callado. Me siento un poco culpable, pues mientras me llegan mensajes y llamadas de celebración yo solo puedo pensar en cómo el país se viene abajo; yo no debería estar celebrando, no ahora. Hasta el momento hay 25 personas muertas a causa de las protestas, y seguro habrá muchas más. Anoche fue desgarrador, 56.600 personas tuvimos que ver cómo en un Live de Instagram, mataron a Nicolás Guerrero, un joven de 22 años, justo la edad que cumplo hoy. Nicolás estaba manifestándose de manera pacífica, se encontraba totalmente quieto en una velatón, el acto más simbólico y sentido de una marcha. Los espectadores vemos cuando la fuerza pública le dispara en la cabeza. Ver lo que sucedió esa noche por medio de una transmisión en vivo cambiaría la vida de muchos. Screenshot En Vivo Dj Juan de León @dj_juandeleon Mientras mis papás hacían todo por darme un cumpleaños agradable, mi cabeza estaba invadida de ruido; Nicolás, asesinado en Cali; Brayan Niño, en Cundinamarca y Santiago Murillo, en Ibagué. Su mamá sale llorando su muerte en medio de una transmisión de un noticiero. El asesinato de Dylan Cruz en el 2019 vuelve a mi cabeza, todo se revuelve dentro de mí. Aparte de ellos, las otras 23 personas asesinadas en cinco días y sus familias abarcan cada uno de mis pensamientos. No puedo tener un cumpleaños feliz mientras mi país llora y sus jóvenes mueren. Mares de sangre han corrido por Colombia durante siglos. La diferencia es que hoy me hago más consciente de que, a pesar de amar a mí país, no quiero aceptar más su realidad. El día transcurrió normal en la medida de lo posible, me quedé en mi casa con mi familia. Sin embargo, surge esa necesidad de información, la cual nos hizo pasar la mayor parte del día mirando noticias en nuestros celulares acerca de situación actual. Cae la noche y ya en mi cama me conecto al live de Adriana Lucía, una cantante colombiana que ha destinado sus redes para visibilizar lo que los medios de comunicación no muestran, parece no ser relevante lo que están viviendo los ciudadanos colombianos. Ella hace un en vivo por Instagram y mientras tanto va conectándose con personas que están manifestándose en las diferentes ciudades del país. Esa noche la transmisión muestra una masacre a manos de la fuerza pública contra los manifestantes. El sector popular de La Luna, en Cali, se convierte en un campo de batalla entre el Estado y los ciudadanos. Durante el en vivo se ve una cantidad innumerable de civiles heridos de gravedad. Según el Instituto de estudios para el desarrollo y la paz, Indepaz y la ONG Temblores, el 3 de mayo fue el día más violento y que más vidas de colombianos se llevó. Fue la fecha con más muertos en los 21 días que lleva Colombia en paro desde el 28 de abril hasta el 18 de mayo. “Nunca jamás olvidaremos que por varias noches la juventud colombiana tuvo que transmitir por Instagram su propia agonía. Los noticieros estaban muy ocupados reportando trancones.” Mateo Córdoba vía Twitter. 3 de mayo del 2021, 11:57pm. Se convoca a Paro Nacional el miércoles 5 de mayo. No aguanto más. Allá estaré. Nunca imaginé querer borrar el día de mi cumpleaños, quisiera que este día nunca hubiera existido. Feliz cumpleaños, Manuela. El pueblo no se rinde, ¡carajo! 5 de mayo del 2021. Me despierto a las 6:00am. A las 7 de la mañana tengo que estar en la Clínica Santa Fe para que me hagan unos exámenes de chequeo. En mi camino a la clínica estoy pendiente de las manifestaciones; si ya empezaron o si hay bloqueos en la vía hasta el hospital. No hay nada… aún. Salgo de mis exámenes a la una de la tarde y emprendo, con mi mamá, el camino de retorno a Chía. Llevamos diez minutos de recorrido y ya estábamos llegando al peaje de la séptima. Waze nos había guiado por esa ruta, en la cual solo gastaríamos 30 minutos en llegar a casa. Es impresionante la soledad de las carreteras. —Nos ha ido muy bien hoy, Manue. Yo pensé que todo iba a estar bloqueado —dijo mi mamá. —Sí, ma, todo ha ido muy bien. No pensé que nos rindiera así —le respondí yo. Transcurren otros diez minutos silenciosos. Me siento débil, no he comido ni tomado nada desde ayer; mis exámenes no me lo permitían. Llegando al centro comercial Centro Chía, después de 20 minutos de trayecto, nos encontramos con la manifestación convocada. Es la marcha de la Sabana de Bogotá. La movilización pacífica atrae personas de Tenjo, Cajicá, Cota, Tabio y Chía. Flyer convocando a las movilizaciones del 5 de mayo Adicional a las personas de estos municipios, venían los estudiantes de todas las universidades ubicadas en la Sabana de Bogotá. Soy estudiante de universidad privada, tengo el privilegio de estudiar la carrera que me gusta en la universidad que quise y nunca he tenido que escoger entre estudio y comida. A pesar de todo esto, soy consciente de la situación de la niña de 18 años que me pinta las uñas. Jessica cumplió 18 años hace seis meses y gana 10.000 pesos con un manicure, aproximadamente hace 12 a la semana. Proveniente de Cartagena, tuvo que dejar a su familia y mudarse a la capital para poder trabajar y pagar sus estudios en una universidad “grande”. Hoy es por Jessica y por más del 47% de la población que vive del trabajo informal. Es por la educación, por el 33% de los jóvenes que no tienen el mismo privilegio de estudiar que yo. Es por mis papás, que son profesores y por ese gremio de docentes con uno de los sueldos más devaluados del país. Es por el futuro, es por la dignidad. Le doy un beso a mi mamá y me bajo del carro. —Mucho cuidado, Manuela. Me mandas tu ubicación —me dijo ella por la ventana del carro. Gira a la derecha para llegar a la casa y yo empiezo a