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- Más que un caballo, un lusitano
Más que un caballo, un lusitano Valentina Carvajal, Comuncación Social y Periodismo Esta raza equina de origen portugués y español se caracteriza por ser versátil: es fiel a su jinete, es hábil para el deporte y presto para el entretenimiento. Lea también: En Bogotá se podrían atender más de 259 mil animales con recursos de los Fondos de Desarrollo Local 1/10
- Semana Santa en Ciénega,
Semana Santa en Ciénega, Laura Sofía Ubaque Pedroza, Comunicación Social y Periodismo La bendición de los ramos, la práctica del viacrucis, la visita a los templos y la celebración de la misa de pascua son algunas de las costumbres en las que cobra vida la fe del pueblo colombiano. Lea también: Los 7 pecados capitales 1/12
- Pedro Borges
São Paulo, Brasil | Editor de Alma Preta Pedro Borges Por Maria Mercedes Rojas, Isabella Jiménez Morón, Alejandra Leal Malagón, Laura Ochoa Polo y Gabriela Bautista. São Paulo, Brasil | Editor de Alma Preta Lea también: Jorge Rojas Compartir Fotografía por Gabriela Bautista en entrevista con Unisabana Medios. Formó parte del equipo de Profissão Repórter. Es reportero del Jornal da Noite, en TV Band, resultado de una sociedad entre la emisora y Alma Preta. Es graduado de la Universidad Estatal Paulista (UNESP), forma parte de la escuela de samba Camisa Verde e Branco y ganó el Premio Jabuti en 2020 en la categoría Artes. Nos contó: Sobre narrar la cotidianidad y proteger la integridad… • Desde una perspectiva histórica, nos damos cómo se refleja en la sociedad brasileña el hecho de haber sido un país que durante 388 años fue un régimen esclavista y el último de Occidente que abolió la esclavitud. Los problemas de base de Brasil, ya sea en la renta del trabajo, en la esperanza de vida, en el acceso a la salud, en el acceso a la educación o en la violencia por parte del Estado, siempre se dirigen a los negros y a los indígenas. Entonces, hacer un trabajo periodístico de calidad exige tener una mirada que reúna todas las capas. No creo que esto sea un capricho o un detalle. Si no tenemos esa mirada sobre los derechos humanos y esa mirada sobre grupos discriminados como poblaciones LGBTIQ+, negras, indígenas o mujeres, no estamos siendo objetivos, no estamos haciendo nuestro trabajo de la mejor manera. Sobre cómo la omisión de grupos marginales afecta la calidad de los contenidos... • Cuando vemos las primeras narrativas e historias de violencia contra las mujeres, contra los negros, contra estos grupos, normalmente fueron contadas por hombres blancos, privilegiados, muchos de ellos ricos. Ellos han retratado la vida cotidiana de naciones como Colombia, Brasil y otros de América Latina, y se sienten con el derecho de contar la violencia sufrida por estos grupos. • Nosotros, como grupos que hemos sido subalternados, también tenemos el deber de decir que no a esa dinámica. Queremos contar nuestra historia, porque tiene valor, es disruptiva. Al final, ese es el objetivo: acabar con las desigualdades sociales, acabar con el racismo, acabar con la misoginia, acabar con la violencia contra la población LGBTIQ+. Porque sólo así podremos vivir realmente en un Estado democrático. Fotografía por Gabriela Bautista en entrevista con Unisabana Medios. Sobre la representación de las voces diversas… • Dentro de la población brasileña actual, el 56% de la población es negra. Pero los tres principales periódicos brasileños no llegan al 10% del número de columnistas que emitan opiniones como negras. Esto demuestra la discriminación existente en el país con respecto al espacio concedido a los periodistas negros. • La prensa en Brasil comenzó en 1808, con la llegada de la Familia Real Portuguesa, todavía en el período colonial. La prensa negra surge en 1873, pocos años después. Así que tenemos un legado de quienes comenzaron a difundir, a pegar papeles y se manifestaron y gritaron contra el racismo y contra el esclavismo y contra las desigualdades. • Con este escenario decidimos fundar Alma Preta, una agencia de noticias, una agencia de contenido que tiene como foco cubrir la realidad brasileña. Cubrir la desigualdad brasileña exige cubrir las desigualdades raciales, de género, de sexualidad, porque todas las desigualdades, todos los problemas de Brasil, tienen su centro en un problema llamado racismo. Sobre