unirme a la marcha, llamo a mi amiga Salomé para ver si me acompaña, pues, en Colombia las garantías de vida y la integridad de una mujer no son respetadas. De acuerdo con la ONG Temblores, desde el 28 de abril hasta el 20 de mayo ha habido 27 casos reportados de agresión sexual en el marco de la protesta. Esto nos obliga a salir siempre acompañadas. Saco mi celular y marco con la esperanza de que me conteste rápido. Al paso de unos minutos, accede a acompañarme. La marcha se dirigió por la autopista en sentido norte-sur hasta llegar al peaje de Los Andes en Chía. A lo largo de 4.3 kilómetros el sonido de los tambores adornaban nuestro recorrido. Durante 1 hora y 20 minutos, la melodía de las trompetas y el estruendo de las bocinas y las vuvuzelas hicieron de ese acto una fiesta singular. —¿Quién es usted? —se oía venir de unas voces masculinas gritando al son de los tambores. —¡Soy estudiante! —respondíamos cerca de 5.000 voces, se oía la multitud. —¡No lo escuché! —¡Soy estudiante! —¡Una vez más! —¡Soy estudiante soy! ¡soy estudiante soy! Yo quiero estudiar para cambiar la sociedad. ¡Vamo´a la lucha! La arenga acompañada de aplausos y tambores retumbaba por toda la autopista. Era impresionante, nunca había visto tanta gente reunida. A medida que avanzábamos, se nos unían más y más personas en el camino. Empezó a llover, pero nada nos impidió seguir saltando, cantando y movilizándonos. Autopista Norte, 5 de mayo del 2021. Foto: Manuela Cordovez Cuando íbamos llegando al peaje de la autopista nos percatamos que al costado oriental había tres tanques de las fuerzas militares. Solo los neumáticos de esta máquina de guerra medían un metro con sesenta; un accesorio mortal para cualquiera que se cruce enfrente. ¿Qué podría pasar ahora que nos encontramos con 60 militares en nuestro camino? ¿Nos irán a hacer algo? No fue así. Los soldados sacan sus celulares para grabarnos, saludan con sus puños. Aplauden. Y nos agradecen por luchar por un mejor país. Asombrados de ver la multitud que venía hacia ellos, miraban con orgullo. A sólo unos cuantos metros del peaje había cerca de 100 policías y agentes del ESMAD a cada costado de la vía. Parados y quietos unos nos grababan y otros simplemente observaban. —Dicen los agentes que nos dejan pasar el peaje solo si pasamos pacíficamente y nos portamos bien —nos dijo a Salomé y a mí una señora miembro del equipo de Derechos Humanos que iba acompañándonos —roten la voz —agregó. El reloj marcaba las 6 de la tarde, teniendo muy presente que en los días de paro cae la noche y todo se vuelve violento, optamos por volver a nuestras casas. Con los pies cada vez más cansados y el volumen de las arengas disminuyendo notoriamente emprendimos el retorno. Fue un trayecto de 1 hora y 15 minutos en el que anhelábamos llegar rápido a casa. Volvimos a Chía. Al llegar al puente que conecta Cajicá, 200 personas nos esperaban para unirse a la movilización. Por un instante pensamos en seguir manifestándonos con ellos, pero la lluvia, los pies cansados y la ropa mojada ya pasaban factura. Cuando llegué a mi casa la mejor decisión fue tomar una ducha de agua caliente; la mejor solución para marchar con miles de personas y no traer el virus a casa. La satisfacción y la emoción vencieron a mis pies adoloridos, y con entusiasmo corrí a contarle todas mis vivencias de ese día a mis papás. Una última vez 19 de mayo del 2021. Monumento a Los Héroes. Hoy me despido de esta jornada. Después de 22 días de manifestaciones creo que cumplí con el aporte que quería hacer. La razón: la alarmante cifra de muertes por Covid, casi 500 decesos diarios. Siento la obligación de parar y pensar en la salud de las personas que amo, eso implica alejarme de las multitudes por un tiempo; al menos mientras cese la tercera ola de la pandemia. Continuaré mi lucha desde casa. Me despido justo donde empecé: en el Monumento a Los Héroes. A las 4 en punto de la tarde termino clase y salgo nuevamente con Tomás. Esta vez vamos acompañados por su amigo Nicolás. Salimos en un taxi que nos lleva hasta el monumento. Con una bandera sobre mis hombros me bajo del carro con Nicolás y Tomás y aprecio la multitud llena de carteles, arengas, música y baile. El monumento está lleno de banderas; hoy se pinta de amarillo, azul y rojo. Monumento a Los Héroes, 19 de mayo del 2021. Fotos: Manuela Cordovez Los tambores hacen retumbar toda la calle 80 y sus alrededores. La estatua de Bolívar, El Libertador, carga ahora con un lápiz debajo de su brazo para representar la necesidad de los estudiantes por construir un país distinto. Muchos dicen que somos la generación que no se satisface con nada, pero yo creo lo contrario: somos la generación que lucha por darle a nuestros antecesores y sucesores una vida digna en un país con tanto para dar como Colombia. Hoy las personas de todas las edades se concentran en un mismo punto para seguir luchando por los derechos de los colombianos. Prensa, niños, ancianos, estudiantes, madres, taxistas, médicos, músicos y bailarines, entre otros, están reunidos manteniendo vivo el Paro Nacional. Con su presencia le hacen saber a los dirigentes del país que no nos rendimos. Hoy no hay movilización, solo es un gran plantón en el cual se pueden ver personas de todos los sectores cargando banderas y carteles unidos por el cambio. Los cantos despiden un atardecer soleado y cierran un nuevo día de movilizaciones. El día termina y se oye venir un grupo grande de manifestantes. Cantando y aplaudiendo llegan desde el Portal 80. Un grupo de 15 hombres jóvenes vestidos de jeans, camiseta y saco aparecen con guantes en sus manos y un rostro cubierto con gafas protectoras, máscaras antigases y pañoletas. A sus cabezas las protege un casco en su cabeza y a sus torsos un escudo de metal. Ellos conforman la primera línea. —¿Quiénes son ustedes? —pregunto yo. —Estamos conformados por ustedes, somos colombianos. Estamos compuestos por gente multicolor, sin estrato y sin protagonistas – Me responde Kevin Andrés, miembro de la primera línea. —¿Y qué es lo que hacen? —le digo con curiosidad. —Ayudamos al que se queda atrás, honramos el derecho a la legítima defensa, garantizamos que el ciudadano se pueda manifestar en paz. Protegemos a los manifestantes... Existimos sólo para dejar de existir. A las 7:00 de la noche acaba mi último día de manifestaciones. “Por nuestro gobierno, por los que ya no están, por los que luchan, por los que nos cuidan, por los que salen, por nuestras familias, por todos los colombianos y por nuestra patria, Colombia”, es la última frase que me permito oír antes de devolverme a mi casa y completar un día más de Paro Nacional. —Si tenemos que morir por cambiar a nuestro país, lo haremos, muchachos —se escucha a lo lejos uno de los integrantes de la primera línea. En ese instante comprendo uno de los abismos sociales más grandes de las manifestaciones. Me siento cómplice al ver cómo mientras yo logro seguir con mis comodidades, tener una baraja de opciones y decidir en qué momento protesto o no, para ellos luchar en este momento es una obligación. Una juventud sin futuro, sin oportunidades, sin pensión, sin educación y sin nada más que perder, es la que arriesga su vida a diario para luchar por el cambio del país. Es impactante saber que, dentro de tantas arengas, bailes, folclor y creatividad, los muchachos de la primera línea son conscientes de tal vez no volver a su casa hoy, ya sea porque los capturaron, o porque cayeron luchando por una mejor Colombia.

  • Unisabana Medios | Podcast | Rock and Blues

    30 minutos para conocer la historia de producciones o interpretes del rock, el blues y el jazz. La hora de los djs Jazz Un homenaje a su historia, trasfondo y mejores músicos e intérpretes. Unisabana Radio Compartir

  • ESPECIAL Colombia, en paro | unisabanamedios

    Informativo 15/30: La voz de nuestra generación En este especial, hablamos de algunas de las motivaciones de los jóvenes en Colombia para continuar con la protesta social, pese al retiro de la reforma tributaria. Desde el pasado 28 de abril, se inició el Paro Nacional convocado por diversos sectores sociales del país, en protesta contra la reforma tributaria impulsada por el gobierno del presidente Iván Duque ante el Congreso de la República el 15 de abril. Esta propuesta, que, entre otras cosas, planteaba ampliar los impuestos a productos de la canasta básica familiar, la gasolina e imponer un impuesto solidario para salarios altos; buscaba tapar el hueco fiscal que ocasionó la pandemia. Sin embargo, la oposición, sindicatos, estudiantes, centrales obreras y otros sectores rechazaron el polémico proyecto de ley, al considerarlo inconveniente por afectar económicamente a la clase media, que atraviesa una crisis desde la llegada del coronavirus a Colombia . De ahí que decidieran salir a las calles a marchar en diferentes ciudades y municipios del país, para exigir al Congreso que retirara la Reforma Tributaria, lo cual sucedió finalmente el domingo 2 de mayo, ante un anuncio del presidente Iván Duque , en el que aseguró que se convocaría a diversos sectores para tramitar un nuevo proyecto, fruto de los consensos. Un día después, renunció el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, lo cual no logró calmar los ánimos de la ciudadanía. Esto, porque después de varios días de paro, se han desencadenamiento confrontaciones de los manifestantes con la Policía, de los que han resultado cientos de heridos y al menos 24 muertos, la mayoría de ellos en la ciudad de Cali, por presuntos disparos de la Fuerza Pública. Esta situación ha suscitado la intención de ciertos sectores de continuar en las calles exigiendo el respeto de los derechos humanos, así como reclamando otras medidas promovidas por el Gobierno, como la reforma a la salud o el uso del glifosato. En las últimas horas, el Presidente ha abierto un espacio de conversación con dirigentes del paro, líderes políticos, empresarios y organizaciones no gubernamentales para tratar de encontrar una salida concertada a la actual crisis. En este especial multimedia, contamos algunas historias detrás de las manifestaciones suscitadas en Colombia. Falta tiempo para el arte El cantautor nariñense utiliza la música para enaltecer la memoria, generar cuestionamientos y fomentar el encuentro constante con el territorio. Entrevista Read More Hasta que amemos la vida Una juventud sin futuro, sin oportunidades, sin pensión, sin educación y sin nada más que perder, es la que arriesga su vida a diario para luchar por el cambio del país. Crónica Read More En blanco Hay personas que solo se pronuncian por sus intereses individuales, y eso mancha y desvía el foco de los que sí luchan y salen a marchar con un propósito colectivo, real y coherente. Opinión Read More Las motivaciones de la protesta social en Colombia Protestan ante la injusticia y reclaman la protección a los diálogos de paz, la defensa de la producción nacional, el fortalecimiento de la vacunación, entre otras peticiones. Podcast Read More Colombia se queda sin sede para la Copa América La Conmebol decidió no hacer la Copa América en territorio colombiano, por cuenta de la crisis que atraviesa el país por el tercer pico de la pandemia por covid-19 y por el Paro Nacional. Noticia Read More La