más agendas no hegemónicas... • Hago dos propuestas a los nuevos medios de comunicación. Una, que haya más diversidad en sus equipos. No pueden hacer un cubrimiento de la realidad de un país como Colombia, como Brasil, como otros de América Latina a penas con hombres blancos escribiendo y asegurando que así tienen una cobertura imparcial y objetiva de la realidad. Es muy importante que se conforme un equipo diverso y se consiga elegir a esas personas diversas en cargos de liderazgo. El otro punto está enfocado hacia la línea editorial. El equipo debe definirse claramente una perspectiva política y periodística. Ese medio debe entender que, si harán un cubrimiento en contra del racismo y las desigualdades, se exige hacer una crítica a la política que domina la agenda, a la política económica que excluye a los pobres, a una política de vivienda y agraria que no integra a las personas pobres, a las personas negras, a las personas indígenas, como sucede en mi país. Así se logra una verdadera línea editorial que sea libre y transformadora. Cuenteros de Iberoamérica
- Ochenta y siete metros
Ochenta y siete metros Laura María Miranda Clavijo, Comunicación Social y Periodismo El coronavirus nos ha robado mucho pero también nos ha dado la oportunidad de estar más presentes, nos ha dado un regalo que pocas veces tenemos la oportunidad de recibir: tiempo. Lea también: Cómo evitar crisis en los adultos mayores durante la cuarentena 1/9 “Sé que últimamente estás muy ocupado y lo entiendo, por eso no te voy a pedir nada para mí, no quiero desviar tu atención de las oraciones que elevan hacia ti otras personas con verdaderos problemas”. Esto es lo que le digo a Dios todas las noches desde que comenzó esta locura en mi país. El viernes 06 de marzo de 2020, el Ministerio de Salud confirmó el primer caso de coronavirus en Colombia. Todos sabíamos que tarde o temprano iba a pasar, pero nadie nunca se imaginó, ni en sus sueños más absurdos, lo que sucedería días después. Aquel viernes fue la última vez de muchas cosas y nunca lo sospeché. Nadie nos avisó que la vida que llevábamos se escaparía de nuestras manos en menos de una semana. Por mi parte, el mundo que conocía se había reducido a ochenta y siete metros con catorce centímetros cuadrados. LA “GRIPITA” Los casos de contagio y el miedo aumentaban sin tregua alguna. El virus proveniente de China puso al mundo patas arriba por causar diversas afecciones, que según la OMS, van desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como el síndrome respiratorio agudo severo. Con un poco de retraso, el gobierno colombiano empezó a tomar medidas. Habían pasado cinco días, era 11 de marzo y con nueve casos confirmados en el país, el presidente ordenó el aislamiento obligatorio a los pasajeros provenientes de España, China, Italia y Francia. Un día después, con la resolución 385 del 12 de marzo de 2020, se declaró emergencia sanitaria en todo el país, causando la cancelación de todos los eventos públicos. Cuatro días más tarde, el mandatario restringió el ingreso al país de personas no nacionales y no residentes. Y yo aún muy tranquila. Mientras el virus se seguía propagando por todo el país, llegó la primera recuperación, se cerraron bares y discotecas, diferentes departamentos ordenaron el toque de queda. El pánico colectivo crecía como espuma. Doce días después del primer caso anunciado, la cifra de contagios en Colombia llegó a 65. Inesperadamente recibí un correo de la Universidad: “Comunicado 04 COVID 19: Suspensión de todas las clases presenciales a partir del lunes 16 de marzo”. Al leerlo, sentí alegría, no lo niego. Pero la sonrisa que tenía se desdibujó mientras lo leía en voz alta para mi hermano. Aterricé en la realidad, las cosas estaban empeorando y esa “gripita” en un abrir y cerrar de ojos le puso freno a la vida de muchos. ¿YA SE LAVARON LAS MANOS? Por medio del decreto 417 del 17 de marzo de 2020, el presidente Iván Duque decretó el estado de emergencia y veinticuatro horas después los contagiados subieron a 93, algo realmente alarmante. La alcaldesa de Bogotá, Claudia López anunció, en unión con otros alcaldes, un simulacro de aislamiento que el Gobierno nacional tumbaría y restablecería horas más tarde. Acto seguido se suspendió el tránsito e ingreso de viajeros internacionales a Colombia. La ansiedad e incertidumbre aumentaba con cada comunicado del Ministerio de Salud, pero se percibía un cierto aire de tranquilidad porque aún la temida cuarentena no era una realidad, era apenas un simulacro, o eso era lo que creíamos. 145 casos, constantes campañas de “lava tus manos”, “etiqueta de la tos” y “quédate en casa” retumbaban una y otra vez en mi cabeza, en todas mis redes sociales la palabra coronavirus se repetía a cada instante. La ansiedad se empezaba a reflejar. Mi mamá, después de cada anuncio, agregaba con un gesto angustiado: “que la sangre de Cristo nos proteja”. También se escuchaban los: “¿ya se lavaron las manos? y “tose bien, Juan Diego”. Estaba claro, nuestra vida había cambiado. “MUY TARDE, SEÑOR PRESIDENTE” Mi aparente tranquilidad se derrumbó cuando el himno nacional interrumpió la novela “Amar y vivir” que veía junto a mis papás. La alocución presidencial solo confirmaba el presentimiento de muchos y finalmente después de un largo preámbulo se confirmó: “aislamiento preventivo para todos los colombianos a partir del 24 de marzo al 13 de abril”. “Muy tarde, señor presidente”, dijeron algunos. Otros se preguntaban, “¿y los animales?”, “¿y los arriendos, los servicios?” “¿Qué va a pasar con los que somos independientes?”… y todos pensábamos en los que irresponsablemente habían decidido pasar el puente fuera de Bogotá. La vida nos sacudió y la incertidumbre nos consumió, el ruido constante de las redes y los medios de comunicación hacían difícil la búsqueda de la tranquilidad. Colombia no estaba preparada, el coronavirus desnudó nuestra realidad. Cuánta desigualdad. Mientras en mi casa nos preguntamos: ¿para cuántos días debemos comprar? Muchos otros se preguntaban: sin trabajo ¿cómo vamos a comer? Se unieron todos los problemas, la caja de Pandora había sido abierta. Hambre, desempleo, enfermedad, sistema de salud débil y encierro. ¿Se estaba desatando la furia de los dioses como en otros tiempos? Yo creo que sí. BURBUJA La vida que conocíamos era solo un recuerdo, ahora la realidad y la rutina eran otras. Antes de la cuarentena, los días empezaban a las 4:00 de la mañana. Hoy tenemos la libertad de dormir cinco minuticos y hasta más. Los primeros días siempre son difíciles, mi papá no se hallaba. Iba de un lado para el otro, con las manos en los bolsillos y muy pensativo. Estaba claro, no se conocía estando en casa, no era su hábitat natural. Parecía un cachorrito olfateando y descubriendo a su paso los objetos y espacios de su nuevo hogar. Mi papá, siendo profesor de la Universidad Nacional, no pasaba mucho tiempo en casa. “Yo vivía entrando y saliendo. Tenía muchas reuniones y mucho intercambio con personas”, afirma. Yo tampoco pasaba mucho tiempo aquí, el horario de la universidad y los trancones eran la razón. Por esto, era muy poco lo que se compartía en familia. Hoy yo recibo clases virtuales y mi papá las dicta. Ha sido difícil. Él empezó con videos y muchas complicaciones. Días más tarde se atrevió a dar sus clases en vivo. “No, nena fue tenaz”, me dijo. “No sabía cómo poner la presentación. Y cuando me di cuenta, el celular se había descargado y yo estaba compartiendo internet de ahí. Quién sabe hace cuando se había apagado y yo seguía dando clase. Ojalá la otra sea mejor”, agregó. Afortunadamente, yo he podido responder con mis responsabilidades académicas sin ningún problema. Mis clases no han sido tan accidentadas como las de la Universidad Nacional, donde por cuestiones económicas los estudiantes no pueden acceder a ellas porque no tienen un computador o un plato de comida. Y otra vez, encuentro la desigualdad en todo su esplendor. TIEMPO Por otro lado, Juan Diego, mi hermano, parece llevar muy bien el encierro. Tiene práctica. Él mismo se aisló del mundo después de llegar de un intercambio. “Esto no ha sido nuevo para mí, han sido muy pocas las veces que he salido desde que llegué, la cuarentena no me ha afectado tanto, la verdad”. Su rutina no cambió mucho. Una partida en Fortnite o en Call of duty es su único compromiso en el día. Pero, al iniciar la Semana Santa, en su apretada agenda se sumó un entrenamiento virtual y diario por parte de su club de fútbol. Y no lo voy a negar, ha sido difícil convencerlo de que es necesaria su ayuda para que esto funcione. “Lava los platos, Juan Diego. Tiende la cama, por favor. Ayúdanos a barrer”, le insistimos. Mi mamá es la única que