mujer detrás de la líder estudiantil  La vida de Jennifer Pedraza, líder estudiantil de la Universidad Nacional, ha estado llena de situaciones y casualidades que la han llevado a reflexionar y apostarle a un cambio para Colombia. Perfil Read More En las calles se busca "un mejor futuro para todos": Edilma Suárez La presidenta de la Asociación Nacional de Enfermeras de Colombia (ANEC) explica cómo este gremio está atendiendo el tercer pico de contagios. Entrevista Read More Gobierno y Comité del Paro volverán a reunirse el próximo jueves Las centrales obreras convocaron a una nueva jornada de protestas para este miércoles 19, tras no haber resultado acuerdo entre el Gobierno Nacional y el Comité de paro durante el fin de semana de puente. Read More Noticia La moda como protesta social Conoce algunas marcas y diseñadores que han promovido la reconciliación y la construcción de paz, desde el diseño de ropa y accesorios. Programa Read More ¿En qué consiste la extinción de dominio? Durante el Paro Nacional, se han inmovilizado vehículos por obstaculizar las principales vías del país en el marco de las protestas, siendo sometidos a procesos de extinción de dominio. Aprende, en Solución En Propiedad, en qué consiste esta medida y sobre qué aplica. Programa Read More No se le hubiera podido dar peor manejo a la crisis: Armando Benedetti En Ruta 45, el senador Armando Alberto Benedetti Villaneda planteó las críticas que tiene al Gobierno por su gestión durante el Paro Nacional. Read More Entrevista ¿Qué está pasando en Colombia? Después de semanas de protestas, hay quienes continúan en las calles reclamando el respeto de los derechos humanos. ¿Por qué esta lucha es relevante? Read More Programa Informativo ¿Copa América? ¡Qué absurdo! Es ilógico realizar una competencia tan importante como la Copa América, en medio de la crisis que atraviesa Colombia. Read More Opinión ¿Cómo cubrir el paro con responsabilidad y seguridad? En El Programa de La Tarde, el influyente periodista Daniel Coronell hace un llamado a rescatar la rigurosidad en los medios, para darles herramientas a los ciudadanos para que tomen decisiones. Read More Entrevista 15/30: La voz de nuestra generación En este especial, hablamos de algunas de las motivaciones de los jóvenes en Colombia para continuar con la protesta social, pese al retiro de la reforma tributaria. Read More Noticiero Fallece el estudiante Lucas Villa, tras varios días en UCI En la madrugada de este martes murió Lucas Villa, estudiante de la Universidad Tecnológica de Pereira, quien había sido atacado por sicarios en medio de las protestas del pasado 5 de mayo. Read More Noticia Sin acuerdo, termina el primer encuentro entre Gobierno y Comité del Paro El Comité de Paro anuncia nueva jornada de manifestaciones para este miércoles 12 de mayo, dado que "no hubo empatía del Gobierno" con las razones que los llevaron a un paro nacional. Noticia Read More ¿Qué aportación hacen los medios digitales a la información en el Paro? En Conversaciones de Sofá, Fernando Posada, politólogo y periodista de El Tiempo y Santiago Arias, politólogo y director de "Es de Politólogos", hablan acerca de las formas en las que los medios de comunicación y la juventud pueden aportar al país en este contexto de crisis. Programa Read More La voz de un pueblo Conoce algunas de las cifras que dejan las jornadas de protestas y que se convierten en argumento para los manifestantes para continuar en las calles. Read More Imágenes Propuestas para enfrentar la crisis económica del país Gabriel Aramburo, director de Acción Legislativa del Colectivo de ideas Libertank, planteó algunas de las propuestas que ese centro ha considerado como alternativas a la reforma tributaria, entre ellas, eliminar las excepciones de IVA. Read More Programa Cali en el paro nacional Este especial de la Red Colombiana de Periodismo Universitario pretende entender el contexto de las protestas iniciadas en Cali el pasado 28 de abril, en las que se han desencadenado numerosas acciones violentas. Read More Programa Read More ¿Qué está pasando con Anonymus en Colombia? Arthuz Díaz, cofundador y Director Ejecutivo de IDENTIAN SAS, plantea las consecuencias que tienen los ataques a las páginas oficiales del Gobierno Nacional. Entrevista La Ciudad de la Luna, en lucha Este 5 de mayo, entre minutos de silencio, arengas, tambores y pancartas, los habitantes de Chía pararon el tráfico y se hicieron escuchar pacíficamente. Read More Imágenes El rol de la comunidad internacional en la crisis nacional En esta emisión especial de Radiar Mundial, hablamos de qué puede hacer la Organización de las Naciones Unidas para visibilizar lo que pasa en Colombia y apoyar en la lucha de respeto a los derechos humanos en el país. Programa Read More Read More "¡Despierta, Colombia!", el grito de bogotanos y chienses En la mañana de este jueves 6 de mayo, diversos sectores se reunieron en las calles de Bogotá y Chía para vivir una jornada más de manifestaciones, en el contexto del Paro Nacional. Noticia La gastronomía, como forma de manifestación pacífica El canelazo se hizo presente en este lugar. Los manifestantes se unieron para compartir frutas, panela y demás ingredientes en un plantón que pretendía honrar la memoria de quienes han muerto en el Paro. Read More Video Read More Así lucieron las calles de Tunja este miércoles Con cierres de vías, arengas, pancartas y manifestaciones artísticas en la Avenida Norte de la ciudad de Tunja, los ciudadanos elevaron su voz contra el Gobierno. Fotoreportaje Libertad de expresión para proteger la vida Read More En El Programa de la Tarde, el periodista