sale. “¿Para qué se van a exponer ustedes?”, respondió cuando mi hermano, mi papá y yo nos ofrecimos para hacer las compras y para sacar a Camel. “Mami, es mejor que mi papá y tú no salgan, el riesgo es mayor para ustedes”, insistió mi hermano. Pero a pesar de los intentos ninguno logró cambiar su decisión. Y la verdad, no me sorprendió su sacrificio. Siempre se ha comportado como una leona para protegernos. Mi mamá extraña muchas cosas de antes, pero lo que más ha significado una pérdida ha sido la eucaristía, me lo confiesa con lágrimas en los ojos y puntualiza: “es lo que más me ha dolido”. Ella ha intentado ser fuerte para otros y llevar un mensaje de esperanza a muchas personas. Es la que une a la familia. Nos convoca para bailar en la sala, jugar un bingo bailable y ver películas en un cine improvisado que construimos con almohadas, cobijas y un video beam. Aunque no ha sido fácil y el miedo se cuela de vez en cuando, no todo ha sido malo. Descubrí que a mi papá no le gusta mojar el pan en el chocolate y que es igual de novelero a mí. Descubrí que mi hermano prefiere el huevo en tortilla al huevo frito y que puede cocinar un delicioso salmón. Mi mamá tiene don de gentes y la capacidad de alegrar la vida de otros con pequeños mensajes de Dios. Descubrí que su vocación y creatividad no tienen límites. Yo por fin pude declarar mi amor al arte culinario e hice recetas que había aplazado por falta de tiempo. El coronavirus nos ha robado mucho pero también nos ha dado la oportunidad de estar más presentes, nos ha dado un regalo que pocas veces tenemos la oportunidad de recibir: tiempo. Tiempo para amar. Tiempo para nuestro planeta, para reflexionar y cambiar.
- Irma
Irma Juana Victoria Duarte Castro Las manos son el principal instrumento de los humanos... y, por lo tanto, uno de los más impactados. Son amor, son creación, son dolores, son ternura. Da clic en las imágenes para la vista completa. Lea también: El último retoño Irma1.jpg Irma2.jpg Irma7.jpg Irma1.jpg 1/7
- La democracia también es en familia
La democracia también es en familia Paula Camila Pichimata Ramírez "Muchas personas me han preguntado el por qué no he cambiado mi punto de votación a uno más cercano a mi casa y siempre les respondo que mi familia tiene una tradición: almorzar juntos el domingo de elecciones", narra la autora de esta serie fotográfica. Da click en las imágenes para la vista completa. Lea también: Plaza de mercado La democracia es en familia - 1.JPG La democracia es en familia - 3.JPG La democracia es en familia - 6.JPG La democracia es en familia - 1.JPG 1/6 Paula Pichimata narra: Usualmente en las reuniones se prohíben los temas de política y religión, ya que suelen crear discusiones, peleas y, en algunas situaciones, pueden afectar seriamente las relaciones familiares. Eso es algo que siempre se ha enseñado en mi casa, no hablar de estos temas y respetar la opinión de las demás personas. Sin embargo, mantener el tema de la política a raya es complicado cuando se acercan las elecciones. Los chats se ven inundados por indirectas, información o chistes políticos atacando a cada bando. Es por esto que la época de elecciones pueden ser asociadas con un momento de tensión y de discusión y, este domingo 29 de octubre, no fue la excepción para las elecciones territoriales 2023. Sin embargo, este puede ser un espacio significativo para muchas familias ya que puede ser una oportunidad de reunión. Por más que existan distintas corrientes, filosofías y opiniones con respecto a quiénes y cómo se debería gobernar un país, las elecciones pueden ser un evento familiar. Muchas personas me han preguntado el por qué no he cambiado mi punto de votación a uno más cercano a mi casa y siempre les respondo que mi familia tiene una tradición: almorzar juntos el domingo de elecciones. A pesar de vivir en el norte, mi familia (mamá, papá, hermanos y tíos) vamos hacia el occidente a votar donde vive mi abuelita, quien nos espera para votar juntos. Incluso nuestras mascotas nos acompañan hasta el punto de votación y entre chiste y chiste sobre quién se queda sin almuerzo por votar por otro candidato nos vamos entre risas a comer y esperar el futuro del país. Puede que las elecciones sean estresantes para algunas personas, pero para muchas que deciden verlo como un motivo de unión es una oportunidad y un recuerdo familiar.