Javier Osuna, director de la Fundación Fahrenheit 451, destaca a los medios independientes por su aporte a la información en torno al paro nacional y cuestiona a los medios tradicionales por su "incapacidad para conectar con la verdad". Entrevista "Se marchó", un homenaje de Código Enigma Read More En Código Enigma, de Unisabana Radio, se hace un homenaje a quienes, en la historia de Colombia, salieron de su casa a marchar para alzar su voz y nunca volvieron. Programa Read More ¿Por qué manifiestan en Neiva? Aunque el Gobierno retiró el proyecto de la Reforma Tributaria, el Paro continúa. Cerca de 5 mil personas se reunieron para marchar de manera pacífica en este 5 de mayo. ¿Cuáles son las motivaciones de los ciudadanos en Neiva? Escucha este cubrimiento de Café y Charlemos. Programa Read More Así fueron las marchas en la Calle 80 este martes 04 Este 04 de mayo, ciudadanos bogotanos marcharon por la Calle 80, como parte del paro que vive el país desde el pasado 28 de abril. Video

  • Fatídicamente suertudo | unisabanamedios

    Fatídicamente suertudo: La historia de Felipe Vieda Por María Juliana Cruz Marroquín La vida nos trae las historias de manera repentina, en el momento menos esperado. Puede ser, por ejemplo, tomando café con un amigo a quien apenas conoces, que parece hermético, como indescifrable, pero que se abre a ti como si se conocieran desde siempre. Te cuenta los sucesos más importantes de su vida, detalle a detalle y tú con extrema atención escuchas todo lo que tiene por contar. Lo que no te imaginas es que durante la conversación aparecen historias que te impactan. Bromean sobre escribir un libro sobre su vida de película y giran sobre los mismos temas una y otra vez. Tienes en tus manos el poder de crear el primer capítulo de ese libro.  Su nombre es Felipe Vieda. Tiene 21 años, es estudiante de diseño de sexto semestre de la Universidad de Los Andes y es una persona con suerte, o así lo cree él, aunque a veces no sea evidente. Así que preste mucha atención a esta historia; puede que más adelante el relato de Felipe le revele de dónde nace la suerte (si es que a eso podríamos llamarle así), el destino y el misticismo detrás de los sucesos más fortuitos de su vida. Carlos Felipe Vieda Vásquez | Imagen de Archivo Felipe siempre ha sido una persona atlética, desde muy pequeño practicó fútbol, una de sus grandes pasiones, pero no la única. Ha entrenado más de 13 deportes, entre ellos ultimate, padel, footballflag, béisbol e incluso ciclismo. De este último, se enamoró en 2020, un año en el que buscamos nuevos hobbies o distracciones que nos facilitaran la vida en pandemia. Durante esta época, Bogotá tuvo el mayor incremento de viajes y usuarios de bicis. Para facilitar la circulación, la seguridad y el bienestar de la población, la administración distrital amplió y mejoró la red de ciclorrutas en la capital y, con ello, comenzó la transformación hacia el transporte sostenible y un nuevo estilo de vida de los ciudadanos. Para ello, implementaron 84 km de ciclocarriles temporales sumados a los 550 km de ciclorrutas, convirtiendo a Bogotá en la capital mundial de la bici. Su extensa red la convierte en un ejemplo para América Latina. Alrededor de 880.000 viajes se realizan a diario en la capital del escarabajo urbano. “Ya llevaba mi buen año y medio bien juicioso entrenando. Entrenaba con un amigo de mi papá, que él fue ciclista en su tiempo y pues yo me le pegué ahí al parche y me empezó a entrenar y después competí y pues ahí empecé a dar frutos. Entonces, ya cogimos la cosa mucho más seria. Empezamos a entrenar a un nivel más alto”, recuerda Felipe mientras tomamos un café. Recorrido a Altos de Patios en La Calera | Tomado de Google Maps) Felipe entrenaba cinco días a la semana, siempre con una ruta distinta, aunque su favorita era Altos de Patios, un emblemático puerto de montaña con 6,6 km de ruta, una pendiente constante inclinada y un terreno asfaltado perfecto para ser la ruta infaltable de cualquier ciclista, en especial para él. Hacían carreritas con el pelotón y apostaban para ver quién era el más veloz. Ahí era cuando Felipe se preparaba para el día en que una carrera profesional lo llamase a la puerta. A las 7 a.m. estaba listo con su trusa, sus choclos – que es como coloquialmente les dicen los ciclistas a los zapatos – y su casco para ir a entrenar. Julián Álvarez, su “exentrenador”, es un señor de mediana edad, bonachón y muy sabio; un compañero de su padre que ha practicado este deporte durante 40 años y le enseñó las reglas básicas para ser un excelente deportista. Era el principal apoyo de Felipe, su animador número uno y la persona que lo acompañaba en cada ruta. “Eres muy bueno, yo te veo mucho futuro". "Algún día estarás con los grandes, en la élite profesional, por eso tenemos que entrenarte para ligas mayores" son algunas de las frases que recuerda Felipe de su gran compañero. "Me daba muchos consejos para la vida, tanto para rodar, como decimos coloquialmente, y para sus proyectos personales”, dice Felipe. Calle 92 con carrera 11 | Tomado de Google Maps Con la pandemia, su rutina cambió. Su entrenamiento se reducía a los fines de semana y a estar prácticamente solo, pues hasta ese momento la ciudad apenas comenzaba a darle flexibilidad a los deportistas. El 28 de octubre de 2020, transcurría como un día cualquiera. A las 7 estaba en su bicicleta camino a Altos de Patios, en La Calera. Lo acompañaban sus primos, Ximena y Andrés. Estaban fuera de temporada, pero Felipe entrenaba como si no lo estuviera, como si se encontrara preparándose para el tour más importante de su vida. A la hora del descenso, tomó la pendiente a alta velocidad, parecía un bólido. Iba por la 92 con 11. Para ese momento, la ciclorruta de la 92 apenas era algo de lo que se hablaba y, por ello, tuvo que mezclarse entre carros, buses y camionetas. Para diciembre de ese año ya tenían la valorización del proyecto y en septiembre de 2022 debía estar completa. No llegó a terminarse. ¿Qué pasó?, el contrato tenía una prórroga de nueve meses al que se le habían sumado tres modificaciones y más de 3.559 millones de pesos sobre el presupuesto inicial. Como si fuera poco, por componentes urbanísticos, redes secas, tránsito, pavimento y temas ambientales, la obra se sigue prolongando , lo que ha llevado a que falte 134 días y solo 21% del proyecto se encuentre completado (incluyendo ciclorruta y el arreglo de la misma vía). Construcción de ciclorruta y aceras en la Calle 92 y 94 | Tomado de Google Maps El objetivo de la obra es ofrecer mayor seguridad a los peatones y usuarios de bicis, así como ampliar la conectividad y accesibilidad Más allá del impacto, la tormentosa pesadilla de Felipe ran las 8:15 de la mañana. Felipe iba detrás de una camioneta, había bajado tan rápido que había perdido de vista a sus primos. Estaba solo. A su derecha había un taxi. Recuerda al conductor perfectamente: “era blanquito y calvo”, dice él, “me guiñó el ojo y aceleró y, pues, en mi mente, yo dije: este man no me va a pasar”. Felipe decidió seguirle el juego. Aceleraron, ambos con ínfulas de saber quién era más rápido. Hasta que, en milésimas de segundo, “de repente, veo que la camioneta de enfrente coge un hueco. No alcanzo a frenar a tiempo y cojo el hueco de lleno, la bicicleta me frena y salgo disparado como a 10 metros del hueco. Cogía medio carril y era como de 5 metros de largo”, explica. Fotografías tomadas el día del accidente, 28 octubre de 2022. (izquierda) Foto del estado de la vía donde se accidentó Felipe (derecha) Fotografía de las raspaduras y lesiones con las que llegó Felipe al hospital El impacto lo recibió con varios raspones en su cuerpo, su casco se rompió tras el golpe (su cabeza había rebotado varias veces contra el asfalto y de milagro, el casco lo salvó) y sangraba mucho. Se levantó como si nada, la adrenalina del momento no le dejaba sentir dolor. Su primer pensamiento fue su bicicleta. Era nueva, se la habían regalado por su cumpleaños. No faltaba mucho para cumplir 19 años, unos cuantos días: el 3 de noviembre. Fue a buscarla y cuando intentó levantarla, no podía. Sentía que su brazo lo trababa. Intentó varias veces hasta que decidió arrastrarla hacia un andén mientras esperaba a que sus primos llegaran a socorrerlo. “Pues al inicio, solo creí que se había caído. Mi hermana fue la que pegó el grito y pues Pipe estaba sentado con raspones por todo lado. El más grande estaba en el brazo, le miré por detrás y ahí fue cuando vi que tenía el hueso salido y supe que tocaba ir al hospital. Lo raro era que Pipe no estaba gritando o llorando, lo vi muy tranquilo”, recuerda su primo. Se suponía que uno de sus primos se quedaría con las bicicletas y el otro sería el encargado de llevar a Felipe a la clínica, sin embargo, un señor que iba pasando en una camioneta de carga, les ayudó a llevar las bicis a la casa de Felipe. Eran las 9 de la mañana. La Clínica del Country fue el lugar de atención médica de Felipe, tanto en urgencias como en cirugía | Tomado de Medios de pago (clinicadelcountry.com) Llegaron al hospital y, como era época de COVID, había una carpa afuera en la que se realizaba la atención. Felipe necesitaba entrar a la sala de urgencias, que estaba al otro lado. Decidió caminar. Al ingresar tomó turno y diez minutos más tarde fue atendido. Lo hicieron pasar a un consultorio y se quedó de pie, comenzó a marearse, la adrenalina se había ido y el dolor comenzaba a llegar. Le pidieron sus datos y una vez registrado, lo llevaron a la sala de fluidos. Mientras, en la sala de espera, su primo llamaba a sus tíos: “mi papá me decía: ¿Pipe está bien? ¿puede moverse? ¿la espalda y la columna bien? Me dijo que no fuera a llamar a mis tíos, que él hablaba con ellos y les contaba”. Felipe no quería preocupar a sus papás, era hijo único y sabía que una noticia como aquella podría angustiarlos. Tan pronto como pudieron, sus tíos llegaron al hospital y al ver la situación bajo control decidieron avisarles a sus padres. Lo único que parecía fuera de lo normal era u brazo derecho, le dolía mucho y doblarlo no era tarea sencilla. Le tomaron un par de radiografías para ver sí tenían que acomodárselo o llevarlo a operación. Le pidieron que estirara el brazo pero era imposible, “lo tengo fracturado” repetía Felipe. Seguían insistiéndole en que lo estirara, tanto así, que una enfermera tomó su brazo y lo extendió en la mesa de radiografías. Al revisar las tomas, los médicos le dijeron que sus huesos se veían bien y que debían llevarlo a un cuarto de reducción para acomodárselo. “El ortopedista me dice: chino usted tiene que dejarse mover el brazo como sea. Tiene que dejárselo mover porque o si no, va para operación. Yo me mentalicé y desconecté mi brazo, me lo acomodaron, me movieron y yo sentí cada pedacito moviéndose. Y me dice: listo, dóblelo, muévalo”. Felipe no podía moverlo, lo sentía rígido. Y, por si fuera poco, su otro brazo, el izquierdo, empezaba a dolerle. La respuesta del ortopedista fue: “fresco, eso es normal por el golpe, váyase a la casa que usted se recupera”. Sabía que si lo enviaban de regreso a su casa las cosas empeorarían. Insistió en tomar nuevas radiografías, pero el ortopedista no quería pues el seguro solo había autorizado un examen. Vaya suerte Tras tanto rogar, aceptaron. Lo revisarían tres ortopedistas, pero eso no bastaría para ver las claras fracturas de Felipe. Fue gracias a una pasante, ese nuevo aire de la medicina moderna, quien le dijo a los ilustres de sus maestros, los verdaderos resultados de las radiografías “¿Aquí no hay como una fractura? ¿Y aquí también? ¿Y aquí también? ¿Y aquí en el otro brazo también, no?”