- Cota: un cambio en el ambiente
Cota: un cambio en el ambiente Andrea González De Greiff En el crecimiento del hombre y la sociedad se pierden muchas cosas. ¿Qué pasa cuando el cemento avanza sobre un pueblo cercano a las montañas? Da click en las imágenes para la vista completa. Lea también: Plaza de mercado Cota Un cambio en el ambiente 2.JPG Cota Un cambio en el ambiente 1.JPG Cota Un cambio en el ambiente 9.JPG Cota Un cambio en el ambiente 2.JPG 1/12
- Mal aliento
Era un viernes a las once, la primera noche de vacaciones. Con mis compañeros de promoción, decidimos hacer una fiesta a las afueras de Bogotá, en la casa de una chica que apenas conocía... Mal aliento Ancla 1 Isabella Botero Ruiz Foto tomada de Envato Elements Era un viernes a las once, la primera noche de vacaciones. Con mis compañeros de promoción, decidimos hacer una fiesta a las afueras de Bogotá, en la casa de una chica que apenas conocía. Estábamos bailando cuando vi llegar a María Emilia, una amiga que acababa de salir de rehabilitación. Ella consideraba que éramos cercanas, pero no era así. Se había quedado sin amigos desde que la descubrieron consumiendo drogas en el colegio, y, al parecer, yo era la única persona a quien podía acudir. Me saludó y me preguntó que si podíamos hablar. Fuimos al rincón al lado del sofá y, mientras caminábamos, noté que no estaba sobria. —¿Has estado tomando? — le pregunté. Ella lo negó; supe que mentía. Rápido cambió el tema y la conversación se tornó personal. Se desahogó y me confesó que sin mí la rehabilitación hubiera sido más difícil. Me alegró sentir que fui un apoyo, pero algo me decía que la conversación tenía otro objetivo. Se acercó a mí al punto de invadir mi espacio personal, lo que me hizo sentir muy incómoda. Puso sus manos en mis mejillas y, antes de que yo pudiera reaccionar, me robó un beso. Quedé pasmada y me alejé bruscamente. Ella vomitó en mi pierna. Su cuerpo finalmente había reaccionado a la mezcla de alcohol con antidepresivos. Me pareció repugnante. Pensé en llamar a algún amigo suyo para ayudarla; luego recordé que no tenía. Quería irme, pero temía dejarla sola. Tenía mucha rabia, pensé: “esto me pasa por buena gente”. La acosté en el sofá, cogí su celular y le escribí a su mamá. María Emilia, desorientada, balbuceó frases sin sentido y me pidió perdón varias veces. Lo correcto hubiera sido quedarme hasta que la recogieran, pero no quería pasar un minuto más en esa situación y más aun con la ropa sucia de vómito. Me fui en un Uber y no le volví a hablar. Ya era muy desgastante ser su amiga, no me imaginaba ser su amante. Lea también: Atrapado Camino de Letras es una iniciativa del programa de Comunicación Social y Periodismo, en el que se reúnen las creaciones literarias de estudiantes y profesores de la Universidad de La Sabana. Si quieres escribir para esta sección, haz clic aquí.
- Verdad, pola y justicia
Verdad, pola y justicia Catalina Villegas Gaitán Esta serie muestra cómo es la vida actual de una excombatiente que vivió en carne propia el conflicto armado en Colombia y que hoy, en La Casa de la Paz, ha empezado una vida nueva, entre paredes llenas de significado y colegas que comparten su dolor, sus alegrías y, sobre todo, su lucha. Da click en las imágenes para la vista complet Lea también: Cajicá, calles, piedad popular 1/9
- Anhelo
Anhelo Juan Diego Mondragón Álvarez Cada decisión nos mide, nos interpela, nos cuestiona. ¿Qué quieres ser cuándo seas grande? ¿Qué hacer cuando te sientes pequeño? Da clic en las imágenes para la vista completa del fotoensayo. Lea también: Trascendencia Anhelo #1.JPG Anhelo #2.JPG Anhelo #20.JPG Anhelo #1.JPG 1/20
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