. La fractura del lado izquierdo fue limpia, su radio se había roto pero sin comprometer su brazo, mientras que la del derecho requería de cirugía cuanto antes pues debían reconstruirle su codo. Felipe no lo podía creer. ¿Qué clase de médicos lo estaban atendiendo? ¿Cómo habían dejado que algo tan grave como una fractura en ambos brazos se les hubiera escapado? ¿Cuál hubiera sido su futuro si no hubiera insistido en la segunda radiografía? Miles de preguntas le pasaban por la cabeza. El dictamen era obvio: necesitaba cirugía y esta vez de un médico riguroso. Estuvo ingresado desde el sábado en la clínica esperando un cirujano, una sala de operación y el material necesario para la cirugía. Estuvo despierto hasta las 12 de la noche con analgésicos, y a esa misma hora, como lo narra Felipe, por arte de magia, entró Dios, vestido de bata y uniforme azul, bueno tal vez no era Dios, pero estaba encarnado como médico en ese ángel, en ese artista, en ese perfecto escultor que es Giuseppe Alajmo. Dr. Giuseppe Alajmo | Tomado de Facebook. Dr Giuseppe Alajmo – Enfermedades del Hombro y Trauma Ortopédico El Dr. Alajmo es un reconocido traumatólogo y ortopedista, experto en lesiones del hombro y trauma ortopédico. Lleva más de 10 años de experiencia en el campo y fue el encargado de reducir la fractura de Felipe y reconstruir a la perfección su codo derecho. ¿Cómo lo encontraron? Todo se debe a la suerte de Felipe; porque si bien había sido recomendado de un tío suyo, las posibilidades de conseguir a Alajmo eran casi que imposibles al no estar adscrito a Colsanitas, la prepagada de Felipe, aquella que cubría su cirugía. Mientras conseguían la habitación, se movían miles de contactos para encontrarlo, pero nada parecía resultar. Llámenlo como lo quieran llamar, para mí es simple y pura suerte, resulta que Alajmo era el médico encargado de atender los casos en la sala de emergencias ese día y como lo cirugía de Felipe -claramente- calificaba como una, Alajmo tomó el caso. Volvieron y le acomodaron el brazo derecho, un dolor que, para Felipe, ha sido de los peores en su vida. Le colocaron un yeso provisional para mantenerlo en su lugar hasta el día siguiente. A las 3 de la tarde lo ingresaron, cortaron su trusa y lo vistieron para la cirugía. La operación tardó bastante, era como jugar al tetris, debían extraer cada fragmento de hueso de su codo para juntarlos de la mejor manera y atravesar la estructura con los tornillos para darle rigidez. Ese era el plan A. Y si no funcionaba y la integridad del hueso se veía comprometida o no se adhería correctamente, debían cortarle el hueso y colocarle una prótesis radial. No era una mala opción, pero tampoco la mejor. Si ese hubiera sido el caso, Felipe hubiera necesitado someterse a varias cirugías durante su vida para ir reemplazando la prótesis. Radiografías tomadas por los médicos al momento del accidente. (izquierda) Rayos x de las operaciones del brazo derecho de Felipe (derecha) Antes y después de la segunda operación y la cicatriz de Felipe | Imágenes de archivo Afortunadamente, el plan A funcionó y empezó su recuperación. Durante la primera semana, mantuvo un yeso y, para describirles como era, imagínense a las momias de los faraones del Antiguo Egipcio, al estilo Tutankamón. El peso era tal, que no lograba dormir y su familia debía ayudarlo en todo – absolutamente todo. A la siguiente ya estaba en terapias, moviendo los brazos y con los puntos casi que al rojo vivo, “tenía que moverlos porque esta articulación es muy delicada y se atrofia muy fácil, entonces tenía que empezar a mover los brazos lo más pronto posible” Su recuperación estaba prevista para 7 meses. Primero le dieron 25 terapias pero terminó tomando entre 40 y 45 de ellas al necesitar una segunda cirugía por una cuestión de una molestia con los tornillos, así que se los retiraron y siguió adelante con el proceso de recuperación. En las terapias le hacían unos estiramientos a la mala, la fisioterapeuta le ponía el brazo y lo extendía en la mesa a la fuerza y con todos esos tejidos recogidos, tensionados… Muchas veces el dolor era inaguantable pero sabía que debía soportarlo si quería recuperarse. Le habían dicho que luego de la cirugía tenía un 70% de probabilidad de no mover el brazo, de dejarlo a 90° y que ni siendo juicioso con las terapias podría recuperar la movilidad completa, tal vez un 25% por mucho. La noticia la recibió como un trago amargo porque sabía que si quería practicar algún deporte, su cuerpo debía estar al 100% y por ello se obsesionó con recuperar la movilidad y la fuerza. Durante meses dejó de dormir para realizar terapias en casa por su cuenta. Mientras todos en su casa descansaban, se mataba los sesos – y los músculos también- por recuperarse. Su rutina consistía en estirar y doblar día y noche, entre terapias en el hospital y los ejercicios en casa; todo para no perder la fe y salir adelante. Ese mismo afán de ver los resultados pronto, fue el motor que le permitió ir recuperando la movilidad y no rendirse. A los dos meses de terapias ya tenía gran parte de su capacidad recuperada, lo único que le faltaba era su fuerza y estabilidad. Y al cabo de tres meses y medio o cuatro, había recuperado ambas cosas. Todo fue progresivo, sabía que con cada terapia iba ganando unos grados de movilidad, un poquito más de fuerza; pero a medida que se recuperaba físicamente, Felipe también debía afrontar una recuperación psicológica. Le pregunté por sus miedos, a que le temía luego de haber sido operado y con voz titubeante me contestó: “Le cogí miedo a pasar el escalón de la ducha, a caminar descalzo en el baño, a caminar en la lluvia, a bajar escaleras mojadas. Prefería no salir por el miedo a resbalarme porque empecé recién operado. Esa primera vez que monté lo hice por auto superación. Uno tiene que avanzar, tiene que superar las cosas. Entonces de a poquitos fui haciendo rutas llanas. Y ahí fui retomando de a poquitos, Y ya al mes y medio, a los 2 meses ya había perdido más o menos el miedo y dije, me voy a lanzar a hacer una ruta un poquito más larga y fui de mi casa hasta cota, que son casi 34 km.” Felipe ahora sabe que debe andar con precaución, que debe ser cuidadoso y que el cuerpo humano es bastante frágil. Esa noche, mientras tomábamos café en Starbucks reflexionamos sobre su accidente y sobre las precauciones que pudo haber tenido. Ahora, cada vez que practica, es mucho más precavido. Es prudente y respeta mucho más la vía - o la cuerda floja como le gusta decirle - y lleva mayor protección. Sabe que la ciudad es muy densa y no está adaptada, en su totalidad, para practicar este deporte. Muchos ciclistas, como Felipe, optan por tomar las autopistas y vías de gran congestión para practicar, tal y como sucede en la autopista norte sentido sur-norte, en la que varios ciclistas han perdido la vida a causa de las imprudencias y el estado de la vía. Del total de siniestros en la vía en los que se han visto envueltos los ciclistas, Bogotá representa el 25%, Felipe incluido. Porque si bien hablábamos al inicio de este texto, a pesar de que la ciudad se esforzó por contar con una infraestructura que permitiera a los ciclistas desplazarse, el mal estado de las vías o la inexistencia de estas rutas en algunas zonas de la capital ponen en riesgo día a día la vida de estos deportistas. Casos como los de Felipe se repiten a diario en la capital, lo vemos todos los días en las noticias, de camino al trabajo, al colegio e incluso de camino a la universidad como me ha pasado a mí en varias ocasiones. No es solo un tema de seguridad vial, también se trata de la cultura ciudadana, algo que en Latinoamérica y en especial, en Colombia, nos falta por aprender. ¿Consideramos esto suerte o una vida llena de calamidades? Usted como lector, luego de leer la historia de Felipe puede llegar a dos conclusiones igualmente válidas y valiosas. La primera es que Felipe cuenta con un ángel de la guarda, una suerte que parece ser una imprescindible ayuda en su vida y la segunda puede ser que para usted Felipe es solo un joven que ha tenido que pasar, en su corta vida, una experiencia traumática de la cual supo reponerse y salir adelante. Ambas conclusiones son buenas, pero personalmente para mí, la primera opción es la más acertada y le explicaré porqué. La noche de su nacimiento marca un momento clave en la vida de Felipe. Mientras sus padres conducían de regreso a casa, perdieron el control del auto y chocaron. Su padre murió al instante. Su madre, con tan solo unos cuantos signos vitales fue trasladada a la Clínica Reina Sofía en la que dio a luz a Felipe antes de fallecer. Así pues, en cuestión de segundos, Felipe, recién nacido, estaba solo (al igual que el día de su accidente). Bastaron solo esos segundos, unos cuantos minutos y unas horas para que sus padres se convirtieran en sus ángeles guardianes, en ese granito de suerte, porque si lo pensamos bien, Felipe debía haber muerto pero el vientre de su madre lo salvó. Ha escapado de la muerte no una, sino dos veces, y casualmente ambos han sido accidentes viales, una rara coincidencia, ¿no les parece? Y aquí es donde yo me pongo a pensar y digo: “Podríamos especular que quienes lo salvan de vivir este fatídico y trágico final son su padres, quienes desde el más allá le ‘echan’ una mano para salvarlo de las garras de la muerte”. Y no es una idea tan descabellada porque cuantos de nosotros no tenemos algún familiar o amigo cercano ya difunto que nos haya ayudado en algo. Porque puede que usted no crea en el misticismo de la suerte o el destino, pero a veces las cosas, por más duras que sean, no tienen otra explicación que eso mismo, la palabra SUERTE. Y puede que algunos la desarrollen con mayor constancia en la vida y haya otros que pensemos “oiga, yo la verdad si soy muy salado” “¿por qué todo lo malo me pasa a mí?”, pero tarde que temprano ese mágica fortuna nos ayuda y las cosas que parecían estar en nuestra contra ahora están a nuestro favor. Porque si bien para Felipe la muerte de sus padres significó estar desamparado y solo desde su primer momento de vida, la suerte le sonrió (o más bien, sus padres) y esa misma noche le trajo a sus padres adoptivos, quienes buscaban un recién nacido para adoptar. O en el caso del accidente, que como explica Felipe “me siento afortunado, primero por haber tenido buen casco, también por que afortunadamente no había ningún carro detrás de mí que me hubiese podido arrollar, también por el cirujano, y por haber contado con la suerte de que lograron reconstruir mi codo sin la necesidad de una prótesis, pero principalmente mi suerte se las debo a mis padres. Siempre están cuidando de mí, o eso es lo que creo porque soy muy afortunado de haber tenido la suerte que tuve. Nadie podría dichosamente que se ha salvado dos veces de morir como lo he hecho yo”.

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